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Esa chica me ama por fabianchang

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Notas del fanfic:

Esta es un Fanfic, que va a ir tratando diferentes historias, cada vez nuevos personajes.

Notas del capitulo:

Este mi primer Fanfic, espero poder transmitirles algo.

-Eres todo lo que tengo y si alguien se interpone entre nosotras seguiré corriendo a tu lado, nos escaparemos de las garras de quienes quieren arrebatarnos el amor- Avy tenía la certeza de que Julia seria su compañera para toda la vida, y que si en este mundo amar a los de su mismo sexo era un pecado, entonces ella bajaría al infierno y allí también seguiría amándola.

-¿Que han hecho de ti?- dijo Julia, en su mente todo estaba muy confundido, ver a Avy tan histérica era algo realmente extraño, la dulzura de sus ojos ahora se había convertido en un ardor que los iba derritiendo hasta hacerlos deshacerse entre litros de lagrimas- ¿Quieres ser uno de ellos? ¿Crees que recurrir a la violencia para hacerte respetar es algo que hará que ellos nos dejen de molestar?-continuo diciendo.

Avy seguía parada frente a ella, con la sangre hirviéndole en todo el cuerpo, la miraba con unos ojos encendidos por la ira. La mujer de su vida estaba herida en un costado y todo por culpa de ella, era ella quien la había obligado a pasar la noche en su habitación.

-Lo siento Juli-dijo con tristeza-pero no puedo permitir que ellos te sigan haciendo daño. Ser como somos no les da derecho para hacerte lo que te hicieron. ¿Es que no te das cuenta como te hirieron?- Avy señalaba en dirección a la enorme herida de la mujer, su piel lucia pálida y la sangre se esparcía hasta bañar su cadera. Julia intentaba detener la hemorragia haciendo presión con la camisa que Avy se había quitado para ayudarla.

-Ellos no saben lo que hacen Avy- respondió ella- Somos diferentes y no podemos pretender que nos acepten así de fácil-agrego.

-¿No saben?-pregunto Avy con ironía- Por favor mi niña, no me vengas con eso de poner la otra mejilla. Esos malditos te hicieron daño y merecen pagar. Ya tengo todo preparado, vamos sube al auto y regresaremos cuando estes curada y entonces…-

-Y entonces nada- Interrumpió Julia, quien ahora se había puesto de pie y haciendo un esfuerzo sobre humano por no caer sobre el asfalto, saco todas su fuerzas y poso su mano libre sobre el hombro de su amada.-No iremos a ninguna parte, salvo al hospital pero después cada una tomara de nuevo su camino, y yo…yo estaré bien. Fue hermoso el tiempo junto a ti, pero no podemos seguir con esto si lastimamos a muchas personas-

Avy aun se encontraba desconcertada por las palabras de su querida Julia. ¿Como podía ser tan dócil? ¿Como podía resistirse ante las ganas de vengarse de todas esas personas que le habían hecho daño?

-De ninguna manera, no te dejare sola-replico Avy.

-Tienes que hacerlo. Hazlo por mí-insistió la mujer adolorida.

Durante el camino Avy iba pensando en lo que había escuchado de la boca de su amada. <<Mi sirena no me quiere a su lado>> pensó con tristeza. Una lágrima se había asomado en su ojo, pero no quería demostrar su tristeza, así que se enjugo los sollozos y tomo una bocanada de aire. Mientras tanto Julia permanecía a su lado, sosteniendo la camisa que la ayudaba a no morir desangrada. En su mente iban pasando todos los momentos espantosos que le habían hecho vivir a las dos. Pero también recordó las cosa que había sufrido solamente ella, por ser quien se iba a casar.

De pronto todos eso malditos recuerdos le ensuciaban la mente, la imagen de todos esos hombres haciéndola presa de sus bajos deseos, la hacían cerrar los ojos fuertemente para intentar borrar esas imágenes. <<Avy, si supieras que estoy embarazada. Que te mentí y ya no era virgen. Ay mi amada siento miedo de dejarte sola, pero esta situación es demasiado fuerte para nosotras dos. Te amo y eso nunca lo olvidare, pero no puedo lastimar al mundo entero solo para estar contigo. No puedo, soy una inútil y lo siento. Te amo Avy. no me olvides pero tampoco me recuerdes demasiado, se feliz, se feliz mi princesa>> angustiada y adolorida Julia estaba tomando una decisión muy difícil, podría ser de valientes o de cobardes, o de ambos, o de ningunos, pero era la única solución que conocía, era lo único que podía hacer.

Avy iba al volante, sus manos se aferraban al forro de cuero, apretándolos con ganas de sangrar, de sacar la ira de la que era esclava en ese momento. Se volvió para mirar en qué estado se encontraba su sirena, pero se dio cuenta de que un auto la venia siguiendo. Por el retrovisor podía apreciar la pico beige que venía a toda velocidad tras de ella, la carcacha estaba cargada de hombres y estos a su vez empuñaban armas improvisadas con las que pretendían linchar a las mujeres pecadoras. Avy afinco el acelerador con todas las fuerzas, ayudada por la ira que llevaba en su interior.

Tras de ellas la pico se apresuraba para no perderles el paso, mientras que los hombre que venían en la cabina trasera, se alzaban para aventarles palos y gritarles insultos que se estrellaban contra el parachoques trasero de la Mitsubishi. Avy se mantenía concentrada en el camino, pero por un instante decidió volverse para ver en qué estado se encontraba su amada. Julia la miro con ojos tristes, varias lágrimas perlaban su rostro y sus labios blanquecinos se hacían invisibles ante su pálida piel. Era el rostro de un ángel, de una mujer que necesitaba ser protegida. Avy sabía que separarse no era una buena idea por lo que había previsto llegar al hospital y fingir que se marchaba para tranquilizarla, pero aguardaría afuera para recogerla en cuanto le dieran de alta.

La mujer aun permanecía en posición fetal sobre el asiento del copiloto, el dolor de la herida en el costado se enmudecía ante la pena de tener que alejarse de la mujer de su vida, de su amante. En su corazón, se daban reunión el dolor, la frustración y el desasosiego. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil para ella? ¿Por qué amar tenía que salir tan caro? Avy había sido una amante perfecta en todos los sentidos, la había sabido cuidar y estaba dispuesta a matar por ella, pero ese era el problema, el amor no podía costar las felicidad de otros, amar no tenía que darle vergüenza, pero así era, así estaban las cosas. Para Julia amar era vivir o morir, hacer sacrificios, morir para darle vida a otros.

Sus labios perdían fuerzas y su voz se atoraba en su garganta obligándola a hacer un esfuerzo inconmensurable para poder emitir una palabra.

Avy se había percatado de la tristeza que embarga el rostro de su sirena, era una tristeza que expresaba algo mas allá del dolor causado por la herida. Podía darse cuenta de que Julia no quería dejar de mirarla, sus ojos estaban fijos en ella como si los estuviera viendo por última vez.

Julia dejo escapar un suspiro y en un susurro ininteligible musito algo que llamo la tención de Avy.

-¡No te detengas!-
-¿Que dices?- pregunto Avy confundida.
-Prométeme que pase lo que pase no te vas a detener- Julia usaba su último aliento para dejar claro su ultimo propósito antes de…

-¿Por qué dices eso?- Avy no lograba comprender lo que su amada le estaba pidiendo.
-Solo promételo- insistió ella, elevando ligeramente su tono de voz.
-Esta bien, lo hare-dijo Avy desconcertada.

La pico se había aproximado lo suficiente como para que se escucharan los insultos hasta el interior del auto. Avy sentía un pánico enorme tan solo con imaginarse que fueran alcanzadas por esos salvajes, pero tenía que ser fuerte y proteger a su sirena.

De pronto la carcacha embistió contra la Mitsubishi, haciendo que el auto se estremeciera bruscamente hacia adelante. Julia se había lastimado la herida por el impacto del choque, sin embargo permaneció callada en su asiento para evitar que Avy se alterara más.

-Esos malditos desgraciados- Grito Avy furiosa al ver por el retrovisor como los hombres de la pico reían al unísono celebrando la victoria de su hazaña. Sin embargo esta les había salido cara ya que el parachoques delantero se les había caído atrasandolos un cuantos metros atras.

Avy al ver el parachoques desprendido sonrió disimuladamente y hundió aun más el acelerador. Julia, como pudo logro incorporarse en el asiento hasta alcanzar una postura que le permitiera estar sentada. Avy trato de detenerla pero esta con un gesto amable le pidió que la dejara hacerlo.

Pasados unos segundos, el pico ya se había recuperado de su atraso y nuevamente se escuchaba el algarabío que se confundía con el sonido de los neumáticos rugiendo sobre el asfalto hirviendo. Julia lanzo un quejido y dejo salir de sus labios un callado ¡Te amo! para luego abrir la puerta del copiloto y saltar hacia la carretera con una destreza admirable considerando que estaba ya casi desangrada.

-¡NOOOOOOOOOO!- Grito Avy despavorida, mientras que su sirena ya había saltado sobre el asfalto como si se tratara del mismo mar azul como sus ojos. Avy gritaba, pero enseguida comprendió porque Julia le había hecho prometer que no se detuviera y fiel a su promesa continúo su camino.

Sobre la carretera se tendía el cuerpo de una mujer paliducha, con unos ojos cansados y una gran herida sobre el costado. Todos los transeúntes se detenían, incluyendo la pico, cuyos pasajeros se encargaron de avisar horas después a las autoridades que una mujer de una Mitsubishi era la responsable de tan espantoso accidente.

Avy continuaba al volante, junto a ella un enorme poso de sangre le hacia compañía en el puesto del copiloto. Las lágrimas perlaban sus mejillas sonrojadas por la ira. El viento se colaba por la ventana golpeándole en la piel, arrancándole las lagrimas que salían apresuradamente. En su interior, el dolor la quemaba, su sirena, su tierna sirena había zarpado en un mar del cual jamás saldría otra vez. Su amor se quedaría íngrimo, secándose de soledad. La ira que sentía se había convertido en un profundo dolor, en una enorme culpa.

<<Pensé que no me amabas lo suficiente para estar conmigo, pero preferiste sacrificar tu vida para salvar la mía. Soy una miserable, no merecía tanto amor de tu parte. Mi hermosa sirena, ¿algún día volverás a mis brazos? ¿Tendré de nuevo la dicha de besar tus labios? En la eternidad quedara nuestro amor, prueba del maldito destino que se empeña en hacernos infeliz. Mi amor, mi niña…ay…>> Sus lagrimas se hacían mas gruesas, como si se derribaran los muros que mantenían presa millones de litros de agua. Su llanto se hacía mudo ante los estruendosos aullidos de la ironía. Una ironía maldita, como su propio destino.

Fabian Chang

Notas finales:

Gracias a quienes me lean.


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