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Sacrificio por Necoco_love

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Notas del fanfic:

Esto es algo que no acostumbro a escribir, por lo menos hablando de la pareja protagonista, ItaNaru. No me pregunten por qué escribí un ItaNaru, porque ni yo misma puedo saberlo con sinceridad xD quizá solo quiero experimentar con otras parejas… pero en fin, los motivos son algo que no tiene mucha importancia.

 

No es feliz, así que, yay, no esperen una historia de amor rosa xD a veces las cosas más hermosas están en donde uno menos lo imagina, y no hablo por el fic, solo era algo que quería decir xD

 

Ahora bien, espero les guste (:

Notas del capitulo:

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Mashashi Kishimoto.

¿Qué es mejor, estar con la persona que amas, o estar con una y amar a otra?

 

 

 

Elegantemente, la taza de café se alzó hasta llegar a sus labios, donde bebió apenas un pequeño sorbo extasiado por la idea de tranquilizarse tanto a él como a sus emociones con aquél elixir en su vida caliente, fuerte y amargo. La taza viajó por unos segundos de nueva cuenta en sentido contrario, donde fue depositada en un pequeño platito. El sonido del tráfico y del andar de la gente fuera del lugar inundaba sus oídos, pero al mismo tiempo sentía como si un silencio incómodo se estuviera apoderando de la situación, en una mesa apartada de las demás en el café en el que se encontraban.

 

 

 

Porque no estaba solo.

 

 

 

Las ideas se arremolinaban en su mente vagas y confusas, sin que pudiera esclarecer por un momento el primordial motivo que lo había llevado hasta ahí incluso aunque hubiera sido mejor no haberse presentado. Pero los Uchihas no eran cobardes y siempre daban la cara. Sintió de pronto los penetrantes ojos de su compañero clavársele como una daga arrojada con la mayor de las fuerzas, pero impulsada por las dudas sin respuesta. Se sentía presionado por la mirada incandescente que vivazmente derretía sus sentidos, pero tenía que mantener la cabeza fría al menos hasta que las cosas llegaran a su indudable fin. Y entonces, el silencio fue roto como si aquella falta de palabras hubiera sido un sortilegio dispuesto para ser destruido.

 

 

 

— ¿Para qué me citaste aquí?—Directo como pocas veces, Naruto rebuscó con la mirada aquellos ojos ónice del contrario, pero era incapaz de lograrlo con quién no desea ser observado de tan directa forma.

 

 

 

Buena pregunta, se dijo interiormente el Uchiha. ¿Para qué demonios había citado a Naruto en aquél café? Itachi volvió a repetirse como un mantra indeseable lo que hacía tan solo pocas horas había decidido, pero no encontraba la manera sutil de decirlo sin que el Uzumaki, como siempre, se alterara demasiado. Casi se sentía como en esas películas de acción donde el protagonista debía desactivar una bomba que estallaría caóticamente, debiendo decidir sobre cual de los cables cortar, ¿el rojo, el azul, el amarillo, el verde? No existía algo que ayudara en esos casos, cualquiera de los cables que fuera cortado podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. Aunque no tan exagerado como para decir que iba a morir, fuera cual fuera la forma en que Itachi le hablaría, existía un sinfín de posibilidades de que Naruto reaccionara de una manera calmada, o en el peor de los casos lograra hacer un escándalo y sus gritos insultantes fueran el motivo de que los echaran del café.

 

 

 

Sólo tenía que confiar en lo bien que conocía al rubio para decidirse por la mejor manera de hablarle.

 

 

 

El rubio se llevó a los labios uno de los bizcochos que había en un platito, junto a un par de galletitas y otros pastelillos, todos, supuso, por cuenta del azabache. El silencio le molestó, y bien admitía que no estaba para perder tiempo en conversaciones silenciosas, pero el pequeño bizcocho le había mirado, y él había mirado el bizcocho. Tenía hambre. Pero tenía más ganas de que Itachi hablara. Por eso, cuando el moreno accedió a hablar de improvisto, se exaltó ligeramente, con el bizcocho a medio terminar y una expresión de estúpida y súbita sorpresa.

 

 

—Tenemos que hablar sobre algo—respondió Itachi, no muy convencido en realidad.

 

 

 

Naruto bufó exasperado. Itachi se caracterizaba por, en sus conversaciones, ser el único que iba directo al grano sin rodeos, como solía hacerlo Naruto. Que por un momento los papeles hubieran cambiado y ambos se comportaran como no solían hacerlo, era muestra factible de lo extraño que era el asunto. Y de lo molesto que estaba poniéndose el rubio cuando terminó su bizcocho de un bocado y arrugó el entrecejo.

 

 

 

—Déjate de juegos, Itachi.

 

 

 

Si, tenía que dejarse de juegos de una buena y maldita vez, pero no era tan fácil hablar cuando la verdad ni siquiera quería decir lo que tendría que decir. Pero a veces de eso se trataba la vida, ¿no? De hacer cosas que no querías hacer en beneficio de alguien más, o en beneficio propio. ¿Por qué estaba pensando precisamente en eso? Volvió a alzar la taza de su café y bebió un trago amargo que lo devolvió a la realidad con alivio, pero con una infinita tristeza desdibujada en el trasfondo de aquella inmutable mirada oscura. Cuando finalmente dejó la taza con suavidad en la mesa, Itachi inspiró hondo y se armo de lo que durante un par de minutos le había faltado: valor.

 

 

 

—Esto es el fin—sentenció.

 

 

 

— ¿A que te refieres?

 

 

 

—El fin, Naruto—repitió estoico—. Que esto se tiene que terminar de una vez. Lo que quiera que sea, quiero que termine de una vez.

 

 

 

Naruto soltó una sonora carcajada sin contenerse. Se llevó las manos a la cara y sonrió aliviado y casi feliz, en la creencia de que lo que había escuchado se trataba nada más y nada menos que de una broma de mal gusto de Uchiha Itachi. No recordó, en ese momento, que bromear no era algo habitual en los Uchiha. No visualizó siquiera la posibilidad de que tal vez y solo tal vez, Itachi hablaba con tanta seriedad como no lo haría en toda su vida.

 

 

 

—Deja de reírte—le reprochó el mayor—, estoy hablando en serio.

 

 

 

Y el rubio miró la expresión soberbia y severa del contrario, y supo qué, tal como aseguraba, no bromeaba.

 

 

 

—Oh…—musitó desconcertado—. ¿Pero por qué? ¿De que demonios hablas?

 

 

 

 

He ahí la parte más difícil de todo, pensó. No es que Itachi no tuviera buenas razones para acabar con su… loquesea—casi relación, como había pensando en ocasiones—, pero una cosa era tener buenas razones y otra mucho más diferentemente abismal era hacer al terco rubio comprender los motivos que tenía. Mientras él veía buenas razones, Naruto solo vería excusas. ¿Cómo es que Itachi había permitido que llegaran a ese punto? ¿Cómo es que sin darse cuenta Naruto había llegado a esa parte de su persona? Por un momento, lo observó indescifrablemente. Esos ojos azules que le miraban con una mezcla de confusión y enojo, esa sonrisa que ahora era más un gesto torcido en una indignación palpable, esas mejillas arreboladas pero de frustración, esas cejas fruncidas y esas manos que aprisionaban con impotente fuerza un pastelillo que Naruto estaba a punto de devorar con avidez para evitar soltar improperios en aquél lugar público. Oh, como se sintió Itachi de infeliz.

 

 

 

—Porque no te amo—puntualizó como si se tratara de una obviedad que el de ojos azules hubiera dejado pasar.

 

 

 

Sorprendido, Naruto lo miró por más tiempo del que el azabache hubiera querido. Podían tomarle el pelo de la forma más sencilla, podían engañarlo de muchas maneras a causa de lo ingenuo que era y podían burlarse de él con sarcasmos y quizá no los comprendería del todo, oh, pero Naruto no era ningún idiota. Puede que no lo pareciera, pero para ser un chico de universidad, pese a lo estúpidamente inocente que podía ser, era capaz de entender cosas serias e importantes. Y era capaz de darse cuenta que Itachi mentía tan vilmente que era imposible de creer.

 

 

 

—No te creo—replicó con énfasis.

 

 

 

—No me creas entonces—refutó el de ojos ónice—. Todo hasta ahora ha sido una mentira; fuiste demasiado fácil de engañar.

 

 

 

Entonces dudó, y se sintió herido en lo más profundo de su orgullo mientras su enojo se estaba elevando a niveles insospechados, pero procuraba mantener la calma para no darle el gusto a Itachi de verlo rabiar por su culpa. Se sintió como vilmente traicionado por aquél hombre al que había amado durante tanto tiempo, como una puñalada por la espalda de quién crees que te ama de igual manera y finalmente te cuenta que has vivido engañado en una mentira. Una irrealidad que te hace tan feliz pero que tan pronto descubres te hace un desgraciado sin consuelo.

 

 

 

— ¿Entonces por qué?—indagó dolido.

 

 

 

— ¿De verdad quieres saberlo?—inquirió Itachi, más no recibió respuesta alguna— Hay cosas que es mejor no saber, Naruto.

 

 

 

—Pues me niego a terminar hasta que me respondas.

 

 

 

—Deja de ser tan terco—le regañó el mayor—. Por una vez deja tu terquedad a un lado. ¿Qué importa mis razones? Deberías buscar alguien que si te ame de verdad en vez de estar perdiendo tú tiempo discutiendo conmigo.

 

 

 

 

—Alguien que me ame de verdad como Sasuke, ¿no?

 

 

 

 

Y Naruto dio en el blanco.

 

 

 

E Itachi de pronto se sintió tan vulnerable y desnudo ante la mirada penetrante de Naruto que deseó se largara de una buena vez, para hundirse él en sus propias divagaciones lamentables. Pero como Uchiha que era, no se dejó amedrentar.

 

 

 

—Habría sido mejor que lo amaras a él y no a mí—respondió con tono burlón—. Por lo menos él te ama como yo nunca lo haré.

 

 

 

Naruto apretó la quijada, furioso.

 

 

 

¿Cómo podía explicárselo Itachi a si mismo en sus pensamientos? Hasta la fecha, había llevado una indudable vida de autosacrificio voluntario, donde su hermano menor lo significaba todo en la vida y era capaz de dar su felicidad con tal de que Sasuke fuera feliz. Había renunciado a la atención y exigencias de su padre, aún si Uchiha Fugaku consideraba a su primogénito un desperdicio de tiempo, Itachi sabía que era mucho más capaz que Sasuke de cumplir a su padre, pero no obstante prefería vivir siendo la pérdida de tiempo de tal manera que su padre había terminado por volcar todas sus exigencias en el menor de sus hijos, cosa que por tanto tiempo Sasuke había buscado sin resultado alguno. Había renunciado al tiempo para si mismo dedicándolo con candoroso amor fraternal, porque Itachi había vivido mucho tiempo bajo la sombra de la soledad y la indiferencia y Sasuke era para él como una bendición, como la lluvia anhelada que cae en el desierto después de tanto tiempo de sequía.

 

 

 

Sasuke, invariablemente, ni siquiera era consciente de todo ello. Ni siquiera sabía cuantas parejas había perdido Itachi por preferirlo a él ante todo ni cuanto había sufrido a lo largo de los años su odiado hermano con tal de que, al final de todo, el mayor pudiera ver una suave sonrisa en sus labios cuando creía que nadie le veía. Itachi era una vida dedicada a la felicidad de su hermano en toda la extensión de la palabra, un amor que cruzaba tanto las fronteras del egoísmo que Itachi habría deseado morir asesinado en manos de Sasuke solo si en ello encontraba la paz interna y esa felicidad de la que tanto carecía su pequeño hermano.

 

 

 

Pero, ¿en que momento Itachi había cruzado la frágil y delgada línea que separaba altruismo y estupidez?

 

 

 

Itachi prefería sentirse imbécil, hiriendo a la persona que más amaba en éste mundo aparte de Sasuke, arrojando a la intemperie a la única persona que con dolor y masoquista pasión lograba desbocar su corazón, atropellarle los sentidos y llevarlo lejos de la realidad, a sentirse egoístamente odiado y desgraciado al quedarse con lo único, y lo sabía perfectamente, lo único que su hermano quería, lo único que sería capaz de amar con tanta intensidad en su vida.

 

 

 

Naruto, pese a que no lo quería ni lo sabía, era el epicentro de toda esa situación desencadenada por culpa de un deseo solidario de parte de un hermano preocupado por qué su misma sangre no sufriera su misma suerte.

 

 

 

Aún así, ¿Quién le aseguraba que Naruto iría a los brazos de Sasuke como él pretendía?

 

 

 

 

Era algo que había previsto con anterioridad y, pese a que no era seguro, Itachi sabía con probabilidad el resultado final. Si Sasuke era inteligente, y de verdad ansiaba a Naruto tanto como él mismo, sería ese con quién Naruto lloraría y desahogaría su dolor, esperando por una oportunidad que con el tiempo el rubio le daría a fin de cuentas. Iba a ganarse con ello el profuso odio de su hermano por lastimar a la persona que Sasuke—y él mismo—tanto amaba.

 

 

 

Sin embargo… el rubio podría amar a Sasuke, pero solo por las razones equivocadas. A veces, cuando los corazones inocentes son rotos, la confusión invade de tal manera, que uno puede cegarse y engañarse a si mismo, porque a veces es más fácil engañarse que encarar la realidad. Y Sasuke era de tal forma parecido a Itachi, que la única forma tangible en que podría amar a su mejor amigo sería engañándose a si mismo, engañándose pensando que podía amar a Sasuke individualmente, pero viendo en él solamente el doloroso reflejo de Itachi.

 

 

 

Cuando menos se lo esperó, Naruto se levantó ávidamente de la silla, apretando los puños al saber que no importaba lo que hiciera, Itachi no cambiaría de opinión. ¿Qué era lo que se lo impedía, su terquedad o su orgullo? No importaba de todas formas. Lo miró irritado, pero más que nada tratando de controlar sus impulsos de gritarle a toda voz lo irracional que se estaba comportando el mayor.

 

 

 

—Dime, Itachi…—Naruto hizo acopio de fuerza, con la voz medianamente rota pero obligado por su propio orgullo a no mostrarse débil— ¿Puedes vivir el resto de tu vida sin saber que hubiera sido de nosotros?

 

 

 

 

—Si—mintió sin mirarlo.

 

 

 

No, era la respuesta más adecuada. Era la respuesta sincera. Pero mentía aún en contra de su propia voluntad porque sus deseos de ver a Sasuke feliz a veces eran mucho más grandes que los deseos de ver su propia felicidad realizada. Porque Itachi actuaba con la insensatez de quién nunca ha sido amado y no sabe como continuar. Y porque Naruto era tanto y él se sentía tan poca cosa. Era una vida de autosacrificio, como siempre había sabido que lo era. No importaba cuanto tuviera que sufrir en el trayecto, la sonrisa tenue de su hermano lo valía.

 

 

 

Porque todo sufrimiento, con tal de ver feliz a Sasuke, valía la pena.

 

 

 

Lo valía para él.

 

 

 

Notas finales:

Amo la pregunta final de Naruto, me recuerda una ocasión en la que me sentí de una manera parecida. La pregunta en aquél entonces vagó por mi mente incesablemente, pero bueno, carezco del suficiente valor como para haberla preguntado. Supongo que, como dice Itachi, hay cosas que es mejor no saber x)

 

¿Qué les pareció? Me encantaría que me dejaran sus comentarios ^^

 

Besos & abrazos, Necoco.


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