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Adiós.... pero... por LaB

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Notas del fanfic:

Éste fic lo baso en mi propia experiencia. Nunca he estado enamorada, más que nada, porque me da miedo, miedo que me traicionen de nuevo. Es una larga historia, pero en resumidas cuentas, la única persona en la que yo alguna vez pude confiar mi vida entera, quien me enseñó a hablar, quien me enseñó a andar... él me abandonó, me envió lejos. Por eso nunca volví a confiar en el amor. Sin embargo, conocí a una chica (Insisto, no sé si era amor o no, y como tampoco me he enamorado nunca no sé si soy bi, si soy una frígida como Sasuke o qué T_T) con la cual conviví 4 semanas. Cuando ella se fue, y yo me fui, era como si quisiera arrancarme el corazón, me dolía (Y sigue haciéndolo) estar tan lejos de ella. No sé si también puede ser una gran amistad, pero... bueno...

La cosa es que dejémonos de tonterías y escribamos :)

Notas del capitulo:

Gracias por leer. Os quiero :D Y por cierto, tengo otros fics terminados así que siempre podéis cotillear mi perfil xD

ATENCION: Recuerdo que ésto es un Universo Alterno, que los personajes no se conocen. Después de todo, estoy reflejando exactamente un capítulo de mi vida cambiando un par de nombres.

 

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Irlanda es de un intenso color verde, la gente cálida y amistosa y abunda un inglés extraño. Naruto, un adolescente huérfano, disfruta del paisaje que se expone ante él, mientras escucha música en su iPod viejo y mira por la ventana del autobús que lo lleva a su destino.

No conoce a nadie, tampoco le importa. Después de todo, nunca nadie se ha acercado más de lo suficiente, quizás alguien preguntó por su nombre, ya ni se acordaba. Era una persona solitaria, que intentaba relacionarse con la cantidad de gente justa, ni más ni menos.

Permanacería allí un mes entero. Se preguntó si aprendería mucho inglés, si tendría ocasión de hablar con alguien. Suspiró. Sus tío se preocupaba mucho por su formación -el buenazo de Iruka siempre se preocupaba demasiado- e insistía en que su pequeño rubio debía salir, conocer gente, ver mundo.

Así que ahí está, mirando aburrido las colinas que suben y bajan ante la atenta mirada azul del chico. En su iPod suena "Had Enough", de Breaking Benjamin. Adora el rock duro, aunque curiosamente también le gusta mucho la música clásica.

El autobús comienda a ralentizar. Cuando queda completamente estático, un monitor anuncia que no han llegado a su destino, simplemente están haciendo una parada. Algunos bajan -la mayoría- para ir al baño. Naruto seguía imperturbable, hasta que una mano se posa repentinamente sobre su hombro.

- ¡No me toques! -grita el rubio, reaccionando violentamente a aquel inesperado contacto.- Lo siento... -se disculpa, avergonzado de ser tan tosco con la gente.

- No pasa nada, te he asustado. Soy Kiba, ¿Y tú?

- Naruto. -responde secamente, intentando volver a su tranquila apatía. Pero ése chico parece insistir con la mirada en que se mantenga su conversación. Se sienta a su lado, y empieza a molestarle con todo tipo de datos acerca de sí mismo, su día de nacimiento, su procedencia y su amor por los animales. De alguna manera, Naruto no lo rechaza, lo tolera. Tampoco es desagradable. Su sonrisa le produce una extraña sensación: Compañía.

El resto del viaje pasa tan rápidamente como el paisaje de la ventana. Vuelan las horas, y finalmente llegan a su destino: Un pueblecito a las orillas del mar. El monitor de antes les muestra las reglas, las habitaciones de sus apartamentos, las zonas que más adelante volverían a visitar con más profundidad. A Naruto no le interesa. El iPod azul celeste que lleva encima es lo único que le transmite algo. La canción "One Step Closer" de Linkin Park suena ahora. Le encanta ésa canción.

- ...y bueno, eso es todo. Descansad. -dice aquel desconocido monitor.

Nadie quiere irse a su habitación, excepto Naruto. Todos quieren conocerse unos a otros, todos se dan la mano y se intercambian sus nombres. Naruto busca una salida de escape y se fuga, evitando el contacto con la gente. Se va directamente a su cuarto, donde olvidándose de ir a cenar, desempaca sus cosas y se queda dormido.

 

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Suena el despertador, nuestro rubio se levanta y se alista resignado para asistir a sus tres horas de clases obligatorias de inglés. Cuando llega al comedor, el resto le mira como un bicho raro, lo evita, lo esquiva: Nadie lo conoce, ya que el grupo se había formado la tarde anterior. Él no forma parte de ése grupo. Busca una mesa individual, se dirige a ella. Desayuna despacio, con la mirada perdida. A lo lejos, le llama la atención unas sonoras carcajadas. Algo extraño, pues los demás también miran con mala cara ése grupo, por reír de tal manera, por no controlar su euforia, por ser unos "raritos". Sin embargo, son los únicos que parecen plenos y felices. Quizás eso es lo que más impacta al ojiazul.

Los mira, hay tres chicos y una chica. Uno de los chicos es el del otro día... ¿Cómo se llamaba...? Kiba, cierto. De hecho, parece percatarse de su presencia, y lo llama con un gesto y una sonrisa. Naruto no se anima a ir, nunca ha tenido intención de integrarse en ningún sitio. Sin embargo, ése plasta va hacia él y le dice:

- ¿Por qué no comes con nosotros? No somos muchos, pero es mejor que comer solo -le sonríe. "Solo", ésa palabra retumba varias veces en la mente del rubio.

- ...está bien -dice, y se sorprende de oírse a sí mismo.

Para cuando se quiere dar cuenta, se encuentra sentado en una mesa mucho más grande, llena de gente.

- ¡Hola! Soy Ino, ¡Encantada de que haya otro chico guapo más! -le guiña el ojo una rubia. Él se queda anonado, nadie le había halagado de esa forma.

- Soy Shikamaru. Qué lata de campamento, ¿no? Lo de las clases me parece demasiado problemático... -dice desinteresado un chico que lleva una coleta; desde el punto de vista de Naruto, disfraza su inteligencia de desinterés, aparentando aburrimiento.

Se fija en que el chico de la esquina opuesta a él sólo le mira fijamente. Kiba le mira divertido y habla por él:

- Ése es Sasuke. Te recomiendo que no apuestes nada contra él si es un concurso de serios.

- Hola -dice simplemente. Nada más, el pelinegro vuelve a concentrarse en su desayuno mientras los otros miembros sucumben a su condición humana de cotillas, preguntándole de todo al nuevo.

Cuando terminan, todos se adelantan. Naruto se aleja un poco, pero súbitamente se da cuenta de que Sasuke hace lo mismo. Llevado por una rara intuición, un impulso, se acerca. El azabache se da cuenta, le devuelve la mirada.

- Hola -dice Naruto, respondiendo a su escueto saludo de antes.

- ¿Qué quieres? -dice éste, arrogante, engreído.

- Hmm... No sé, ¿Hablar?

- No soy un hombre de palabras. -dice, mientras se aleja.

- Ni yo, por eso me has llamado la atención.

- Supongo que quieres que me interese por tu vida y quiera averiguar hasta tu grupo sanguíneo, ¿No es así?

- ¡No! A ver, nunca me gusta hablar de mí... -"tampoco tengo con quién" se dice mentalmente.

- Pues déjame en paz. -sigue andando. Por primera vez, Naruto tiene emociones encontradas. Por una parte, detesta a ése imbécil, pero, ¿Por qué tiene tantas ganas de acercarse para habla con él? No lo sabe. Le fastidia no saberlo.

Una semana pasa en seguida. Naruto conoce un atisbo de la amistad. Nunca había conocido algo tan maravilloso. Realmente le importaba a esa gente, y a él le importaban ellos. Sasuke era como una sombra del grupo, quizás fuera con ellos, pero era silencioso, casi invisible. Sin embargo, el transcurrir de los días iba revelando su humanidad; después de todo, los seres humanos necesitan comunicarse.

- Creo que Linkin Park es lo mejor -dice Kiba orgulloso.

- Nah, últimamente se han vuelto muy malos -replica Shikamaru- no son lo que eran.

- Hmmm a mí me gusta Green Day -dice Ino.

- ¿Alguien sabe algo de música clásica? -pregunta Naruto. Todos le miran como si fuera un extraterrestre. Pero al otro lado de la mesa, puede apreciar una mueca que no había visto antes.

En el rostro de Sasuke una pequeña sonrisa asomaba con timidez, semi-escondida por la arrogancia.

- ¿Te gusta Beethoven? -es la primera pregunta directa que le hace el azabache todo el tiempo que llevan juntos. Parece que le está poniendo a prueba, y Naruto se da cuenta en seguida.

- Nunca tanto como Mozart -dice él, ágil de reflejos.

Quizás es la primera conversación normal y civilizada que tienen. Mientras se dirigen a clase, hablan de banalidades, pero resultan interesantes al ser compartidas con otro. Sobre todo con ésa persona. Tiene un aura magnética que hace que el rubio se sienta reconfortado cerca de él.

- Decidme, chicos, ¿Qué tipo de chica os gusta? -pregunta una noche Ino, todos reunidos en su apartamento. Shikamaru y Kiba se sientan en un sofá, Naru y el pelinegro en otro y la chica en una silla, muerta de curiosidad.

- Una con grandes... -dice Kiba, haciendo el relieve imaginario de unos enormes pechos- ojos -rectifica al ver la cara de Ino. Echan a reír.

- Inteligente -dice Shikamaru.

- Qué soso eres, Shikamaru...

- ¿Y tú, Naru-chan? -pregunta curiosa la rubia.

- Yo... no lo sé -dice bajando la cabeza.

- ¿Que no lo sabes? ¿Y eso?

- Nunca... he estado enamorado -dice.

- Eso es imposible, tienes 17 años, niño -le replica Shikamaru.

- Pues... es cierto. No sé cómo ni qué es el amor -hallan más dureza en sus palabras de las que esperaban.

Rápidamente cambian de conversación.

 

Así se repiten las jornadas, las semanas, cada día más unidos, más amigos. Naruto por fin se siente vivo, sabe que hay alguien ahí que daría la cara por él. Sin embargo, le invade una sensación de vacío, de soledad, mucho más exagerada que antes, y no puede comprender por qué.

Una tarde, van de camping. Sasuke se queda rezagado, como siempre. Naruto no puede evjtar querer ir con él.

- Adelantaos, espero a Sasuke -dice. Al girarse y verlo a lo lejos, le palpita el corazón. No entiende qué le ocurre,

- Usuratonkachi -le insulta, en su lengua natal (Japonés, significa "Súper tonto" o algo así).

- Oye, ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Eso es una pregunta, pero adelante, puedes hacer otra -le responde mordaz.

- Ehm... Bueno... ¿Cuál es tu tipo de chica? -por alguna razón, esa frase le encoge el corazón al rubio. Sin embargo, el otro le mira confundido.

- ¿A qué viene eso?

- A que cuando estábamos en el apartamento de Ino no te preguntaron.

- Bueno... -se tumba en el césped- En realidad, no espero que sea una chica. Simplemente espero a encontrar la persona de mi vida. Me daría igual si fuera un chico, si es el chico de mi vida -dice, con cara de desagrado, a sabiendas de que ha dicho una cursilada.

El corazón de Naru bombea con tanta fuerza que se pone colorado. Lo que no sabe es que Sasuke está a punto de decirle algo repentino:

- ¿Sabías que me marcho mañana?

Todos los sueños de aquellas semanas, todas las risas, toda la ilusión y el nuevo y sanado corazón del niño se hacen añicos.

- ¿Q... que te vas mañana? -dice aterrorizado.

- Sí.

Se dedica a mirarle, a mirar sus ojos negros fijos en la infinita capa azul que recubre el campo. Sin esperarlo, se encuentra con su negra mirada.

- ¿Sabes? Me encanta el color de tus ojos -dice Sasuke.- Me reconforta.

- ...

- Te has apagado, ¿Te pasa algo? -dice preocupado.

- No -se aparta bruscamente. Vuelve a ser el chico del caparazón de piedra. Vuelve a estar completamente solo en el mundo.

- ... Si tú lo dices -dice resignado el pelinegro.

Naruto sin embargo no puede evitar sentarse muy cerca de él, tumbarse muy cerca de él.

- Sasuke... ¿Sabes qué es el amor? -le pregunta, hastiado.

- ... -responde con su silencio- Creo que deberías ser feliz, aprovechar la vida, Naruto. Sé feliz.

- No sé -dice, plenamente sincero- si puedo ser feliz lejos de ti.

Sasuke se torna a verlo, muy sorprendido. Una infinita tristeza es apreciable en los ojos del rubio, su mirada fija en el suelo.

- Naruto, tengo que decirte que...

- ¿Qué?

El azabache fija su mirada en la azul de Naruto.

- Nada, no es nada.

Así se limitan a seguir quietos, uno junto al otro, hasta que el atardecer se presenta. Se levantan, despacio, con pereza. Sasuke le da una piedra azul a su amigo.

- Es un regalo -le dice, enseñándole la piedra- hace juego con tus ojos.

- ¿Puedo...? -y antes de recibir respuesta, Naruto se tira a los brazos de su amigo, mientras se muerde el labio para no llorar. Después de todo, lleva sin llorar 8 años. Le abraza con tanta fuerza... piensa que así no podrá irse. Qué iluso. Aún le duele más cuando el azabache le corresponde al abrazo y le susurra un "no te preocupes".

Cada uno se dirige a su apartamento. Al despertar, todo ha desaparecido.


Todo rastro de sus queridos amigos no está, y la única prueba de que todo ha sido real, es ésa piedra, la cual Naruto pone en un colgante y de la cual no puede separarse.

Vive a muchas horas de viaje de él, no lo volverá a ver, ¿O quizás sí?

 

Lo único que sabe, es que ahora la música del iPod resbala por su mente como lo harían sus lágrimas por sus mejillas. Porque todas las letras le recuerdan a él.

 

Mozart sigue siendo un genio, incluso quizás mejor que antes.

Notas finales:

Es exactamente cómo me paso a mí... Triste, lo sé... Y me sigue doliendo... pero quiero pensar en que algún día, me volveré a cruzar con ella...

Hasta entonces, jamás me quitaré el colgante que ella me regaló.

Gracias por leer.


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