La melodía suave del golpear de la lluvia se oía tras las cuatro paredes de la habitación. El brillo de un relámpago iluminando la oscuridad. Las suaves y frías gotas deslizándose sobre el cristal
Y se encendió la luz en la habitación…
El sonido de la lluvia fue sustituido por la respiración errática de su compañero al entrar cargando al niño en brazos. La oscuridad le fue dando paso a la luz artificial. Pero las gotas seguían golpeando el cristal, y seguirían empapando las calles de agua fría hasta el amanecer… hasta que el sol demandase su lugar, hasta que las nubes le dejaran paso al astro rey…
El temblor de sus cuerpos por la lluvia, las ropas húmedas pegadas a la piel helada pero no tenían tiempo de preocuparse de ello.
Hisoka observaba como su compañero le quitaba al niño sus ropas para secarlo suavemente con una toalla y ponerle una camiseta suya que le sobraba al niño por todos lados. El chiquillo en agradecimiento le sonrió tristemente y susurró un leve gracias que le retumbó en los tímpanos. ¿Esa pequeña palabra como podía hacerlo tambalearse? Vio los labios de ese pequeño curvarse en una nueva sonrisa pero esta vez dirigida a su persona y su manita se extendió hacia él. Tragó saliva, de repente se le había formado un nudo en la garganta. Apenas llegó a su altura los finos dedos del infante atraparon su dedo anular y apretó con fuerza, quizás buscando fuerzas para sí mismo o quizás simplemente intentaba agradecerle. Esa pequeña mano dio un tirón de la suya reclamándole un acercamiento. Extrañado y con lentitud se colocó de rodillas al lado de la cama sosteniendo aun entre sus manos las del más niño.
Las pequeñas manos atraparon sus mejillas, se incorporó con lentitud de las sábanas y besó su frete. Su piel disfrutó el contacto, del sincero beso tierno de un infante. Pero…¿Por qué?
- - ¡Vaya! Eres como una de esas muñecas delicadas que tenía la abuela, incluso tu piel está fría
Espantado miró al niño con ojos desorbitados. Se incorporó velos del suelo. Los ojos del niño lo miraban sin entender. Ese comentario sin malicia le atravesó el corazón como el puñal más afilado, llegó hondo haciendo que hasta su cuerpo se resintiese. Muñeca…asi que era verdad que se parecía a una muñeca…
Una muñeca bella, de suaves faciones, piel pálida y fría, de cabello suave y pestañas largas, de labios suaves y rosados, de hermosos ojos sin vida forjada de fina porcelana. Una muñeca hermosa por fuera pero vacía por dentro… como un cascarón, como una máscara que albergaba…nada.
Y lo peor de todo es que el crio tenía razón…
Un niño había visto en el lo que muchas personas no se habían dado cuenta
- - Eres una hermosa muñeca Hisoka, mi muñeca y como tal debes llevar la firma de tu creador…
Aun resonaban en su mente las palabras de su enemigo… de su asesino…de su venganza…
- - ¡Hisoka! ¿Estás bien?
La voz suave de su compañero lo sacó de sus cavilaciones y sus grandes ojos verdes se volvieron hacia los brillantes violetas eléctricos
- - Estoy bien…
- - ¿Seguro?
- - Si…
Los ojos escrutadores de su compañero siguieron prendidos en los suyos, evaluando, leyendo lo que su compañero no quería decirle. Con un suspiro de molestia le dirigió hacia él y colocó la mano sobre su melena.
- - Hisoka es mejor no preocuparse… ten esta camisa y quítate esas ropas mojadas
- - No, tengo que volver a mi casa.
- - No, está lloviendo, así que esta noche te quedas aquí
- - Ni si quiera hay camas…
- - El niño dormirá en mi cama y tu puedes dormir con él
- - ¿Y tú?
- - Dormiré en la cama también, por supuesto
- - ¿Estás loco? No cabemos 3 en una cama
- - Es una cama de matrimonio y el chiquillo apenas ocupa espacio
- - ¡No tengo ropa!
- - Yo te la dejo
- - ¡No!- solo de pensar en compartir cama con alguien se le subían los colores
- - Dejemos de hablar que es tarde y el pequeño ya está medio dormido
- - Pero…
Sus protestas no fueron escuchadas, a rastras fue llevado hacia el cuarto de baño y Tsuzuki prácticamente los lanzó junto con una camisa blanca unas tallas más grandes de las que usaba su compañero. Al quitarse la ropa comprobó por qué le dejó esa camisa. Era lo suficientemente como para llegarle a medio muslo, las mangas aun remangada le tapaban la mitad de los dedos y si no la abrochaba hasta arriba se le resbalaba el cuello de la misma enseñando uno de sus hombros. ¿Cómo iba a salir con eso? Se le veía completamente sus delgadas piernas.
- - Hisoka vamos tengo sueño…
- - Yo… no puedo salir así
- - Oh venga Hisoka si ambos somos hombres
- - ¡Ese no es el problema!- chilló histérico y con las mejillas coloradas.
- - ¿Entonces? ¿Hisoka? Responde- pero tras la puerta no se escuchó más la voz de su compañero.
Decidido decidió abrir y Hisoka lo miró sorprendido, con esos bonitos ojos bien abiertos y rápidamente sus manos fueron a estirar los bajos de la camisa intentando taparse lo máximo posible sus piernas. Cerró los ojos avergonzado y sus mejillas estaban cada vez más rojas
- - ¡No mires idiota!
Tsuzuki sonrió ante la visión de su lindo compañero ¿Cómo no iba a mirar? Esas brillantes mejillas rojas, ese pelo revuelto, esa camisa desaliñada tapando la piel lechosa y seguramente tan suave como sus mejillas.
- - Vamos Hisoka es hora de dormir
Sin darle tiempo a reaccionar lo cogió de la mano intentando ignorar la visión de esos esbeltos muslos y lo arrastró a la cama donde ya el pequeño estaba más que dormido. Casi lo tiró a las sábanas y lo dejó en el medio. Todas las protestas del menor se esfumaron cuando de nuevo a vergüenza le invadía los adentros ¿Compartir cama con su compañero? Nunca dejó que nadie se acercara a él más de la cuenta y este acercamiento era demasiado íntimo para él.
- - Tsuzuki….
- - Tsh calla, vas a despertar al niño
Sin decir nada más se apagaron las luces y se encontró en una cama en medio de dos cuerpos. Se encongió sobre si mismo intentando que su piel no rozara con la de alguien más pero el frío de la noche estaba calando sus huesos y el calor que emanaba de su compañero era realmente tentador. Jamás le pediría que compartiese su calor con la de él
- - Hisoka estás titiritando…
Efectivamente, su cuerpo temblaba en un vano intento de generar calor por su propia cuenta.
- - Ven, yo te daré calor
Y aunque la propuesta sonaba tentadora su mente no podía permitirse tal acercamiento. Mientras debatía entre si acercarse o no hacerlo Tsuzuki fue más rápido y simplemente con sus brazos envolvió el cuerpo del menor. Los nervios se apoderaron de su cuerpo, pero la calidez del abrazo o ¿quizás era de esa respiración caliente que se estrellaba contra su cabeza? No supo el porqué pero su cuerpo se relajó y la tensión inicial dio paso al adormecimiento de su cuerpo, de la pesadez de sus párpados. Sus oídos no podían parar de escuchar el golpeteo acelerado del corazón de Tsuzuki
- - Tu corazón se oye muy fuerte
- - Lo sé…
- - ¿Acaso estás nervioso?- ¿y cómo decirle a su compañero golpeaba su corazón asi de rápido por él?
- - Quizás…
- - ¿Por qué?- preguntó Hisoka intrigado
- - Quizás algún día te lo diga
Lo apretó más entre sus brazos y un gemidito de protesta escapó de los labios de Hisoka
- - Mejor vete a dormir, va siendo hora…
- - Yo…- sus ojos cada vez se encontraban más pesados, no tenía ganas de interrogar más a su compañero- si… creo que es lo mejor
Y ese fue su último susurro antes de lanzarse irremediablemente al mundo de la inconsciencia.
- - Que duermas bien, Soka
Con ese susurró se atrevió a hacer lo que no hubiese podido si Hisoka hubiese estado despierto, beso su frente cariñosamente. Esperando que el día que viniese fuese aun mejor que el de hoy