Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La entrevista. por Arukxa

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pues aquí está la entrevista. Deciros que está situada, cronológicamente, el día después de que Oliver y Benji hagan el trabajo de historia en la biblioteca. ¿El por qué de esto? Porque era la idea que tenía al principio y decidí no cambiarla.


Una advertencia, esto no se parece en nada a cualquier entrevista que podáis leer en revistas, periódicos y demás, ya que lo he planteado más como un capítulo extra en sí, que como una simple entrevista. De todos modos, espero que os guste.


¡Feliz lectura! ^.^ 

*La entrevista.*


Es domingo, veintitrés de octubre, doce menos cinco de la mañana y hace bastante frío en la calle. La temperatura ha bajado hasta los seis grados prácticamente. Por suerte, al haber quedado con los chicos en una cafetería, no tengo que hacer frente al frío de la mañana. He quedado con Daniel y Oliver en esta misma cafetería a las doce en punto, la pregunta es ¿llegarán los dos chicos a la hora o me tendrán esperando durante un tiempo indefinido? Bueno, eso sólo el tiempo me lo dirá.


Aburrida, mato el tiempo escuchando música y garabateando en una de las hojas que he traído, dándole un trago a mi bebida cada cierto tiempo, desviando mi mirada hacia el jefe del local que, muy amablemente, me ha invitado, deseando que Christian estuviera hoy aquí ayudándole… Al menos así podría contarme sus últimas aventuras con Paolo o con Rafa, quién sabe.


La puerta se abre, aunque yo, centrada en la canción que ahora estoy escuchando, no le doy demasiada importancia. Total, estoy segura de que esos dos llegarán tarde, después de todo, no tienen a Natalia para meterles prisa. Por ello, no puedo más que sorprenderme cuando alguien me tapa los ojos con las manos, unas manos completamente heladas debería añadir, mientras me susurra al oído la consabida pregunta:


— ¿Quién soy?


Suspiro para mí, ya que no me hace falta ni pensar durante un instante en la respuesta, y, así, contesto:


— Oliver García Díaz como no quites tus congeladas manos de mi cara en este mismo momento, te juro que desearás no haber nacido.


— Vale, vale. Joder, cómo nos ponemos por una bromita de nada —oigo decir al pelirrojo, que se aleja de mi espalda para sentarse a mi izquierda—. Ni que te hubiera metido las manos por dentro de la camiseta.


— Creo que si hubieras hecho eso, ya no tendrías manos —se ríe Daniel, que, tras darme un par de besos y quitarse el abrigo, se ha sentado a izquierda de Oliver, quedando justo frente a mí.


Les miro. Oliver está quitándose el polar en este mismo momento, pudiendo ver así la camiseta negra con el símbolo de la banda Avenged Sevenfold que lleva puesta, conjuntada con unos simples vaqueros desgastados. Por su parte, Daniel va un poquito mejor vestido, habiendo aprovechado la ocasión para estrenar uno de esos pantalones que Oliver le compró el otro día en el centro comercial, junto a una camiseta blanca con un dibujo a rayas en negro.


— Entonces, ¿qué se supone que estamos haciendo aquí? —Me interroga el mayor nada más sentarse.


— Vais a ser entrevistados, ¿te parece poco? —Le pregunto a mi vez, girando un poco la cabeza para mirarle.


El chico me mira pensativo durante unos breves instantes, para, acto seguido, responderme:


— Bueno, vale, acepto. Pero que sepas que tengo derechos de imagen, así que nada de fotos, y más te vale escribir exactamente lo que te digo, ¿me oyes? Nada de poner luego algo que yo no he dicho.


— Tranquilo, no pensaba hacerlo —le confieso.


— Y entonces, ¿cómo va esto, haces una pregunta y respondemos los dos o qué? —Habla ahora Daniel, interesado.


— No. Tengo una pequeña lista con todas las preguntas, y para quién son, así que las haré y contestará al que va dirigida.


Ambos chicos asienten con la cabeza, dándome a entender que lo han comprendido. Y, al ver que el camarero se ha acercado para atenderles, aprovecho para sacar la libreta donde tengo apuntadas las preguntas mientras ellos piden.


— ¿Le has visto? —Oigo murmurar no demasiado bajo a Oliver de la que el camarero se aleja—. Vaya cómo está el camarero.


Alzo un poco la vista, centrándola en el chico del que están hablando, reconociéndole como el mismo que me atendió a mí.


— Es hetero —comenta sin demasiadas ganas Daniel, apenas mirando al joven un segundo.


— ¿En serio? ¿Y cómo lo sabes? —Le interroga el pelirrojo, sorprendido—. ¿Es que tienes algún tipo de radar y nunca me lo has dicho o qué?


Daniel empieza a reírse, negando con la cabeza y señalando a una chica que está sentada, sola, en el otro extremo de la cafetería.


— ¿Ves a esa chica? Pues cuando entramos estaban besándose. Por eso sé que es hetero.


Oliver chasquea la lengua ligeramente decepcionado, y su gesto no se arregla demasiado cuando el chico vuelve para traerles las bebidas: una coca-cola para Oliver, y, cómo no, un batido de chocolate para Daniel.


— Bueno, a ver chicos, ¿empezamos ya?


Ambos asienten, así que vuelvo a centrarme en la hoja que tengo frente a mí, empezando a hablar:


— A ver, primera pregunta y es para Oliver —el chico se acomoda en su asiento, dándoselas de importante—. Moonlover quiere saber qué harías con un gimnasio cerrado, una botella de vodka y Benji.


— ¿Un gimnasio cerrado, vodka y Benjamín? —Repite el pelirrojo mirándome ahora completamente extrañado.


Asiento con la cabeza, esperando por la respuesta del joven.


— Bueno, pues… ¿Qué tipo de vodka es? Porque ya sabes que aunque me gustan todos, prefiero el…


— Creo que le da igual el tipo de vodka, Oliver —le interrumpe Daniel—. Elige el que quieras.


El pelirrojo le mira de mala manera por la interrupción, pero sigue hablando:


— Vale, bien. ¿Y por qué el imbécil? ¿Qué crees que me voy a poner a jugar a la botella con él? Porque no, ¿sabes? No pienso hacerlo. Ni muerto me liaría con él, ¡antes me tiro a la canasta de baloncesto! —Alzo una ceja, imaginándome la escena—. Y respecto al vodka, ¡pienso bebérmelo yo todo, que conste! ¡No pienso dejarle ni una mísera gota!


— Así que tu respuesta sería… —le aliento, haciendo un par de gestos con la mano.


— Beberme el vodka yo solito, e ignorar por completo al imbécil, por supuesto.


Asiento con la cabeza, viendo cómo, mientras Oliver parece ofendido por la pregunta, Daniel esconde su enorme sonrisa tras una mano.


— Vale, vale, entonces te bebes tú sólo la botella y esperas a que os saquen de allí, ¿cierto?


— Exactamente. ¿Otra pregunta?


Aguantándome la risa, asiento de nuevo, pasando a la siguiente pregunta, también para Oliver:


— Pues Saúl quiere saber cuál es la apuesta más absurda que has aceptado y ganado.


— ¿La apuesta más absurda? —Repite el pelirrojo sorprendido.


El chico se calla, pensativo, seguramente rememorando todas esas apuestas que ha hecho durante su vida. Aunque, al minuto más o menos, se vuelve hacia Daniel.


— ¿Se te ocurre alguna? Es que ahora mismo no sé cuál decir.


El rubio le mira en silencio durante unos instantes, para luego negar con la cabeza.


— Ni idea. Todas me parecen igual de absurdas —responde el menor dando un trago a su bebida.


— ¿Y qué tal la del beso? —Propone el pelirrojo—. Vale que no fuera demasiado absurda, pero sí que lo fue lo de después.


— ¿La del beso? —Le pregunto deseosa de que explique.


— Sí. Fue el año pasado, a mediados de curso. La profesora de lengua dio a luz y se cogió una baja por maternidad, así que nos pusieron un sustituto…


— ¡Ah! Vale, ya, sí. ¿Julián, verdad? —Le interrumpe Daniel, rememorando—. Veintiséis años aproximadamente, rubio, ojos verdes, alto, musculoso… Sí, creo que ya le recuerdo.


— Exactamente, Julián —se ríe Oliver—. Bueno, como decía, le tuvimos un par de meses como profesor y tutor, y, justamente el último día que nos daría clase, a mi hermana y a éste les dio por decirme que no me atrevería a darle un morreo delante de toda clase como forma de despedida.


— Y tú, cómo no, acabaste aceptando —murmuro sabiendo perfectamente la respuesta.


— Por supuesto —asiente—. Así que, mientras todos se despedían del profesor, yo me acerqué a él, aparté un poco a una compañera de clase que estaba hablando con él, le cogí por el cuello de la camiseta y le besé.


Las risas no son precisamente bajas al escuchar el relato, más aún cuando Daniel añade algo más.


— Yo recuerdo que toda la clase se quedó en silencio en ese instante. Y que hasta que Oliver no se separó y le dijo a Julián “Espero volver a verte”, ninguno de nuestros compañeros salió del shock.


Sin poder evitarlo, sigo riéndome al imaginarme la escena.


— Pero eso no fue todo —agrega Oliver de repente—. El caso es que, un par de meses más tarde, me encontré con Julián en un bar.


— ¿Qué? ¡Eso no me lo habías dicho! —Exclama Daniel, enormemente sorprendido.


— ¿Y qué pasó? —Le interrogo.


Oliver me mira, poniendo una expresión que he aprendido muy bien a distinguir.


— Me lo tiré. Me dijo que desde ese beso que le había dado no podía dejar de pensar en mí, que le había sorprendido el descubrir que yo también era gay o algo por el estilo, no lo recuerdo —me dice haciendo un vago gesto con la mano—. Lo importante es que acabamos haciéndolo en uno de los baños.


— ¿Y qué fuiste, activo o pasivo? —Oliver no dice nada, sólo se encoge de hombros ante mi pregunta—. Oh, venga. Después de soltarnos todo eso, ¡no puedes no contestar a la pregunta!


— Vale, vale —el chico suspira, mirándonos a ambos y esbozando una sonrisa antes de contestar—. Ambos —le miramos sorprendidos—. Es que después del bar, nos fuimos a su casa.


Las risas aumentan, y estoy más que segura de que algunos de los que están en la cafetería se han girado para observarnos, curiosos.


— Eres un cabrón. Mira que no habérmelo dicho hasta ahora… —habla Daniel, dándole un ligero puñetazo en el hombro a su amigo—. ¡Deberías habérmelo contado o ese mismo día, o al día siguiente!


— No estabas en la ciudad cuando pasó —se excusa el mayor encogiéndose de hombros. Daniel le mira interrogante—. Fue la semana ésa que estuviste en Italia.


— ¡Pues deberías haberme llamado entonces! —Protesta igualmente el rubio, poco dispuesto a no salirse con la suya—. O, al menos, habérmelo dicho cuando volví.


— Haya paz, haya paz —intervengo alzando un poco las manos y logrando calmar los ánimos.


Los chicos parecen dejar la discusión para después. Daniel bebe un trago de su batido y Oliver vuelve a alegrarse el echarle un nuevo vistazo al camarero, todo mientras yo busco la siguiente pregunta.


— Bueno, ésta es para Daniel —hablo haciendo que el chico se centre en mí, curioso—. Y dado que es un poquito problemática, te dejo elegir entre responderla o no, y qué quieres responder, ¿vale?


El chico parece sorprendido e intrigado a partes iguales, al igual que Oliver, quien, tras cruzar una breve mirada con su amigo, intenta echar un vistazo a mi libreta para leer la pregunta.


— “Saúl quiere saber cuándo, cómo y con quién fue tu primera vez” —lee el pelirrojo, enseriando su tono según va leyendo.


Se hace el silencio. Ni siquiera Oliver se atreve a hacer algún comentario gracioso de los suyos, sino que, en vez de eso, mira a su amigo, esperando que se decida.


— Si quieres, podemos pasar a la siguiente pregunta —le recuerdo.


El rubio centra su mirada en mí, todavía sin saber qué hacer. Aunque, tras otro par de segundos de incómodo silencio, el chico niega con la cabeza.


— No pasa nada, tranquila. Cuándo, cómo y con quién, ¿cierto?


— Sí. Exacto.


— A los catorce casi quince. Con Oliver. En cuanto al cómo fue… —Daniel se detiene, pensando en cómo continuar—. La verdad es que no me gusta hablar de ello, así que sólo diré que fue a causa de un desengaño amoroso pero que no me arrepiento de lo ocurrido.


Miro a Oliver por si quiere añadir algo más, pero éste simplemente tiene la mirada fija en su amigo, así que no parece que vaya a decir nada. Por ello, decido que lo mejor que puedo hacer es seguir con las preguntas.


— La siguiente pregunta es para…


— Espera que ahora quiero preguntarte yo algo —me suelta Oliver de repente—. ¿Por qué, si se supone que soy un gran manipulador, soy el único al que manipulan? ¡Y no me digas que no es cierto, porque sabes que es así!


— Bueno… —empiezo a decir, rascándome la nuca nerviosa.


— A ver Oliver, para eso no hace falta darle mucho al coco —me interrumpe Daniel, logrando que el pelirrojo se vuelva hacia él—. Puede que seas un gran manipulador, pero la verdad es que, cuando ya se te conoce, es muy fácil conseguir que hagas lo que queramos. Y si te opones, hacemos una apuesta y ya está—añadió el rubio encogiéndose de hombros.


— Cabrón —farfulla de mal humor el pelirrojo, cruzándose de brazos, aunque no por ello se queda calladito—. ¿Y qué es que para ti no hay preguntas?


— Pues no. Para mí no hay preguntas. Esto es una entrevista para vosotros, así que no, nada de preguntas para mí —le explico.


De nuevo, obtengo otra mala mirada de parte del pelirrojo, pero no le hago demasiado caso. En vez de eso, decido centrarme en el resto de preguntas.


— Otra pregunta para Oliver de parte de Moonlover. Ahora quiere que le confirmes si eres pasivo y activo, y que le digas qué lugar escogerías con Benji.


— ¿Por qué en todas mis preguntas tiene que aparecer ese idiota? —Protesta el pelirrojo, ofendido.


— No soy yo quien hace las preguntas, Oliver, así que limítate a contestar, por favor —le pido con una sonrisa cordial, mientras veo que, por su parte, Daniel intenta aguantarse las risas.


Si las miradas matasen, sé que, en este mismo momento, estaría criando malvas en el cementerio. Pero, como no lo hacen, lo único que hago al ver la mirada que Oliver me obsequia, es encogerme de hombros, ampliando mi sonrisa.


— ¿Vas a responder?


El gesto serio se agrava, pero, por suerte para todos, Oliver decide pensárselo mejor y empieza a hablar.


— Sí, soy activo y pasivo, más activo que pasivo, a decir verdad, ya que no hago de pasivo con todo el mundo. Ya está, pregunta respondida, pasemos a la siguiente.


Arqueo una ceja, mirándole fijamente.


— Te falta responder a la segunda parte de la pregunta, Oliver —le recuerdo—. ¿Podrías decirnos qué lugar escogerías con Benji?


Oliver suspira, seguramente acordándose de toda mi familia al recordarle esa segunda parte en vez de pasar a otra pregunta. Por suerte, no tarda demasiado en responder:


— En el muy hipotético caso, tan hipotético que roza lo absurdo y sobrepasa la realidad para convertirse en algo sumamente irreal debería añadir. Bueno, en el caso de que yo, entiéndase por eso mi adorada persona, me interesase por él, entiéndase por eso el gilipollas de turno, y estaría lo suficientemente borracho, drogado y demás como para pensar siquiera en liarme con él hasta el punto de tener que follar con él… Sin olvidarnos ni un instante de que estamos hablando de un supuesto tan supuesto que sólo pasará en tus más pervertidos sueños y que más te vale que yo no sepa nada de eso o sino tendré que enfadarme y vengarme y…


— ¿Oliver, podrías centrarte, por favor? —Le corto—. Gracias.


— Vale, me centro. Bueno, pues en todo ese caso, sería, por supuesto, activo. ¡Ni muerto le cedo mi culo a ese imbécil! —Añade.


— ¿No ves cómo no era tan difícil responder? —Le pregunta Daniel, riéndose por lo bajo.


Ni siquiera el puñetazo en el brazo del pelirrojo logra que Daniel pare de reírse.


— ¿Ah, sí? Pues si tan sencilla te parece, ¿por qué no respondes tú también, eh listillo?


Daniel le mira sorprendido, para luego mirarme a mí. Me encojo de hombros, ya que no tengo pensado meterme en una pelea entre ellos a no ser que sea para calmar los ánimos como hice antes.


— No me lo tiraría, no es mi tipo.


— ¿Y el mío sí? —Le interroga el pelirrojo, sin darle oportunidad de escaquearse.


— Pues sí, la verdad es que sí. Moreno, alto, con algo de músculo aunque no demasiado… Al menos físicamente lo es.


Oliver bufa, enojado, seguramente pensando en una más que posible réplica mordaz para el rubio, aunque, antes de que pueda empezar a hablar, Daniel continúa:


— Pero, en el caso de que me interesara por Benjamín, no sé… Quizás la primera vez me dejara como pasivo, pero a la segunda me follaría ese lindo culito que tiene.


— ¡¿Le has mirado el culo?!


— ¿Acaso tú no? Joder, Oliver, vale que sea hetero y que no puedas ni verle, pero no puedes negar que está bueno.


Sin cambiar para nada la expresión de perplejidad y repugnancia de su rostro, Oliver posa una mano en la frente del rubio, quedando así un par de segundos antes de bajar la mano y volverse hacia mí.


— Pobrecito —me dice—. Está tan enfermo que ha empezado a delirar y ya no sabe lo que dice… ¿Sabes de algún manicomio por aquí cerca? Porque, sinceramente, está para encerrar… de por vida, además.


Sin poder hacer algo más que seguir riéndome, veo cómo Daniel le pega una colleja a Oliver quien no tarda en quejarse, sobándose la nuca con una mano.


— ¡Joder, eso duele! ¿Por qué me pegas?


— Para ver si así se te pasa la tontería, pero veo que ni con estas dejas de decir estupideces —le responde el rubio enfadado—. ¿Podemos seguir?


— Como queráis —les digo—. A ver, siguiente pregunta para Oliver, ésta de parte de Piero. ¿Tendrás sexo con una mujer por mucho dinero?


Oliver me mira con los ojos abiertos de par en par, tal y como si hubiese dicho la aberración más grande de toda la historia; poniendo una mueca de asco.


— El único contacto íntimo que he tenido con una mujer, fue cuando mi hermana y yo nos bañábamos juntos cuando éramos pequeños. Y prefiero que la cosa siga así. Así que lo siento pero no. Ni por todo el dinero del mundo lo haría con una tía… Lo siento, pero soy tan inalcanzable para las mujeres, como irresistible para los hombres…


Al instante, Daniel y yo alzamos una ceja, escépticos por esta última afirmación del pelirrojo.


— Parece que no tienes abuela… —susurro por lo bajo sin poder evitarlo, a lo que Daniel me apoya asintiendo levemente—. Bueno, sigamos. Esta pregunta es de nuevo de Piero, aunque esta vez es para Daniel. ¿Cuántas mamadas has dado?


El chico alza una ceja, seguramente sorprendido por la pregunta, mientras que, por otra parte, Oliver me mira entre ofendido y sorprendido.


— ¡Eh! ¿Por qué a Daniel le hacen siempre las preguntas más pervertidas y yo tengo que responder preguntas en las que sale el imbécil de turno?


— Será porque reconocen que yo soy más pervertido que tú —se ríe el rubio, desviando luego la mirada hacia mí—. En cuanto a la pregunta… Pues la verdad es que ni idea. Después de todo, ¿quién cuenta esas cosas? Es como si me preguntas cuántas veces he follado, no te lo puedo decir porque no me dedico a ir apuntándolas en ningún papel para después ir pavoneándome por ahí de ello.


— ¿Que no qué? —Interviene Oliver, lanzando una carcajada—. ¿Y cuándo entramos en algún sitio y me dices “mira, ¿ves ése tío de ahí?, pues a ése me lo he tirado”? ¡Eso, por si no lo sabes, es pavonearse!


— Pero es que contigo es otra cosa, Oliver. Además, tú también lo haces, no puedes negármelo. ¿O acaso me vas a negar que, nada más entrar, me señalaste a un chico y me dijiste “a ése me lo tiré hace un par de semanas”? —Le dice, volviéndose después hacia mí—. De todos modos, no puedo decir un número porque no lo sé. Vale, sí, es cierto que suelo mamársela a casi todos con los que follo, pero de ahí a contarlas…


— ¿Cómo que a todos? —Le interrumpe de nuevo Oliver, ligeramente ofendido—. Pues en ese caso me debes una mamada. ¡Ayer no lo hiciste, así que me la debes!


Daniel se vuelve hacia el chico, alzando la ceja levemente sorprendido por ese arranque. Aunque pronto la incredulidad desaparece, pudiendo ver algo demasiado parecido a la lujuria en su rostro. Así, el chico se inclina hacia su mejor amigo, susurrándole unas palabras que, pese a todo, puedo escuchar con facilidad.


— Déjame ser activo y te juro que te haré la mejor mamada de toda tu vida —le dice acariciando sutilmente el muslo interno del chico con la mano.


Daniel se separa, recomponiendo totalmente el gesto para sonreírme contento, guiñándome un ojo incluso. Por mi parte, desvío mi mirada hacia Oliver, que parece necesitar su tiempo para reponerse.


— Esto… Oye, una preguntita sin importancia… ¿Te importaría que nos escapáramos un ratito? Te prometo que después volvemos y seguimos con la entrevista ésta… ¿Qué me dices? ¿Podemos?


Aguantándome las ganas de reírme a carcajada limpia por toda esa desesperación que puede percibirse con claridad en el tono del pelirrojo, le respondo:


— Si quieres que me vengue de vosotros de formas que ni podrías imaginarte, por mí adelante, podéis hacer lo que queráis —le aseguro mirándole fijamente a los ojos, sonriendo de forma completamente inocente, tal como si no hubiera roto un plato en mi vida.


Oliver traga saliva, totalmente acojonado, negando unas cuantas veces con la cabeza.


— No, no, tranquila, no hace falta que te vengues… Ya dejaremos esto para otro día…


Sonrío feliz, encogiéndome ligeramente de hombros, dando a entender que la decisión ha sido sólo suya y el que pensara vengarme no ha tenido nada que ver en su respuesta final. Por su parte, Oliver se vuelve hacia Daniel, mirándole compungido y con una mano sobre su corazón.


— Daniel, lo siento, lo nuestro es imposible. Para un día que estoy dispuesto a hacer de pasivo, el Destino se pone en nuestra contra… —le dice posando una de sus manos en el hombro del rubio—. Acéptalo, tu Sino es seguir siendo el pasivo de nuestra relación. Pero eso sí, yo quiero mi mamada.


Al contrario que antes, ahora soy incapaz de aguantarme la risa, así que acabo lanzando una carcajada al aire. Mientras que, por otra parte, Daniel resopla resignado, sacudiendo la cabeza antes de hablar:


— Eres idiota.


Dicho esto, el chico se vuelve hacia mí, y, sin dejar intervenir a Oliver, continúa hablando:


— ¿Siguiente pregunta, por favor?


Controlo mi risa, centrando la mirada en la libreta, buscando la nueva pregunta, aunque, en vez de hacerla, me vuelvo hacia Oliver:


— ¿Vale la pena dar el culo para que Daniel te haga un oral? —Le pregunto.


El chico parece no tener que pensarse la respuesta, ya que me contesta al instante.


— Definitivamente, sí. Vale la pena.


Daniel suspira por lo bajo, lanzándonos una mala mirada al oír nuestras risas.


— ¿Siguiente pregunta? —Repite enseriando el tono de voz.


— Encima de que te estoy alabando… —le dice el pelirrojo poniendo ojitos de cordero degollado.


— Vale, vale, ahora voy… —le digo al ver la furibunda mirada de Daniel a Oliver—. A ver, ésta es para Oliver, de parte de Moonlover…


— Espera, ¿ésa no es la que me hace las preguntas sobre el idiota? —Asiento—. Entonces me niego a contestar —me dice el chico cruzándose de hombros—. Estoy seguro que será otra pregunta sobre el imbécil, así que, sintiéndolo mucho, paso de contestar.


Suspiro cansada, mirándole:


— No es sobre Benjamín —le aseguro.


Oliver me mira en silencio, meditando sobre si le estaré mintiendo o no. Por suerte para todos, parece creerme, así que asiente, esperando que le haga la pregunta:


— La pregunta dice así: “no te ves saliendo con nadie pero habrás pensado en esto, ¿qué verías en alguien con quien, por muy loco que te parezca ahora, saldrías?”.


El pelirrojo se queda callado, pensando en la respuesta. Por su parte, Daniel le da otro trago a su batido, acabándolo por fin, antes de mirar a su amigo:


— Bueno, el físico ya lo he dicho yo, ¿no? —Le alienta.


— ¿Morenos, altos y con algo de músculo? —Le recuerdo.


Oliver se encoge de hombros, empezando a hablar:


— No es que tenga un tipo fijo, pero sí que me llaman más la atención los morenos así.


— Si fuera así, nunca te habías interesado por Daniel —sonrío.


— Sí. Dani es todo lo contrario a lo que habéis dicho: rubio, bajo y esquelético —se ríe el pelirrojo—. Es el amante de bolsillo perfecto.


— Te la estás jugando —le advierte a su vez el aludido—. Además ya que te dije ayer que si yo era un amante de bolsillo, tú eres el perrito perfecto.


La risa de Oliver desaparece, pasando a la molestia y el enojo por el comentario del pequeño.


Poco dispuesta a dejar que empiecen con una nueva discusión, más que nada porque si la cosa así me tendrán todo el día con esto, chasqueo los dedos, atrayendo la atención de ambos chicos.


— Bueno, y qué más. Porque supongo que el físico no es lo único, ¿cierto? —Le pregunto.


— El físico es importante. Nunca te liarías con un cardo cuando puedes hacerlo con un tío que está como un tren, por mucho que el feo sea un encanto y el buenorro el tipo más estúpido que has tenido la desgracia de conocer. Y quien diga lo contrario miente. Pero sí que es cierto que no es lo único.


— ¿Entonces? ¿Qué más buscarías en ese alguien?


— Sobre todo que no se avergüence de lo que es y que por supuesto, no sea hetero. No quiero problemas con los heteros, es más, cuanto más lejos mejor. No soy como Daniel, que es capaz de molestar un día sí y otro también a un hetero sólo para echarse unas risas.


— Ni que lo hiciera siempre —masculla el rubio por lo bajo.


— Lo estás haciendo con el idiota ése, ¿no? —Le recuerda Oliver.


— Sí, pero eso es por otra cosa —le dice el otro, encogiéndose ligeramente de hombros.


Oliver arquea una ceja, intrigado, pero, quizás sabiendo que Daniel no dirá palabra, sigue con la pregunta.


— También que sea alegre, que se lleve bien con mis amigos… Vamos, lo típico. Y que no sea posesivo, vamos que no pretenda controlarme todo el tiempo. Sinceramente, mi ex lo hacía y no era nada agradable —añade sacudiendo la cabeza—. Y, no sé, no se me ocurre nada más ahora.


— Creo que con esto nos vale.


— ¿Siguiente pregunta, entonces?


Asiento, mirando la libreta.


— Otra de Piero para ti, Oliver. ¿A qué edad y con quién perdiste tu virginidad y en qué rol?


— ¿Puedo decirlo todo? —Me pregunta pícaro.


— No. Pretendo contarlo en una historia aparte. Pero puedes decir algo.


El chico asiente, pensativo, esbozando una pequeña sonrisa antes de empezar a hablar por fin.


— En ese caso, sólo diré que fue un catorce de agosto, que tenía catorce años y que no fue con Daniel. El si hice de pasivo o de activo y con quién fue, lo sabréis más adelante.


Sin borrar la sonrisa de su cara, Oliver me mira:


— ¿Digo algo más o lo dejo así?


— Así mejor —le digo, haciéndole encogerse de hombros—. A ver, Oliver, penúltima pregunta, ésta de parte de Belial: ¿dónde es el sitio más raro donde lo has hecho y con quién?


Daniel, que durante los últimos minutos había estado más centrado en la gente de la cafetería que en las respuestas, parece centrarse de nuevo en nosotros, alzando una ceja, intrigado.


— ¿Y ésa pregunta es para Oliver? —Me pregunta ligeramente sorprendido. Asiento—. Pues qué poco nos conocen, la verdad.


— Sí —se ríe el mayor dándole la razón—. Mira que no saber que Daniel me gana en esto… Pero bueno, fijo que es por lo de que fue idea mía lo de hacerlo en el probador.


— O por lo que me contaste de Julio en la biblioteca —comenta pensativo el rubio.


— Cierto, cierto, ya lo había olvidado —confiesa Oliver sin darle demasiada importancia—. A ver… El con quién está claro: Daniel. Él es el único con el que acabo haciéndolo en sitios raros —se ríe—. En cuanto al lugar… No sé, se me ocurren varios, la verdad: el baño del avión, cuando casi acabamos por hacerlo en el ascensor de esas oficinas, el mítico polvo en el cuarto de mantenimiento del colegio…


— En el armario de tu abuela… —continúa Daniel.


Oliver se queda mudo, volviéndose hacia Daniel confundido.


— ¿El armario de mi abuela?


— Sí, ¿no lo recuerdas? Ése tan grande que está en el despacho de tu padre, en su oficina —se explica el chico—. Acabamos haciéndolo allí mientras tu padre estaba al otro lado con unos clientes. ¡Y todo por tu loca idea de darle un susto a tu padre!


Los ojos de Oliver se abren aún más cuando el chico recuerda ese día, empezando a reírse a carcajada limpia.


— ¡Te juro que no lo recordaba!


— Pues yo sí que lo recuerdo. ¡Casi nos pillan! Hiciste demasiado ruido y hasta recuerdo que uno de los tipos que estaba con tu padre preguntó que qué era ese ruido que se escuchaba.


— Pero al final no nos descubrieron —le recuerda.


— No, pero sigo pensando que tu padre sabe lo ocurrido.


Oliver se encoge de hombros diciendo algo sobre que, si aún no les ha dicho nada después de todo ese tiempo que ha pasado, será porque en verdad su padre no sabe nada.


— Y bueno —añade mirándome—. ¿Cuál dices que es esa última pregunta y para quién es?


— Para ambos —respondo—. Es de Schatten y quiere saber si habéis estado en un trío o una orgía los dos juntos y, si la respuesta es sí, cuándo y cómo fue.


El silencio vuele a la mesa mientras los dos chicos piensan la respuesta, acabando por hablar los dos al mismo tiempo.


— Sí —me asegura Daniel.


— No —responde Oliver.


Les miro confundida por esta respuesta tan dispar, viéndoles tan sorprendidos y confundidos como yo.


— ¿Sí? ¿Cómo que sí?


— ¿No? ¿Cómo que no?


— A ver, espera —habla el pelirrojo alzando un poco sus manos—. ¿Por qué dices que sí? ¿Cuándo he estado yo en un trío o en una orgía contigo? ¡Me acordaría!


— ¿Cómo puedes no recordarlo? Que no recuerdes lo del armario vale, ¿pero esto? ¡Si fue idea tuya! —Exclama el rubio.


Oliver parece pensarlo un poco más, pero finalmente niega con la cabeza.


— Nada, no recuerdo nada.


— Este año, en verano, a mediados de julio, ésa semana que estuvimos de vacaciones en Grecia. ¿No recuerdas a ese griego que tanto te gustaba, ése que vimos en la playa?


— ¿El castaño ése que Natalia decía que estaba muy bueno? —Le pregunta Oliver, haciendo memoria.


— Sí, el mismo.


— Recuerdo que sí, que dije de hacer un trío… Pero no recuerdo que al final lo hiciéramos.


Frustrado, Daniel pone los ojos en blanco, respirando profundamente varias veces antes de hablar:


—  Lo hicimos, en la playa. Nos escaqueamos una noche que tus padres y Natalia fueron a ver no se qué espectáculo, y tú y yo nos fuimos a la playa a darnos un baño nocturno. Le encontramos allí y acabamos haciéndolo. ¿Lo recuerdas ya?


— Mmm… No. Vamos, recuerdo lo de que fuimos a la playa, pero no recuerdo lo del trío… Aunque seguro que todo eso que tomamos antes tiene algo que ver.


— Sí, seguramente —asiente Daniel, esbozando una sonrisa al recordar ese dato.


— Entonces… ¿Cómo fue? —Intervengo inclinándome un poco hacia delante.


— Pues resumiéndolo muy mucho, acabamos tirándonos al griego. Primero Oliver y luego yo. La verdad es que fue una noche bastante movidita —se ríe el rubio—. ¡Lástima que no volviéramos a verle!


— ¡Eso sí que lo recuerdo! —Exclama el pelirrojo, feliz—. Se iba a no sé dónde, ¿cierto?


El chico asiente, encogiéndose de hombros. Por mi parte, y viendo que se me hace tarde, decido empezar a despedirme ya:


— Bueno chicos, hasta aquí por hoy. Muchas gracias por haber venido y por contestar a todas las preguntas —les agradezco.


Los chicos me sonríen haciendo un leve gesto con la mano, quitándole importancia al asunto a pesar de que les haya hecho “madrugar”. ¿Será quizás porque temen que me vengue de ellos? Bueno, da igual.


— Y ahora, mucho me temo que tengo que irme —continúo recogiendo las pocas cosas que he traído conmigo y levantándome de mi asiento.


— ¿Ya te vas? —Me pregunta Oliver con cara de cachorrito desvalido—. Yo creía que tras esto iríamos a dar una vuelta por ahí. Venga, quédate —me suplica.


— Me encantaría pero no puedo. Tengo que hacer unos recados y terminar unas cosas. Otro dría te prometo que te acompaño donde sea. Y ahora adiós. ¡Portaros bien!


Me despido de ambos con dos besos en la mejilla y, acto seguido, salgo de la cafetería dejándoles allí dentro.

Notas finales:

No hay nadie en el escenario. Una cabellera pelirroja se asoma, mira al público expectante y, suspirando, avanza hacia el escenario, arrastrando a un chico rubio que intenta desasirse mientras maldice al otro en voz baja.


Finalmente, ambos se quedan de pie frente al atril, lugar donde el pelirrojo posa unas hojas que acababa de sacar del bolsillo de su vaquero y, carraspeando, se acerca al micrófono y empieza a hablar:


— Aclarar que la frase “parece que no tienes abuela” es una frase hecha que en España se usa sobre alguien que no es modesto, que está todo el rato diciendo lo maravillo y estupendo que es. Y como se supone que eso suelen decirlo las abuelas, se les dice esa frase.


»Y ahora —continúa el chico de mala gana—, y dado que la vaga de la autora nos acababa de dejar tirados de mala manera para hacer sabe Dios qué cosas, nos toca a nosotros despedirnos… —Se detiene, mira al público, y vuelve a hablar—. Adiós.


Dicho esto, Oliver recoge sus cosas y empieza a alejarse, para gran consternación del rubio.


— ¿Qué? ¿Me has arrastrado hasta aquí sólo para decir “adiós”? Ah, no. ¡Ahora mismo vuelves y te despides bien! —Le dice obligándole a volver junto al atril.


Tras una mala mirada en dirección a su amigo, Oliver vuelve a coger las hojas, empezando a leer lo que hay escrito en ellas con tono monótono:


— “Pues hasta aquí por hoy. Espero que os haya gustado esta entrevista, y que os lo hayáis pasado bien al leerla…” Bla, bla, bla… “Espero volver a veros el viernes” Bla, bla, bla… Dios, esto es un coñazo —el pelirrojo rompe las hojas, tirándolas al suelo y volviéndose luego hacia la multitud—. Sólo decir que, si vuelve a haber una entrevista, al próximo que me haga una pregunta sobre el imbécil, le mato. ¿Está claro? Bien. ¿Así te sirve? —Añade mirando a Daniel.


El chico asiente, sabiendo que no va a obtener mucho más de su amigo.


— Vale, pues nos vamos. Espera… ¿Esto quiere decir que también tenemos que responder nosotros a los reviews?


— Ni idea… Supongo que podemos encasquetárselos a Arukxa —respode Daniel encogiéndose de hombros. n


— Quita, quita. ¿Y dejar pasar la oportunidad de poder decir lo que queramos?


Daniel suspira con hastío y, cogiendo el micrófono, empieza a hablar:


— Vale. A ver, quien quiera que el gilipollas de mi derecha le conteste el review, que lo diga. Si alguien quiere que le responda yo… pues que lo diga también. Los restantes, los responderá Arukxa cuando regrese. ¿Todo claro? Pues entonces, hasta el próximo viernes. ¡Feliz fin de semana!


El telón empieza a cerrarse aunque, antes de que lo haga del todo, se puede escuchar las últimas frases de los chicos:


— ¡Eh! ¡¿Cómo que gilipollas?! ¡Pues ahora te quedas sin mimos durante el resto de la semana!


— Vaya, y yo que tenía ganas de follar esta noche… Tendré que llamar a otro.


— ¿Qué? Vale, vale, te perdono… ¡Pero sólo porque me lo estás suplicando de rodillas, que conste!


— Sí, sí, ya te gustaría a ti tenerme de rodillas…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).