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Con la delicadeza de una mano por earendyll

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Nubes negras tapizaban el cielo. Sin dejar pasar al sol, sin dejar pasar la luz. Dejando un manto oscuro. Una ventisca azotaba las calles. Las pequeñas gotas comenzaron a caer dejando su huella sobre el asfalto. Siguiendo a estas comenzaron a caer lágrimas de agua más gruesas empapando al fin todo lo que había bajo ellas. Sin piedad mojaban hasta el más mínimo rincón, internándose y empapando las ropas de hasta la más fina tela. Un trueno se oyó de fondo. La lluvia comenzó a caer con más fuerza. Se iluminó el cielo. Un relámpago atravesó las nubes negras.


La gente corría, se resguardaba y se cubría con lo que podía. Lo mismo había ocurrido con ellos. La tormenta los había alcanzado a ambos mientras iban a una pastelería.


Hisoka se apretaba los brazos contra su propio cuerpo húmedo de la lluvia repentina y  mientras intentaba controlar el frío y los temblores que le daban por todo el cuerpo.


Se pararon en una tienda para resguardarse. Los parpadeos de las luces le daban a la zona un toque sobrenatural. El viento agitaba con fuerza ventanas, puertas, carteles… todo lo que se encontraba a su paso. La lluvia era fuerte, lo suficiente como para no poder ver con claridad. El susurro del viento en tus oídos parecía formar palabras y el agua bajo tus pies comenzaba a crear charcos. Pronto varias personas más previsoras abrieron sus paraguas llamativos y caminaban tranquilamente mientras veían a la gente mojarse y sin tener lugar donde resguardarse. Casi parecían pavonearse de su suerte. Las ramas de los árboles más jóvenes se movían fuertemente mientras que las de los más viejos crujían como los huesos de un anciano, parecían a punto de romperse.


Lentamente la calle se fue quedando vacía, sólo ellos permanecían aun resguardándose bajo el pequeño techo de la tienda. El sonido de las pisadas rápidas fue disminuyendo y el llanto de un niño se fue escuchando más fuerte.


Justo enfrente de donde se encontraban había un parque. Parque de frondosos árboles oscuros, sombríos. Las luces del parque apuntaban a las bancas y en especial a una fuente que hacía de pilar central allí. Por muchas luces que hubiera había una extraña aura oscura… un raro sentimiento le remordía el corazón. Y supo porqué era.


 Justo en el centro, con la bonita fuente de fondo, se encontraba un niño llorando sonoramente. Sus ropas mojadas, con una mano de tallaba los ojos y con la otra se estrujaba el jersey de lana que llevaba. Un hombro se asomaba por el cuello demasiado ancho del jersey. Sus pantalones empapados se le pegaban a las piernas arrebatándole todo el calor del cuerpo. Los cordones de sus zapatos estaban sueltos.


Nadie, ni una sola persona se paraba para ver el porqué del llanto. Todos corrían a resguardarse a sí mismos bajo la lluvia. Y sus lágrimas no dejaban de mojarle la cara. Y la lluvia no dejaba de empaparle las ropas. ¿Los temblores de su cuerpo eran por el frío o por el llanto? No lo sabía, pero la desesperación de su voz te estrujaba el corazón. Y nadie seguía sin ir a por él. ¿Y sus padres? ¿Estarían buscando al pequeño? Pudo oír claramente entre gemidos lastimosos como el crío llamaba a su madre… “Okaa-san ven a por mí, okaa-san”.


Y se vió a él mismo.


El mismo llanto, la misma desesperación. La misma postura. Esperando, esperando a que alguien lo cogiera en brazos… pero nadie fue a por él, y las lágrimas, con el tiempo,  dejaron de salir de sus ojos. Y dejó de esperar… esperar a que alguien…simplemente alguien, le extendiera una mano


-         Quédate aquí Hisoka, vuelvo en un momento- La voz de su compañero lo hizo salir de sus cavilaciones


 


Como esperaba de él corrió hasta el niño. Se quitó la gabardina y se la colocó encima. El niño lo miraba con sus enormes ojos castaños. Sus labios estaban haciendo un puchero. Se sorbía la nariz mientras se restregaba con un puño uno de sus ojos.


El pequeño hablaba con Tsuzuki pero desde esa distancia no conseguía oír los susurros del niño.


Con delicadeza, Tsuzuki,  le quitó con el pulgar las lágrimas que querían salir de sus ojos. Y lo cogió en brazos. El niño se recostó sobre su pecho mientras se aferraba a su camisa. El niño se agarraba desesperado, angustiado. Agarraba con sus pequeños manos la camisa de Tsuzuki, para que no lo dejara, para que no se fuera, para que estuviera con él. Y Tsuzuki lo arrullaba contra su pecho. Le susurraba palabras. No oía desde de allí que palabras, pero seguro que eran palabras tiernas llenas de promesas… de ayuda…


Aun seguía llorando, pataleando de vez en cuando por la impotencia de no encontrar a quien estaba esperando. Pero ya no era un llanto tan angustioso, tan desesperado, un llanto que te hacía un nudo en la garganta. Sus lágrimas salían y salían de sus ojos rojos e hinchados por tanto llorar. Tsuzuki lo calmaba acariciándole el pelo, la frente, las mejillas. Pero sus lágrimas no dejaban de brotar. Entre susurros y palabras cariñosas los ojos del pequeño se iban cerrando hasta que del agotamiento acabó cayendo rendido. Aun después de dormido una brillante lágrima calló por su mejilla hasta fundirse con las demás gotas del suelo


Por lo menos alguien le tendió una mano a esa criatura… una mano que él hubiese deseado que se la tendieran cuando era un niño


-         Hisoka debemos de llevarnos al niño


-         Pero ¿Qué dices?


-         Hisoka… llevémoslo


 


Sus ojos me miraban seriamente. Lo comprendía, realmente comprendía el sentimiento que inundaba el corazón de su compañero. Pero si él supiera lo que verdaderamente era ese crío…

Notas finales:

Bueno aquí vuelvo a la carga. Este fic es muy diferente y muy parecido a la vez con el de giros inesperados. Espero no enrrollarme tanto y escribir mejor que en el anterior. Y tambien espero que no se me vaya la inspiración y que os guste a todos. A ver quien adivina lo que sucederá jejejejeje. Un besho y hasta el siguiente cap en el que ya me he puesto manos a la obra!!!


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