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Yes my Lord por Dark Amini

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La eternidad en un principio es tentadora. Huir de la muerte, vivir siempre joven, jamás sufrir por el frio, el calor o las enfermedades, ver el mundo destruirse y reconstruirse mil veces. Sin embargo al paso del tiempo, la soledad es infinita. Al ser inmortal la perspectiva cambia, ya que la mortalidad hace que un individuo tenga un propósito en su vida, le da fuerzas para luchar día con día por algo en particular, le permite disfrutar las cosas en su momento porque sabe que el mismo jamás se repetirá…  al ser inmortal perdí todo eso. Las cosas se vuelven monótonas, no existe un propósito y el vínculo con los demás desaparece. Es meramente deprimente, el simple hecho de saber que el amor, la amistad, el odio y todas esas emociones mueren con las personas, y eso hace que uno se quede vacío.

 

 

 

Mi vida inmortal comenzó hace mas de 300 años, cuando un error de cálculo de un incubus novato me dejo infectado. Yo tenía 20 años cuando acababa de romper con mi amante y me fui a beber a una taberna de mala muerte. Ya llevaba bastante alcohol en la sangre cuando él se me acerco seductoramente, platicamos y nos reímos. Antes de que me pudiera dar cuenta, él pago la cuenta y me arrastro a una posada. Yo me sentía de suerte al irme con un sujeto tan bien parecido, que ni siquiera preste atención a esos detalles ridículamente reveladores que hace que un individuo normal desconfié. Al llegar a la habitación nos besamos vorazmente y su lengua exploro cada milímetro de mi piel. Yo me sentía demasiado excitado para preocuparme por el extraño fulgor de sus ojos rojos o si quiera para preguntarme por que las uñas de este sujeto eran negras y afiladas. Solo quería entregarme y con ello olvidarme del que me había roto el corazón. Mientras su lengua lamia con agilidad mi extensión, gemí y me estremecía. Comenzó a embestirme con rudeza, mientras yo gemía escandalosamente. Mi cuerpo comenzó a debilitarse y pensé en ese instante que se debía al alcohol. Poco a poco mi corazón latía débilmente, y aquel sujeto comenzó a empeñarse por provocar mi orgasmo. Pero mi cuerpo no podía reaccionar, me sentía débil y mareado, así que tener una erección me era imposible. Aquel tipo comenzó a impacientarse, e hizo de todo para estimularme. Pero nada funcionaba. Entonces tuvo la brillante idea de clavarme las uñas en la espalda para hacerme reaccionar. El dolor me hizo arquear la espalda y gemir con fuerza, lo cual incito el instinto sádico de aquel demonio. Le fue tan satisfactorio y excitante torturarme que se corrió dentro de mí. Y ese fue su error. Al dejarme mal herido y con su esencia dentro, fue la combinación perfecta para convertirme en un incubus.

 

Al día siguiente el posadero me saco a rastras del lugar, sin misericordia al verme herido. Por mi parte me sentí muy mal, aun era humano cuando vague por las calles a media noche, y no me había percatado que estaba impregnado completamente con el aroma de mi sangre. Eso atrajo a un sujeto obeso y maloliente, que me cerro el camino y se abalanzo sobre mí. Trate de defenderme, pero estaba muy debilitado. Sentí horrorizado como me clavaba sus colmillos y como la calidez de mi sangre empapaba mi cuello. Cerré los ojos esperando que todo acabase tan rápido como sentía escaparse mi vida en su boca. Pero un policía que hacia su ronda lo vio y al llamar a los refuerzos con un silbato, ahuyento a dicha criatura.

 

 

 

Me llevaron al hospital y al poco tiempo morí. Como no tenía identificación, ni dinero, mi cuerpo fue a dar a la fosa común. Esa misma noche la luna llena abarcaba el firmamento, y tenía un extraño color rojo, y eso quizás influyo para que yo despertara del sueño eterno. Mi nacimiento como inmortal fue entre cadáveres descompuestos, de los cuales me tuve que abrir camino para salir a la superficie. Cuando pude respirar un aire menos viciado, sentí hambre. Y no fue esa sensación característica de ruido estomacal que anuncia el hambre, lo que percibí fue lo equivalente a una punzada tan dolorosa, que me hizo doblarme en el piso.

 

 

 

Ante el dolor y una terrible sensación de sed, una urgencia terrible de beber lo que fuera se apodero de mi ser y corrí a un tonel de agua, donde sumergí la cabeza, solo para darme cuenta que no era lo que deseaba. Me contemple en el reflejo del barril y me di cuenta que mi aspecto era muy diferente, mi cabello era castaño con reflejos dorados, mis ojos tenían un extraño color violeta y mi piel se notaba muy pálida. Camine adolorido, cubierto solamente por la sabana que me amortajaba, hasta llegar a un sendero donde camine sin rumbo durante unas horas. Ya no aguantaba el dolor y la sed, y de un momento a otro, un aroma peculiar me hizo desviarme hasta llegar a una cabaña.

 

 

 

Al asomarme por la ventana, me di cuenta que todos estaban dormidos y entre sin hacer ruido. Guiado por el aroma entre a una habitación donde una pareja dormía. Cerré la puerta y me dirigí a la otra habitación donde el aroma era más dulce, y al apartar la puerta contemple en la penumbra a tres hermosos niños, sumidos en un profundo sueño. Inconscientemente me dirigí a ellos y al descubrir delicadamente el cuello del más próximo a mí, que era el más pequeño, y sentí la necesidad de morderlo. Sin embargo un sentimiento de remordimiento me hizo retroceder y recriminarme el solo pensar en dicha acción. Di media vuelta, y mientras avanzaba, la luna ilumino la habitación. A pesar de mi lucha interna, vire y observe de nuevo a los niños. No pude resistirme más y regrese a donde había empezado. Lo mordí con suma delicadeza, y el niño solo emitió un quejido mientras yo bebía hasta la última gota de su sangre. Cuando termine y sentí una gran satisfacción, engullí a los otros de forma más voraz.

 

 

 

Salí de la habitación, y me di cuenta que tanto yo, como ellos, moríamos lentamente a cada sorbo de su sangre. Una extraña sensación de libertad y seguridad se apodero de mí, motivada quizás por la insistente sed. Continúe con la habitación de los padres, y mientras los observaba, decidí comenzar con la madre. Me acerque a ella, y en ese momento se despertó exaltada. Sin perder el tiempo le tape la boca y mordí con gran brusquedad su cuello. No pudo ni defenderse mientras le drenaba la vida. Por último quedaba su esposo, él cual no estaba de mal ver.

 

 

 

Sin embargo, no podía perder el tiempo, casi amanecía y yo presentía que no era bueno. Lo tome con brusquedad del cabello sorprendiéndolo y lo mordí con violencia para beber toda su sangre. El se defendió como pudo, pero por alguna razón yo era más fuerte y no podía evitar continuar alimentándome de él. Por fin termine y algo en mi interior parecía estar celebrando. Salí de la habitación exhausto y me fui a dormir debajo de la cama de los niños. Aun era de madrugada y yo me encontraba completamente dormido. Sin embargo, un extraño sonido me hizo despertar. Puse más atención para determinar de qué se trataba, y me di cuenta que era el llanto de un bebe. ¿Cómo no lo había visto? Salí lentamente y camine hacia donde estaba el crío, y lo levante del moisés donde antes dormía plácidamente. Se veía tan lindo e inocente que por un instante pensé que nada había pasado durante la noche, y que en cualquier momento se despertaría su madre para arrullarlo.

 

 

 

-          Isaac… - dije con ternura

 

De repente reaccione, ¿Cómo sabia su nombre?. Mire detrás mío y supe los nombres de los niños, lo que les gustaba  y lo que hacían. De repente me vi a mi mismo cantando una canción de cuna y meciendo al niño en mis brazos. De alguna forma tenía las memorias de aquellos de los que me había alimentado. No estoy seguro de lo que sentía en ese momento, lo único claro que tenía en mente era proteger al bebe. Sin embargo no sabía qué hacer con él.

 

 

 

Deje de nuevo al niño en su cuna, me asee con una jarra de agua y un trapo, tome la ropa que me mejor me quedaba del padre, y suspire. Salí de la casa con el niño en brazos, mientras le prendía fuego a la vivienda y camine por la vereda hacia el pueblo. En la primer casa me detuve y toque con suavidad. Una mujer robusta salió a mi encuentro, era la partera, a la cual me presente:

 

 

 

-          Señora, disculpe que la moleste a estas horas, pero este bebe estaba a mitad del camino y me preocupa que se lo hayan robado.

 

-          ¡Es Isaac! ¡el bebe de los Ezoni! –dijo sorprendida la mujer.

 

 

 

Ella tomo al niño en brazos y fue a despertar a su esposo, para que fuera a avisarle al comisionado del pueblo y se dirigieran a investigar. Yo por mi parte me desaparecí del lugar y me fui a internar a un bosquecillo que estaba en las afueras del pueblo. Trepe a un árbol y espere a que saliera el Sol. Algo dentro de mi me decía con fuerza que me fuera a refugiar lejos del Sol, pero la culpa que sentía en ese momento era mayor, que mi instinto de sobrevivencia. Amaneció y yo cerré los ojos para recibir el la luz. Al principio la sentí quemante y la piel me ardía bastante, sin embargo al poco tiempo me acostumbre. Estaba sorprendido, no había pasado nada y yo estaba tal y como salí de mi tumba. Me sentí decepcionado.

 

 

 

Pasaron muchos años de un lugar a otro, bebiendo sangre de vagabundos cuyos cuerpos tiraba al canal, y fuera de eso deambulaba como un vampiro común y corriente, sumido en la pobreza y en la miseria personal. Pero un día, mientras vagaba por las oscuras calles de la ciudad, un carruaje se detuvo frente a mí y un encantador joven de cabello oscuro y rizado, cuyos ojos parecían esmeraldas, me invito a subir. Yo pensé en mis adentros de que sería una comida gratis y que podría robar lo que estuviera en su mansión. Gran error. A pesar de mostrarse encantador, había algo extraño en él, ya que parecía murmurar cosas inentendibles.

 

 

 

Llegamos a la mansión, y él se presento como el conde Axel Rubens, mientras me daba a beber un agradable licor. Aun como vampiro sabía que me podía dar el lujo de disfrutar de un buen vino, pero la cosa se complico un poco cuando perdí el conocimiento. El idiota cazador, se convirtió en la presa. Cuando desperté, estaba vestido de manera elegante, encadenado de los brazos en la pared, en una habitación sombría en la cual había una mesa dispuesta para un banquete y en ella había una bandeja, con un recipiente cubierto. Mire a la derecha y el joven conde parecía discutir solo. Al notar que reaccione, dijo entusiasmado:

 

 

 

-          ¡Constance! ¡ya despertó!

 

-          ¿Qué diablos pretendes? –bufe molesto

 

-          Mi hermana es tímida y me mando a buscarte. Te hemos visto muchas veces vagar por las calles de la ciudad, y se nos ocurrió invitarte a cenar.

 

-          ¿Y dónde está la dama? – contesté tratando de guardar la paciencia

 

-          Aquí – dijo con una sonrisa macabra, mientras descubría el recipiente que estaba en la charola.

 

 

 

Me perturbo ver que era un frasco enorme, con la cabeza de una bella doncella de cabello rubio y rizado dentro de él. Parecía estar dormida, y por extraño que parezca mantenía un aspecto bastante vivido. Me quedaba bastante claro que el moreno estaba completamente loco. El sujeto acaricio el frasco mientras me decía:

 

 

 

-          A Constance le cuesta trabajo hablar con extraños, pero ella ya no se aguantaba las ganas de conocerte – acto seguido se agacha cerca del frasco y sonríe – ¡claro, claro hermanita!

 

-          ¿Qué te dijo? – pregunte tratando de seguirle el juego

 

-          Ella cree que no debo de ser tan descortés con los invitados y quiere que cenes con ella. ¿Aceptas?

 

-          Solo si deseas ser mi interprete – dije pensando hasta ese momento que era divertido el juego

 

-          ¡Ves Constance! ¡yo tenía razón!... ¡él no es como los demás!

 

 

 

Sin decir nada, me bajo del muro, y aun encadenado me hizo sentar en una silla, donde aseguro los grilletes. Mientras servía la cena, trataba de pensar cómo bebería su sangre hasta la última gota. Se sentó en medio de la cabeza y yo para poner su oreja en el frasco y decirme:

 

 

 

-          Ella dice que te ves muy apuesto

 

-          Gracias… dile por favor que se ve encantadora.

 

-          ¿Eh?... ¿Qué dices Constance? –dijo completamente ruborizado mientras se inclinaba para “oír” a su hermana- no…Constance eso no es correcto para una dama…

 

-          ¿Qué quiere? – pregunte con sonrisa burlona

 

-          Desea un beso… - dijo más ruborizado que un tomate – pero me pidió que yo primero probara tus labios

 

 

 

Ahhh… era eso. Todo este juego se reduce a que no se atrevía a pedírmelo. Cerré los ojos e incline la cabeza para que él me besara. Cuando sus labios hicieron contacto con los míos, una descarga en mi espina dorsal me hizo estremecer. Jamás había sentido algo así. No sé como rompí mis ataduras y me le abalance sobre él. Desgarre sus ropas mientras lo oía decir:

 

 

 

-          ¡No!... ¡espera!... ¡no quiero que mi hermana nos vea!

 

 

 

Fastidiado, le arroje un trapo al frasco y continúe con el moreno. No pude más, le arranque los pantalones y lo embestí con fuerza. Lejos de lo que imagine, él lo gozo mucho, se retorcía de placer y gemía como loco mientras rasguñaba la mesa. La madera rechinaba con fuerza y los trastos se desparramaban mientras yo lo embestía,  hasta el punto crítico donde ya no podíamos más.  Axel tuvo un exquisito orgasmo y cayó fulminado. Jamás imagine que pudiera disfrutar toda esa energía, que me invadía como un torrente y me revitalizaba. Por primera vez, experimentaba el poder del incubus.

 

 

 

Deje al conde tumbado inerte sobre la mesa, mientras me arreglaba la ropa y tomaba lo que hubiese de valor. Todo iba de maravilla, hasta que vire y me vi rodeado por varios tipos con cara de pocos amigos.  Sabía que me vigilaban, y solo hasta este momento me dijeron lo que deseaban de mí:

 

 

 

-         Zel Amini. Eres lo que sospechábamos… un maldito hibrido  - dijo un sujeto alto y robusto

 

-          ¿Y que con ello? – respondí a manera de reto. 

 

-           Violaste una regla natural entre nuestros clanes y por ello debes morir – contesto un rubio delgado, mostrando una daga.        

 

 

 

Sin perder tiempo les arroje las cosas y salí huyendo por la ventana, corrí hasta el amanecer y con ello los perdí, y aún así continúe corriendo. Y a partir de ese momento, y por los próximos trescientos años mi vida consistía en huir, ocultarme y pasar desapercibido en el mundo humano.

 

 

 

Pero eso se acabo cuando Kitsune ,un caza vampiros, se convirtió en mi amo, y me dio un propósito, algo por lo que debía luchar, algo por lo que mi existencia tendría valor. Y con ello, de una vida aburrida, pase al frenesí total.

 

 

 

CONTINUARA


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