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Despedida por Necoco_love

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Notas del fanfic:

Ojala los seres queridos no tuvieran que mudarse, la vida sería mucho más dulce así.

 

 

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Mashashi Kishimoto.

 

 

Los vestigios de un verano pasado y un otoño venidero recorrieron su cuerpo con especial ímpetu, en una brisa desalentadora que levantó levemente las hojas caídas de árboles preparándose para un dulce cambio de estación. Con la brisa, un estremecimiento recorrió su cuerpo, embargado de pronto por un vacío que inesperadamente sentía en la boca del estómago, un sentimiento de absurda impotencia acompañado de un pinchazo de dolor que calaba en su persona más lo que lo harían mil dagas en su corazón. Resintió la noticia como un balde de agua fría en pleno invierno, pero no obstante se limitó a esbozar un ligero gesto de entendimiento.

 

 

 

Habiéndolo dicho su interlocutor como un dato curioso e intrascendente, ni siquiera se permitió tocar el tema más allá de lo estrictamente necesario, ¿A dónde? ¿Cómo? Y ¿Por qué? De ahí en más, su mutismo se instaló de nuevo en sus labios y su acompañante, acostumbrado, continuó con una charla acerca de todo y de nada que, llanamente, dejó de escuchar, profanando la oscuridad de sus cutres pensamientos en el momento. No encontró en ellos algún consuelo que le quitara el sabor amargo que sentía en su estómago, pero decididamente tampoco hizo mucho por encontrarlo. Probablemente, ni aunque Naruto en aquél momento le dijera que lo amaba—lo cual, dudaba y con justas razones—, seguramente aquél gesto torcido no se borraría por mucho en su rostro.

 

 

 

Se preguntaba como es que Naruto había sido tan directo al decírselo. No que fuera primordial que él se enterara de la noticia, pero por alguna razón había esperado algún atisbo de melancolía en el rostro suave del rubio, o algún inesperado y quebrado tono de voz que le auspiciara que a Naruto le dolía tanto como a él… Pero el solo había visto una sonrisa afligida e indescifrable, que después, tras un parpadeo, se había vuelto una sonrisa alegre. A fin de cuentas, Naruto no le había permitido ahondar demasiado en su interior para que se percatara de lo que dentro de él ocurría verdaderamente. Y no es que se extrañara de aquella actitud pese a que no era habitual en el ojiazul. Perdidamente, había dejado pasar en el momento cualquier cosa, cualquier detalle crucial por mínimo que fuera. Se ahogaba en el abismo que era su desconcierto como si no existiera nada más importante en el mundo.

 

 

 

Naruto partió a casa un par de momentos después, ligeramente afligido. Se despidió y tomó el camino a casa, mientras él, ausente, terminaba por dirigirse también a casa. Había algo en su interior que lo molestaba pero sin embargo poco hacía por deshacerse de aquél sentimiento de ridícula pequeñez. La noticia, tan inesperada e impactante, le había dejado tan ensimismado en sus pensamientos que a penas y notaba lo que hacía. Lo sentía casi como una traición, pese a que en absoluto el rubio le estaba traicionado a él o a su amistad. Eran cosas que, intentaba repetirse para dejar de darle vueltas al asunto, pasaban todo el tiempo.

 

 

 

 

Iba a mudarse, el rubio se lo había dicho tan directo y sincero que realmente Sasuke habría esperado cualquier cosa menos aquella confesión. ¿Con que tipo de palabras habría de responder a eso? Especialista en los monosílabos, por aquella ocasión se había quedado callado, esperando algún tipo de seguimiento en el tema por parte del rubio. Se mudaba de Tokio al este, a la prefectura de Chiba. En menos de una semana. Y era definitivo, sus padres no habían aceptado sus opiniones o lo que pensaba acerca de mudarse. Naruto había tenido que apechugar y vivir con el hecho de que, hasta no obtener la mayoría de edad, aún tendría que seguir a sus padres a donde quiera que quisieran mudarse, como si en vez de ser un humano con vida y pensamientos propios no fuera más que una maleta del equipaje que por alguna razón aparente sus padres llevaban consigo todo el tiempo.

 

 

 

Y Sasuke… Sasuke no había dicho las palabras que Naruto esperaba oír de sus labios.

 

 

 

 

Durante los pocos días que a Naruto le quedaban en la capital, más que buscarlo para pasar juntos sus últimos momentos, Sasuke prefirió mantener su distancia. No iba a negar que la partida del rubio dolía más profundo de lo que siquiera el rubio podría imaginar, pero al mismo tiempo, prefería no dedicarle el poco tiempo que le quedaba en la ciudad. Después de clases encontraba pretextos para no verle y, aunque Naruto comprendía, de igual manera no era posible ocultar ese atisbo de sincera decepción al observarle a los ojos partir rumbo a su casa. Abrumado en la intensidad de esos pensamientos que iban y venían por su mente, se aislaba dentro de su mundo egocéntrico esperando no tener que enfrentarse finalmente al hecho de que en cuestión de pocos días llegaría a tocar la puerta de casa de Naruto, y nadie respondería. Quería engañarse con que aquello solo había sido una broma de mal gusto, porque significaba menos, porque lo pensaba menos cada vez y porque de esa manera pretendía que el vacío en su pecho, doloroso y aberrante, no existía.

 

 

 

Así fue como Sasuke faltó a la salida de despedida de Naruto que sus demás amigos le organizaron. Se encontró con Gaara al llegar, con Sai, con Suigetsu y Kiba, con Hinata incluso, pero Uchiha no hizo acto de presencia. Brilló por su ausencia y, pese que fingía, el taheño sabía con antelación que para Naruto, aunque significaban muchísimo, no superaban lo que para él significaba Sasuke; qué, si tan solo Sasuke hubiera asistido y los demás se hubieran permitido el lujo de no asistir, a Naruto bien podría haberle dado igual. Porque pese a su rancio carácter, Sasuke era quién ocupaba el espacio más grande en el corazón del rubio.

 

 

 

No se disculpó, ni le contó algún pretexto ni le mintió acerca de porque no había asistido. Naruto no quiso saberlo y Sasuke no quería decirlo, fue un acuerdo silencioso y mutuo en el que cada quién hacía lo que mejor le parecía. Actitudes sin procedente que todos habían pensado serían totalmente diferentes, pero Sasuke continuaba indiferente y Naruto pretendía que la indiferencia no dolía. Se distanciaban con cada minuto que pasaban alejado el uno del otro. Y finalmente, tan solo dos días después de la despedida de Naruto, tuvo que partir.

 

 

 

Abatido, empacaba las maletas en la cajuela del auto de sus padres, conversando apagadamente con Gaara y Sai, quienes habían ido a despedirle con la promesa en sus miradas de que volverían a verse de nuevo. En algún punto de la conversación, Naruto calló instintivamente y se quedó mirando a espaldas de sus amigos aprensivamente, con un brillo en sus azules pupilas que a ojos de sus amigos solo significaba una sola cosa: Uchiha Sasuke. Se retiraron inmediatamente sin razón aparente, esperando que Sasuke hiciera lo que quiera que había ido a hacer ahí. No quedaba mucho tiempo, y Naruto de pronto sintió lo mucho que odiaba lo rápido que parecía irse el tiempo junto a Sasuke. Pero pese a todo, sonreía.

 

 

 

El azabache le sonrió fanfarronamente, obviando el hecho de que para expresar sentimientos era todo un asco. Se abrazó a su amigo parcamente, casi estúpidamente, dándole un par de fuertes palmadas en la espalda a las cuales Naruto respondió de la misma manera pero con mucha más fuerza. Cuando se separaron, se tomaron de las manos amistosamente y los padres de Naruto anunciaron que debía irse en aquél mismo instante. Naruto sonrió afligido pero algo más feliz de que Sasuke por lo menos hubiera tenido la decencia de despedirse de él, aunque lastimeramente en el último momento. Subió al auto con sus padres tras despedirse de nueva cuenta y, tragándose orgullosamente sus lágrimas, les sonrió en última instancia y les despidió con la mano a través del cristal trasero del auto, mirando, indiscutiblemente, solo a Sasuke.

 

 

 

Y cuando ya no pudo divisarlos por la lejanía, Naruto se permitió llorar.

 

 

 

Gaara y Sai palmearon cada uno los hombros del Uchiha, y sin decir adiós se marcharon. Sasuke, aletargado, se sentó en el portal de la que momentos atrás aún era casa de su mejor amigo, e, invariablemente, se sumergió en la profundidad de aquellos pensamientos que le atormentaban la vida de nueva cuenta. ¿Qué habría sido peor para Naruto? ¿Marcharse sabiendo que para él no había sido más que su mejor amigo, o marcharse sabiendo que Sasuke le amaba casi tanto o más que el intenso sentimiento que le profesaba el ojiazul?

 

 

 

Optaba por pensar que para Naruto, olvidarlo sabiendo que para él sería tan solo un amigo, sería mucho más fácil que aferrarse a un amor que no tendría muchas oportunidades de funcionar en la distancia.

 

 

 

Y Sasuke, por primera vez en su vida, se permitió derramar una austera lágrima.

Notas finales:

Adverencia: cada vez que no dejas un review Naruto folla con alguien que no es Sasuke.

UwU Besos & abrazos, Necoco.


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