La madera del tronco se había manchado de color carmesí.El color de su sangre.Continuó golpeando el tronco. Sus manos seguían sangrando. Más sangre en la madera. Determinación en su corazón.
-¡Se acabó, Hinata! ¡Es hora de volver!- gritaba Kiba.
Hinata paró un momento. Su vocecita se quebró en un jadeo.-Voy a quedarme... un poco más-
-¡Bah! Como quieras- respondió Kiba marchando hacia la aldea.
Shino miró al cielo. Las nubes se abigarraban prometiendo una oscura tormenta. Volvió a mirar a Hinata que continuaba con los golpes en el tronco del árbol, poniendo en ello su alma y corazón.
- Los imperceptibles pasos de un insecto llegan más lejos que cualquiera por el camino invisible de la determinación- pensó tomando camino por la vereda.
La luz sobre la entrada de la casa Inuzuka anunciaba que ya había alguien dentro. Akamaru se adelantó hasta el portal dando saltos y armando un escándalo.Kiba descorrió la puerta y ni bien puso un pie en el recibidor cuando ya aparecía Hana con una lista de cosas que necesitaban comprarse en la tienda.
-Kiba, por favor.-
-Ya, está bien.- gruñó el chico arrugando la nariz.
Una vez más a la calle. Akamaru a su lado. Y el aroma fresco de la lluvia inminente en el aire de la noche.Hana que había previsto la lluvia, se aseguró de no enviar a su hermano al exterior sin un paraguas.
Kiba entró a la tienda. Se apresuró a coger unas barras de pan. Nabos. Un paquete de fideos. Una botella de leche. Un sachet de lavanda.
-¿Es todo?- preguntó la atendiente.Kiba se distrajo. Había una maceta con una plantita sobre el mostrador. Kiba la olfateó. Akamaru también y agitó el rabito.El aroma de las florecillas blancas era agradable. Casi se antojaba masticarlas.
-Es medicinal- sonrió la atendiente. - Es buena para los animales. Para los perros especialmente. Puedes tener unas semillas si quieres.- ofreció, pasándole un sobrecito blanco de papel con las semillas dentro.
-Gracias.- dijo Kiba dejando el dinero de las compras. Sus colmillos destellaron en una sonrisa y la joven atendiente suspiró emocionada.
La lluvia sobre Konoha era distinta a las lluvias de otros lugares.Tenía su propio sonido particular. Como corazas de caracol meciéndose con el viento.El sonido tomaba un matiz a melodía a medida de que uno se adentraba más en el bosque de los alrededores.Akamaru se revolvió bajo el abrigo de su amo. No estaba de humor para dejarse mojar por la lluvia.
-Tranquilo, amigo. En seguida volvemos a casa.- susurró la voz de Kiba -Sólo quiero ver...-
Estaban por alcanzar el claro donde se reunía su equipo para entrenar.Lo cierto era que se había quedado preocupado de que Hinata siguiera fuera con ese clima.Él no se había imaginado que Hinata podía ser así. Tan decidida y tenaz debajo de aquella tímida pasividad que mostraba siempre.Últimamente se esforzaba bastante. Entrenaba incluso más duro que Shino y él.Y eso era de admirarse. Pero ya sería demasiado que se quedara a entrenar de noche bajo la lluvia. Y con las manos lastimadas.
Akamaru asomó el hocico y olfateó el aire húmedo. Ladeó la cabeza.
-¿Waff?-Kiba también sintió aquellas pisadas que se acercaban hacia ellos. No era Hinata, pero era una esencia familiar.El olor de Shino.
-Tú-
-¿Qué haces aquí, Shino?-
-No tienes de que preocuparte. Hinata ya se fue a su casa-
-¿Eh? ¿Y quien dice que estaba preocupado?¿Por qué siempre crees saberlo todo?-
-Lo siento-
-Si, ya...-
Caminaban de regreso. El paraguas de Kiba sobre las cabezas de ambos. Hacía cuando mucho un par de semanas que les habían nombrado equipo, y aunque las habilidades de los tres se complementaban en gran forma, no estaban todavía muy acostumbrados los unos a los otros. Después de todo Kiba bullía en autosuficiencia, Shino era reservado y Hinata era la mar de tímida.Aún no lograban llevarse del todo bien. No era que pelearan o discutieran o se odiaran ni nada parecido. Simplemente que no se comprendían mucho.
-También... estabas preocupado por Hinata. ¿No?- preguntó Kiba.
-Es nuestra compañera de equipo. Es conveniente asegurarnos de que se encuentre bien.-
-Si, supongo- rumió Kiba. Esa forma de hablar de su compañero le sacaba de quicio.
Luego se quedaron callados.Reinó el sonido del silencio.Le acompañó el sonido de la lluvia.Akamaru emitió su propio y ahogado sonido.
-Oye, Shino. ¿Hinata te agrada?-
Shino lo estuvo pensando. O quizás no había escuchado lo que Kiba acababa de preguntarle, porque no respondía.Un rato después habló.
-Pienso que eso es irrelevante. Nuestro equipo no fue formado en base a la simpatía mutua.-
-¿De que hablas? Eso no fue lo que te pregunté....- bufó -De modo que... los de tu equipo no te caemos bien ¿Eh?-Los ojos de Kiba se entrecerraron mientras miraba a Shino, aunque en realidad le venía dando igual si le agradaba o no.
-No dije eso, Kiba.-
-Bah. Pues es difícil saber lo que dices con esa forma tan extraña que tienes de hablar.- farfulló. Se detuvieron.La casa Inuzuka quedaba calle abajo y la casa Aburame hacia el otro lado.La casa Inuzuka quedaba muchísimo más cerca.
-Toma. Llévatelo.- dijo Kiba alcanzándole el paraguas al chico de los anteojos.Pero el olor a perro mojado no es agradable. Y Kiba olía bastante como a perro. Sería una pena dejar que se mojara. Además llevaba el encargo de Hana en una bolsa de papel. Eso también seria una pena si se mojaba.Así que por esas razones o por cualquier otra cosa, Shino declinó el ofrecimiento.
-No, gracias.-
-Como quieras.- soltó Kiba alejándose por la calle. Shino le observó.Luego miró al suelo donde hacia unos instantes su rabioso compañero había estado parado frente a él.El agua de lluvia había formado un charco lodoso ahí, y en medio estaba tirado un sobre pequeño y blanco de papel con unas semillas dentro.
La lluvia arreciaba. Hacía tiempo que no llovía así sobre Konoha.Kiba entró corriendo a la casa y dejó las compras sobre la mesa.
-Quédate dentro, Akamaru.- le ordenó antes de salir por la puerta trasera hacia el patio y con una lona de plástico en las manos y se dirigió hacia el otro lado de la cerca.Había ahí un diminuto jardín con plantas de distintas clases, aunque todas muy raquíticas, temblando como si temieran a la feroz lluvia que saltaba sobre ellas lastimando sus ramitas.Kiba luchaba por acomodar la lona sobre ellas, pero el viento no le dejaba terminar su labor y a poco estuvo la lona de salir volando. Entonces apareció Shino, y quien sabe como, pero la lona quedó en su lugar en poco tiempo.Kiba lo miró, lleno de un extraño cosquilleo llamado curiosidad.
-¿Qué haces aquí?-Shino le entregó el sobre de papel con las semillas.
-Ah-
-¡Kiba! ¡¿Qué estas haciendo?!¡Entra a la casa!- gritó Hana desde la puerta.
-Si. Si. ¡Ya voy! Oye, Shino, entra. Está lloviendo mucho.-Shino entró. Él y Kiba escurrían agua a chorros.
-¿Qué hacías afuera? ¿No te di un paraguas para que no te mojaras?- preguntó Hana
-El jardín, hermana.-
-Ah, ya. Cámbiate esa ropa antes de que mojes todo.-
-Si, si.-
La habitación de Kiba era vistosa. Eso le pareció a Shino.Había muchos afiches en la pared. Montones de fotografías en un estante, y en la mayoría de ellas aparecía Akamaru de protagonista.Las cortinas estaban raídas. Había revistas, pergaminos y ropa sucia tapizando el piso. Un cojín rojo de terciopelo sobre la cama.Una lata de insecticida sobre la mesita de noche.Shino frunció el ceño al verla.El chico rabioso se secaba con una toalla. Le paso una a Shino.Afuera la lluvia continuaba mojándolo todo.
-Gracias por lo de antes.- el abrigo de Kiba quedó a un lado, escurriendo todavía.
-No es nada.- respondió Shino.
-Ya. ¿Vas a quitarte la ropa mojada o que?-preguntó Kiba buscando en el armario algo para prestarle.
-No.- Shino no parecía estar muy convencido de desnudarse ahí mismo.
-¡¡Kiba!!¡¿Shino va a quedarse a cenar?!- gritó Hana desde la cocina.
-¿Vas a quedarte a cenar, Shino?-
-No.-
-¡¡No va a quedarse!!- gritó Kiba de vuelta.
-Buenoooo.-
-Oye...- Kiba se sentó en la cama con la toalla en la cabeza, observando al otro chico. No se imaginaba como era su mirada detrás de aquellos anteojos oscuros. No se imaginaba mucho sobre nada acerca de Shino, en realidad.Era misterioso y raro. Eso sabía.Sabía que desde el principio había hecho por no acercársele demasiado, no fuera ser que sus bichos se le pegaran a él y a Akamaru, y por consiguiente al resto de los perros de la familia, y eso si que sería una desgracia.Y sabía además que en cierta forma tenía suerte de haber quedado en el mismo equipo que él, porque entre todos los novatos de ese año, y a pesar de que no había destacado como otros, Shino era el único que no le gustaba para oponente. Había algo escalofriante en él. Aunque no era como que le tuviera miedo.
-Deberías quedarte, y quitarte la ropa mojada. Te resfriarás si no.-
-No. Es hora de que me vaya.-Kiba se sintió despreciado. Después de todo se estaba preocupando un poco por su salud, pero si quería el freak irse a caminar bajo la lluvia, bien por él.Le acompañó hasta la puerta. La cerró en cuanto Shino estuvo afuera.Casi enseguida la volvió a abrir.-¡Oye!...- lo llamó, lanzándole un paraguas. Shino lo tomó.Kiba volvió a cerrar la puerta.
-Gracias.- musitó Shino aunque no fue escuchado
-¡Bah! Insecto antipático.- ladró el ninja rabioso sintiendo un dolor en el estómago, como un vacío hondo. Se imaginó que era hambre.
La habitación de Shino era sobria. Nada había ahí que no fuera absolutamente necesario. Y eso la hacia lucir como una habitación deshabitada.Eso no le disgustaba en particular al chico, después de todo una habitación es esencialmente un lugar para dormir, y la suya cumplía con esa función.Además de la cama había un closet. Y un estante pequeño en una esquina. Eso bastaba.Se mudo la ropa por fin y se acostó a dormir.Shino pensó por un momento en que podría ser que Kiba tuviera razón, y él terminara resfriándose, porque estaba sintiendo mucho frío a pesar de las mantas.Un frío profundo. Algo que no le dejó dormir bien durante toda la noche.