Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

el cuadro de la luna por Deilita

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pues esto es algo diferente a lo que suelo hacer, pero en fin aquí esta para mi queridisimo Neither por la apuesta jajajaja  vaya que fue todo un reto hacerlo pero ya aqui esta nene, espero que lo disfruten.

Notas del capitulo:

Bueno es un capitulo algo largo pero aunque las cosas vallan algo rápido espero que les guste y aun no abandono el otro jaja solo que estoy en examenes. ^^U

  Iba de vuelta como siempre a casa, la mochila pesada me molestaba un poco pero no tenía en donde más colocarla, todos los asientos estaban ocupados, aunque no había nadie de pie, a estas horas no hay demasiada gente, suspiro cansado, si hiciera la tarea alguna vez en mi vida podría regresar pronto a casa como el resto de los niños, justo cuando levanté la vista le vi, tal y como el día anterior y los anteriores a ese.


   Ese espécimen masculino perfecto, desde la primer vez que me había subido a esta línea y no la anterior le había visto cada uno de los días, al principio me pareció incorrecto mirarle tanto y que me gustara, pero después de consultar un poco el maravilloso internet me relaje un poco, era normal, mis hormonas se liberaban a mi edad o tenía una cosa llamada pubertad.


   Hacía unas cuantas semanas que lo vigilaba, no puedo decir cuantas con exactitud, pero a mi pesar debían ser cerca de tres meses, en una ocasión había escuchado su nombre en una llamada telefónica, Darrel, no me parecía muy bonito la verdad, pero era perfecto si era suyo. Rayos, hablando como una chica, negué con la cabeza y me avergoncé al notar su sonrisa burlona al observarme, debía ser fácil deducir que hablaba solo mentalmente.


   Agradecí  cuando llegó mi parada, no tendría que ver cómo se reía de mí, aunque extrañaría tenerle frente a mí, esperaba que al día siguiente volviera a verle, era ya una necesidad, miré con un poco de amargura mi piso, seguramente mi madre esperaba dentro de nuevo cansada por  tanto trabajo y yo no hacía más que complicarle la existencia.


-Hola, mamá-dije entrando.


-Hola, cariño-me sonrió cansadamente-¿Qué tal tu día?


-Muy bueno-sonreí pensando en Darrel-¿Y el tuyo, ma?


-Cansado-suspiró desde el sillón.


-Te haré la cena-ofrecí.


   Ella me sonrió como agradecimiento, fui a la cocina, tenía que decirle sobre mis casi recién descubiertas preferencias, hacía tres meses que sabía que me gustaban los hombres, pero decírselo a ella era sumamente difícil, mi mamá nunca había odiado a nadie, ni siquiera a mi padre pese a dejarla sola y embarazada, ni a mi por parecerme a él físicamente y complicarle la vida, me mordí el labio, tal vez ella no me merecía como hijo, merecía a alguien más listo, más guapo, que pudiese ayudarle o algo.


-Toma, ma-le tendí el plato.


-Gracias, corazón-dijo tomándolo-Tú cena algo también.


-Sí-acepté de inmediato.


   Volví a la cocina y me preparé la cena, debía decírselo ya, no me agradaba tenerle secretos a mi madre, La verdad nunca le había ocultado nada, inclusive ella todavía me dejaba dormir a su lado cuando me levantaba por alguna pesadilla, era una madre perfecta.


-Maribel-le llamé por su nombre.


   Ambos sabíamos que cuando nos decíamos nuestros nombres era algo serio, más que una cuestión de estar enojados, teníamos nuestro lenguaje propio como madre e hijo, y eso era importante para mí, no me hacía falta nada más.


-¿Reprobaste?-preguntó dejando el plato ya vacio en la mesilla.


-No-dije bajando la vista.


-¿Te expulsaron?-preguntó enderezándose un poco.


-No-volví a negar, la voz me salía aguda por el nerviosismo.


   En ese momento el teléfono comenzó a sonar, me hizo una señal con el dedo que la conversación no había hecho más que empezar y contestó, tomé ambos platos terminados  y me fui a la cocina para lavarlos, la llamada duró bastante para darme el tiempo justo de terminar de lavar los trastes y secarme las manos.


-Dime que es-pidió llegando junto a mí.


   Sin poder pensarlo antes la abracé con fuerza sorprendiéndola y comencé a llorar entre sus brazos, me sonrió como solía hacer y no preguntó nada, me llevó cargado hasta su cama y me recostó esperando a que terminara de llorar mientras me acariciaba el cabello.


-¿Te sientes mejor?-preguntó al ver que me colocaba la pijama y me metía en su cama.


-Sí-musité desviándole la mirada, no quería ver su rostro.


-Dime que pasa, cariño-pidió.


-Me gusta alguien-dije en voz baja-Y…


-¿Y...?


-Tiene como 20 y tantos años-dije bajando la voz cada vez más-pero eso no es lo peor.


-¿Qué es lo peor?-preguntó sonriéndome  aún.


-Es hombre-dije rápidamente y me metí debajo de las sabanas hecho un ovillo por si me pegaba.


   Me preocupé cada vez más al notar que no contestaba ni se movía, me mordí la lengua maldiciéndome por ser yo, por haber nacido, por ser hijo de mi padre y por causarle todavía más problemas, cuando volví a hablar me temblaba la voz, era consiente de que tal vez esa había sido la ultima vez que mi madre me había sonreído.


-¿Maribel?-pregunté temeroso.


-Ven aquí, cariño-dijo destapándome el rostro.


  Le miré preocupado pero ella me sonreía aún, seguramente no le había gustado nada porque unas enormes lágrimas brotaban de sus ojos cuando me abrazó e irremediablemente yo comencé a llorar de nuevo.


-Perdón, mami-me disculpé.


-No importa, cariño, gracias por decírmelo, por tenerme esa confianza-dijo acomodando mi cabello.


-¿No crees que soy un mal hijo?-pregunté sorprendido.


-Por supuesto que no, muchas mamás están celosas de mí, me lo han dicho-dijo tranquilizándome.


    A la mañana siguiente me levanté de buenas, mi madre ya había servido el desayuno, por ser sábado no había escuela, saldríamos juntos. Me sonrió al verme entrar a la cocina y apagó la vieja lap -top de segunda mano que había conseguido con mucho esfuerzo.


-Hola-saludé alegre.


-Hola-me devolvió-Hoy no podremos salir juntos, me han pedido el día en la estética.


-Está bien, ma-admití intentando alejar de mi mente la idea de que era por mi reciente confesión.


     Me sonrió acariciando mi mejilla como solía hacer y salió inmediatamente después de terminar su desayuno, me levanté suspirando, pedía al  cielo un milagro, estaba muy nublado y yo quería salir a algún lado, la lluvia lo arruinaría, suspiré y el plato calló haciéndose añicos en el fregadero aun lleno de agua.


-¡Maldición!-dije molesto, parecía que nada iba a ir bien este día, me llevé el dedo a la boca inmediatamente pero era demasiada sangre, me costó un rato pararla.


    Salí de la casa, necesitaba aire, pensar en algo más que no fueran el dolor del dedo y la idea que tenía mi loca cabecita de que mi madre me estaba evitando.  Paseé un poco por el centro de la ciudad hasta que comenzó a obscurecer, vaya día tan solo y tan malo había tenido.



-Te pedí un milagro-dije rencoroso hacia el cielo y seguí mi camino, llegué a la estación y pagué mi boleto, tenía que volver pronto a casa.



 


Después de un cansado día de trabajo me quedaba aun un largo camino a casa, suspiré, estaba la línea más larga, la que yo tenía que tomar, no me quedaba de otra, caminé decidido, no era el tren de siempre, había una lejana posibilidad, claro, si los milagros existían, de que lo encontrara, una en un trillón por supuesto, malditas estadísticas, la universidad y el trabajo me estaban absorbiendo por completo.


Me senté sin esperanza alguna, alcé la mirada con una pequeña esperanza, tal vez, sólo tal vez… pero no, no estaba sentado en aquel lugar, donde curiosamente siempre se sienta  y quedamos el uno frente al otro, de la nada, de un momento para otro el vagón se detiene y entra cargando la mochila, algo parece fastidiarle, le observé durante casi todo el trayecto, no pude evitar una risa al ver como negaba con la cabeza sopesando alguna probabilidad imposible, callé repentinamente al notar la mirada con un toque de pánico que había en sus ojos, se levantó cargando la pesada mochila y se baja del vagón dejándome nuevamente solo, vaya cara que llevaba el chico, siempre me pregunté que tenía que hacer tan tarde en un tren como estos.


  Llegué a mi casa y dejé caer mis cosas a la entrada, me quité la chamarra de mezclilla y acomodé mi cabello frente al espejo, tenía el aspecto de cualquier universitario a no ser por el cansancio de mi rostro que revelaba lo poco que descansaba y no era exactamente por asistir a fiestas los fines de semana.


  Sonó el móvil y lo tomé antes de dejarme caer en el espacio libre que tenía en mi sala, contesté y sonreí con ganas, una fiesta, justo en lo que había estado pensando, vaya coincidencia.


-¿Entonces vienes?-preguntó mi queridísima amiga Stephie.


-Pues…-dudé un poco, no tenía muchas ganas de fiesta.


-Anda-insistió con ese tono-Podrías buscar a algún guapo, ya sabes.


-Oh, ¿Es de “esas” fiestas?-pregunté riéndome-suena tentador, pero me gusta alguien.


-Claro, el alguien misterioso del tren-resopló algo cansada-Déjalo ir, no te ha hecho caso.


   Sonreí recordando aquel rostro angelical, por supuesto que no le había dicho a mi amiga que ese chico extrovertido que se imaginaba no era sino más que un niño apenas, me sentía algo avergonzado de mi mismo al fijarme en alguien de esa edad, me hacía sentir culpable en muchos aspectos.


-Iré, pero no a ligar-dije accediendo a su fiesta.


    Colgamos el teléfono y miré por la ventana encendiendo un cigarrillo, la luna brillaba hermosamente, pero tenía algo especial un brillo sin igual, me recordó a mi chico misterioso, a ese niño más bien. No pude evitar ir a mi estudio y sacar un pequeño lienzo, tenía que plasmar esa luna, debía tener adornos, a lo que reflejara la inocencia en el rostro de esta tarde, su cansancio, aquella frustración que me reveló su rostro, la lucha interna que levaba y que era ajena de todos los  oídos.


  Cuando desperté ya era la tarde del sábado, me levante con mucha más flojera de la que jamás había tenido, todo lo que deseaba era ver a ese niño, era algo imperioso, me arreglé con una chaqueta que encontré casi por casualidad y salí sin más, no era lo mío arreglarme.


   En cuanto entré en aquella inmensidad de casa, la música tronaba haciendo vibrar los cristales, cuerpos de chicos y chicas bailaban pegados los unos a los otros, el alcohol, los cigarros y los porros fluían por todos lados, parecían divertidos, o idos a otro mundo. Hice una mueca de desagrado cuando me ofrecieron un poco de marihuana, yo no estaba hecho para drogas de ningún tipo, a lo mucho mi cigarro, café y alguna pastilla para la gripe,  saludé a mi amiga con la mejor de mis sonrisas y un gran abrazo, me disculpé excusándome con que me había surgido un asunto ineludible de trabajo y ella lo creyó, por un momento me sentí un poco culpable pero lo superé, no aguantaría aquel ambiente durante mucho tiempo.


   Salí presuroso de aquel lugar, no tenía nada más que hacer ahí, compré el primer boleto que se me tropezó para el tren y me senté en el vagón, mis ojos vagaron un momento y reí por la coincidencia, era el vagón al que siempre me subía, un pequeño sorbo de la nariz de alguien me hizo voltear.


  Apenas lo creí en cuanto mis ojos se toparon con aquellos ojos de un color del chocolate con leche, eran hermosos, y estaban húmedos y rojizos de los bordes por el llanto.


-¿Estás bien?-pregunté inclinándome hacia delante, el asiento de justo enfrente, como siempre.


-N.no en realidad-dijo tartamudeando un poco, supongo que era tímido.


-¿Sabes algo?-pregunté parándome frente a él y me acuclillé para quedar a su altura-Siempre te veo en este vagón, sólo, de noche.


-¿Cómo te llamas?-pregunté alzándole al barbilla.


-Cassie-dijo adorablemente sonrojado.


-Bien, Cassie tengo que decirte algo importante-ésta vez fue mi turno de bajar el rostro-Me gustas.


  Por un momento saboreé la derrota, la paladeé al ver en sus ojos esa mezcla de sorpresa y miedo, era chico, sí, pero lo suficientemente grandecito para saber que no era correcto en el estricto sentido que el me gustara, pero ocurrió exactamente lo que yo jamás imaginé que sucedería, Cassie se lanzó a mi cuello rodeándome con sus brazos  y me plantó un beso en la boca, cosa que me hizo sonreír, ésa debía ser su forma de decir que yo también le gustaba.


-¿Por qué lloras?-pregunté secándole las lágrimas.


-Por que pensé que jamás me hablarías-confesó sonriendo tontamente-Acompáñame a casa.


   Lo que siguió fue algo extraño, sentía como si nos conociésemos de toda la vida, platicamos un poco y sólo eso me bastó para enamorarme, su risa era perfecta, su carácter el ideal para mí, sus ideas exquisitas, todo como lo soñé cuando dibujé aquel cuadro de la luna, todo encajaba pieza a pieza, no había nada que faltara.


-Cassie-le detuve antes de que entrara a su edificio-Gracias.


-¿Por qué?-preguntó parpadeando sorprendido.


-Por existir-dije yo besándole los tiernos labios.


   Se colgó a mi cuello si liberarme y me hizo reír cuando depositó un beso en cuello, mi pequeñín quería ir más lejos de lo que yo le ofrecía.


-Aún no-le dije sosteniéndole por las nalgas, eran deliciosamente redondas.


-Por favor-pidió en mi oído e hizo que me moridera el labio, sabía seducir muy bien.


-Mañana vengo por ti-le sonreí.


-Quiero que conozcas a mi mamá-comentó de la nada.


-Bien, vendré mañana-volví a decirle y le besé después de acariciar aquella tersa mejilla.


   Fui de vuelta a mi departamento, sonreía tontamente, había encontrado el amor en un chico de doce años que había conocido en el metro, conocería a su madre, y eso era todo lo que me importaba ahora, todo lo que me hacía feliz.

Notas finales:

Un poco loco lo sé, jajajaja pero buenoo espero que les haya gustado y tomaré nota de a quien apostarle en el box jajajaja esto de puro romanticismo no se me da muy bien :/ en fin nos vemos, espero quejas, peticiones, comentarios, criticas lo que quieran escribir es bienvenido como siempre.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).