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Cadenas del Infierno por Val Kaulitz Michaelis

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Notas del capitulo:

Kuroshitsuji es propiedad de Yana Toboso, yo solo tome prestados los personajes para este fanfic.

Lo que este entre comillas son pensamientos de Ciel y lo que este en manuescrita son pensamientos de Sebastian.

Espero sea de su agrado, pueden comenzar a leer.

-Buenos días joven amo - dijo Sebastian para despertar a Ciel, mientras abría  las cortinas.

 

-Buenos días Sebastian - respondió Ciel de mala gana.

 

-¿Pasa algo joven amo? ¿Es acaso que volvió a tener insomnio?

 

-Si, no se que me pasa últimamente, no me e sentido tranquilo. – el Conde últimamente a sentido algunas extrañas sensaciones en su cuerpo.

 

"Demonios, Sebastian no debe de enterarse que me pasa, seria muy vergonzoso si el supiera que "eso" es lo que pasa"

 

-Para su desayuno se ha preparado filete de cordero en salsa de frutas dulces con ensalada de menta, y le he traído té Rundfor, además de uno....¿Joven Amo?

 

Ciel estaba sentado en la orilla de su cama, sonrojado y poniendo sus manos cubriendo entre sus piernas.

 

-Joven Amo, no me diga que le a llegado al fin la pubertad.

 

-Maldito, no se de que hablas, solo ayúdame a vestir y ve a comenzar con los preparativos de mañana. 

 

-Si, mi Señor.

 

Mi Joven Amo, realmente usted me pertenece, ¿Y ya que me pertenece, por que no hacer lo que quiera con usted? ¿Acaso no me merezco una recompensa por mis servicios?

 

-Dejare su desayuno en la oficina - Sebastian vistió rápidamente al niño. Una mueca un tanto burlona se asomo por sus labios mientras salía de la habitación de Ciel.

 

Un rato después.... 

 

-¿Donde se habrán metido? - Pensó Sebastian al no encontrar a los sirvientes de la mansión. 

 

-¡SEBASTIAN-SAN! 

 

-¿Pero que esta pasando Finnian?¿Por que ninguno esta trabajando? 

 

-Es que Pu-chan se metió a la oficina del Joven Amo y no quiere salir

 

-No pueden encargarse ustedes, tengo demasiado trabajo. 

 

-AHHHHH!!!!-Se escucho un grito proveniente de la oficina de Ciel, y al parecer el grito también era de el. 

 

-JOVEN AMO!!!-Sebastian salió corriendo de inmediato dejando a Finny atrás. En cuanto llego a la oficina vio a Meirin gritando y señalando a Bard que trataba de quitar a Pluto de encima de Ciel.

 

-SEBASTIAN!!!QUITAME ESTO DE ENCIMA!!! - le grito Ciel, que estaba tirado en el suelo, con Pluto lamiéndole el rostro efusivamente. 

 

-Entendido.

 

Sebastian sin hacer esfuerzo alguno separo a Pluto, ordenando a los 3 sirvientes; que lo miraban sorprendidos, que se llevaran a Pluto.

 

-Joven Amo ¿Esta bien? Ese perro parece que no le hizo daño.

 

-Estoy bien, solo mantén ese saco de pulgas lejos de mi-dijo mientras el Mayordomo le acomodaba el traje.

 

-Oh Dios Joven Amo, usted me hace trabajar de mas.

 

-¿Acaso eso te molesta? ¿No por eso eres mi Mayordomo? - dijo Ciel en tono de reproche.

 

-No, no me molesta en lo absoluto...pero - Sebastian se acerco al oído de Ciel-Pronto tendré mi recompensa, y no me refiero a su alma. -susurro el Mayordomo tan cerca del oído de su Joven Amo, que este se estremeció al sentir ese frío, pero dulce aliento tocar su piel.

 

-Ahora, si me disculpa continuare con mi trabajo. - hizo una reverencia y salió de la oficina dejando al pequeño Ciel sonrojado y un tanto extasiado.

 

"Ese maldito Demonio, parece que sabe lo que pienso, pero...¿Por que su aliento frío lo sentí tan cálido y tan placentero? Tsk, mejor continuare con el papeleo de la compañía."

 

Mientras tanto en la cocina, el Mayordomo preparaba la comida, y un delicioso pastel para Ciel.

 

Se escucho un gran estruendo en la mansión distrayendo a Sebastian de su labor, este se dirigió al lugar de donde provino el golpe.

 

-S-Sebas-tian-San - dijo Meirin mirándolo sonrojada

 

-¿Que es lo que paso Meirin?¿Que fue ese ru.... - guardo silencio al ver una de las mejores vajillas hecha añicos en el suelo.

 

-Esto...Lo siento Sebastian-San - dijo Meirin aun sonrojada.

 

-Ah - suspiro - ve a terminar tu trabajo yo me encargo de limpiar esto.

 

-Si - dijo la pelirroja dirigiéndose al cuarto de lavado.

 

Esta noche, usted al fin será mío. Joven Amo.

 

Pronto caería la noche, la tarde aparte de esos 2 incidentes, paso sin novedad. La hora del baño de Ciel se acercaba.

 

-Al fin termine el papeleo - dijo Ciel levantándose de su escritorio - será mejor que le diga a ese tipo que prepare mi baño.

 

Desde la "habitación del Mayordomo" Sebastian terminaba sus labores, cuando la campana de la oficina sonó.

 

-Me llama justo cuando estoy mas ocupado.

 

Rápidamente llego a donde su Amo.

 

-¿Que se le ofrece mi Señor? - dijo haciendo una reverencia.

 

-Prepara mi baño, lo único que quiero es ya dormir, estoy muy cansado.

 

-Si, mi Señor. - salió dirigiéndose a la habitación en la cual estaba el baño, comenzó a llenar la gran bañera con el agua caliente, la espuma y los pétalos de rosas blancas que tanto le gustan a Ciel.

 

-Joven Amo si gusta, su baño ya esta listo.

 

-Esta bien, vamos Sebastian.

 

-Entendido.

 

En cuanto llegaron al cuarto de baño, Sebastian se quito el saco y arremango las mangas de su camisa.

 

-Joven Amo, voy a comenzar a desvestirlo.

 

"¿Pero que? Jamás me dice cuando ya me va a desvestir."

 

-Si, esta bien solo hazlo.

 

Lentamente comenzó desabrochando el pequeño saco azul, después el pantaloncillo, la camisa y el resto de la ropa, Ciel quedo desnudo como siempre ante su Mayordomo, pero no sentía lo mismo que siempre.

 

"Si siempre me ayuda a bañarme, ¿Por que esta vez, el estar frente a el me provoca estas sensaciones?"

 

Sebastian ayudo a que el joven entrara a la bañera, quedando sumergido. Como siempre tomo la fina esponja y comenzó tallando la piel de la espalda de su Amo.

 

Joven Amo, su piel es tan suave, su cuerpo tan pequeño y frágil, su alma al ser mía se que desea algo mas.

 

Paso la esponja ahora por su pecho, rozando uno de los pezones de Ciel, el cual dio un pequeño gemido por el contacto. El pequeño Conde de inmediato cubrió su boca con las manos, sonrojándose de sobremanera.

 

-Parece que es un poco sensible Amo - dijo con exagerada sorpresa -pero parece que el lugar mas sensible de su torso es aquí. - Poso dos de sus dedos cubriendo el pezón del joven, pellizcándolo suavemente.

 

-Maldito, ¡deja de hacer eso! ¡Detente! - Ciel trataba de oponer resistencia, pero la verdad era que lo estaba disfrutando.

 

-¿Seguro que quiere que me detenga?

 

La boca del Mayordomo estaba muy cerca de su oído, y aun no retiraba su mano. Ciel estaba totalmente sonrojado al sentir la otra mano de Sebastian que bajaba lentamente acariciando su vientre.

 

-Se-sebas-t-ian, de-ten e-est-to! - su voz sonaba ya un tanto excitada, y "algo" entre sus piernas iba tomando forma.

 

Esta noche sin duda, será mío Joven Amo.

 

-¿Acaso no se lo dije? Le dije que pronto tendría mi recompensa - dio una pequeña lamida al cuello de su Amo - esa recompensa la quiero hoy.

 

El Mayordomo saco al chico del agua, cargándolo entre sus brazos, al salir del baño lo deposito sobre su cama, con el cuerpo totalmente empapado, el chiquillo tomo una sabana que estaba sobre su cama cubriéndose lo mas que pudo.

 

-Vamos Joven Amo, no haga eso. - el Mayordomo jalo la sabana con delicadeza dejando el pequeño cuerpo a su merced, comenzó a acercarse lentamente a Ciel.

 

-Maldito Demonio pervertido, aléjate de mi. - dijo Ciel tratando de golpear al Mayordomo.

 

-¿Eso es una orden? - tomo los brazos del chiquillo con una sola mano, poniéndolos sobre su cabeza, mientras con la otra se quitaba hábilmente la corbata.

 

"No tiene caso que luche con este demonio, es demasiado fuerte, jamás podría ganarle y ...esto comienza a gustarme. ¿Será mío este demonio que tanto amo, o mejor dicho, yo seré de el?" 

 

Poco a poco el joven fue cediendo, lo único que el demonio esperaba. 

 

La oscuridad del cuarto solo era iluminada por la tenue luz de la luna que se adentraba por entre las cortinas abiertas.

 

-Sebastian, si vas a hacerlo, hazlo de una buena vez, es una orden. 

 

-Si, mi Señor. - una sonrisa apareció en su rostro al ver el rostro de Ciel totalmente sonrojado, el cual trataba de ocultar entre los almohadones de plumas.

 

Lo primero que Sebastian hizo fue soltar las manos de su amo y levantar su rostro para besarlo apasionadamente, introdujo su lengua en la boca de Ciel, tocando cada parte de esa cavidad tan deseada, tan gustosa, tan excitante, moviéndose hábilmente. Su lengua jugueteaba con la del menor, saboreándola e introduciéndola mas hasta casi dejar a su Amo sin respiración.

 

Dejo de besarlo repentinamente, haciendo que Ciel se molestara un poco, Sebastian comenzo a desabrochar el chaleco de su traje, dejándolo de lado para seguir con la blanca camisa mojada, poco a poco iba mostrando su pecho perfecto, hasta dejar ver totalmente su blanco y hermoso torso escultural.

 

Una vez mas poso sus labios sobre los del chiquillo, dejándolo sin respiración.

 

Seguido de esto remarco con su lengua los labios del Conde, bajo su lengua hasta su cuello, y después la bajo hasta uno de sus pequeños pezones. Jugo con el, le daba pequeñas lamidas y leves mordidas arrancando gemidos de su Amo, comenzó a succionarlo con maestría, paso al otro dejando un pequeño rastro de saliva y repitió lo anterior. Lamía el agua de ese frágil y pequeño cuerpo con pasión y lujuria.

 

-Sus pezones se han puesto duros Joven Amo.

 

-Cállate - la vergüenza lo invadía totalmente.

 

-Entonces me pregunto si esto también se ha puesto duro. 

 

El Demonio bajo su boca dando pequeños besos por el vientre del chiquillo, que se estremecía a cada uno, cuando llego al ombligo jugo un poco con este, dando lamidas en su interior, casi al instante siguió bajando hasta que por fin llego al miembro de su Amo, que ya estaba duro y excitado.

 

-Aun es muy "pequeño" mi Señor.

 

-Call…Ahhh!!! - sus palabras fueron interrumpidas al sentir su miembro totalmente en la boca de su Mayordomo.

 

Sebastián jugueteaba con el, su lengua lo recorría de arriba hacia abajo, cabía totalmente en su boca. Le daba pequeñas mordidas y succiones que cada vez iban aumentando mas el ritmo, desbordando una intensa serenata de gemidos por parte del niño. 

 

-Ahhh!!!! S-Se-ba-st-ia-an e-est-oy a pu-nt-to d-de... - no le dio tiempo de terminar su oración, cuando se vino dentro de la boca de Sebastian. Este trago todo el liquido de su Amo, no dejando escapar ni una gota. Ciel lo miraba avergonzado.

 

-¿Q-qu-ien d-demo-ni-ios p-odr-ia t-tra-g-ar e-eso t-an tra-anq-qu-i-lo? - su respiración era agitada. 

 

El Mayordomo solo soltó una risita.

 

-Es un honor si se trata de usted - beso nuevamente sus labios, tocándolos con pasión, pero a la vez con dulzura - y ahora ¿Quiere que pare o que continúe?

 

-Para que lo preguntas si ya lo sabes. - dijo aun sin recuperarse.

 

-Entendido - en un rápido movimiento se despojo de el pantalón del traje dejando a la vista su gran y bien formado miembro.

 

Ciel no pudo evitar quedarse mirando lo que tenia ante el, pensando lo que le esperaba ante Sebastian.

 

-Joven Amo, levante su vista quiero saborear sus labios una vez mas.

 

Maldito, si lo va a hacer con "eso" no quiero imaginar lo que me pasara.

 

Sebastian beso esos tiernos labios apartándose casi al instante. Con cuidado se poso entre las piernas del niño, tomando las piernas de este, abriéndolas y flexionándolas sobre su pecho. El roce de sus partes provocaba que el Conde volviera a excitarse, haciendo que el calor en su interior lo llevara al borde del éxtasis.

 

-Mi Señor, no quisiera herirlo así que si me permite.... - el Mayordomo lamió dos de sus dedos lascivamente, frente al rostro estupefacto de Ciel, después estos mismos los metió a la boca del niño.

 

-Adelante, sienta y saboree Joven Amo.

 

Ciel comenzó a lamer esos dos dedos de una forma bastante tímida.

 

-Creo que ya es el momento perfecto. - saco sus dedos de la boca de Ciel e introdujo lentamente primero uno de esos dedos en la entrada de este, sacándole un pequeño grito de dolor, ante la intromisión en su cuerpo. La entrada era muy estrecha, lo que le dificultaba a Sebastian el tacto, pero a la vez lo excitaba mas.

 

-Joven Amo, meteré el otro ahora.

 

-No digas nada y solo hazlo.

 

-Entendido.

 

Introdujo el segundo dedo, provocando un grito aun mas fuerte.

 

-Pronto se acostumbrara. Pero no grite demasiado, no querrá que los demás se despierten.

 

"Como si me interesara que alguien me escuche, solo quiero sentir dentro a mi hermoso Demonio."

 

Comenzó a mover lentamente sus dedos dentro, dilatándolo, tocando cada parte que le era permitido. Para distraer a su Amo del dolor, con su otra mano tomo de nueva cuenta el pequeño miembro, moviendo su mano de arriba hacia abajo, masturbándolo, moviéndolo con cuidado, sacando una amplia serenata de gemidos y estremecimientos, provocando que el joven se viniera de nuevo, esta vez en la mano de su fiel sirviente que paso la lengua por su mano.

 

El exquisito vaivén de pasión y deseo desbordante comenzaba a llenar la habitacion con las exitantes caricias del Mayordomo y los intensos e incesantes gemidos del Amo.

 

Una vez que el cuerpo de Ciel se acostumbro a esa intromisión, Sebastian saco sus dedos y comenzó a introducir su miembro en esa pequeña y ya tan caliente entrada.

 

-P-par-ra Se-b-a-stia-an, d-uel-le dem-asi-ad-do!!! - Unas gruesas lagrimas resbalaron por las mejillas del Conde ante el dolor que se iba incrementando con esa primera penetración - Sa-c-ca-lo!!!

 

-Pronto se acostumbrara - dijo Sebastian abriendo mas las piernas de Ciel, que seguía sintiendo un horrible dolor.

 

Apenas comenzó a pasar el dolor cuando el Mayordomo dio una fuerte y dolorosa primera embestida.

 

-AHHHHH!!! - grito Ciel sintiendo un dolor mas fuerte que el anterior.

 

"Siento como si mi cuerpo fuera a partirse en dos."

 

-Disculpe Joven Amo, pero ya no puedo aguantar mas.

 

Una vez mas Sebastian embistió a Ciel, el cual seguía sin acostumbrarse a esa intromisión. Sebastian levanto a Ciel de la cama, a la cual estaba aferrado ante esas sensaciones, abrazándolo, seguido volvió a embestirlo, el Conde enterró fuertemente sus uñas en la espalda de su Mayordomo, el cual apenas y sintió esa acción.

 

-Sebastian, duele demasiado - su voz apenas era audible, seguía aferrado con sus uñas y unas lagrimas salían de sus hermosos ojos, uno de ellos marcado por su Demonio.

 

-Pronto se sentirá bien Joven Amo, solo espere un poco. - paso su lengua limpiando las lagrimas que recorrían esas sonrojadas mejillas.

 

La piel del niño estaba perlada por pequeñas gotas de sudor y agua, sus cabellos se pegaban a su rostro.

 

Mayordomo y Amo quedaron quietos por un rato, abrazados, el niño oculto su rostro en el pecho de su Mayordomo. Este levanto por la barbilla ese rostro mirando los brillantes ojos del chiquillo, y viceversa, esos hermosos ojos color escarlata eran lo mas hermoso que el Conde jamás había visto en su vida. 

 

En un momento trato de desviar su mirada, lo que fue evitado por esa mano con una estrella marcada sobre ella.

 

-Joven Amo, solo muéstreme ese encantador rostro y provoque a este humilde servidor a continuar. 

 

Ciel solo asintió con la cabeza, siendo correspondido por un beso, una caricia y un sentimiento de amor.

 

¿Como es posible que yo, un demonio, se haya enamorado de un mortal? Lo amo mi Señor, mi Ciel.

 

Las embestidas comenzaron de nuevo, los gritos ya no existían, solo gemidos de placer. Las primeras fueron suaves, y el ritmo cada vez iba aumentando de nivel. Cada vez eran mas fuertes y profundas llegando a un punto en que el chiquillo también comenzaba a mover su cadera para hacer que el Mayordomo se adentrara mas en su cuerpo. Las manos del Mayordomo recorrieron ese pequeño cuerpo desde la nuca hasta sus piernas, este estaba a punto de correrse dentro de su Amo. Al fin las embestidas cesaron, viniéndose dentro del Conde, quedando abrazados sobre la cama, exhaustos, uno sobre el otro.

 

-Se-b-a-stia-an...T-Te…Amo. - esa aguda voz se quebraba, estando recostado sobre el pecho de el Demonio.

 

Sebastian estaba mas que sorprendido por la confesión, eso no se lo esperaba, jamás. Sus rostros se encontraron una vez mas. Sus labios se fundieron en un beso desbordante de dulzura, pasión y lujuria.

 

La Luna había sido testigo del encuentro entre sus miradas, sus labios, sus cuerpos y sus corazones.

 

-Yo también lo amo, y jamás me apartare de su lado, jamás.

 

El Mayordomo se levanto de la cama, se vistió el y vistió rápidamente a su amado.

 

-Mañana preparare su ducha por la mañana, no creo que quiera que lo miren en ese estado, y también cambiare las sabanas. - una sonrisa se asomo en el Mayordomo.

 

-Idiota - Ciel sonrió sinceramente, mientras Sebastian lo cobijaba. 

 

-Con su permiso me retiro - la pequeña mano de su Amo lo retuvo del brazo, antes de hacer una reverencia.

 

-Quédate conmigo hasta que me quede dormido.

 

-Si, mi Señor. - este se recostó a un lado del niño, abrazándolo fuertemente - Siempre lo protegeré.

 

Después de un rato Ciel se quedo dormido, el Mayordomo, se levanto de la cama.

 

-Sebastian, Te Amo. - dijo entre sueños el niño. 

 

El Demonio sonrió saliendo de la habitación, pensando en su Amo, solo en el.

 

Jamás lo dejare solo, aunque debiera.

Notas finales:

Gracias por leer, actualizare cada miercoles sin falta.

Cualquier comentario es bien recibido. =^.^=


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