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Mío para siempre por Novata

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Notas del capitulo:

Los personajes de Slam Dunk Y Slam Dunk no son míos, pertenecen a su autor Inoue.

Es un fic yaoi y no tiene nada que ver con la trama original del manga, solo utilizo a mis personajes favoritos!

Dialogo: -"...."

Pensamiento: "..."

 

 

"¡Ciudad nueva, vida nueva!"

Eso es lo que pensé al mudarme a Norville, una pequeña ciudad alejada de la bulliciosa vida de las grandes metrópolis. Una ciudad que en realidad parecía un pueblo por el insignificante número de habitantes que residían allí. Pero era la ciudad ideal para mí. A mis 27 años de edad, después de cumplir mi gran sueño americano, ser jugador de la NBA, estaba buscando tranquilidad y paz, o mejor dicho, una jubilación anticipada, y al parecer este lugar situado al lado del mar era un buen comienzo para esta nueva etapa en mi vida. Como era de esperar de un deportista rico y en busca de tranquilidad, me compré la casa más cara y alejada del centro y la más cercana al mar.

Durante mi carrera profesional, era conocido por ser uno de los jugadores de baloncesto mejor pagados de América, tanto éxito cosechaba que era aclamado en todos los platós de televisión. Los paparazis se morían por sonsacarme cualquier información, verdadera o falsa,  sobre mi vida profesional pero también sobre la privada; esta última era la que más interesaba a los millones de fans que tenía en todo el mundo, hambrientos por saber con quién está el hombre más codiciado del planeta o con quien deja de estar. También era famoso por mi carácter; en todos los medios de comunicación que requerían mi persona, en los videos o en las fotografías, posaba con una indiferencia desdeñosa y un tanto altiva; era mi firma de marca. "Hombre de pocas palabras, para no decir ninguna, con un físico de infarto, ojos azules incluidos, y con una voz orgásmica", así me describían las pocas féminas que formaban parte de mi entorno. Además de ellas, miles de mujeres querían saber sobre mi vida sentimental pero nunca dejé que la prensa se entrometiera en ella. Sin embargo, pasaron los años, y fue esa presión mediática quien me llevó a dejar todo atrás y empezar de nuevo. Después de mucha reflexión me di cuenta de que no era feliz teniendo la vida que llevaba. Me faltaba algo y me sentía solo; no tenía familia y los amigos que decían serlo solo estaban conmigo por intereses poco honestos. En cuanto al amor, aún no había tocado a mi puerta pero tampoco me importa... No era precisamente el hombre más romántico del mundo.

Llevaba ya tres días encerrado en mi nueva casa. En ese tiempo me dediqué a desempaquetar las cajas, ordenar los muebles y limpiar todo a fondo, no soportaba el polvo y la suciedad. Tenía que reconocerlo; era un maniático de la limpieza. Al cabo de muchas horas, me cansé de tanto frotar y desincrustar, necesitaba comprar algo de comida ya que no me quedaba mucha en la nevera, aunque no era el mejor día para ir de compras. Eran las doce del mediodía pero la luz del sol no se filtraba por ningún sitio, el cielo estaba cubierto por grandes nubes negras que amenazaban con dejarlo todo inundado. Con la gorra de mi antiguo equipo de baloncesto en la cabeza, cogí el coche y conduje hacia el centro. No me sabía todavía las calles de la ciudad pero disponía de un GPS que, en un principio, me llevaría sin problemas al supermercado más próximo. Eso de pasear y de descubrir la nueva localidad lo dejaría para otro día, cuando haga mejor tiempo. Finalmente encontré un supermercado, no muy grande pero que disponía de aparcamiento. Después de una hora, con toda la compra hecha, me dirigí hacia la puerta de la salida. Estaba lloviendo a cantaros y no traía conmigo ningún paraguas aunque para la distancia que tenía que recorrer para llegar al coche no me hacía falta. Al alcanzarlo, metí todo en el maletero lo más rápido que pude y subí al coche todo mojado, hasta los calcetines lo estaban. Me acomodé en el sillón, me quité la gorra y puse los brazos encima del volante; esperaría un rato antes de irme. No me gustaba conducir bajo una tormenta como aquella.

Observé la gente corriendo hacia sus coches bajo la lluvia sin paraguas, cargados con las bolsas de compra, otros iban caminado tranquilos bien resguardados bajo el paraguas intentando recordar donde habían aparcado sus vehículos. Miraba todo aquello pero no prestaba atención a nadie. Estaba cansado y tenía sueño, me disponía a apoyar la cabeza contra el volante para echar una cabezadita cuando algo chocó de repente contra la puerta del vehículo. Mi corazón dio un respingo del susto, bajé la ventanilla del coche para ver qué o quién me había espantado. Y bajo el torrente de lluvia, vi a un joven pelirrojo. Era casi tan alto como yo, llevaba una camisa negra mojada que se le pegaba al cuerpo, chorreaba agua por todos los lados. Llevaba en sus brazos grandes bolsas de plástico, seguramente las compras que había hecho en el supermercado. Sus ojos intentaban sin éxito permanecer abiertos pero la lluvia le dificultaba la tarea, el labio inferior le temblaba sin parar y a pesar de su gran estatura, tenía la impresión de que ese chico era un ser indefenso.

-"¡¡Imbécil!!", gritó una voz furiosa.

Esa voz pertenecía a una pequeña mujer que tenía la pinta de ser la madre de aquel pelirrojo. No conseguí distinguir su cara porque iba resguardada debajo de un enorme paraguas rosa.

-"¡¡¡Imbécil!!!", volvió a vociferar la mujer esta vez propinándole golpes al pobre pelirrojo que se hacía cada vez más pequeño.

Me sobresalté ante aquel inesperado y violento gesto. Unos escalofríos recorrieron mi espalda al ver aquella escena. Me quedé pasmado al ver como un chico tan alto como él quedaba indefenso ante un maltratador tan pequeño como lo era aquella mujer. De repente, dejó de golpearlo y levantó su mirada hasta toparse con la mía; sus ojos eran fieros y me pusieron nerviosos.

-"Siento mucho que el estúpido de mi hijo le haya magullado el coche", me dijo con una mueca que quería parecer una sonrisa mientras que con su dedo índice me señalaba al pelirrojo que se encontraba cabizbajo a su espalda.

Recordé a lo que se refería y le negué con la cabeza en forma de repuesta.

-"Gracias a dios", siguió diciéndome, "este estúpido solo sabe meterme en problemas..."

 Observé aquella pequeña y cuadrada mujer mientras me hablaba. Su cara estaba surcada por pequeñas arrugas y parecía rondar los cincuenta.

-"Perdónele otra vez, es un idiota. No le molesto más."

Me dedicó una última sonrisa ante mi escasa palabrería y dio un fuerte empujón al pelirrojo que casi dejó caer las bolsas.

La mujer se encaminó enérgicamente hacia su coche mientras que el pelirrojo me dirigía una última mirada de cachorro abandonado.

 

 

*****************************************************************************

 

-"Sí... ¿El lunes a las 8h?...Vale...Sí....Muchas gracias."

Al fin, colgué el teléfono. Llevaba como media hora hablando con mi futuro jefe para concertar una entrevista. Digo futuro jefe porque con el currículum que tengo, no dudaría ni un segundo en contratarme. Al principio se sorprendió que un famoso ex jugador de baloncesto le llamara para ocupar la vacante de profesor de deporte en el único colegio de la ciudad.

Aunque no andaba necesitado de dinero, necesitaba ocupar mi tiempo. Y aunque no me guste admitirlo sólo sirvo para hacer algo que tenga que ver con el deporte.

Era domingo y ya llevaba una semana en mi nuevo hogar. Había explorado un poco los alrededores y aproveche el poco sol que lucía en aquel inicio de primavera para darme unos chapuzones en el mar. Decidí ir a entrenar en una cancha de baloncesto que había descubierto poco después de instalarme. Estaba relativamente cerca, a unos treinta minutos andando desde mi casa. Puse en la mochila una toalla y dos botellas de agua, cerré la cremallera y me la colgué en el hombro. Recogí la pelota de baloncesto, perfectamente redonda, áspera en mis manos, y al verla no pude evitar pensar en la decisión que había tomado. ¿Había hecho bien en dejar mi carrera profesional? ¿Acaso había luchado toda mi vida para ser jugador en la NBA solo para acabar estando así, solo sin nadie a mi lado para compartir mis hazañas?

Cuando era joven, mi sueño había sido el de convertirme en el mejor jugador de Japón, luego de Estados-Unidos, y por qué no, de todo el mundo. Y lo había conseguido. No quiero ser vanidoso, pero todo lo que he conseguido es por mérito propio.

Había cumplido mis sueños y mis caprichos en tan poco tiempo que no me quedó nada por cumplir, ninguna ambición, no tenía ninguna meta en la vida.

Me cuesta trabajo creerlo pero empecé a odiar aquel deporte. Fui el primero en sorprenderme y este sentimiento me asustó; el baloncesto era lo único que apreciaba pero la vida en el país americano era demasiado superficial, la gente, los medios de comunicación me acechaban todo el rato y no para preguntar sobre el baloncesto pero sobre una vida privada que ya no lo era. Muchos de mis compañeros me recomendaron tomarme unas vacaciones, "para desconectar y eso" me decían. Y lo hice aunque después de mucho pensar y darle vueltas.

Hacía una semana que no jugaba ni tocaba esta pelota. Pero necesitaba practicar para no aflojar mi nivel y mantenerme en forma ya que dentro de poco sería profesor de deporte.

Llegué a la cancha en el tiempo previsto. Estaba un poco abandonada, se notaba que casi nadie la frecuentaba.  "Mejor para mí", pensé.

Me dediqué durante toda la mañana al baloncesto y ya eran las dos del mediodía. Lógicamente estaba hambriento pero tampoco me daba la gana ir a mi casa a preparar la comida. Preferí ir a un restaurante de comida rápida a comprarme unos cuantos bocadillos.

 

Iba a recoger la mochila que había dejado junto a un árbol cuando lo vi sentado allí, sus rodillas muy juntas a su barbilla, justo al lado de mi bolsa deportiva.

Era el pelirrojo del otro día. Me sorprendió mucho, no esperaba volver a verle, aunque por otro lado, era de esperarse teniendo en cuenta que no mucha gente vivía en esa ciudad. Seguramente me estuvo observando desde no sé cuánto tiempo. Sus brazos estaban pegados a sus costillas mientras que sus manos agarraban fuertemente sus rodillas dobladas.

Al darse cuenta de que me había percatado de su presencia, escondió su cabeza entre sus rodillas y empezó a balancearse, como la péndula de un reloj. Me acerqué lentamente a él, o mejor dicho, tenía que llegar hasta él para recoger mis pertenencias y largarme de allí; estaba claro que aquel tipejo le faltaba algún tornillo.  Comportarse así, como un niño pequeño, asustado e indefenso con el cuerpo y la edad que tenía (parecía tener mi edad) es resultado de alguna enfermedad mental o algún trauma y no me interesaba entablar conversación con un tipo así, no lo hago ni con mi madre para que lo haga con un extraño...

"Recogeré el bolso y me iré como he llegado.... ¿Y por qué me pongo nervioso si no lo conozco de nada?", iba pensado mientras me acercaba al intruso, quiero decir al bolso.

Nada más agacharme a recogerlo, el pelirrojo levantó la cabeza de entre sus rodillas, dejó de balancearse y me miró fijamente a los ojos. Pasó todo de repente que no me di cuenta, que tarde, de nuestra proximidad. Mi cara estaba a pocos centímetros de la suya, mi brazo estaba extendido hacia la mochila que estaba a su lado. Mi cuerpo reaccionó por voluntad propia: arranqué la bolsa del suelo para alejarme de él, pero a causa del brusco movimiento, se derramó todo su contenido: las llaves de casa, el billetero, las dos botellas de agua, y la toalla que fue a parar encima de la cabeza del pelirrojo.

El chico se quedó inmóvil con la toalla escondiéndole la cara. En ningún momento, hizo ademán de quitársela. Sin embargo empezó a balancearse por enésima vez.

-"Lo siento.", le dije mientras se la quitaba y volvía a meter todo en la mochila.

 No me contestó pero miraba fijamente el suelo con la mirada asustada de un pobre niño regañado.

Era estúpido seguir allí, recogí todo y cuando me iba a marchar me dirigió la palabra.

-"Me llamo Hanamichi Sakuragi. Mucho gusto señor. Mi mama dice que Hana-chan tiene que ser educado sino lo regañará."

Me giré sorprendido. Esta vez, estaba de pie y eran sus brazos los que se balanceaban sin parar. Lo recordaba alto, pero no tanto como yo. Sus facciones eran agradables y era bastante atlético, se notaban los duros músculos bajo su ropa por eso me sorprendió que una persona de su constitución se hubiera dejado maltratar por su madre que si no recordaba mal, era muy menuda. Tenía la piel muy dorada lo que resaltaba el color avellana de sus ojos. Mentiría se dijera que no era atractivo... Además su largo pelo rojo resplandecía como el propio fuego... Sí, era atractivo pero poco lumbrera.

-"¿Señor, puede Hana-chan hacerte una pregunta?", me preguntó, sus enormes ojos mirándome suplicantes como los de un niño pequeño.

Le respondí que sí inconscientemente con la cabeza. Aquello me superaba; nunca pensé que algo así, una escena así, tan absurda, me llegaría a pasar.

-"¿Señor, vives aquí cerca?"

Lo primero que pensé al oír la pregunta es que era un psicópata que quería robarme o algo parecido. Pero le contesté igualmente aunque sinceramente no sabía por qué le dirigía la palabra.

-"Al lado del mar..." levanté el dedo y le señalé más o menos la dirección.

El pelirrojo giró su cabeza hacia donde le señalaba. Pasaron algunos minutos pero seguía mirando fijamente a lo lejos. No sabía si se había olvidado de donde estaba y con quien estaba. Estaba fastidiado, no entendía por qué me sentía tan frustrado; fue nada más verle y ponerme así... Y no me gustaba sentirme así sobre todo si no sabía la razón de ello. Me di la vuelta para marcharme definitivamente de aquel lugar cuando escuché como el pelirrojo me preguntaba con una voz débil:

-"¿C...Cuál de ellas?"

-"..."

-"¿Cuál de ellas es tu casa?", me preguntó otra vez aumentado el balanceo de sus brazos.

-"Bueno...", respondí después de un momento de silencio. "¿Por qué no lo adivinas?"

-"¿Un juego de adivinanza?", preguntó el pelirrojo sus ojos brillando.

Le miré callado durante unos segundos. Tenía la impresión de que hablaba con un niño de ocho años.

-"Sí... Bueno, lo dejaremos para otro día. Me tengo que ir", le contesté secamente.

Caminé  pausadamente hacia la salida de la cancha. Estaba cansado y lo único que deseaba en aquel momento era tomarme una ducha, comer algo y dormir sobre mi gran cama.

-"¿Hana-chan quiere saber tu nombre?", me gritó desde lo lejos.

No me gire. No pensaba contestarle.

 

TBC

 

Notas finales:

¿Qué les ha parecido?

Éste es el segundo proyecto, después del samurái y la bestia, y espero que os haya gustado este primer capítulo!

no dudéis en dejarme reviews!!


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