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Incest Game por Shisain-chan

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Notas del fanfic:

 

Hola de nuevo! Traigo lo ahora es mi tercer fanfic el cual nació luego de haberrme enamorado de Ouran Host Club xD  Bien, es un A.U. en el que no se sabe nada de la alquimia sino que todo se desarrolla en Japón así que la historia se apega más a O.H.S.H.C. que a Full Metal Alchemist pero he decidido jugar un poco con los personajes.

Puede que a lo largo de la historia se vea cierta coquetería entre todos y Haruhi xD Pero de eso trata Ouran Host Club ¿no? No olvidemos que la historia se centra en cuatro parejas:

Elricest, Hitachiincest, HikaruxEdward y KaoruxAlphonse

Notas del capitulo:

 

El primer capitlo el cual escribí hace algunas semanas ya... Sé que no heactualizado El Momemto de los Tulipanes pero mi mente por ahora necesita volver a encntrar la inspiración.

Ahora a leer:

 

 

— De verdad que ésta escuela es enorme, hermano — dijo Alphonse Elric, de pie ante la inmensa puerta que rodeaba el Instituto  Ouran. Junto a él, se encontraba  su hermano mayor Edward Elric.

— Nuestra escuela anterior es casi tan grande como ésta, Al —contestó restándole importancia—. De todas formas, espero que  sea por lo menos un poco divertida —suspiró, comenzando a caminar al interior del instituto. Su hermano pequeño lo siguió, apresurándose para seguirle el paso.

— Nii-san ¿realmente extrañas la escuela anterior? —preguntó Alphonse, mirando con sus enormes ojos  el perfil de su hermano, que avanzaba por el largo pasillo con una expresión indiferente.

 — El pasado, es pasado. No hay porque hablar de eso —respondió sin mirar a su hermano. Llegaron a una amplia escalera de mármol que dividía el camino de los dos—. Según lo que nos dijeron, tu grupo queda en este mismo piso. Mi salón de clases está arriba…, te veo en el almuerzo —al despedirse de él, le dedicó una cálida sonrisa antes de subir corriendo las escaleras.

*   *   *

 

— ¡Eh, Haruhi! —llamaron los dos mellizos Hitachiin al mismo tiempo.

Haruhi fue sacada de su lectura de golpe, sobresaltada miró a ambos lado para darse cuenta de que tenía a un muchacho a cada lado, y cada uno reposaba uno de sus codos en los hombros de la chica. Las clases habían comenzado ya. Todos estaban acomodados en sus respectivos asientos, sin embargo, el profesor aún no había llegado, por lo que todos los alumnos hablaban entre sí.

— Al menos pueden permitirme leer en paz, no creen —dijo ella cerrando el libro bruscamente—. ¿Qué sucede?

Los chicos intercambiaron una mirada de complicidad.

— Queremos que vayas a casa con nosotros, ésta tarde —respondieron los dos al unísono. Los dos gemelos le sonrieron amablemente, como siempre, con una perfecta armonía entre sus movimientos.

Haruhi sonrió dulcemente.

— Está bien… pero por ahora déjenme leer, por favor —al decir esto, abrió de nuevo el libro para sumergirse de en él.

Kaoru y Hikaru sonrieron victoriosos, mirándose a los ojos y sin la necesidad de hablar, ambos se dijeron: Punto extra para nosotros.

La puerta se abrió dejando escuchar el sonido del aire surcado agresivamente. Las miradas de todos los alumnos, a excepción de Haruhi, se volvieron hacía la entrada.  De pie en el umbral, un chico de mediana estatura, cabello cobrizo y largo, ojos plateados y de finas facciones, observaba el interior de la sala. Al saberse el centro de atención, no pudo evitar ruborizarse.

— Lo siento —masculló tímidamente, asiendo con fuerza el maletín negro que llevaba en la mano derecha. Se abrió paso entre las curiosas miradas, en busca de algún asiento libre pero sólo pudo ubicar uno.  Sin más remedio, fue a ocupar el lugar detrás de un muchacho alto y pelirrojo. A penas tocó su asiento, cada alumno volvió a sus propios asuntos.

— Hola —saludó el chico que estaba frente a él, se había girado sobre la silla y observaba con curiosidad al recién llegado.

El nuevo alumno se sobresaltó al escuchar la amistosa voz del joven, que si bien era un poco aguda, en definitiva parecía respetable.

— Ho…hola —respondió el joven.

— ¿Cuál es tu nombre?

— Me llamó Al… —ni siquiera terminó de hablar cuando se percató de que quien le hacía esta pregunta, no era la misma persona que formuló la primera. Se trataba de otro chico pelirrojo, completamente idéntico al joven sentado frente a su silla. Se quedó mudo durante algunos instantes, en el que los gemelos se miraron uno al otro. Alphonse, Alphonse Elric.

— Soy Kaoru —se presentó su compañero de enfrente.

— Yo Hikaru —comentó el mellizo, a dos sillas de ellos—. ¿De qué colegio vienes?

 — Del  Marsella Rose. Yo acabo de ser trasladado de Alemania y…

— ¿Transladado? —preguntó una voz dulce, era Haruhi que hasta entonces se percató de la llegada del nuevo chico. Se giró sobre su silla para encontrar su mirada con la de Alphonse—. Dices que eres de Alemania ¿no es así?

— Sí —respondió con más confianza. 

— Y que eres nuevo ¿no? Pues ¡Bienvenido! —Haruhi le dedicó una amistosa y relajante sonrisa.  Ella, como de costumbre, vestía como un muchacho pero sus maneras eran una extraña mezcla entre los modales femeninos y masculinos, lo que la hacía aparentar más natural de lo que realmente era.

El joven respondió con otra sonrisa. Los gemelos Hitachiin, perspicaces por excelencia, se dieron cuenta inmediatamente del efecto encantador que esa sonrisa le daba al rostro de su nuevo compañero. 

El sonido de un potente motor eléctrico se escuchó por todo el salón de clases. Tanto Kaouru, Hikaru y Haruhi; se miraron exaltados levantándose de sus sillas y de un brinco llegaron junto a Alphonse.  Del suelo, se abrió un enorme hoyo del cual salió lentamente una plataforma. Una maléfica risa femenina acompañó el sonido del motor.

— Range-chan —suspiraron los tres amigos al mismo tiempo, con una gota en la frente y los ojos entre cerrados. Alphonse en cambio, veía asombrado el curioso espectáculo.

En definitiva, Range-chan apareció con un micrófono en la mano [¿Por qué siempre un micrófono?]. La chica, de pie en una postura elegante e intimidante a la vez, pasó la mirada entre los tres Host que había en ese salón de clases.

— Estarán ciegos si no se han dado cuenta —dijo Range, resuelta. Posó sus ojos en los de Alphonse, que sintió un helado escalofrío recorrer su cuerpo—. ¡Tú! —lo señaló con la mano— Tú realmente tienes lo que se necesita.

— ¿Yo? —preguntó Alphonse parpadeando inocentemente mientras se apuntaba a si mismo con la mano derecha—. Espera, ¿lo que se necesita para qué?

Range-chan comenzó a reír abiertamente con ambas manos en las caderas.

— Para pertenecer al Host Club —declaró con una expresión victoriosa.

Las muchachas de la sala comenzaron a gritar emocionadas, rodeando a Alphonse de halagos y sonrisas coquetas. Al veía de un lado a otro sin saber siquiera lo que estaba sucediendo. Todas las chicas estaban alrededor de él con las manos entrelazadas y los ojos enternecidos. Alphonse-senpai, es realmente lindo, Quiero conocerlo mejor, Sería genial si fuera parte del Host Club, ¿Querrá salir conmigo?, eran las preguntas que las muchachas se hacían unas a otras.

— Esta vez…

— …Tenemos que admitir que tiene razón —dijeron Hikaru y Kaoru, el primero terminando la frase del segundo, al tiempo que asentían  una y otra vez; con la mano puesta bajo el mentón.

— ¿El club de qué? —preguntó Alphonse, aún más confundido que antes.

— El Host Club del Instituto Ouran —respondieron dos veces animadas, con un impecable coro sincronizado.

Range-chan sonrió encantada por la expresión perpleja de Alphonse.

— Quiero que tú nos concedas el honor de unirte al Host Club.

— ¿Por qué iba a ser un honor? —preguntó Haruhi, casi para sí misma.

— Nee, Range-chan —articuló Kaoru, quien rodeaba los hombros de su hermano con el brazo derecho.

— Aunque nos agrada la idea… —comenzó a decir Hikaru.

— Es nuestro señor quien debe decidir —terminó Kaoru.

— ¿Dios? —se preguntó Alphonse, pero nadie le respondió pues no le ponían atención.

— ¡Tamaki-senpai! —exclamó  Range-chan, uniendo sus manos de manera alentadora. Al escuchar el nombre, las otras niñas  comenzaron a suspirar—. Sí, sí; tienen razón —miró nuevamente a Alphonse—. Tú…

— Me llamo Aplhonse.

— ¡¡Nyaa!! —Exclamó con la usual cara enamorada—. Alphonse-senpai —el nombre le sabía dulce en los labios—. Te esperamos en el Tercer Salón de Música, al termino de las clases —ella guiñó un ojo antes de poner de nuevo en marcha el motor que descendió la plataforma.

Desapareció, y los tres Host, así como el nuevo alumno, permanecieron desconcertados e inmóviles mientras todas las chicas de la sala hablaban en voz baja sobre sus apuestos compañeros de clase.

— Alphonse-san —dijo Haruhi amigablemente, el chico encontró los grandes ojos plateados con los pardos de Haruhi—. No estás obligado a ir, en realidad se trata de algo  superfluo. Entiendo si faltas —cerró los ojos  con dulzura—. Te disculparé con Range y Tamaki.

Alphonse sonrió, agradecido por la hospitalidad natural de Haruhi.

— ¡Haruhi-kun! —exclamaron ambos mellizos Hitachiin.

— No seas injusto —pidió Kaoru, abrazando por el cuello a Haruhi.

— Es verdad, el Host Club no es algo superfluo. Tú eres miembro, no deberías habar así.

Haruhi alternó la mirada entre Hikaru y Kaoru.

— ¿Eres miembro del Host Club? —preguntó Alphonse, un tanto sorprendido.

— Sip —respondió Hikaru , por ella—. Él y también nosotros.

— Considera unirte —pidió Kaoru—. Realmente la pasaras bien.

El joven bajó la mirada y se encogió en hombros.

— No entiendo mucho esto —confesó Alphonse con una sonrisa nerviosa—. Pero si ustedes están, al menos veré de qué se trata.

 

 

Tamaki y Kyouya leían en silencio en sus respectivos asientos. El profesor hablaba sobre la estructura de la célula y aunque Kyouya estaba verdaderamente concentrado, alerta como de costumbre; Tamaki paseaba el lápiz de un lado a otro imaginando que era una rosa roja perfecta, así como el momento en que se la entregaría a Haruhi.

La puerta sonó con tres golpes secos. El profesor indicó al visitante que entrara libremente. Por el marco, cruzó la figura de un joven de baja estatura para su edad, rubio y de cabello largo el cual sostenía con una trenza. El muchacho era de cuerpo atlético y ojos dorados, los cuales captaron la atención, no sólo de las chicas, sino también de los dos miembros del Host Club que se encontraban presentes. El muchacho clavó la mirada en los ojos de su profesor, que con una expresión inquisitiva le preguntó su nombre.

— Soy Edward Elric —respondió el muchacho. Su voz era grave y profunda.

Inmediatamente se dejaron escuchar los murmullos de las muchachas con comentarios sobre la tosca y extravagante apariencia del nuevo alumno. Kyouya, desde su asiento, escuchó cada uno de ellos sin intervenir ni opinar nada.

— Ah, señor Elric —comentó el profesor—. Es usted el nuevo estudiante. Tome asiento, por favor.

El profesor le indicó el único asiento disponible, a dos sillas de Kyoura. El joven tomó asiento  y sin distraerse un segundo más, el estricto profesor  volvió a explicar su clase.

— Tamaki —le llamó Kyouya en voz baja.

— Sí. También lo noté —respondió con una resplandeciente sonrisa [O.O Notó algo. Se caerá el mundo]—. Él tiene…

— …Que estar en el club —convino Kyouya cerrando los ojos seriamente.

— Escúchanos ¡Parecemos esos dos demonios!  —dijo Tamaki soltándose a reír.

Su estruendosa carcajada atrajo la mirada de todos los presentes, incluyendo la de Edward Elric, quién reparó en él por primera vez.  Kyouya, un tanto avergonzado por las estupideces de Tamaki, volvió a la lectura, con una gota cayendo desde su frente.

— ¡Sou-san! —le llamó el director, severamente—. Déjese de tonterías y ponga atención a mi clase.

— Claro, claro —dijo asintiendo repetidas veces con aquellos ojos de cachorro triste que enternecieron a todas las damas presentes, las mismas que segundos antes suspiraban con la llegada de Edward.

Volvieron a “concentrarse” en la clase. Tamaki, ansioso e inquieto, comenzó a formar pequeñas bolitas de papel antes de lanzárselas al nuevo estudiante con la intensión de llamar  su atención.

— Psst, psst ¡Elric-san! —le susurraba  esperando llamar su atención, sin llamar la de los demás.

Una de las pelotitas de papel golpeo el cuello del muchacho. Este volteo por todos lados hasta que su mirada se encontró con la de Tamaki. Le sonrió con un poco de curiosidad, pero tan sociable como era.

— ¿Qué sucede? —preguntó en voz baja.

— Quiero hacerte una propuesta —le dijo con una de sus encantadoras sonrisas.

— ¿Una pro…? —Edward se lo pensó detenidamente antes de responder con suavidad, un tanto avergonzado—: Yo no salgo con chicos, lo siento.

Ni siquiera Kyouya pudo contener las ganas de lanzar una risilla ante el rostro impactado de Tamaki, que se quedó boquiabierto al escuchar esas palabras.

— Pero sales con chicas ¿no es así? —preguntó una entrometida muchacha que los había escuchado.

Cuando Edward levantó la vista, un mar de muchachas los veían a ambos con como si fuesen tiernos muñecos de peluche. El profesor seguía monologando sin darse cuenta de que la atención de las estudiantes estaba centrada en los dos rubios del salón.

— Em… yo… sí, por supuesto —le respondió Ed a la chica.

— ¡No se trata de eso! —Exclamó en voz baja Tamaki para retomar la conversación—. Ven al salón de música cuando terminen las clases y con gusto te lo explicaré todo.

— Pero yo no sé don… —comenzó a decir Edward antes de verse interrumpido por otra chica de cabello castaño.

— ¡Yo te llevo! —se ofreció de inmediato

— Yo los acompaño —se apuntó otra.

— Me too! —exclamó otra joven, en inglés.

Continuaron con la clase en relativo silencio. Kyouya no perdía de vista a su nuevo compañero. Él había hecho su trabajo con anticipación y sabía un poco sobre los orígenes de Edward Elric aunque no imaginaba que fuera un potencial prospecto para el Host Club, sin embargo, debía atraerlo a como diera lugar.

 

 

La campana había sonado minutos atrás. Edward Elric caminaba por el pasillo en busca del dichoso salón de música. La escuela era grande pero nada fuera de lo normal pues estaba acostumbrado a esa clase de cosas.

Se preguntaba por la razón de ser citado en un lugar como ese, pero la verdad le importaba realmente poco. No conocía a nadie en ese lugar y era demasiado inquieto para permanecer solo, aunque Al y él se llevaban demasiado bien, su hermano era muy inocente y él jamás se atrevería a arrastrarlo a la alocada vida que llevaba siempre.

Llevaba todo el día pensando en su vida anterior, la extrañaba pero la vida continua y eso él lo sabía mejor que nadie.

De pronto se encontró con la gran sorpresa de que su hermano, estaba de pie frente a una pesada puerta de madera, contemplándola con algo de indecisión.

— ¿Al? —preguntó en voz baja— ¿Qué haces aquí?

Al escuchar su voz, Alphonse centró su mirada en él y le dedicó una alegre sonrisa.

— ¡Nii-san! —lo saludó  con aquella voz inocente—. Este el  tercer salón de música ¿no?

Edward miró la puerta y se percató de que un letrero yacía sobre la puerta marcando el lugar como el tercer salón de música.

— Eso parece… pero ¿Por qué lo buscas? —cuestionó Edward.

— Me han pedido que venga aquí —confesó.

— ¿También a ti? —preguntó Edward, arqueando una ceja con desconfianza—. ¿Acaso fue un tipo rubio de segundo año, alto, engreído y con complejo de narcisista?

Al lo miró por unos instantes y luego soltó una risilla divertida.

— Si no fuera por lo de alto, te habrías descrito a ti.

— ¿A qué te refieres? —preguntó exaltado.

— A nada —se excusó, agitando ambas manos frente a él—. Pero no fue él, sino mis compañeros de clase y —se detuvo y se llevó uno de sus dedos a los labios mientras memorizaba aquella extraña mañana—… y una chica que no sé de donde salió.

— Ya veo —dijo Ed más tranquilo. Posó sus ojos en la puerta antes de volver a hablar—. Me lo pidió uno de mis compañeros, pero no entiendo de qué se trata.

— Tampoco yo.

— Entonces hay que descubrirlo ¿no? —comentó Ed. En su rostro apareció aquella traviesa sonrisa que comúnmente le daba mala espina a su hermano menor, quién lo miró inquieto por varios instantes.

— ¿En qué piensas, Ed? —preguntó, con el ceño fruncido, al tiempo que se cruzaba de brazos—. Nii-san, bastantes problemas nos han traído tus ocurrencias ¿Hay alguien del otro lado de esta puerta de quien deba preocuparme?

Edward lo miró, como un niño regañado y bajó la mirada. Por su culpa, sus vidas habían cambiado pero lo ultimo que podía hacer era demostrar que eso lo había afectado, así que esbozó una sonrisa, tan natural  como le fue posible.

— ¿Cómo voy a saberlo? No conozco a nadie y no lo haremos si no entramos —Pero Al seguía desconfiando de sus palabras y se notaba en los ojos grisáceos del pequeño—. Te prometo que no haré nada malo esta vez ¿De acuerdo?

Al perdió su posición  testaruda ante los persuasivos ojos de su hermano ¿Cómo es que siempre conseguía convencerlo? No tenía idea pero no podía dudar de él, y si lo hacía, bastaba un par de palabras por parte de su hermano mayor, para creer ciegamente en todo lo que él dijera.

— Entremos.

 

Notas finales:

 

Diganme que les pareció, tanto el fic como la combinación de ambos animes :3

Por cierto, acepto sugerencias para crearle un tipo al pequeño Al xD Aunque ya tengo claro el de Edward :3

¡Un review no mata!

 


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