-bueno, ¡que se valla todo a la mierda!- exclamo Gregory House en medio de la semioscuridad de su dormitorio, acomodándose en la cama y preparándose para dormir. Primero había tomado la precaución de desconectar el teléfono, así ninguno de los patitos, cuddy, o a cualquier otro molesto se le ocurría interrumpir su descanso.
El doctor estaba agotado, no había dormido bien en días, y su humor ya de por sí de mierda iba empeorando con el paso de las horas que seguía sin saber nada de Wilson.
Y a habían pasado más de dos semanas desde que Nora había escuchado los gritos de mujer desde el departamento que el oncólogo compartía con su ex, Samantha, y se había acercado, discretamente a ver que sucedía. Al llegar frente a la puerta del depto. de Wilson se encontró con que esta estaba entreabierta, Nora llamó a James por su nombre pero nadie contesto, y no había dado dos pasos dentro del living cuando vio las manchas de sangre en el piso, desparramadas por todos lados. La mujer se asustó y retrocedió corriendo hasta su apartamento, desde donde llamo a la policía.
Los oficiales encontraron el cuerpo de Samantha semidesnudo, en el pasillo que comunicaba el dormitorio y el living, ya sin vida, y prácticamente desangrada. No había rastro de Wilson.
Cuando Gregory supo la noticia no se lo pudo creer. La policía adopto desde un principio la hipótesis del crimen pasional. Samantha presentaba señales de haber mantenido relaciones sexuales consentidas con su pareja antes de morir, luego algo debió suceder que trastorno al oncólogo lo suficiente como para despertar instintos asesinos en él. Pero también había otra cosa rara, Sam no tenía heridas graves en su cuerpo, más allá de algunos moretones que los forenses interpretaron como producto de un forcejeo, no había rastros de una herida que fuera lo suficientemente grande como para hacerle perder tanta sangre. Y toda la sangre que había en la casa era de ella, aunque en un principio se pensó lo contrario.
House estaba, como todos en el hospital, convencido de que todo eso eran patrañas, es decir, ¿James Wilson haciendo daño a su mujer?, la idea era ridícula, ¡si el bueno de Jimmy no era capaz de aplastar ni un mosquito!, reflexionaba Greg. No, esto era imposible, alguien más tenía que ser el asesino. Y ahí era donde el ceño de House se fruncía. ¿Qué habría hecho esa tercera persona con Wilson?, ¿Por qué no había señales de él en ningún lado? El nefrólogo tenía mil hipótesis en la cabeza, y ninguna era alentadora para el estado de bienestar de su amigo. ¿Y si el asesino lo había matado también a él?, ¿y si se lo había llevado como una especie de trofeo, o para enterrarlo quien sabe dónde?, tal vez para desviar la atención de la policía y hacerlo parecer como culpable…
Gregory no quería pensar en eso, la sola idea de que algo tan terrible le pudiera haber pasado a “su” Wilson lo hacía temblar de una forma que jamás pensó que lo haría.
A pesar de lo agotado que estaba le costó horas dormir, pero finalmente, cerca de las 3 de la mañana logro conciliar el sueño. No por mucho. En algún momento indeterminado Gregory sintió un sonido muy parecido a pasos que provenían de alguna parte cercana de la casa. El nefrólogo parpadeo, y el sonido se interrumpió, por lo cual pensó que debía ser un ruido proveniente del exterior, o alguno de esos que a veces las casas emiten naturalmente, y uno nota por las noches, tan solo por el silencio que hay alrededor. House intento seguir durmiendo, pero entonces escucho otra vez algo cerca suyo. ¿Un suspiro?, eso parecía, o una respiración fuerte.
Se incorporó rápidamente, sentándose en el lecho, y creyó ver una figura humana a pocos pasos de él, parada frente a los pies de su cama. Con el corazón acelerado a mil se apresuró a encender la luz de la mesita a su lado, y pudo ver ahora con toda claridad a la persona frente a sí.
-¡Wilson!
En efecto, era el oncólogo el que estaba en su habitación. Lucia para el demonio, si bien la iluminación del velador no era muy potente, House pudo notar la palidez en el rostro de su amigo, tenía unas ojeras enormes, y parecía haber perdido unos kilos. Sin embargo, tenía también una apariencia extrañamente más… ¿joven?, si eso era, parecía que su piel se había refinado.
-Wilson, ¿Qué te paso?, ¿Dónde mierda estabas?
Pregunto Greg ante el silencio del otro, que se limitaba a mirarlo con una fijación que inquietaba al médico mayor.
-¿estás bien?, ¿acaso te dejaron sin lengua…?
House no pudo terminar de hablar, porque entonces James salto, literalmente, sobre él, como si de un felino se tratara, haciéndolo recostarse totalmente otra vez, a gatas encima suyo.
Gregory se pegó un susto de muerte, sobre todo porque, ahora que tenía el rostro de Wilson a escasos centímetros del suyo pudo ver mejor sus ojos, que se veían más claros, y parecían despedir centellos rojos. El oncólogo estaba irreconocible, lo miraba como un tigre miraría a un ciervito a punto de devorarlo.
-¿Qué estás haciendo…? – pregunto un desconcertado House.
Wilson no le contesto. Acerco el rostro a su cuello, rosando su nariz en la mejilla de Greg, parecía estar oliéndolo. Entonces House lo escucho hablar con voz profunda pero susurrante, como en un ronroneo sensual.
-houseeee…-el nefrólogo sintió a su amigo inspirar profundamente con la nariz pegada a su piel. Si, por más ridículo que pareciera, lo estaba olfateando. ¿Qué carajo pasaba con Wilson?
-mmmm, hueles delicioso, ¿sabías?...-murmuro Wilson y Greg no supo que decirle, ¿acaso estaría en shock?, ¿se había vuelto loco literalmente?
-¿será que tu sabor es igual de delicioso, House?
El cojo quedo de una pieza.
-Wilson, estas trastornado, ¿Qué sucedió en tu casa?, ¿te hicieron daño…?
Gregory intento sonar lo más suave posible, si su amigo estaba, como evidentemente lo estaba, trastornado mentalmente lo mejor era intentar razonar delicadamente con él. Pero Jimmy no le prestó atención. Siguió rozando su rostro contra el de su amigo, provocándole suaves escalofríos. Su piel estaba helada. House tembló al sentirlo gemir en su oreja.
-¡te voy a probar Greg!, solo un poco para empezar…-dijo para acto seguido sacar la lengua, y deslizarla sobre la oreja y la mejilla de House, quien dio un salto al sentir este contacto. Instintivamente intento alejarlo de un empujón.
-¡¿Qué carajo estás haciendo?! – exclamo el más viejo, para darse cuenta luego, atemorizado que su empujón no había movido ni un milímetro al otro hombre, de hecho, ni lo había mosqueado. Su cuerpo se sentía anormalmente tieso.
-¿Te han drogado?-dijo luego, pensando en medicamentos musculares, que pudieran entumecer su cuerpo.
James lanzo una carcajada.
-¡no tienes idea de nada, precioso! – le contesto con un gesto sobrador y seductor al mismo tiempo. House estaba boquiabierto, ¿Qué mierda habían hecho con “su dulce” Wilson?
James lo miro divertido ante este gesto de sorpresa por unos instantes, parecía disfrutar de la confusión del mayor. Entonces de golpe, cuando este iba a decir algo, lo tomo fuertemente del pelo, tirando su cabeza hacia atrás.
-¡basta!, ¡ya has hablado demasiado! – exclamo imperativamente Wilson, para luego abrir la boca y echarse sobre su cuello.
House había podido vislumbrar por unos momentos unos pequeños colmillos lobunos en la boca de Jimmy, y luego el dolor que estos produjeron al clavarse en su piel. ¡El hijo de puta lo estaba mordiendo! Chillo de dolor e intento separarse de él tratando de deslizar sus puños a sus hombros para empujarlo, pero no podía, ahora Wilson estaba muy cerca, completamente echado sobre él. Gregory intento golpearlo en la espalda, pero su atacante no parecía ni enterarse de esto. Y la sensación de debilidad se estaba acrecentando a pasos agigantados, lo último que House pudo analizar antes de desvanecerse fue que entonces Samantha debía haber muerto de esa manera.
La oscuridad envolvió a House y ya no supo nada de sí mismo, ni de Wilson.
Entonces, una sirena. No, no era una sirena, era el sonido del timbre de un teléfono antiguo. Era su despertador.
Gregory abrió los ojos y se encontró en su cama. Ya había amanecido y la luz del sol se colaba a través de la habitación, iluminándola agradablemente. Miro a todos lados, asustado, pero estaba solo, llevo las manos a su cuello pero no sintió ninguna herida. Y el despertador seguía sonando.
Se levantó un poco para extender la mano y apagar el maldito artefacto de un manotazo. Luego intento levantarse, pero ni bien se había puesto en pie, se sintió mareado. Se sostuvo en la mesita de luz, y una vez que el mareo paso, camino a rastras hasta el baño.
Se miró al espejo. Estaba pálido, ojeroso, parecía no haber dormido nada, pero su cuello estaba intacto. Ni rastros de mordedura o cualquier otra herida por ningún lado.
Camino hacia la cocina, observando todo a su paso. Estaba solo y todo parecía tal cual como lo había dejado la noche anterior. Volvió a l dormitorio, allí tampoco había nada fuera de lo normal.
¿Un sueño?, ¿eso había sido? Lo había sentido demasiado real, y ahora le dolía la cabeza, se sentía débil y hambriento, pero todo aquello también podía ser producto de los últimos días sin casi dormir ni comer que había pasado. También la pesadilla podía explicarse por eso.
House se convenció de que eso era. Tan solo había tenido un mal sueño. Pero sin embargo, tenía esa sensación en la piel, era extraño, como si pudiera percibir el olor de alguien más en su cuerpo, era como cuando después de tener sexo con alguien te queda impregnado su perfume y puedes sentirlo todavía encima de ti. Gregory estaba seguro de que el olor en su ropa se parecía mucho al perfume que solía usar Wilson. Pero, no, no podía ser, quizás estaba alucinando otra vez.
Se apresuró a levantarse y dirigirse a la ducha. Tenía que ir al hospital y hablar con Cuddy, odiaba admitirlo, pero no tenía a quien más recurrir.