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3 días más por FanDeixSaso-x3

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Notas del fanfic:

Ya sé que tengo muchos fics incompletos, pero tengo que ponerlo antes de que pasé de moda Camila XD

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen -.-

Aclaraciones:

-En negritas lo que dice un personaje-

Los 3 puntitos en medio significan cambio de escena y/o tiempo en la historia, así:

...

Cursiva y en medio es la letra de la cancion, aunque creo que es algo obvio al leerlo XD

Mientes.

 

…………………..

Tú…llegaste a mi vida para enseñarme,

Tú….supiste encenderme y luego apagarme,

Tú…te hiciste indispensable para mí…

………………..

 

Era un día normal en el orfanato de Wammy´s House, todos los niños corrían y  caminaban para todas partes, sin importarles lo que los demás hacían; en especial, un pequeño niño pelirrojo que se encontraba solo en una mesa del rincón, mirando al resto de los niños de aquel lugar.

Como era de suponerse, ese pequeño niño de no más de 8 años, se le conocía como “Matt”, “el obsesionado con los videojuegos”, o simplemente “el niños raro de por allá”… Si, esa no era la vida que él deseaba, pero era lo que tenia, y nada podría hacer para cambiarlo; al menos, hasta que cumpliera la mayoría de edad y se fuera de ahí, pero para eso bien sabia que faltaba muuuuucho tiempo. Y también sabía, lo pasaría solo si no hacia amigos pronto pero, llevaba varios años ahí, y aun no interactuaba con nadie, ¿Por qué habría de interesarse ahora por una amistad…? Por la soledad que empezaba a sentir.

El no tuvo una buena “convivencia con la familia”, ya que sus padres lo abandonaron y se quedo solo a los 4 años, pero por un milagro divino, llegó a Wammy´s House; aunque no le gustara estar ahí. Desde un inició supo que esos niños no eran del todo “normales”, ya que hacían cosas “diferentes” para ser niños menores de 10 años; unos pintaban, otros cantaban, otros tenían alguna extraña obsesión con sentarse de forma rara y/o diferente… En fin, el no era la excepción. Pero aun así, no se llevaban bien con nadie del orfanato, pero los niños no eran el problema, sino el mismo; no quería abrir su corazón a alguna posible amistad, por temor a ser lastimado. Esa era la razón de que siempre estuviese en la misma mesa del rincón, jugando los mimos videojuegos en vez de socializar.

-¡Oigan todos; Roger llego con un nuevo niño!-   Gritó emocionado uno de los pequeños que vivía en ese lugar, ocasionando que todos los demás demostraran un gran interés por saber de quién se trataba esta vez; para ellos siempre era bueno conocer a alguien nuevo. A Matt le daba igual quien llegase o se fuera de ahí.

-¿Quién es?-   Entre tanto bullicio, se pudo escuchar claramente la vos de uno de los chicos, preguntando por el niño que intentaba no esconderse detrás de Roger.

-Díganle Mello, por favor-   Aclaro el anciano, para dejar que el menor interactuara con el resto.

Los niños se acercaron para saber más sobre ese joven rubio de apariencia casi femenina, pero al instante en que invadieron su espacio personal, este les espanto gritándoles que se alejaran; con un carácter de los mil demonios para un chico que a simple vista se veía tan lindo e inocente. Los otros pequeños no quisieron meterse en problemas con él, por lo que se alejaron y siguieron con sus juegos tan infantiles para aquel rubio.

Al escuchar el escándalo Matt miro de reojo lo que pasaba, más no le tomo mucha importancia a los acontecimientos y siguió ensimismado en su videojuego.

-Chicos, los he citado aquí porque quiero informarles que a partir de ahora Mello será tu compañero de habitación, Matt-   Sentencio Roger, ante el descontento de ambos chicos; más ninguno quiso reclamar.   -…Bien, por favor retírense a dormir-   Y sin siquiera dedicarse una mirada, los dos niños salieron de la oficina del anciano.

Caminaron largo tiempo en silencio, uno al lado de otro; aunque obviamente el rubio iba siguiendo a Matt, ya que no sabía por dónde ir.

-… Me llamo Mail-   Susurro, mirando de reojo al otro. Ciertamente, solo le había nacido la necesidad de dirigirle palabra, y posiblemente, entablar una conversación con Mello.

-Mihael; pero si me dices así, te golpeo-   Contesto cortante y un poco molesto.

El silencio apareció; mucho más incomodo que antes de sus primeras palabras. Ninguno de los dos sabía que hacer o decir, más que seguir caminado hacia la habitación.

-Y… ¿Qué edad tienes?-   Volvió a preguntar para romper el “hielo” que se formó.

-En diciembre cumpliré 9…-

-… Yo los cumplo en Febrero-

-¡Ja! soy mayor que tu, así que respétame-

-¡No eres mayor que yo! Solo eres un par de mese más grande; ¡además soy más alto que tú!-   Intento defenderse, pero su vos tembló ocasionalmente; y sus mejillas se pusieron completamente rojas.

-¿No escuchaste que te dije “respétame”?-   Pregunto mientras se acercaba peligrosamente al pelirrojo; quien se detuvo en seco, trago grueso, y se pego a una pared, por instinto.   –No necesito ser alto para poder hacer esto-   Acto seguido, golpeo al otro en la cabeza, con el puño cerrado; pero no con toda la fuerza que tenia para tener apenas 8 años, casi 9.   –Y la próxima te irá peor-   Sentencio.

-Auch… eso dolió-   Se sobó el golpe, mientras el rubio emprendía nuevamente la marcha.   -…Es aquí-   Señalo la puerta que se encontraba a su lado, haciendo que el otro de detuviera en seco y girara para verlo.   -¡Auch!-   Se quejo, al recibir un segundo golpe en la cabeza.

-Eso te pasa por no decírmelo antes-   Lo miro molesto.

-Pero… ¡Auch!-   Un tercer golpe en el mismo lugar que antes evito que siguiera hablando.  

-¡A callar! ¡Respétame!-   Ordenó.   –De ahora en adelante, YO mando aquí, ¿entendiste? Así que tendrás que hacer todo lo que te diga-   Dijo mientras entraba a la habitación.

-…No soy tu esclavo-   Se sentó en su cama, mirando al rubio de reojo.

-No; pareces más un perro desobediente-   Dijo mientras se sentaba al lado del pelirrojo, quien se alejo un poco por los nervios.   -¿Por qué te vas?-   Se acerco al otro, pero este volvió a retroceder.   -¡No hagas eso, no me gusta!-   Se le quebró la vos al decirlo.

-¿Te encuentras bien…?-

-¡No; tú te alejas y eso no me gusta!-  

-¿Y qué quieres que haga?-

-¡Obedece y quédate quieto!-

-¿Para q---?-   No termino de preguntar cuando el rubio se abalanzó directo a su boca, plantándole un nada inocente beso ante el completo asombro del pelirrojo; quien se quedo estático, dejando que el mayor recorriera su boca a gusto. Cuando se separaron, estaba completamente sonrojado; su nuevo compañero de cuarto, que apenas conocía, le había robado su primer beso.   -¿P-Por qué hiciste eso…?-

-Porque eres MI perro, y puedo hacer lo que quiera contigo-   No le dio tiempo al otro de procesar la información, asalto nuevamente sus labios. Matt aun no se creía lo que pasaba, pero cerró los ojos y se dejo llevar por la grata sensación que le provocaba ese húmedo beso. Mello lo fue empujando hacia atrás, hasta recostarlo completamente en la cama y poder acomodarse mejor sobre él. Intento separase nuevamente del pelirrojo, pero sintió cierta resistencia, por lo que volvió a golpearlo en la cabeza.   -Controla tus hormonas, cachorro; que no eres tan “inocente” como creí-   Rozo sus caderas con las del menor, haciendo notar el bulto que este tenía en la entrepierna.

-Pero es que…-   Susurro sonrojado, ya que era la primera vez que le pasaba “eso”, y no entendía porque su cuerpo reaccionaba “así”. 

-¡Nada! Tú haces lo que yo te diga, aunque sea la cosa más estúpida del mundo, lo haces, ¿entiendes? Así que si te digo que te aguantas, te aguantas-   

...

El primer día que Mello fue castigado por golpear a otro niño que rápidamente fue a acusarlo directamente con Roger, Matt se quedo sentado frente a la puerta del salón donde tenían encerrado al rubio; esperando que este saliera. Es que, se tomaba muy enserio su papel de “perro”, a tal grado que si Mello no le permitía salir de la habitación por nada del mundo, o reprobar algún examen, Matt obedecía sin reclamar. Y todo era por la bien recibida recompensa: algún dulce beso de los labios del rubio; que raramente, siempre sabían a chocolate.

Aunque claro, nunca pasaban de ser “simples” besos; aun eran muy chicos para estar pensando en “otras cosas”.

……………….

Y… con los ojos cerrados te seguí,

Si yo busqué dolor lo conseguí,

No eres la persona que pensé, que creí, que pedí.

……………….

 

-¿A dónde vamos ahora, Mello?-   Pregunto con desgana, ya que era muy tarde para que algún niño anduviera jugando por ahí, y muy temprano para que alguien estuviese despierto. Además, tenía un pañuelo sobre los ojos que le impedía ver por dónde iba.

-Ya sabrás cuando lleguemos-   Contesto con una sonrosa plasmada en los labios, mientras seguía tomando de la mano a su “amigo” para que avanzara más rápido.

-¿Por qué no me puedes decir ahora?-   Dijo antes de tropezar con una pared.   –¿Dónde me llevas?-   Volvió a interrogar.

-¿Ya te he dicho que haces muchas preguntas?-   Pregunto un poco molesto.

-Desde hace un año me lo recuerdas-   Contestó con una leve sonrisa

-…Bien. Ya llegamos-   Descubrió los hermosos ojos esmeralda que poseía el pelirrojo.   –Te traje aquí por nuestro aniversario-   Y es que ese día, se cumplía 1 año desde que se conocían, y eran “amo y mascota”, por lo que Mello quiso darle un tierno detalle a Matt; aunque a sus 9 años no pudo hacer más que sacarlo de noche al patio del orfanato, para que admirará la luna llena.

 -¿Mello, donde estas?-   Matt entro a la cocina por vigésimo sexta vez buscando al rubio, pues desde que había llegado un pequeño albino al orfanato Mello estaba de peor humor que nunca.

-¡Vete de aquí, Jeevas!-   Por primera vez escucho la vos de su “amigo”, aunque esta sonaba bastante nerviosa.

-¿Mello, te encuentras bien…?-   Esa era la típica pregunta que utilizaba para enmendar sus errores.

-¡He dicho que te vayas!-   Exigió, más alterado que antes. Pero Matt, preocupado, entro a la cocina.   -¡Jeevas, largo; perro desobediente!-   Intento inútilmente hacer que el menor se fuera, pero entre más gritaba, el pelirrojo seguía su vos por la gran cocina.   -¡Que te largues, maldita sea, ¿no entiendes?!-   Exclamo, completamente rojo de ira, y saco a patas al pelirrojo de la cocina, pero él se quedo en ella.

-¿Vio algo?-   Pregunto el pequeño albino mientras abrochaba los botones de su camisa blanca, con un fuerte sonrojo en sus pálidas mejillas.

 -¿Por qué la abrochas? Aun no he acabado-   Mello se abalanzo nuevamente sobre los carnosos labios del menor, quien no opuso resistencia en lo más mínimo; se dejo hacer.

 … Pero Jeevas, preocupado e inocente, se quedo a observar por un pequeño hueco de la puerta lo que el rubio que se había autoproclamado “su amo”, hacia; jugar con Near como lo había hecho con él. A pesar de que Mello siempre demostró odiar al albino.

Esa noche Matt lloró como nunca antes lo había hecho, ¿Por qué razón? No lo sabía; simplemente admirar aquella escena le provocó una inmensa tristeza. Él pensó que era el único que tenía el privilegio de probar los labios del rubio; se equivoco.  Creyó que era el único que Mello podía ser tocado así, después de todo Matt era su “mascota”; pero se equivoco… Pidió por mucho tiempo que Mello lo viera más que como a un simple “perro”, y su deseo no se cumplió.

 

…………………….

Mientes, me haces daño y luego te arrepientes

Ya no tiene caso que lo intentes

No me quedan ganas de sentir…

…………………

 

-¿Matt, por que no bajaste a cenar? No has comido nada en todo el día…-   Mello entró a la habitación, y se sentó a un lado del menor; quien estaba recostado en su cama.

-No tengo hambre…-   Dijo mecánicamente.   –Por favor, vete-

-¿Qué te sucede, cachorro? Tú no eres así…-   Acaricio sus cabellos pelirrojos, y besó su frente.

-No hagas eso…-   Se giro en la cama, y le dio la espalda al rubio.

-Matt… esto es impropio de ti-   Volvió a acercarse al pelirrojo, intentando hacer que este le mirara a los ojos; pero el contacto era negado.

-¡También es impropio de ti estarte besando con tu “enemigo”!-   Grito con sus ojos inundados en lagrimas, encarando a Mello; luego hundió su rostro completamente en la almohada y empezó a sollozar.   -¡Ahora vete, que las mascotas también podemos estar de mal humor!-   Ese último comentario, dejo aun más sorprendido al mayor.

-Matt, perdón. Fue un impulso, yo no quería; en serio-   Abrazó al menor por detrás, hundiendo el  rostro en su cuello.

-Por favor… vete-   Sollozo con más intensidad, pero no se negó a los protectores brazos que lo rodeaban; inclusive, deseo que sus palabras fueran verdad.

-No…-   Susurro.   –Aun no puedo… Pero te prometo, algún día saldré de tu vida para siempre-   Sentencio, y se acurruco al lado del menor, aun abrazándolo.

-¡Mello! ¿Dónde vas?-   Pregunto con la característica inocencia que poseía desde hacía años que conoció al rubio, al ver que este empacaba su ropa en una gran maleta. Para tener ya 14 años, próximos 15, aun era solo un “niño” a comparación de Mello; quien ya se creía un “adulto”, y para colmo, “el rey del mundo”.

-Me voy. Hace años que estoy esperando este momento-   Dijo mientras tomaba una maleta, y se dirigía hacia la puerta.   –Hago lo que querías que hiciera desde hace años-   Se detuvo en seco, solo para escuchar todos posibles reclamos del menor.

-¡Pero ¿qué?! ¡¿Por qué?!-   Obviamente, esas palabras habían afectado su mentecita.   -¡No puedes irte así como así! ¡NO puedes!-   Reclamo, alterado.   -¿Qué será de mi…?-   Su vos se transformo en un susurro.   -¿Dónde irás?-   Las dudas asaltaban su mente.

-No lo sé, pero será muy lejos de aquí…-   Contesto solamente el último de sus interrogatorios.

-No te vayas-   Se acerco al mayor, y se aferro a su brazo.   –No te vayas…-   Susurro mientras las lágrimas derrapaban libremente por sus mejillas.   –Por favor, quédate-

-Te lo prometí, y ahora no puedo retractarme-   Intento mover su brazo para poder abrir la puerta, pero el agarre del pelirrojo no cesaba.   –Matt, por favor. Tengo que irme YA-  

Con todo el dolor de su joven corazoncito, y las lágrimas saliendo sin control de sus ojos verdes, soltó gradualmente el brazo de Mello, para que así este pudiera salir de la habitación, e irse a otro lugar; muy, muy lejos de ahí, donde su “amor” hacia otra persona, surgió… Por eso, desde un principio, se negaba a entablar amistad con alguien, no quería terminar lastimado; como ahora.

Tiempo después, Matt escapo del orfanato días antes de cumplir 15 años, y se fue en avión hacia Los Ángeles, California; donde, según había investigado en los documentos de Roger, había ido el rubio meses antes. A pesas de haber sido lastimado de una manera tan grave, pero meramente mental, seguía amando a Mello; y recién se había dado cuenta de ello.

Más sus intentos por encontrarlo fueron inútiles, en una ciudad tan grande podría estar en cualquier lado; además, había cabelleras rubias por todas partes. Y de eso se dio cuenta en los largos y solitarios3 años que duro buscándolo sin descanso, solo para terminar riéndose y teniendo una vida “normal”, como el resto del mundo; pero Matt no era “normal”, por lo que trabajaba de Hacker a sus casi 20 años.

Pero su deseo por volver a ver al rubio, siguió vivo; aunque poco a poco se fue desvaneciendo, hasta que solo quedaba una pequeña chispita de esperanza en su roto corazón. Tal vez debía olvidarse de una vez de él, era casi imposible encontrarlo; a lo mejor ya habría muerto y él ni en cuenta de ello. Probablemente lo mejor sería olvidarlo de una buena vez…

                                                                                     ……………..

Llegas cuando estoy a punto de olvidarte

Busca tu camino en otra parte

Mientras busco el tiempo que perdí

Y hoy estoy mejor sin ti…

……………….

-¡Ya voy!-   Grito desde la pequeña habitación de su apartamento, pues alguien llevaba buen rato tocando la puerta como si quisiera derrumbarla.   –“¿Quién podrá ser?”-   Pensó un poco molesto antes de abrir la puerta.

Se quedo helado. No podía creer lo que sus ojos veían, le parecía inconcebible. Mello, después de estar desaparecido completamente de su vida por poco más de 5 años, yacía recargado en la pared frente a su apartamento, malherido; justo cuando estaba a un paso de “rehacer” su vida.

No supo que decir, en ese momento faltaban palabras que pudieran explicar lo que sentía. Pero al ver que al rubio parecían írsele las fuerzas, y la conciencia, solo atino a tomarlo entre sus brazos y meterlo al departamento; para ahí recostarlo sobre el sillón.

-… Hola-   Susurro, intentando enfocar bien al pelirrojo.   –Ha pasado… mucho tiempo… ¿verdad?-   Dijo con vos entrecortada debido a las heridas que se hallaban cerca de sus pulmones.

-Demasiado-   Acaricio el cabello del mayor con ternura.   -¿Cómo te hiciste eso?... Se ve mal; debo llevarte con un medico-   Y sin darle oportunidad de responder, tomo al mayor nuevamente entre sus brazos, para llevarlo con a un hospital.

-…Gracias-   Susurro, pues todo su cuerpo dolía.

...

Gracias a Dios, Mello llego a tiempo a urgencias; donde fue tratado por sus quemaduras de tercer grado. Más las cicatrices que quedaron en su cuerpo eran tan irremediables como el daño emocional que había causado su partida en el corazón de Matt.

Aun así, el pelirrojo le dio asilo en su casa, sin límite de tiempo; a pesar de que su recuperación había sido hacia meses.

-Aun no puedo creer que estés aquí, conmigo-   Dijo feliz, para luego plantar un dulce beso en los labios del rubio.   –No vuelvas a dejarme-   Lo abrazó por la cintura, y se acurruco en su pecho.   –Nunca, por favor-

-Matt…-   Ciertamente, la vos de Mello se había vuelto más áspera.    -¿Sabes que hay una asesino en serie llamado “Kira”; que L ha muerto; y que Near tomo su lugar? ¿Cierto?-

-… Lamentablemente si-

-¿También sabes qu---?-   No pudo terminar su frase, pues el meno lo corto.

-… Que tienes que irte de nuevo, ¿cierto?-   Dijo con tristeza, aflojando levemente su agarre.

-Si…-   Susurro, y bajo la cabeza.

-Vate. Si te vas a ir, hazlo ya; no quiero salir herido como la ultima vez…-   Finalizo la conversación, se alejo del mayor, y señalo hacia la puerta; sin siquiera querer mirarlo a los ojos.   –Los años no volverán, y entre más pronto te vayas, más pronto podré olvidarte-

-Perdóname-   No se molesto en tomar nada, simplemente se puso en pie del sillón en el que estaba tan cómodamente abrazados, y salió por la puerta; pero antes de cerrarla, dijo:   -Creo que estás mejor sin mí…-

No podía sacarse esos acontecimientos de su cabeza, los recuerdos de su vida entera llegaban uno tras otro como fueron pasando. Estaba más confundido de lo que alguna vez estuvo, no hallaba salida alguna.

Pero de una cosa estaba seguro, antes y después de la llegada de Mello a su vida, estaba mejor; mucho, mucho mejor que cuando lo tenía cerca…

………………….

Voy… de nuevo recordando lo que soy,

Sabiendo lo que das y lo que doy,

En mí no que espacio para ti

………………

Un perro, un mascota, un acompañante, un amigo, un novio, un confidente, todo; era todo lo que su amo desease que fuera, sin importar nada ni nadie. Pero NUNCA, como buen perro que fue, nunca dejo solo a Mello, ni una sola vez.

 Aunque Matt bien sabía que el rubio era una persona que no amenazaba, actuaba; y sus hazañas terminaban en feos morenotes que duraban semanas en desaparecer. Y él era la persona menos indicada para negarse, pues 5 años de “mascota” no lo hacían parecer más que un perro bien entrenado.

¿Cómo es que Mello, aunque no estuviese presente en la pequeña sala, lo “obligara” a pensar en él? ¿Acaso su autoridad era tan grande como para tener poderes telepáticos? No, eso es una estúpida locura; tal vez Matt era demasiado dependiente como para no poder pensar en alguien más que no fuese su amo. Tal vez, como había dicho antes, debía olvidarlo; pero ¿cómo olvidar a la persona que amas? ¿Tal vez era amor disfrazado de otra cosa? Solo el pasara de los días lo diría.

…………………

Y… el tiempo hizo lo suyo y comprendí

Las cosas no suceden porque si,

No eres la persona que pensé, que creí, que pedí

……………..

Los meses pasaban, y nada más; no podía comer, no podía dormir, no podía trabajar, no podía hacer NADA sin pensar en Mello. Necesitaba de él para poder vivir, pero ¿Dónde podía localizarlo? ¡Nunca dejo una dirección ni nada por el estilo; solo se fue! Aunque Matt lo corrió pero… ¡Eso no justicia que desapareciera de su vida por años! Ahora no podía dejar las cosas así, tenía que hacer algo.

Entonces, como un flash le llegaron a la mente dos palabritas: “Soy hacker”. ¿Por qué no lo recordó antes? Tomo la laptop que yacía dormida sobre la mesa, y la encendió. A los pocos minutos, no sabía que había hecho, pero ya se encontraba en una página del país donde estaban todos los documentos de las personas de Los Ángeles, California.

Buscó, buscó, buscó, y rebuscó, hasta dar hallar la imagen del rubio. Leyó desesperadamente la información, pero golpeo la mesa al terminar.

-“¡¿Como que se desconoce su paradero?!”-   Pensó aun más molesto que antes. ¡Se supone que ahí debía encontrar toda la información que necesitaba para localizar al rubio! Y su frágil alma volvió a romperse. Soltó lágrimas amargas, como había hecho ya varias veces.   –Dios… mándame a alguien que sepa amarme…-   Rogó antes de ahogar en llanto sus palabras.

-Perdóname-   Mello se abalanzo sobre él, para abrazarlo.   –No debí irme así; ni en el orfanato ni el otro día. ¡Soy un idiota! Te lastime, perdón; no lo volveré a hacer. Me quedare a tu lado siempre, ¡siempre!-   Eso, en definitiva, era más confuso que otras veces; tocaban a su puerta, el abría, Mello estaba al otro lado con los ojos llorosos y un ramo de rosas rojas en las manos, sin darle tiempo siquiera de comprender lo que pasaba el rubio lo abrazo y empezó a hablar, y terminaron así. Matt solo atinó a corresponder el cálido abrazo.

-Volviste…-   Susurro.   –No pensé que lo harías. Creí que no querías volver a verme-

-No digas idioteces, Matt-   Estrujo con más fuerza el cuerpo del pelirrojo; quien hacía lo mismo.  

-Digo lo que pienso-

–Yo te amo-

-“…Mándame a alguien que sepa amarme… ¿Será en verdad él? ¿Mello en verdad me ama?”-   Pensó mientras sus ojos se bañan en lágrimas.   –Te amo, Mihael; y no me importa que me golees por decirlo-

 El rubio sonrió, pero sello sus labios con un beso.

Notas finales:

FUF! Que largo -w-|||

Pero espero que les haya gistado ;D

>w<


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