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PARANORMAL ACTIVITY por babyeli

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Notas del fanfic:

Pues como ya he dicho, soy nuevo en esto así que espero que lo que escribo sea de su agrado.  No olviden comentar por favor!!!!!!!!!!!!!!!!!

Y solo como nota informativa, este fic lo actualizare los domingos cada 15 días ne??

Notas del capitulo:

Y aqui les traigo el primero!!!!!!!!!! XD

No se percató de la hora, es más, su vista no se había apartado de la pantalla ni un segundo desde que había empezado a escribir.  Era inevitable, cuando la inspiración llegaba no debía desperdiciarla.  Además, la fecha de entrega de su próxima novela estaba a la vuelta de la esquina, sin mencionar las constantes quejas de su editora: "No se lo toma en serio Sensei, debería poner más atención a su trabajo y dejar lo banal a un lado"

 

Claro, claro, como si ella fuera la más indicada para regañarlo. A veces no podía evitar compararla con su hermana, inclusive la expresión en su rostro cuando le fastidiaba era parecida. Alejó esos pensamientos de su cabeza mientras terminaba la última línea de ese capitulo, al fin podía darse por satisfecho, por ese día al menos.

 

-Excelente, soy un genio- se alabó mientras terminaba de guardar el documento y se quitaba las gafas.  Se estiró con pereza y hasta ese momento sus ojos se posaron en el pequeño aparatito, regalo de su amante, que descansaba a un lado de su computador.  Marcaba las nueve.

 

-Vaya, que raro que el baka no haya venido a molestar- se puso en pie con paciencia y al fin abrió la puerta, ésa que había permanceido cerrada desde que su dueño se metiera a su "santuario" hacía más de doce horas.  Caminó hasta la sala y se encontró con la razón de que Shuichi no le hubiese molestado.

 

-Baka- el pelirrosa yacía boca arriba en el sofá de la sala, con un control de su videojuego a unos palmos de su mano derecha, el televisor encendido con la palabra "GAME OVER" en letras rojas y varios paquetes de chatarra regados por todos lados.

 

-Nunca aprenderá- su pasó la mano por la cabeza y se acercó al bello durmiente, no sabía cuanto tiempo llevaba ahí pero estaba seguro de no haberlo escuchado llegar. 

 

-Yuki...- el latoso muchacho se dio la vuelta y siguió de babear el sofá, el control resbaló entonces, y cayó frente  al escritor.

 

-Parece un niño pequeño cuando duerme así- con la poca paciencia que lo caracterizaba acercó su mano sobre la rosada cabeza de su amante y lo golpeó con algo de brusquedad.

 

-Auch- el pelirrosa se incorporó con rapidez y se encontró con la penetrante mirada del rubio.

 

-Yuki, eres malo, ¿por qué has hecho eso?- se sobaba la cabeza en la parte lastimada mientras le lanzaba una mirada de reproche al escritor. Los rastros del sueño aún permanecían en su bonito rostro.

 

-No babees mi sofá, ¿desde hace cuanto estás dormido?- el cantante frunció el entrecejo antes de desviar su mirada hasta el reloj junto al sofá.

 

-Un par de horas tal vez, no estoy seguro- reacomodó su posición y terminó de rodillas, frente a frente con su amante, que no apartaba su vista de él.

 

-No me percaté a que hora apareciste- en el lenguaje de Yuki Eiri, eso era como preguntarle: "¿por qué no me has saludado?", y el pelirrosa lo entendió esbozando una encantadora sonrisa.

 

-Lo siento, es que cuando llegué escuché el sonido de las teclas venir del estudio y preferí no molestar.  Además, ayer llamó Misuki muy alterada preguntandome por el avance de tu novela y supe que tal vez estabas atrasado- el muchacho se acercó para depositar un suave beso en la mejilla del rubio, provocando una expresión confusa en su rostro.

 

-¿Mizuki te llamó ayer?-

 

-Si, dijo que debería darte todo mi apoyo porque tu nueva novela saldrá pronto al mercado internacional.  Pero me emocioné mucho y casi no escuché todo lo que me dijo, aunque entendí claramente que debía dejarte trabajar en paz- Shuichi le restó importancia al asunto con un gesto de su mano y trató de incorporarse, la mano de su amante lo detuvo.

 

-No deberías ponerle atención a lo que Mizuki diga- lo acercó a su cuerpo de un certero movimiento y comenzó a besarlo con ganas, recibiendo la fogosa y esperad respuesta casi al instante.

 

-Ahora, creo que tengo hambre- entre beso y beso el rubio se las había arreglado para hablar, aunque teniendo semejantes labios entre los suyos no era tarea fácil.

 

-No has comido nada en todo el día...¿verdad?...eres un...desconsiderado...-de pronto se encontraban recostados sobre el sofá, el rubio encima con las manos inquietas sobre el cándido cuerpo de su dulce víctima, mientras el pelirrosa se abrazaba al cálido ser que tenía sobre él.

 

-Vamos a comer...Yuki...no quiero que te enfermes...- aunque el escritor no parecía tener la intención de moverse en un momento cercano, la forma en que su amante esquivaba sus besos no hizo más que fastidiarlo, provocando un pesado suspiro y que se levantara de mala gana.

 

-No es comida lo que necesito en este momento- Shuichi se sonrojó ligeramente y terminó dándole un beso en la mejilla antes de ponerse de pie y extender la mano derecha en su dirección.

 

-Ven conmigo, no quiero que comiences a fumar de nuevo-  suspiró pesadamente antes de tomarle la mano.

Desde hacía algunos meses al cantante se le había metido en la cabeza la idea de que dejara el cigarrillo, una tarea titánica a su parecer, pero el muchacho era más persistente que la mayoría de las personas que conocía y estaba seguro que tarde o temprano iba a obligarlo a que lo dejara.  Así que, se había resignado a los "castigos" que el pelirrosa imponía cada vez que no cumplía con la nueva regla de  "menos de diez cigarrillos al día", porque sabía que de no hacerlo provocaría una tercera guerra mundial en la sala de su casa.

 

Se dejó llevar, entonces, por el latoso cantante mientras pensaba en como escaparse del castigo de esa noche si descubría que se había terminado ya dos cajetillas en menos de un día. No le gustaba quedarse sin sexo, especialmente porque el tentador cuerpo de Shuichi se andaba contoneando por ahí sin remordimientos.

 

-Bien, veamos que hay en la nevera- el cantante lo dejó apoyándose en la barra mientras se inclinaba para observar los compartimientos bajos del refrigerador, provocando que su lindo y perfecto traserito quedara en un posición demasiado insinuante.  Y el escritor por supuesto, no apartaba la vista de la excelente imagen, listo y dispuesto estaba ya para acercarse y atrapar esa estrecha cintura de un movimiento.

 

Pero el libido del rubio cayó cuando su vista se topó con una enorme caja blanca que se encontraba sobre la mesa del comedor. Cosa que le extraño bastante, porque hasta donde el recordaba, antes de encerrarse en su estudio y que el baka saliera a trabajar, esa caja no estaba ahí.

 

-Shuichi- el pelirrosa se apartó del congelador y esbozó una enorme sonrisa.

 

-Si mi amor- el rubio rodó los ojos fastidiado y señaló la caja.

 

-¿Qué demonio es eso?- los enormes ojos violeta del muchacho se posaron sobre el objeto antes de acercarse.

 

-No lo sé, cuando llegué estaba en la puerta, tiene tu nombre y el mío. La traje dentro enseguida porque, aunque no he visto ninguno en varios kilómetros, los vecinos podrían enterarse de quienes vivimos aquí y se armaría un enorme alboroto- Yuki soltó un suspiro en señal de molestia antes de contestar.

 

-Ya te he dicho miles de veces que nadie nos encontrará por aquí a menos que tú abras esa bocota, estamos en uno de los barrios más caros de la ciudad, las casas están separadas por distancias considerables.  No tienes porque preocuparte- el pelirrosa sólo frunció el entrecejo y su amante supo que no quería discutir de nuevo, ya habían pasado por lo mismo varias veces. A Shuichi simplemente aún no le agradaba la idea de estar tan lejos de la ciudad y la casa era, en sus palabras, "demasiado grande" para ellos dos.

 

-Como sea, no me pareció correcto dejar la caja en la puerta así que la traje  dentro. Aunque no me fije quien la enviaba ni nada de eso, tampoco la abrí-

 

-Eso es porque eres un baka, podría ser una bomba y no te darías cuenta- el cantante no dijo nada, tan solo se montó en una silla frente a la caja.

 

-¿La abrimos?-

 

-Ábrela tú, si algo te pasa no me acercaré- Shuichi enarcó una ceja.

 

-Ja, ja, ja, que gracioso. Si yo se que no puedes vivir sin mí- le sacó la lengua y se dio a la tarea de quitar el adhesivo que mantenía la caja cerrada.  En la pequeña etiqueta que estaba pegada sobre la tapa no ponían el nombre del remitente, así que sólo la ignoró.

 

El rubio se acercó con sigilo y observó sobre el hombro de su amante lo que contenía la extraña caja.  Ambos se lanzaron una mirada extrañada al descubrir una nueva caja de madera negra dentro, con una nota pegada a la tapa.

 

-También tiene nuestro nombre- Shuichi acercó al dichosa nota a su rostro y descubrió una pulcra letra plasmada cuidadosamente sobre ella. Yuki se limitó a extender la mano para que se la diera, el chico obedeció al instante.

 

Recibió un sobre negro con letras plateadas y un diminuto simbolillo en una esquina. Frunció el entrecejo, intrigado rajó un extremo del sobre y sacó una hoja pulcramente doblada que despedía un extraño, pero agradable, olorcito.

 

"MAYA"

 

-¿Maya?- el pelirrosa de pronto se encontraba atrás de él leyendo la inscripción en la carta.

 

-Debe ser la persona que envió esa caja, supongo- el rubio se acercó al paquete y antes de que su amante pudiese protestar quitó el seguro y abrió la caja con el menor cuidado posible. Shuichi no tuvo tiempo de decir nada y sólo dibujo una expresión encantada cuando divisó el contenido.

 

-Wa, pero que bonita- casi tiró a Yuki a un lado mientras tomaba con delicadeza a una hermosa muñeca de cabellos rubios vestida con un encantador vestidito morado.

 

 -Vaya, contigo puedo contraer un virus extraño si lo mandan en una caja, eres un baka- el muchacho esbozó una sonrisa avergonzada, pero ya tenía a la muñeca entre los brazos así que ya no valían las precauciones.

 

-Es muy linda, hasta la textura de su rostro parece tan real- pasaba despreocupadamente los dedos sobre las sonrosadas mejillas de la inanimada muñequita ante la resignada mirada del rubio. 

 

-No me gustan las muñecas, no soy un niño pequeño- dejó el sobre con la nota sobre la mesa, a un lado de la caja en la que había llegado el regalo. No quería saber quién había enviado la dichosa muñeca, si en algún momento quisiera averiguarlo sólo debía llamar al entrometido de Seguchi.

 

-Deja esa cosa por ahí, aún no has preparado nada para la cena. ¿O quieres que coma algo más apetitoso?- una sonrisa pícara, típica en él, apareció en su rostro mientras se acercaba de nuevo al cuerpo del cantante.

 

-Mmmm, aunque la idea me parezca tentadora, debes comer si no quieres enfermarte.  Así que déjame pido algo y nos entretenemos mientras llega- olvidándose del bizarro regalo y dejándolo sobre la mesa del comedor corrió hacía el teléfono de la cocina con Yuki pisándole los talones.

 

La risa de Shuichi se escuchaba desde la cocina, la muñeca abandonada permanecía en la graciosa posición en que el pelirrosa la había dejado. Con el vestido levantando y mostrando su ropa interior blanca.  Llevaba unos tiernos zapatitos negros de charol y en su tobillo derecho se hallaba amarrada una especie de cruz roja.

 

El alboroto en la cocina había cesado, al parecer el cantante estaba hablando por teléfono a algún restaurante porque se escuchaba como daba instrucciones para llegar a su casa. La muñeca seguía sola sobre la mesa del comedor, aunque por alguna razón su posición había cambiado repentinamente. Ahora ya no estaba boca abajo con el vestido levantado sino boca arriba con los bracitos sobre su pecho.

 

-Bien, ahora podemos aprovechar el tiempo mientras viene la comida. Eso es lo que tú mismo has dicho así que no hay marcha atrás- la pareja regresaba al comedor con el mismo entusiasmo con que se habían marchado, esta vez Yuki mantenía el cuerpo de Shuichi pegado al suyo, sus brazos estrechaban su cintura y se movía con insistencia contra el trasero del chico.

 

-Mmmm, ¿cuántos cigarrillos has fumado hoy Yuki?- el pelirrosa intentó voltear su cabeza para observarlo pero el rubio no le dejó.

 

-Eso no tiene importancia ahora, he estado trabajando todo el día y merezco que cuiden de mi, ¿no crees?- de un movimiento volteó a su pelirrosa y atrapó sus labios en un beso, su objetivo principal era alejar los malos pensamientos de la mente de Shuichi, no quería otro castigo injusto por fumar tanto.

 

-¿Quieres que cuide de ti entonces?- el cantante se rendía a las caricias que su amante le proporcionaba  a su cuerpo,  no quería iniciar con uno de esos juegos porque siempre que lo hacían después de pedir comida terminaba en una situación embarazosa.  Y desde siempre parecía que al rubio no le importaba en lo absoluto quien los viera haciendo cosas indecentes.

 

-No me gusta que me castigues Shu-chan, no puedo resistir un día sin sentir tu cuerpo- el pelirrosa se sonrojó furiosamente mientras se dejaba hacer, los labios del rubio ya habían comenzado a recorrer su cuello con vehemencia para ese momento.

 

-Ahhh...Yuki...- ambas manos del escritor se fueron directamente al redondo y bien formado trasero del cantante, lo levantó con facilidad y de un momento a otro se encontraban apoyados contra la mesa del comedor. La muñeca, que había permanecido en la misma posición de antes, fue lanzada con todo y su caja lejos de ellos.

 

-No...debiste hacer eso...se puede...romper...- Yuki ignoró el comentario y siguió su tarea y en menos de lo que canta un gallo ya tenía el cuerpo de Shuichi completamente desnudo bajo el suyo.  Una visión por demás excitante.

 

-Mmmm, delicioso...- apretó con fuerza los muslos de su amante mientras regresaba su sedienta boca a la del chico, lo besó con más ganas que antes al tiempo que su mano derecha desabrochaba su pantalón y liberaba su enorme miembro.

 

-Ahhh, vamos... Yuki...vamos...- la súplica del pelirrosa, sumada con esa carita tan sexy que estaba haciendo hicieron estragos en él. Así que, jalando el esbelto cuerpo, logró posicionarse perfectamente para comenzar con la penetración.

 

-Dime que me necesitas...- Shuichi se removió inquieto al escuchar aquello, el delicioso miembro de Yuki estaba a punto de entrar.

 

-Te...te necesito...- una sonrisa altanera se formó en la faz del rubio.

 

-Dime que me amas...- un nuevo estremecimiento recorrió el cuerpo del pelirrosa.

 

-Te...te amo...- las suaves piernas fueron levantadas hasta estar sobre los hombros del escritor.

 

-No hay nadie más que te pueda dar lo que yo te doy, ¿no es cierto?- dos de sus largos dedos se acercaron a la hambrienta entrada del cantante.

 

-No Yuki, no hay nadie más que...me de... lo que tú...me das...nunca lo...habrá- soltó un jade particularmente sonoro cuando percibió como su entrada era invadida por los expertos dedos.

 

-Bien, entonces no mires a nadie más que a mí- sacó sus dedos de un solo movimientos, y antes de que Shuichi tuviese tiempo para protestar, se adentró de una sola estocada en él.

 

-Ahhh...- el cantante logró bajar sus piernas hasta enredarse en la cintura de su amante, sus brazos siguieron el juego y rodearon la ancha espalda. Su corazón palpitaba con locura y las sensaciones invadían su ser con frenesí.

 

Jadeos invadían el comedor, la muñeca seguía olvidada a un lado, con las piernas en una posición graciosa y el vestido sobre su cabeza de rubios cabellos. La escena sobre la mesa se llevaba a cabo tan intensamente que todo vibraba alrededor de los dos cuerpos candentes que danzaban al ritmo de su excitación.

 

El rubio apenas si jadeaba, mientras que Shuichi dejaba escapar estridentes gemidos llenos de placer. Al menos el haberse cambiado de casa les había servido de algo, los vecinos no escucharían esa dulce voz gritando gozosa.

 

-Ahh...Yuki...me vengo...me vengo...- explotó entre un grito particularmente alto, dejando que su esencia bañara el vientre propio y el de su amante, quién en ese momento sólo necesito de dos certeras estocadas más para terminar dentro de ese estrecho pasaje.

 

Permanecieron abrazados un rato, uno sobre el otro, aún con los vestigios de su apasionado encuentro haciendo estragos en sus cuerpos. Yuki besaba despreocupadamente el pecho de su amante mientras que éste se dedicaba a acariciar su rubio cabello.

 

-Terminamos antes de que apareciera el repartidor de comida- el escritor levantó el cuerpo ligeramente y dibujó una sonrisa burlona.

 

-¿Tú crees que hemos acabado?- Shuichi sonrió.

 

-Eres insaciable- besó los tentadores labios del rubio y sintió como éste se incorporaba a los pocos segundos, saliendo al fin de él.

 

-Podemos seguir en la habitación, esta posición no me beneficia para nada- jaló con algo de fuerza el brazo del cantante, cargándolo seguidamente.

 

-¿Qué haces Yuki?- el pelirrosa se abrazó al cuello del rubio y lo observó extrañado.

 

-No le des importancia, sólo limítate a cumplir tu trabajo como uke- comenzó su camino a la habitación entonces, aunque, en ese preciso momento Shuichi volteó la cabeza de regreso al comedor.  Frunció el entrecejo extrañado, por un instante creyó ver que algo se movía sobre la mesa.

 

"Debe ser mi imaginación"  con ese pensamiento regresó su vista al frente, aprovecharía el repentino cambio de humor en su amante y tendría una noche larga y divertida.

 

La pareja desapareció por la puerta de la habitación antes de comprobar que la extraña muñeca se había puesto en pie y los observaba atenta junto a una de las sillas.

 

Sus ojos celestes permanecieron quietos hasta que se escuchó como Shuichi comenzaba a jadear de nuevo, entonces caminó hasta estar cerca la enorme caja de madera donde había sido transportada hasta esa casa. Se metió en ella y cerró la tapa, justo antes de que una enorme sombra negra apareciera sobre la mesa.

 

Todas las sillas del comedor se movieron al compas de un movimiento de esa sombra, pero los amantes no se dieron cuenta ya que ambos disfrutaban de un buen momento en su recamara. Pero pronto lo sabrían, pronto iban a experimentar el terror que esa sombra podía causar, junto con la muñeca...

Notas finales:

Espero que les haya gustado y espero con ansias que puedan poner un review plis!!!!!

Nos vemos en el próximo capi.


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