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Soy un monstruo ¿Aún me amas? por -damned-

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-Bienvenido, toma asiento.-Invita el sicólogo a su paciente, quien entraba con un rostro serio.

-Mhmm...-Murmuró el chico sin levantar su mirada.

-El sicólogo sonríe amargamente- ¿Sabes? Los rumores corren muy rápido por estos pasillos, a pesar de que el tamaño de este establecimiento es considerable.-Opinó mientras se dirigía hacia la ventana y con lentitud abrió las cortinas.-

-El tamaño no tiene nada que ver. Los rumores corren rápido porque este mundo esta lleno de gente sin vida, que carece de pensamientos inteligentes, por lo cual sus labios sólo tienen palabras necias que entregar a otras personas idiotas que no tienen nada mejor que hacer que escuchar lo que una persona chismosa tiene que decir. Esas palabras torpes se asemejan a la basura que tiene a este mundo como está, esta tierra que está en decadencia por la tonelada de desperdicios que arrojamos sin pensar en las consecuencias. Si, son muy parecidas.-Dijo el chico, dándose a entender sólo a si mismo.-

-¿Qué quieres decir con...

-La basura -Interrumpió el chico.- ¿No entiendes? La gente habla basura. Sus opiniones. Las personas se están dejando estar. Su cerebro parece atrofiarse ¡Ya no lo utilizan! Esa gente chismosa que no hace nada más que dar opiniones tontas acerca de cosas que ni siquiera les incumben.

-¿Es decir…

-Por ejemplo. -Vuelve a interrumpir- Hay gente que opina sobre el show de marionetas ¡Pero ha ido tan sólo una vez en su vida! ¡Una sola vez! ¿Entiendes? Dime ¿Cómo puedes dar una opinión de algo que has visto sólo una vez y ni siquiera le pusiste verdadera atención? Es imposible. Por ejemplo ¡yo si puedo hablar sobre esas marionetas viejas! Por que cuando pequeño nunca me perdí un show, pero la opinión de aquellos otros no son mas que ‘Palabras mal usadas’ palabras desgastadas innecesariamente, palabras que no era necesario decir, a veces es mejor no decir nada si uno no va a decir algo coherente. Porque desde pequeño siempre me he imaginado que esas palabras se quedan como la basura, se juntan, se amontonan, se llenan de polvo y nadie las quiere…pobres, es la misma gente que las usa quien luego las desecha…siempre me he preguntado ¿Ha nadie se le ha ocurrido juntar esas palabras desorientadas y hacer un poema?

-¿Cómo un reciclaje de palabras? -Preguntó el sicólogo sonriendo amable y confusamente-

-¡Exacto! Reciclaje… ¿Suena bien, verdad? Es una linda idea.- Terminó de decir el chico, mientras miraba hacia la ventana con una sonrisa infantil.

-Que rápido eres para cambiar de temas. Lo bueno es que yo no pierdo de vista el punto que quiero tocar eso esta bien ¿No? –Pregunto sonriendo como si le hablara a un niño de no más de ocho o nueve años.

Silencio incomodo. El chico le arroja una mirada aterradora, fría, rápida y casi paranormal al sicólogo quien sólo intentaba de crear un ambiente más cercano. 10 segundos se silencio. El sicólogo voltea dándole la espalda al chico y con nerviosismo se quita los lentes, los limpia e intentando de comenzar de nuevo con el mismo animo del principio, se coloca sus lentes y aparece otra vez con su sonrisa, esta vez no tan relajado.

-Bueno, te estaba hablando de los rumores.- Sonríe persistentemente.

-Los cuales odio ¿O ya lo olvido?- Contesto con seriedad el chico, como si ahora se hubiese convertido en otra persona.

-Si lo sé, tranquilo. Sólo deseaba comentarte que la mayoría de los sicólogos…

-Me han abandonado en medio del camino… ¿Sabes como se siente? Pues no muy bien. Es como si estuviese en medio del océano, en un pequeño bote y ambos remos se han ido en el agua, de pronto de la nada aparece otro bote, este muy bien equipado ¡Mi salvación! El sujeto que rema acercándose a mi, primero viene con todas las fuerzas y llegamos al punto de que el ‘marinero salvador’ me extiende su mano. Yo…yo me estiro lo que más puedo con una sonrisa esperanzada que hasta se ve linda dibujada en mi rostro, mis ojos brillan vigorosamente, pues la ayuda esta en camino, pero de pronto ¡Ah! Quien intentaba ayudarme se empieza a cansar, sus brazos decaen, sus dedos comienzan a plegarse, su mano pierde la fuerza. Yo sigo mirándolo a los ojos, pidiéndole, rogándole que no me deje,  me confundo, no se lo que esta pasando, mi sonrisa comienza a borrarse y el sujeto no es capaz ni siquiera de guardarse sus gestos asquerosos que no deseo ver ¡Claro! Antes de abandonarme se marcha feliz entregándome una mirada extraña tratando de decirme que estoy loco, que no tengo remedio, que jamás nadie podrá ayudarme. ¿Crees que eso es lindo? ¿Sabes? A decir verdad no me importaría mucho que simplemente me dejaran, pues muchos lo han hecho, pero me molesta que me dejen en condiciones deplorables, quiero decir, las tablas de mi barco se están pudriendo, siento que pronto me hundiré en el agua junto a esa bruma marina…que a veces, hasta luce agradable.

-Yo…no quería tocar ese tema, sabía que podía afectarte. Yo sólo quería decirte que la mayoría de los sicólogos me ha dicho que eres sumamente complicado, pero por lo mismo ¡Me encantan los retos! Estoy seguro que yo te podré sacar de esto ¡Yo no te abandonaré!- Dijo el sicólogo entusiasta.

-Sonríe triste, pero luego su rostro se torna maligno.- Já, ¿eso es todo lo que soy para ti? ¿Un reto? ¿Qué tipo de sicólogos están saliendo de las universidades? ¿No se supone que se preocupan por la gente? Ah, claro, pero a mi solo me vez como un reto…un simple reto, já. Me das asco.

-Con tranquilidad y sin sentirse muy agredido por los comentarios del chico prosigue con el tema.- Decir que eres un reto fue solo una expresión, tal vez no fue la más correcta, perdón si te ofendió.

-Palabras mal utilizadas. Otra más, la palabra ‘Reto’ gira y gira y baila con el viento sólo para que se vaya a la basura con las demás. –Dice el chico con un tono burlesco, mientras apunta el viento como si la palabra escrita viajara en el.

-Observa al chico, intentando analizarlo y comprender su lógica.- Dime ¿Prefieres que yo haga preguntas o sólo quieres hablarme de tu vida?

-Ninguna.- Contesta cortantemente con su sonrisa llena de malicia.

-Ah, ¿Qué puedo hacer para intentar de amenizar esta situación?-

-Se supone que tú das los consejos Sr. Sicólogo. Estoy escuchando atentamente.-

-De verdad este momento se esta tornando bastante incomodo ¿No crees que el ambiente esta tenso?-

-No me desagrada.-

-Por favor, honestamente te pido que colabores un poco.-

-Hey tu trabajo es ayudar la gente, es tu problema ver como consigues información o lo que sea que necesites ¿Por qué debería colaborar? Ganas dinero fácil, esfuérzate un poco.- Riendo.

-No me digas que me esfuerce, tú no sabes lo que ha sido mi vida, a mi parecer ya me he esforzado demasiado.-Molesto.

-No sé que ha sido tu vida y tampoco me importa. Se supone que un sicólogo no debe alterarse por los comentarios de su paciente, lo más probable es que no sean del todo amables, se supone que debes saber con que tipo de personas tratas.-

 -No seas testarudo, dando tus consejos, yo sé lo que hago.-

-Esta bien, entonces vamos muéstrame que te enseñaron, quiero fascinarme con ver todo lo que aprendiste en la universidad. Esa capacidad de autocontrol. -Ríe burlescamente.- Vamos, estoy esperando.

-¿Acaso me estas retando?-

-Que control. Realmente sorprendente. Mereces aplausos, lo digo sinceramente. -Sigue riendo.- Adiós, no pienso perder más tiempo, me largo de aquí.  

-Espera. –El sicólogo se levanta de su escritorio.- Perdóname, esto tomo un rumbo equivocado. Iniciemos esto de nuevo.

-No molestes.-Abre la puerta.-

-¿Sabes? Puedes tener un problema bastante grave, pero lo que realmente es grave es que no te quieres ayudar a ti mismo. No entiendo ¿Entonces porque visitas a un sicólogo? No quieres hablarme de ti, y si comienzo a hablar yo empiezas a rebatir lo que digo, tengo la sensación de que tu problema no es real, solo lo inventas para fastidiar, en ningún momento te he visto afectado por tu ‘supuesto problema’ lo único que veo en ti es rabia, rabia contra todo lo que te rodea y al parecer te gusta, pues no quieres mejorarte.-Toma un respiro y el chico posa sus ojos sobre él por un segundo.-

-No te atrevas a decir que mi problema es imaginario…simplemente no te atrevas. Estas hablando sin saber nada. Sin saber lo duro que ha sido llegar hasta esta instancia ¿Sabes? Es difícil, realmente difícil despertar sin una razón, sin tener una meta o algo que quieras alcanzar, es extraño perder el interés por todo lo que te rodea. Y en la noche preguntarte ¿Debo seguir? ¿Para que? Es triste cuando tu respuesta se rodea de sombras confusas y solo piensas en acabar con todo ¿Entiendes? No es bueno desear estar muerto… ¿Crees que tengo tiempo para inventar este dolor? Siendo que últimamente solo utilizo mis momentos libres para llorar… ¿Crees que todo es un invento?-

-Se queda pensativo por un momento, sintiéndose afectado por las palabras del chico de piel nevada.-…entonces aún no entiendo por que haces todo tan difícil, por que no quieres hablarme de ti de tu vida, de ese problema que tanto daño te hace. Estoy dispuesto a ayudarte, pero si no hay un dialogo entre nosotros, me temo que es imposible, me encantaría poder leer tu mente, para no hacerte sufrir hablando sobre esto, pero no puedo.-

-Si, claro, como tú digas. -Respondió el chico al parecer sin haber oído nada, entonces finalmente se marchó.-

Tras el estruendo que dejó el chico dentro de la sala, el sicólogo no quitó su mirada fija de la puerta. Su boca hizo una mueca que demostró la tristeza que había quedado en él, por alguna extraña razón ese chico grosero, necio y testarudo, de verdad lo había conmovido con sus frases que a simple vista no eran muy fáciles de entender. El sicólogo retrocedió uno pasos, dirigió una mirada rápida al hermoso y tranquilo paisaje que mostraba su ventana, pero al parecer era demasiado brillante para mezclarlo con los sentimientos que lo atestaban en ese momento. En silencio, llevándose su mano al mentón, se volvió a sentar en aquella fría pero cómoda silla. Algo aún lo aquejaba, estaba intranquilo, sus manos se trasladaban de un lugar del escritorio a otro, tomando lápices, arrugando hojas. Acomodó su codo sobre el escritorio, tomo un lápiz de tinta roja y sobre una hoja en blanco lanzó una línea fina pero con fuerza, con tanta fuerza que la hoja se rompió ante sus acongojados ojos y la tinta se filtró hasta la mesa, sentía rabia, pero a la vez no podía dejar de saborear esa locura que de pronto se apoderó de él y sin aguantar más se levantó, salio de la sala en busca de su fugitivo paciente y se acercó al gran mesón donde se hallaba la secretaria. 

-Tomoyo-san ¿Has visto a mi paciente? ¿Acaso se marcho?-Pregunto el sicólogo exaltado.

-No, nadie ha salido. ¿Quién es su paciente?-Pregunto ella, con su voz relajante.

-El chico con su vestimenta negra.-Se apresuró en decir.

-Ah, claro, hace tan solo unos minutos se dirigió hacia los baños si no me equivoco.-Termino de decir la secretaria y el sicólogo desapareció con rapidez.

Con pasos apresurados el sujeto de anteojos doblaba en cada esquina del recinto, había un silencio pacifico y envolvente a lo largo de cada blanco pasillo, una o dos personas sentadas murmurando en voz baja temas de actualidad, gente que leía revistas mientras esperaba su turno para desahogarse, pacientes, pasadizos, luces extremadamente blancas, plantas serias de esas que son tan ordenadas que no  logran otorgar ese ‘símbolo’ que entrega la naturaleza esa ‘la libertad’, sillones blancos, mesones amplios y ordenados y luego en uno de esos pasillos, junto a la maquina expendedora de bebidas, en un sillón que parecía cómodo, bañado por la luz del sol se encontraba ese chico misterioso prófugo.

-Al fin te encuentro…-Informa el sicólogo, mientras hace a un lado el cabello de sus ojos.

-Al fin.-Comentó luego de tomar un sorbo de bebida.- Tardaste mucho. ¿Todo ese tiempo dudaste en venir a buscarme verdad? No crees que valga la pena, y te aseguro que tal vez no valga nada. De todas formas de agradezco que hayas venido por mi, pero esa duda de minutos que tuviste predice que en el futuro te aburrirás de mi igual que los demás.-Sonríe con un encanto y una tristeza particular.

-¿Acaso a todos les hiciste esta prueba?-

-Tal vez. ¿No quieres conocer tus resultados?- Pregunta con un tono de juego.

-Pues veamos.-Sonríe con su amabilidad de siempre, intentando congeniar con su paciente.

-Sonríe.- Es pésimo igual que todos los otros.- Sigue tomando bebida.

-¡Tal vez debería correr más rápido!-Dijo siguiéndole el juego al chico, mientras se sentaba a su lado.

-¿Por qué mientes? Ni siquiera te apresuraste, a cada paso dudabas y te volvías a preguntar si debías venir a buscarme. Si valía la pena y eso es decepcionante.-

-Lo siento de verdad.-

-No, no lo sientes de verdad, ni siquiera te importa como me pueda estar sintiendo ¿Sabes? Antes pensaba que los sicólogos estudiaban esa carrera por vocación, pero me he dado cuenta que sólo lo hacen por el dinero. Nada más y ni siquiera se avergüenzan de si mismos, te admiro por eso.- Termino de decir con un tono burlesco.

-No comencemos a discutir de nuevo por favor, te lo pido de verdad. Dime ¿Por qué es tan difícil? ¿Qué debo hacer para que quieras entrar a mi consulta de nuevo? ¿Qué?-

-Primero deberías cerrar las cortinas de la sala, realmente me enferma ver ese paisaje. Podrías cambiar el color blanco de las paredes, me trae malos recuerdos…No, mejor aún, deberías hacer tus consultas al aire libre. Esa sala me enferma completamente. –

-¿Sigues con tus bromas?-

-Déjame pensarlo.-Es chico bebió el ultimo sorbo.-Si.-Dijo, levantándose del sillón y lanzando la lata de bebida ya vacía al basurero.

-Si esta es otra de tus pruebas, te diré de inmediato que no seguiré tu juego.-Dijo seriamente.

-Está bien me divierto sólo, siempre lo he hecho desde pequeño.-Esquivando la mirada del sujeto de lentes.

-Como siempre esas respuestas sarcásticas levemente mezcladas con melancolía, hacían al sicólogo dudar más.-Espera Kyo.-

-No me llames por mi nombre.-Dijo el chico, con su mirada fija en el suelo.

-Está bien, pero no te vayas, déjame entrar en tus recuerdos, en tus problemas, deja intentar de ayudarte.-

-Intentar.-Repitió el chico.

-Te ayudaré.-Dijo el sicólogo con seguridad.

-Lo dudo.-Contesto velozmente.

-Dame tan solo una oportunidad ¡Te prometo que si quieres podemos hablar afuera de la sala si te incomoda tanto!-Dijo el sujeto de lentes, con sus ojos brillantes y con su sonrisa que suele ser exagerada.

-Já, no juegues conmigo, no soy como un niño a quien le ofreces dulces y accede a algo que realmente no quiere o no le importa. Abre los ojos.-Dijo mientras comenzaba a dar pasos hacia la salida.

-Por favor, no te vayas.-Insistió el sicólogo, mientras el chico daba sus primero pasos afuera del edificio.

-Hey chico listo, mira tu reloj.-Dijo él, con ese especial tono que lo caracterizaba.-Adiós.-Y finalmente se alejo.

Su silueta de alejaba, caminaba a solas, con su pequeña estatura seguía adelante con pasos fuertes y decididos, mientras el sol de la tarde calentaba su espalda y el chico se llevaba sus manos al bolsillo para sacar su encendedor y prender a su fiel acompañante, el cigarrillo. De alguna forma la sesión no había culminado del todo mal, pues cuando el sicólogo, de lentes y cabello largo, miro su reloj como el chico le había pedido, todo pareció tener sentido, pues la hora de estar con su paciente ya había terminado y ya era hora de visitar a otro sujeto más, estaba atrasado, aun así no estaba arrepentido, pues esa hora con ese chico a pesar de ser confusa, de algún modo tenía sentido.


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