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Una flor falsa... Para una muerte falsa... por Koroshi_Death

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Notas del fanfic:

Bueno, qué puedo decir, he vuelto con mis locas y retorcidas historias... (Obviamente para los que ya me conocen)

Y para los que no, los invito a conocerme, aunque me alejé de estos lares por algún largo tiempo...

Pero he vuelto ahora con ideas cada vez mas idiotas e increibles, ahora, espero volver con todo, a probar mi suerte y ponerme a prueba por si puedo acaparar el mismo éxito que alcancé el año 2009 y 2010 con mis fics entre los primeros lugares...


Notas del capitulo:

Así que... Aquí les dejo el primer capítulo de mi nueva creación, espero les guste y me dejen sus comentarios, adiós!

Deuda

Siempre había tenido una vida tranquila, incluso desde su niñez, cuando su padre se encargaba de todo sobre las empresas Phantomhive, Vincent, así, creció y luego, cuando su padre ya no tuvo uso de razón, siguió con la tradición que su familia pasaba de generación en generación, y heredó, además de los lujos, todas las responsabilidades y sobre todo, las deudas de su padre, que mantenía con la familia Michaelis, ya que, al inicio de su empresa, estuvieron al borde de la quiebra, de no haber sido por Frederick Michaelis, aquel negocio no existiría.

Prometieron así, sellando la deuda, que al momento de que la empresa comenzara a dar frutos, comenzaría a pagar la deuda peso a peso, hasta el último centavo, pero no tuvieron en cuenta un detalle… ¿Qué pasaría sí la empresa jamás diera frutos…?

Y así fue, como un negro presagio, la empresa nunca surgió.

Entonces, el sucesor de Frederick, Sebastián Michaelis, llegó una tarde de abril a la mansión Phantomhive con el fin de informarles que sí la deuda no era cancelada dentro del plazo de un mes, deberían desalojar la mansión lo antes posible, porque quedaría a manos de su familia, al igual que todas sus propiedades y la destruida empresa Funtom.

Lo recibió un servicial mayordomo que le guió hasta la recepción.

Sebastián estaba seguro de que no podrían pagar la deuda en un mes, así que miraba cada detalle de la mansión, pareciéndole fantástica la idea de ser el amo y señor de todo eso, sonrió con malicia, comenzando a pensar qué haría de esa mansión, un salón de eventos, un lugar de reuniones o un club nocturno, era la ubicación perfecta para uno, a las afueras de Londres, lejos de los policías que día a día rondaban la capital y cerraban aquellos negocios ilegales.

Pero esos planes se detuvieron al momento que vio pasar a un pequeño niño que no superaba los 13 años, se cruzó en su camino y, tímido, como le caracterizaba desde pequeño, se escondió tras un pilar del salón al ver que había un desconocido ahí, se quedó por un largo rato hasta que, el mayordomo llamó por tercera vez al empresario, indicándole que debían seguir su camino hasta el recibidor.

Una vez ahí, en la cabeza de aquel hombre ya no pasaban las imágenes de esa mansión en un futuro próximo en sus manos, sino que, pasaban las imágenes del pequeño muchacho que caminaba lleno de elegancia y luego se escondía tras el pilar, realmente encantador.

Con la cabeza en blanco, tomó asiento y esperó la llegada del hombre de la casa, quien, no tardó más de 5 minutos en recibirlo, con una sonrisa, pero en el fondo, consciente de lo que se le venía encima, Sebastián Michaelis no era tan amable como su padre, lo más seguro es que intentara amenazarlo, intimidarlo, para forzarlo a pagar la deuda, debía buscar la forma de no dejarse pasar a llevar por ese hombre tan fácilmente.

Luego de una extensa charla que parecía ser una amable introducción, llegó el mayordomo, informando que el almuerzo estaba dispuesto ya en el comedor.

-          No te he presentado a mi hijo, Ciel, a Rachel ya la conoces ¿no?

-          Si, así es, he tenido la oportunidad de verla en algunos eventos sociales con usted – Respondió el empresario.

En ese momento lo vio llegar, le sonrió amablemente mientras Vincent le incitaba – Como siempre – a presentarse por sí mismo, entonces, se puso frente a él y le tendió su mano varonilmente.

-          Soy Ciel – Musitó casi inaudible, Michaelis sonrió y tomó su mano también, a pesar de saludar como un caballero, su mano podía ser confundida fácilmente con la de una dama, tan fina, tan suave, sus ojos escarlatas cargados de ese “algo” que a Vincent no le agradaba, le incitó a apartarlos sutilmente, cosa que Rachel ni Ciel se percataran.

-          La comida se enfriará – Fue su excusa primordial.

Sus ojos recorrían casi inevitablemente las piernas del muchacho que eran lucidas de esa manera tan provocativa por aquellos pantalones cortos que llevaba, en ese momento descubrió que había algo en él que no conocía: Su pedofilia y no sabía si homosexualidad, ya que, ese muchacho, a pesar de ser un chico, parecía más una chica.

Sonrió al momento de terminar la comida y esas aburridas y formales charlas de familias adineradas, tomó la servilleta de seda y se la llevó a los labios, sin dejar de observar al pequeño niño que se ponía de pie, no sin antes decir “Con vuestro permiso” y caminar hasta la sala de estudios, donde le tocaban clases de violín.

Entró al despacho, se sentó frente a Vincent y puso las manos sobre el escritorio, donde descansaban la pila de archivos de la empresa.

-          Pensaba ser más suave con esto e intentar darle más chance, pero ya lo tengo decidido y no pienso perder el tiempo en largas y extensas charlas sobre un tema que no nos llevará a ningún lado, si es que usted, Vincent Phantomhive, me puede comprender – El receptor le miró intrigado ante la afinidad y lo preciso de sus palabras – Vamos al grano, usted tiene una multimillonaria deuda con la familia Michaelis, de la cual yo ahora soy la cabeza, y como usted sabrá, yo no soy como mi padre, que en paz descanse – Sonrió fríamente – Le daría un mes de plazo para pagar, pero no quiero perder un mes esperando, si sé que no tiene por donde conseguirse para entregarme el dinero, así que seré claro… - Hizo una breve pausa, mientras suspiraba, preparándose para lanzar las fuertes palabras – Quiero la mansión Phantomhive, además de todas sus demás propiedades y, obviamente, su decadente empresa Funtom… Por defecto, si usted se niega a esto, a abandonar su vida noble y permanecer en la miseria siendo un Conde, quiero la mano de su hijo Ciel Phantomhive – El rostro de Vincent no podía estar más pálido y shockeado con las palabras del Duque Michaelis - ¡Oh! Y por supuesto, sí usted no desea perder ni sus dominios, ni a su hijo, yo, a cambio del muchacho, le puedo ofrecer además, el doble de la suma que usted debe a mi familia… ¿Qué decide?

Vincent se puso de pie inmediatamente, dejando de lado toda su diplomacia y estilo noble que le caracterizaba, golpeó con fuerza el escritorio de fino mármol y, lleno de furia en sus ojos, respondió:

-          ¡¿Que qué decido?! ¡¡¿Qué decido?!! ¡¡Usted está enfermo!! ¡¡¿Cómo va a querer la mano de mi hijo si tan sólo tiene 12 años?!! – Perdiendo la cordura - ¡¡Mi hijo ya tiene a su prometida desde que mi esposa Rachel lo trajo a este mundo y eso no va a cambiar por un psicópata enfermo como usted!! – Sebastián, a pesar de los gritos y los golpes proporcionados al escritorio, permanecía sentado, con los ojos cerrados y una fina sonrisa.

-          Está bien, acepto su decisión, Conde Phantomhive – Se puso de pie suavemente y le miró a los ojos – Entonces comience a empacar y a conseguirse asilo, porque desde los próximos tres días comenzaran a llegar mis agentes a desocupar su casa – Hizo una sínica reverencia – Fue un placer hablar con usted el día de hoy – Dio media vuelta y abandonó la habitación, abriendo la puerta, del otro lado se encontró a una angustiada Rachel que acababa de llegar producto de los gritos de su marido.

-          ¿Está todo bien? – Preguntó preocupada, a lo que el Duque tomó su mano suavemente.

-          Fue un placer estar en esta mansión hoy, por favor, cuídese – dijo en tono irónico, lleno de hipocresía, abandonó la mansión, no sin antes darle unos segundos a escuchar el violín del muchacho, sonriendo.

Rachel mientras tanto miraba a Vincent con las manos empuñadas sobre el escritorio, temblando de rabia y con el rostro desconcertado, entre la espada y la pared.

No tenían ni la más mínima idea de que esto era sólo el principio de ese infierno…

 

Notas finales:

Espero que el primer capítlo haya sido de su completo agrado!

También espero sus opiniones, a ver qué onda pasa por su cabecitas locas xDDD

Adiós, besitos y cuidense!


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