Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Soy un monstruo ¿Aún me amas? por -damned-

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias a la gente que se dió el tiempo de leer el primer capítulo de mi facfic, realmente lo aprecio :') y muchas graias también por los hermosos reviews realmente me sacaron sonrisas :'D Por favor disfruten el siguiente capítulo.

Un nuevo día, más trabajo y nada fuera de lo común para Toshimasa, el experto en sicología dentro de la clínica. Siempre se le veía tranquilo y sonriente por los pasillos, saludando a cuantos pacientes recordaba y a cuantas secretarias veía en el tramo hasta su oficina.

-Buenos días, Tomoyo-san. Serías tan amable de entregarme la lista de pacientes de hoy.-Saludo y preguntó nuestro sicólogo, mientras se apoyaba en el mesón.

-Buenos días señor Toshimasa, que agradable es verlo a estas horas como siempre.-Soltó una sonrisa de esas que siempre le otorgaba a los doctores y sicólogos que ahí laboraban.- La lista estará impresa en dos minutos aproximadamente.-

-Esta bien, espero aquí.-Dijo él recargándose con seguridad en el mesón mientras miraba los nombres de sus pacientes que se alzaban en una tabla cercana a él. –Nishimura Tooru.-Dijo en voz alta, como intrigado y preguntó de repente. –Tomoyo-san ¿Este chico Nishimura, se atendió anteriormente con algún doctor de aquí?-

-No lo sé, pero podría imprimirle su hoja de datos en un momento si lo desea.-Contestó ella, mientras le entregaba el listado de pacientes al psicólogo.

-Te lo agradecería mucho.-Dijo Toshimasa, ordenando lo papeles mientras se dirigía a sentarse junto a unas plantas cerca del mesón, mientras esperaba los datos.- ¿Una enfermedad tal vez?-Se pregunto en voz alta.

-¿Dijo algo señor Toshimasa?-Preguntó Tomoyo, quién se asomaba por el mesón.

-No, no es nada.-Enmudeció Toshimasa y siguió pensando.

<Nishimura Tooru, pareces no recordarme para nada y sin embargo yo no puedo olvidarte, desde esa noche trágica en la cual te conocí, con el apodo de ‘Asesino’. ¿Qué te paso? Cuando ayer te ví entrar a mi oficina, creí estúpidamente que me reconocerías…pero no lo hiciste, asi que me mantuve profesionalmente actuando como si fueramos dos completos desconocidos…creí que sería un juego, que de pronto entre la conversa dirías ‘¿Toshiya? ¿eres tú?’ Pero no, no…no pasó eso. Anoche me costo una infinidad conciliar el sueño, preguntándome una y otra vez ‘¿Será que Kyo prefiere hacerse el desentendido, para no mezclar nuestra ‘relación de amistad’ si es que así podía llamarse, con la relación paciente sicólogo?’ Pero después de tanto…sigo intrigado, no creo que seas tan buen actor, para mostrarte como una persona completamente diferente ante mi.>

-Procesos sicológicos. Procesos sicológicos-Se repitió constantemente a sí mismo Toshimasa.- ¿Pérdida de memoria? Imposible…tiene todos los recuerdos de la infancia. No lo entiendo.-

Toshiya seguía encorvado junto a las plantas, respirando inconcientemente, enfocado en la gran problemática que se había convertido su vida, desde el día anterior. Tomoyo le entregó el papel que el psicólogo había requerido y se marchó, diciendo algunas palabras que para Toshimasa fueron irrelevantes y contestó ‘Gracias’ por simple costumbre, entonces con pasos apresurados se dirigió a su oficina.

-Algo debe decir, un diagnostico, algo debe haber.-Se dijo a si mismo, mientras se sentaba en la silla sin siquiera mirarla, sólo recordando donde estaba. –‘Leve problema de insuficiencia de recuerdos.’-Leyó el psicólogo y se contestó a si mismo, la pregunta que tanto se formulaba. –Bloqueo traumático. Eso es.- Se quedó en silencio y se explicó a si mismo. –La capacidad del cerebro de bloquear ciertos recuerdos dolorosos, eso es, Kyo ha dejado ciertos recuerdos en un plano no accesible concientemente…pero aún así, recuerda traumas de su infancia, es complicado. Tal vez esta bloqueando rostros, sólo eso. Sí, eso debe ser…-Terminó diciendo, alegre por saber que es lo que ocurría, pero triste al saber que ahora él para Kyo no era más que un sujeto hablando cosas sin sentido.

Ya era hora de que el paciente del Sicólogo, Hara Toshimasa, se apareciera por la sala de ayuda, aún así el reloj seguía moviéndose y ni siquiera había un indicio de Kyo. ‘La gente no siempre es puntual’ se dijo así mismo Toshiya, como tranquilizándose.

<Si pudiera decirte todo de una vez. Si pudiera recordarte por lo que pasamos, recordarte que fui tu amigo y más que eso. ¿Qué te paso Kyo? ¿Poequé me has removido tan cruelmente de tu historia de vida?> Pensaba Toshimasa, angustiado.

El psicólogo esperaba paciente como siempre, pero los nervios esta vez parecían consumirlo, la tapa del lápiz yacía toda deformada sobre la mesa, después de que nuestro querido Toshiya, como se hacía llamar en confianza el sicólogo, mordiera múltiples veces al pobre y desgraciado lápiz de tinta, que quien sabe cuantas veces le ayudo a escribir cosas que se le olvidaban, cuantos diagnósticos, cuantos nombres…daba igual, el sicólogo había traicionado a su pobre compañero escritor. Luego de un rato, a la misma hora que el día anterior, sólo con unos minutos de retraso, Kyo entró, como siempre sin golpear antes la puerta o algo, entraba en silencio pero aún así causando ruido con su extraña personalidad.

-Increíble.-Fue el primer comentario que salio de la boca Toshimasa, quien tomaba nuevamente su papel profesional, actuando sólo como psicólogo.

-¿Qué?-Pregunto el chico, cerrando la puerta.

-Pensé que no volverías.-Sonrió el sujeto de lentes.

-Puedo marcharme si quieres.-Contestó con cierto enfado el chico rubio con esas descuidadas raíces negras, mientras se sentaba en esa silla fría, sin siquiera la más mínima idea de marcharse, como antes había amenazado.

-Sé que no te iras.-Dijo sonriendo calidamente, intentando de no pensar en las amenazas de Kyo.

-No, no me iré, no te creas muy inteligente por eso.-Contesto rápido, mirando fijamente el reflejo que se producía en los lentes de Toshiya.

Evitando las malas palabras de Kyo, Toshiya continuó-Me alegro de que estés acá.-Opinó, bajando un poco sus lentes, para permitirle a Kyo caer bajo esa mirada tan atenta y agraciada que él tenía, mientras que una mecha larga de su cabello negro y ondulado, ocultó parte de su ojo izquierdo.  

-Si fuera por mi no volvería, pensé que te lo había dicho pero al parecer no. No vengo por voluntad propia, si no me aparezco por esta clínica en el día, me voy directo a la cárcel.-Comentó, esquivando la mirada del sicólogo.

Toshiya se quedo pasmado, imaginando que es lo que este chico habría hecho para estar en la cárcel, preguntándose a si mismo si estaría frente a un asesino o un simple ladrón, de todas formas, rogando por que la opción fuese la segunda. Al mismo tiempo que intentaba de borrar esos pensamientos se sobrepusieron miles de palabras que le daban sentido a todo, claro, él no tenía interés de hablar, por que tampoco tiene interés en ayudarse y si fuese por el tampoco se aparecería por estas clínicas.

-Deja de hacerme perder tiempo mientras piensas por favor, solo comienza con esto de hacer preguntas o simplemente lo que quieras, sólo quiero que esta hora termine pronto.-

-Si estas obligado, supongo que sabrás que estas sesiones no acabaran hasta que estés recuperado ¿No?-

-¿Qué? Lo hubieses dicho antes.- Se da vuelta y reaparece con una sonrisa fingida y casi absurda.- Mírame, estoy feliz, estoy bien, me has cambiado ¡Muchas gracias, sin ti de seguro no sería nada! ¿Ya me puedo ir?-

-Si quieres que esto termine luego, entonces ve dejando de lado ese sarcasmo que te caracteriza y empieza a contarme tu vida.-Dijo por primera vez con seriedad el sicólogo.

-Por primera vez, sintiéndose algo cohibido el chico comenzó a hablar.-… ¿Cómo debería empezar?

-Como tú quieras.-

-Ayúdame, de verdad no es fácil para alguien como yo.-Dijo entristecido, como si nuevamente se hubiese convertido en alguien más, esta vez en un chico lleno de miedos.

La sala pareció entristecerse completamente, un sentimiento, una sensación extraña se apoderó del chico de ojos cafés, y el sicólogo no se quedo atrás, ya que algo lo conmovió de una forma sobrenatural.

-¿Dónde vivías? ¿Cómo eran tus padres? ¿Cómo te sentías con tu familia?-Continuo el sicólogo.

-Mi vida esta llena de puntos débiles y ya has tocado uno. Donde vivía, eso no es relevante, realmente no quiero recordar esas calles, ni esa casa, ni esas personas, nada de allá. Mi madre fue como mi modelo a seguir, una persona sensitiva que se preocupaba por todos antes que de ella misma, alguien ejemplar, siempre cuido de mi, me enseño todo lo que pudo…mientras estaba viva…-Sus ojos brillaron tristemente.-Mi madre falleció cuando yo aún tenía 6 años, fue horrible, el mundo se me vino encima, todo lo que en un comienzo era fácil empezó a ser difícil, y lo que siempre me costó se volvió casi imposible. El cielo de cada mañana parecía no tener explicación para estar tan brillante, las noches me atemorizaban, las tardes las pasaba solo, eran infinitas, eternas horas frente a un cuaderno que en vez de completarse con mis escrituras no hacía más que llenarse de lágrimas. Mi padre nunca se preocupo de mi, tras la muerte de mi madre el se dedico a intentar de olvidarla a través de métodos estúpidos e inservibles, bebiendo. Si, así que era yo, las flores que ponía todas las mañanas frente a la foto de mi madre, mi pieza desordenada, la casa abandonada, los platos sucios, las cucarachas en el piso, la basura acumulada y mi padre, en el sillón casi inconciente de tanta mierda que había tomado. Digamos que en realidad no era muy alentador. Muchas veces falte al colegio por que no era capaz de realizar las tareas, a veces me quedaba dormido, muchas tardes me quede frente a la mesa esperando aunque fuese un vaso de agua, pero ni siquiera eso había, mi padre no pagaba las cuentas y a decir verdad jamás se preocupo por mi, prácticamente estoy vivo gracias a algunos vecinos que se preocuparon de mi estado. En el colegio los profesores comentaban todo tipo de cosas sobre mí y no es necesario nombrar a mis compañeros y alumnos de ese colegio, eran niños, no tomaré en cuenta sus ofensivas e infantiles opiniones, pero ha esa edad si me afectaron y mucho.-Termino de decir el chico, tomando un respiro.

-¡Inhumano!-Comentó el sicólogo turbado.

-No digas más porque aún no has oído lo que realmente me dejo cicatrices eternas. Las palabras las puedo borrar lentamente, puedo dejar de lado los comentarios e incluso esa precaria vida que tuve, pero lo que jamás podré borrar, lo que siempre estará en mi corazón, ahí, como un soplo imposible de cerrar, será esa noche…esa noche en que perdí todo, me perdí a mi mismo. Jamás pude volver a ser el yo de antes –Sonrió nostálgicamente.- Quisiera olvidar todo eso, es lo que más quiero, que esos asquerosos recuerdos se alejen de mi mente…no me importaría olvidar todo, no me importaría un día despertar y no recordar quien soy, después de todo no hay mucho que quiera recordar de mi vida, tampoco sería necesario recordar el idioma que hablo, ni dialectos ni nada…para el mundo que he creado en mi mente solo necesito ser yo mismo, en mi mundo donde no hay dolor, donde no hay recuerdos, no existen las palabras, la gente no se diferencia por razas, los idiomas no existen, pues solo somos almas perdidas en un espacio que nadie comprende, un mundo donde no extrañe, un mundo donde no sienta…ese mundo es el que dibujaré cuando mis entrañas y cuerpo se pudran, cuando mi cadáver no sea nada importante para nadie, cuando todos me olviden, cuando mi existencia no sea una carga para nadie…

-Dime… ¿Qué paso esa noche?-Preguntó intrigado.

-…La casa a solas, mi padre bebía por algún lugar del pueblo supongo, la puerta abierta, mi habitación en silencio, el sonido de las ramas golpeando el techo, brisa fría pero tenue, la luna brillando en lo alto, las estrellas parpadeando, mis ojos recargados de dolor tanto llorar, mis labios fríos, esa noche tenía miedo, no sabía porque, nunca supe porque pero desde el momento en que me acosté, algo no me dejaba dormir. Todo quieto, todo en silencio, mi miedo seguía latente, me ocultaba bajo las sábanas para sentirme protegido y de pronto el sueño me atrapó. Y…asquerosos, malditos hipócritas, que no conocen la palabra empatía, no saben lo que es sentirse usado, no saben lo difícil que es borrar esas repulsivas memorias…no saben el trauma que pudo causar en un niño de tan poca edad.-Termino de decir Kyo, frustrado.

-No quiero ser insistente pero…-El sicólogo se detuvo un momento, su respiración se corto al ver al chico de ojos marrones encogerse en si mismo, tapando su rostro con una angustia letal, sus manos tiritaban, su rostro se opacó y unas finas lágrimas se escondieron en su mentón.-Si esto te hace daño, sólo detente, no te apresures, tenemos todo el tiempo. ¿Quieres un vaso de agua? Solo dímelo, vamos no quiero verte así.-Dijo él, con un rostro un tanto abatido.

-¿Llorar hace bien verdad?- Preguntó Kyo, el sicólogo lo miro nuevamente y asintió.- ¿Puedes decirme cuanto más debo llorar? ¿Cuánto más? Es que aún no me siento ni lo más mínimamente bien…-Dijo entre sollozos.

-…No me creo capaz de responder eso.-Dijo el sicólogo tragándose sus lágrimas y sentimientos que parecieron matarlo después de las palabras de su paciente.-Pero responder eso, no facilitara las cosas, de eso estoy seguro.

-Ah, no entiendo porque los humanos sacan conclusiones sin saber si algo es cierto o no, me confunden, me avergüenzan, me dan lástima.-Dijo, seriamente, aún así sus ojos brillaban con dolor.

-No intentes evadir tus sentimientos hablando así.-Le pidió Toshiya a su paciente, con un rostro decepcionado.

-¿Así como?-Preguntó Kyo, como siempre, a la defensiva.

-Así, buscando refugio en insultos y malas palabras, que ha decir verdad no te ayudan.-

-Sé que no me ayudan, pero el problema es que ¡Nada ni nadie me puede ayudar!-Gritó Kyo, sin medir el volumen de sus palabras que parecieron recorrer todo el establecimiento.

-¡Es que no dejas ayudarte!-Grito el sicólogo, sin controlarse más.

-Si hubieses vivido lo que yo viví, no pensarías lo mismo, también te costaría.-Dijo, mientras en sus ojos se notaba que el comentario de Toshimasa realmente lo había afectado.

-¿Por qué no puedes expresarte con claridad como la mayoría? ¿Porqué tiene que ser tan difícil?-Pregunto el sicólogo, algo frustrado.

-¡Es que ese es el problema! ¡Sigues pensando que soy una persona normal y no, siento decepcionarte pero no es así!-Reclamo Kyo con fuerza.

-¡El problema aquí eres tú! ¿Sabes? No me pasaré el resto del día intentando de averiguar a que te refieres con estas ¡frases tan poéticas!-Termino de decir Toshimasa, completamente alterado…era extraño, nunca ningún paciente lo había hecho perder la cordura ¿Era este chico un caso imposible? se pregunto por ultima vez, levantándose de su puesto, sintiéndose agobiado…tuvo la necesidad de marcharse de la sala.

-Eres una mierda.-Susurró Kyo, con un tono más que furioso, triste. Desentendido, moviendo su cabeza a ambos lados, sin poder mirar la cara de Toshimasa, mientras se iba.

Como no era de esperarse, esta vez fue Kyo quien se comportó, el chico que se mostraba la mayoría de las veces como alguien irrespetuoso, fue quien resulto ser más maduro en su forma de comportarse. Toshimasa no había aguantado tanta presión, le parecía increíble esa forma de ser de su paciente  

 -Esa noche…esa noche, fui violado.-Kyo guardo silencio y miró el rostro perplejo de él sicólogo. –No quiero entrar en detalles, no quiero recordar nada.-

Un silencio inmenso volvió a apoderarse de la sala blanca. Toshimasa aún no se marchaba, se encontraba al lado de la puerta y tras escuchar las palabras de su paciente sintió como si algo dentro de él se quebrara irremediablemente, un frío se apoderó de su cuerpo. No tenía palabras que dedicarle a Tooru, la confesión había sido increíblemente fuerte. Toshimasa respiró profundamente, tagándose ese sentimiento de abandono total y se volteó, mirando fijamente a Tooru.

-Eres un chico fuerte...-Dijo con un tono lastimero.

-¿Sabes?-Comentó Kyo, otra vez como si no hubiese escuchado lo que el sicólogo le dijo, pues odiaba esas frases cliché, que se dicen casi por obligación.- Recuerdo el infierno que viví esa noche, se pinto de tonos completamente distintos, no hubo fuego, solo un mar frío y sereno, lo miré, no lo comprendí, era profundo como la gente, que se muestra de una forma, pero resulta ser de otra, digo esto por aquellos que me utilizaron, me pregunto a veces ¿Sus madres sabrán que tipo de personas son? Y si lo saben ¿Qué les habrán dicho? ¿Se habrán sentido defraudadas o se habrán reído? A veces creo que comentaron todo eso, en la mesa mientras cenaban, como si fuera algo normal…comentándolo solo como un extra en su vida diaria, mientras sus ojos debatían entre mirar aquellas comedias sin sentido y los platos llenos de comida, sin tomar como un gran tema el que hayan destruido la vida de un niño.-Suspira y ríe amargamente.-El mar estaba tan quieto, aún así comencé a notar que el viento dolía con esa arena que parecía quemar mi piel y de pronto esas olas me alcanzaron, inquietas olas se alzaban sobre mi, en aguas repugnantes, me quitaban la respiración, apenas alcanzaba a cerrar los ojos, y me hundía otra vez más, me daba mucho miedo abrir mis ojos, los cerraba con fuerza deseando que todo terminara rápido, el agua de colores profundos me hundió una vez más y esas depresivas olas me estaban matando. Mi piel se manchaba a cada tacto, se volvía sucia, desgraciada. Mi mundo se oscureció, el aire escaseaba, mi corazón se aceleraba, mi garganta ardía, claro para ellos era solo un juego más, mientras que yo con esfuerzo, mientras mi llanto no paraba, intentaba salir a la superficie para devorar una bocanada de aire, que me diera fuerzas, unos segundos más de vida, para resistir más golpizas y escapar de esas sabanas sucias que me envolvían, de esos brazos incansables.-Terminó de relatar el chico rubio, tragando un poco de saliva, cabizbajo.

-K…Kyo…-Dijo Toshiya, con sus ojos abiertos de par en par como dos platos de brillante y blanca loza, que de pronto con rapidez comenzaron a llenarse de infinitas venas rojas.

-Estoy haciendo mi más arduo esfuerzo por no alterarme luego de que hayas dicho mi seudónimo, pero procura no hacerlo, aún no eres nada importante en mi vida, como para que puedas poner esa palabra en tu boca.-Dijo el chico de baja estatura, con ferocidad.-Toshiya enmudeció completamente, cabizbajo. Tooru continuó. -Al día siguiente desperté por el sol que me estaba dando fuertemente en la cara.- Comentó con una sonrisita afligida que se asomo en sus labios.- Estaba solo en medio de la nada, todo estaba pintado en colores cafés y amarillos, menos el cielo que persistía hermoso y brillante, sin saber todas las horribles cosas que ocurrían frente a el. O tal vez  ¿Si? ¿Habrá sido por eso que esa noche se torno tan fría y tenebrosa? ¿Acaso el cielo lo sabía? Y ¿Aún así seguiste brillando, también te estabas burlando de mi?-Pregunto, mirando los grandes focos de luz blanca que se hallaban sobre él, claro, en su mente imaginando, recordando esa mañana calurosa, mientras una sonrisa sumamente triste se encargaba de adornar su rostro, que para entonces se hallaba completamente afectado por sus sentimientos, desde las lágrimas que caían, hasta cuando sus cejas se bajaban dolientemente. -No había ni una sola nube en el cielo, todo estaba celeste y yo me hallaba semidesnudo en ese terreno baldío, que carecía de cosas buenas y hermosas. No tenía deseos de moverme, me hallaba avergonzado de mi mismo, que estúpido...yo no debía sentirme culpable por nada, nunca había hecho algo malo, sin embargo me sentía un ser nauseabundo y repulsivo, sentía que no merecía vivir, estaba maldito. Recuerdo que esa noche, cuando al fin todo acabo, antes de que cerrara mis ojos, pedí a mis aprehensores, con esa voz de niño indefenso ‘Por favor, mátenme…ya no soy más que una deshorna para mi desgraciada familia.’ sin embargo he me aquí, esos sujetos se creían tan fuertes, tan valientes, pero no pudieron matarme ¿Pensaran que con esa buena acción se salvaran del infierno? Están todos equivocados…muy pronto arderán.- Dijo determinantemente, como dictando una sentencia segura, creyendo sin duda alguna de que ese ‘infierno’ existía.

-… ¿Cómo volviste a casa?-Preguntó, dejando un silencio para responder, pero al ver que Kyo sólo respondía cuando se le daba la gana, siguió escuchando atentamente su relato. 

-Mi ropa rasgada, el sol brillante…mi alma herida. En ese momento solo deseaba que mi cuerpo no fuese más que un atuendo sucio, pero no…seguía siendo parte de mí. Intente levantarme con todas mis fuerzas, mi cuerpo dolía temiblemente, mis piernas tiritaban…todo había sido una tortura la noche anterior. No quería recordar, pero mi mente inmortalizaba esos momentos…y yo no podía contener las lágrimas. ¿Sabes? Ahora que recuerdo, me da aún más tristeza…era sólo un niño, no merecía sufrir de esos abusos. Cuando al fin me acostumbre a caminar con ese dolor desgarrante, mi piel sucia, mis pies descalzos…el sol en mi rostro, era un paisaje aterrador en mi mente, aunque en el exterior era simplemente un día soleado, que no le importaba a nadie. Me acostumbre a ese calor sofocante, me acostumbre a los hematomas en mi piel, me acostumbre a sentir las piedras incrustándose en mis pies, me acostumbre a sentir dolor y tristeza, consumirme en ellas y no importarle a nadie, sobre esta tierra. Camine mucho tiempo, no sé cuanto a decir verdad, pero se me hizo infinito, ese día nadie me vio así, no había ni un alma revoloteando por las asquerosas calles que rodeaban a mi casa, no había nadie, ningún hombro en el que llorar…no había nada, mi vida se estaba vaciando veloz y macabramente, y yo ya lo estaba aceptando, como si la soledad empezara a convertirse en parte de mi vida.- Sonrió con nostalgia, mientras una lágrima salada rodaba con suavidad bordeando su hermoso rostro. –Recuerdo que cuando volví a casa sentí un sentimiento que envolvió a mi corazón, que lo estrujaba con fuerza, era tristeza pero a la vez miedo, temor a todo lo que me había pasado…era como si, recién estando en mi hogar comenzará a dimensionar todo lo que me había sucedido, de alguna forma…cuando estaba sólo en aquel terreno, intente no pensar demasiado…si me ponía analizar las cosas como siempre, de seguro mi corazón me hubiese terminado matando.-

-… ¿Qué sentiste al ver a tu padre? ¿Sentiste protección? –Pregunto Toshimasa, tragando su saliva, profesionalmente guardando sus lagrimas.

-Já…a él…jamás le importé, ese maldito no merecía ser llamado padre.-Comentó Kyo, con rencor.

-¿Qué pasó?-Inquirió el sicólogo con rapidez.

-La casa seguía oliendo a alcohol por todas partes, incluso cuando entre y caí sin más fuerzas a la alfombra, sentí ese asqueroso olor que despista tanto a los seres humanos. Mi padre me sintió entrar a la casa, cuando me vio…-Sonrió con un toque macabro.-Já ¿Sabes lo que hizo? Me llamó asqueroso, deshonesto, sucio, indecente, desagradable, repugnante, mentiroso, infame…y cuantas palabras más, que prefiero no recordar porque, por una parte me afectan y por otra parte sé que hablo sin sentido, con su cabeza anegada en esa mierda.-Dijo disgustado, mientras se encogía de hombros, algo de que el sicólogo siempre se percataba, Kyo siempre buscaba evadirse, encerrarse en el mismo…y ya le había pasado la cuenta.

-No puede atribuirle esas palabras con un niño de 8 años, no tiene sentido…-

-Pero las usó… ¿Indecente, deshonesto? ¿Cómo un niño de 8 años puede ser ese tipo de persona, si ni siquiera sabía que significaban esa palabras? Claro, el no sabía lo que me había pasado…ni siquiera sabía que habían entrado a la casa, no estaba conciente, no sabía que realmente debería haber estado feliz por volverme a ver con vida…sin embargo esa fuerte bebida no hacía más que deformar sus pensamientos, supongo que se enfadó porque pensó que me había escapado de casa, que erróneo. Como sea, perplejo seguí observando a mi padre que se me acercaba, por primera vez tenía miedo, la imagen paternal se hallaba completamente trastornada en mi mente, no veía a un superhéroe, si no a un monstruo sin corazón. De todas formas con la inocencia de un niño, a pesar de las palabras que mi padre me había dedicado, lo único que quería era abrasarlo…no quería sentirme sólo nunca más. Pero en realidad…que importa seguir pensando en lo que pudo ser, si simplemente no fue. Estos hecho no me importarían tanto si mi padre solo me hubiese dicho que era alguien que no valía nada…lo que realmente me duele es que sin saber por todo lo que había pasado igual recibí golpes, que según él merecía con razón… ¿Pero que razón? Acaso ¿Pedí que me violaran? ¿Pedí que destruyeran toda mi infancia? ¿Lo hice? Por que yo no lo recuerdo…-Dijo con su voz temblorosa, aún manteniendo esa sonrisa sarcástica y triste.

-Tu historia parece una película trágica, es horrendo… ¿De verdad se atrevió a golpearte?-

-Se atrevió y lo disfruto. Cada golpe, cada marca en mi piel, cada gota de sangre que derramé, cada rasguño, cada lágrima y gritos que no pude contener…él, los disfruto, lo habrán hecho sentir más hombre, quién sabe…lo único que tengo claro, es que el no era un hombre, si no un cobarde, un asqueroso cobarde. Yo no pude detener ni un golpe, no era capaz, me volví sumiso, me quede ahí encogido, esperando un golpe tras otro, recibiéndolos como si los mereciera…que error más grande cometí, pero era un niño…no sabía realmente que hacer, era mi padre…desde pequeño me enseñaron a creer y confiar en él, quien pensaría que las enseñanzas son tan erróneas de ves en cuando…quien pensaría que un padre preocupado se convertiría en una bestia despiadada de un día a otro. Él no paró, hasta sentirse bien con él mismo, porque era lo único que le importaba…nada más. No paró hasta verme inmóvil en el piso, sin quejarme y apenas respirando, bañado en mi propia sangre, boca abajo, con mis ojos atestados de lágrimas y con mí boca semiabierta dejando que entrase un poco de aire. Así, finalmente el monstruo se marchó a beber quien sabe que.-Terminó de narrar el rubio, no hubo lágrimas, aunque el dolor era evidente. Toshimasa no tenía palabras, estaba tan confundido y a la vez abatido, mezclando el pasado que él conocía de Kyo y lo que ahora de sus propios labios volvía a salir, esa historia tan demoledora. Nishimura sonrió y dirigió la mirada a Toshiya, sus ojos se encontraron. Hubo un silencio tremendo que no se apagaba ni con el canto de los pajaros fuera de la sala.

<Nos miramos, como esas otras veces…nos miramos como si los recuerdos volviesen. Yo lo miré, creyendo que recordaba todo una vez más, pero al parecer Kyo solía regalar esas miradas cada cierto tiempo…pero no significaba que recordara algo en concreto, más allá del día de ayer.>

El rubio salió, la puerta se cerró, el segundero del reloj se movió y el corazón de Toshiya una vez más frente a la silla vacía, dolió.   


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).