Me fui de la mansión…ya no podía regresar, mi vida había cambiado, ahora era un demonio…Sebastián, nunca podría comer mi alma, porque ahora era uno de los suyos, el contrato…seguía intacto…Sebastián seguiría siendo mi mayordomo por toda la eternidad.
A pesar de eso…no estaba feliz…en el rostro de Sebastián podía ver claramente su frustración, no había comido mi alma, que era para lo que se había estado preparando y peleado hasta el final, pero por el contrato de Hanna con Alois, todo cambio.
-buenos días Bocchan.-dijo la voz de Sebastián, abriendo las cortinas de la nueva mansión, era totalmente oscura y la luz del dia no llegaba. Me levante y me estire un poco, el hizo la inútil rutina del “desayuno” de nuevo, era un demonio…no podía comer.
-Sebastián…-dije mirando lo que hacía.-es innecesario.-
-no diga eso Bocchan, es algo que un mayordomo tiene que hacer.-
No dije más y seguí mi rutina, no había nada que hacer, los días eran monótonos y aburridos, no había negocios, no había visitas, no había trabajo, no había nada.
-Bocchan…-dijo Sebastián entrando a mi despacho.-hice lo que ordeno, todos nuestros conocidos, lo creen muerto.-
-vaya…-dije mirándolo mi escritorio y haciendo círculos con mi dedo en el.-Sebastián… ¿Qué hacías para entretenerte todo el tiempo?-
-iba en busca de almas.-respondió.
-¿puedo hacer lo mismo?-pregunte, Sebastián sonrió un poco.
-me temo que no, ya tiene un contrato conmigo.-su mirada se clavo en la mía, suspire.
-me la pasare toda la eternidad contigo sin hacer nada, dia con dia…-
-será nuestro castigo.-dijo Sebastián haciendo una reverencia y saliendo de la habitación, me enfada, estaba molesto con él, porque no se veía satisfecho y mis pensamientos fueron confirmados…el solo quería mi alma…nada mas, absolutamente nada más.
Han de haber pasado varias horas que me la pase en el despacho, miraba hacia afuera, era un escenario desolador, no había nada ni nadie.
-que deprimente…-dije, suspire.- ¿habrá algo afuera?-
Vi un cuervo negro volar hasta un árbol cerca de la ventana, me dirigí a mi habitación y me quite los zapatos y el parche.
-esto será una larga eternidad…-
Sebastián entro a mi habitación y me miro en la cama, lo mire y sonreí un poco.
-¿Qué quieres?-
-creo que necesito cobrarme de alguna manera el hecho de no tener su alma.-
-¿y cuál es tu idea?-pregunte mirando al techo.-solo puedes resignarte, y no me digas que es sexo, porque no te lo daré, además que un demonio no tiene esa clase de deseos.-
-bocchan le falta mucho que aprender de un demonio.-dijo sonriendo maliciosamente.-los demonios, no sentimos nada, pero tenemos deseos…-
-¿de verdad?-
-si, como usted, a su deseo de hacer algo de su vida humana, convivir, trabajar…salir de la rutina, ese es su deseo, yo deseaba tener su alma, pero dado el hecho que no puedo…deseo tener su cuerpo.-
La mirada de Sebastián me hizo estremecer, hacía mucho tiempo que esperaba que Sebastián me dijera algo por el estilo, pero con amor…
Lo mire por uno segundos… ¿Cuál sería la mejor respuesta?
-haz lo que quieras…-respondi al fin.
-bien…si me permite bocchan…-
Sebastián se aflojo el saco y se lo quito mientras se acercaba a mi, su sonrisa era maliciosa totalmente…
“vamos…ahora toma mi cuerpo”
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