Apenas hace unas cuantas horas todo había estallado, el fracaso del plan y la captura de quienes estaban tras este, todo debido a la traición, bastó que alguien los delatara para que todo fuese en picada.
En lo oscuro de la habitación que ahora servía como celda, sentado en un rincón respetando el acuerdo tácito de mantener silencio, un chico de no más de 20 años, contextura delgada y cabello azabache, lejos de lamentar su situación actual meditaba de asuntos previos.
- … Soy como un niño al cual fácilmente engañan con un maravilloso cuento de hadas y criaturas fantásticas… y aún intuyendo la falsedad de esas palabras, se aferra a la idea de que tal sueño pueda existir.
Mi desdicha fue conocerte, mi error enamorarme, confiar ciegamente en ti, caer ante tu hermosa sonrisa, perder mi norte hasta ese momento tan claro, olvidarme de la lógica, de mis ideales, de cambiar mis sueños por deseos más reales…factibles… No fue nada de eso, como todo un profesional aprovechaste la oportunidad, no lo supe hasta que fue muy tarde, cuando ya el mal estaba hecho.
Ahora que lo pienso mi estupidez fue mayor, ahora que recuerdo hubo una ocasión, un claro indicio de tus verdaderas intenciones, pero por supuesto estaba tan ciego que solo lo tomé como una confusión de tu parte, te perdoné, necesitaba hacerlo, eras lo único que me parecía me mantenía aún cuerdo. Recuerdo haber llorado como nunca, maldiciendo a aquel otro que había captado tu atención, pensando que alguien tan puro y perfecto como tu no tenía suficiente con alguien como yo, quizás él era mucho mejor que yo, quizás hasta él te conoció mejor que yo, talvez él sabía de tus intensiones, sabía quién era realmente Daiki Arioka.
Aún te amo si he de confesarlo, pero me pesa como no tienes idea, ¿Comprendes el peso que se siente saber que en el fondo todo lo que ocurrió es mi culpa? Ninguno de estos honorables hombres que están ahora conmigo me culpan, sabían que esto era un riesgo de principio a fin, y aún así siguieron adelante con su ideal, confiando en cada uno de quienes se les unía, pero tuve que ser yo, quien por medio de ti lo arruinara. Ahora sus vidas serán arrebatadas por conspiración, intento de sublevación y alta traición… la misma traición de la cual quisiera culparte…pero fue mi error.
Sin percatarse el amanecer estaba por llegar, cuatro soldados seguidos por los altos mandos que allí habían logrado llegar abrieron las puertas tomando a los prisioneros, llevándolos a su final. Uno por uno fueron pasando, muriendo con cada paso incluso antes de ser fusilados, y ahí, entre los escasos espectadores estaba él, y atraídos entre si se miraron, Kei por su lado no pudo por un momento querer culparlo, demostrarle las consecuencias de sus actos, hacerle sufrir aunque fuese un poco, rencor, su arma al mirarlo.
-Te ves pálido, quizás porque es primera vez que ves a alguien cercano morir, quizás es primera vez que ves como asesinan a personas tan fríamente por ideales políticos...incluso quizás… hasta te sientes un poco culpable…-sus miradas se cruzaron, hasta se podría decir que el rostro de Daiki reflejaba algo de miedo.
-¡Preparen!, ¡Apunten!… ¡Fuego! – Las balas dieron con su blanco arrancando así la vida de su superior- ¡Descansen! Un par de soldados retiraba el cuerpo sin vida del recién fusilado Teniente. El soldado que se encontraba a su lado le empujó, Kei caminó por su cuenta hasta la posición que le correspondía, manteniendo siempre firme la mirada en Daiki.
-De algo de lo que al menos me sirve estar en esta situación, es que ya no me arrepiento de nada, lógicamente habría sido mejor que esto hubiese tenido otro final, uno feliz, pero no todas las historias lo tienen, eso ya lo sé. – La primera orden se dejó escuchar, aún mirándole con rencor y el entrecejo fruncido, la segunda no tardó en seguirle provocando que la expresión en el rostro del mayor se volviera impávida.
- Me aseguraré al menos que no me olvides – sus labios modularon con suavidad un “Te amo” mientras el silencio de la mañana era nuevamente interrumpida por la orden.
-¡Fuego! – el tronar de las 7 armas seguido de inmediato por el dolor en el pecho.
El tiempo se congeló, su cuerpo caía lentamente hacia un costado mientras su visión se hacía borrosa en los últimos segundos de conciencia, y el eco de los disparos se disipaba.
- … ¿Lloras?.. no es tu culpa... Fue mi grave error – Tocando el suelo con su lado izquierdo, paradójicamente de frente a él, mirándole ya con sus ojos sin vida.