Todo comenzó en Egipto
Por: Lawliet Hiwatari Takarai
(Historia Original)
Capítulo I
El sol brillaba en las interminables arenas de aquel país lleno de cultura, de historia, de magia y de poder, aquel era un país que desde chico le había gustado mucho, sus pirámides siempre habían acaparado su mente, y por eso era lo que era en la actualidad: Un famoso Arqueólogo.
Su pasión por el pasado, por lo oculto lo llevo a investigar aquellas pirámides, las pirámides de Egipto, un lugar lleno de misterios que él quería averiguar, siempre quiso encontrar los tesoros de antiguos Faraones, o inclusive una momia, actualmente pagaban mucho por ellas.
Alexander Winchester, era el arqueólogo más famoso de todo el continente Americano. Había descubierto grandes misterios de las pirámides de los antiguos mexicas, y también había estado estudiando el monte Machu Pichu en Perú. Pero muchos de sus “colegas” le tenían envidia, no sólo por su trabajo, sino por que era muy joven aún y había logrado muchas cosas, sólo contaba con 19 años de edad, el próximo mes cumpliría los 20 años; tenía una facciones muy lindas, medía 1.75 m y era de tez blanca. Lo que más llamaba la atención de él eran sus profundos ojos color amatista, que por muy jóvenes que fueran reflejaban algo de madurez.
Estaba totalmente agotado, sin duda alguna el calor de Egipto era insoportable, pero él lo aguantaría por que por fin el sueño que tuvo desde pequeño de estar en Egipto se había vuelto realidad. ¡Estaba en Egipto, buscando la tumba de un importante Faraón perdido!
- Alex, veré el mapa para ver si estamos en el lugar indicado – le dijo Ángel Wilkinson, un compañero de Preparatoria que lo acompañaba a su expedición, ya que él también había estudiado Arqueología. Él era el típico “pobre niño rico”, su familia era inmensamente rica por eso lo querían emparejar con una chica de sociedad, pero por el amor que le tenía a Guillermo se escapo de su casa; sus padres se dieron cuenta de que era gay, y lo aceptaron cosa que dejo sorprendido a Ángel, así que no perdió su herencia cuando sus padres murieron. Era el más bajo de los tres medía 1.69 m, tez blanca, pero con un poco más de color que la de Alex, sus ojos eran cafés claros que hipnotizaban a cualquiera que se le pusiera enfrente.
- No dudes, que por culpa de Guillermo, nos hayamos perdido – le contestó algo preocupado
Era una fortuna que Guillermo Williams no le hubiera prestado atención ya que el estaba durmiendo una siesta. Este chico era un topógrafo, y decidió estudiar esa carrera para ayudar a su novio Ángel. El chico era más alto que Ángel, estaba por 1.72 m, moreno claro, debido al sol, por que naturalmente tenía una tez blanca, pero no como la de sus compañeros, sus ojos eran negros, un negro profundo que maravillaron a Ángel.
- Oh! Vamos Alex, él no tiene la culpa de no saber leer bien un mapa – le defendió Ángel
- No comprendo como puede ser un topógrafo tan reconocido si no sabe leer un mapa –
- Bueno, por que cuando se trata de un trabajo serio, él pone todo su entusiasmo.
- Si, me imagino que por eso –
- Alex, parece ser que estamos en el lugar indicado, puedes detenerte junto a aquellas ruinas, al parecer ahí esta la entrada a la cámara mortuoria de ese Faraón perdido.
Alex, (de cariño) se estacionó junto a dichas ruinas, no podía creer que estuviera ahí, claro que no se lo demostraba a sus compañeros, por que era de carácter un tanto frío.
- Bien, ahora ve y dile a tu noviecito que ya se despierte – dijo serio Alex
- Si, señor – respondió juguetón Ángel
Ambos bajaron de la parte delantera de la camioneta que llevaban, pero sus caminos eran distintos, Alex se dirigió a las ruinas y Ángel fue directamente a despertar a Guillermo.
- Guillermo, ya levántate, hemos llegado – le susurró Ángel; al instante acerco su rostro al rostro de su novio, pero se llevo una gran sorpresa, por que Guillermo al sentirlo cerca lo tomó por la cintura y le planto un beso en los labios, introduciendo su lengua para que el beso fuera más profundo. Ángel, siempre había sido un chico muy entregado a todo, por lo que se dejo llevar por el beso y las caricias de su amado “demonio”, sobrenombre que le había puesto Alex por que andaba con Ángel (N/A: Claro que Ángel no le hace honor a su nombre).
- Vaya manera de despertar al “demonio” – entró Alex interrumpiendo el momento.
- ¿Verdad que tengo suerte? – preguntó Guillermo sin soltar a Ángel, que estaba más rojo que un tomate
- Ya déjense de cursilerías y ayúdenme a montar las casas de campaña – expresó Alex, aventándoles a cada uno su casa.
- ¡Ah, no! – Gritó Guillermo – Por si no lo sabía “Señor arqueólogo” yo me quedaré en la casa de mi Ángel
- Espero que no te moleste, Alex – le dijo Ángel apenado
- Hagan lo que quieran, pero háganlo rápido que no tarda en ocultarse el sol.
Alex, saco su casa de campaña y se puso a prepararla, en un lugar lejos a la casa de sus amigos, ya que si ambos dormían juntos, él sería el que no podría dormir, debido a los gritos de pasión de ambos. Lo sabía.
- Mañana a primera hora vamos a entrar a las ruinas – le notificó Alex
- ¿Pero cómo, si no traemos el material adecuado para excavar? – renegó Guillermo
- Ah, es que se me olvidaba que eres muy despistado, Guillermo- dijo Alex en forma irónica – mañana llegan personas del Egipto para excavar por nosotros.
- Yo los contraté – dijo orgullosamente Ángel
- Pues me parece bien, ¿y quién hará la cena? – preguntó Guillermo
- Primero arma la casa, después vemos eso –
A simple vista, Guillermo y Alex no se llevaban bien, pero era mentira, eran muy buenos amigos, también se conocieron en la preparatoria, lo único que pasaba era que a Guillermo le encantaba hacer enfurecer a Alex.
Los chicos terminaron de armar las casas, justo a tiempo ya que no contaban con mucha luz.
- Guillermo, ve a la camioneta y trae los leños para hacer la fogata – dictaminó Alex
- ¿Y por qué yo? – se le reveló Guillermo
- Por que si no lo haces, tú no cenas, entendido – le contestó secamente Alex
- Bueno, si Guillermo va por los leños – comenzó a decir Ángel- yo prepararé la cena.
- De acuerdo – fue lo último que dijo Alex.
Guillermo y Ángel se dedicaron a hacer la cena, mientras que Alex, trataba de descifrar los enigmáticos papiros que había encontrado en el museo de El Cairo. Según los escritos decía algo parecido a esto: “El que profane la tumba de mis señores…….”. La continuación de la profecía no estaba completa, por que había sufrido daños con el paso de los años y se había perdido.
- Vaya, si que los egipcios se la pasaban haciendo ridículas profecías- dijo Alex para sí mismo.
- Alex es hora de cenar, sal de tu casa – le grito Ángel
- Si, no quiere comer mejor para nosotros, cariño – decía Guillermo depositando un beso en el pómulo de su hermoso niño.
- Eso quisieras Guillermo, - dijo Alex emergiendo de la casa – pero adivina que, no te voy a dar el gusto.
- Ya dejen de reñir chicos – trató de aquietarlos Ángel – mejor disfrutemos de la cena, espero que les guste.
- Por ti, hago lo que quieras, ángel mío – le dijo con cariño Guillermo
- ¿Por él o por comida? – le dijo divertido Alex.
Guillermo no se ofendió por el comentario ya que Alex estaba riendo, y era una sonrisa sincera, no una irónica ni cínica. Una sonrisa que le salía del alma, por lo que opto por quedarse callado.
- La cena te quedó maravillosa, mi amor – le afirmaba Guillermo
- Estoy de acuerdo con él – continúo Alex
- Bueno es hora de dormir – dijo Ángel
- ¿Ustedes van a dormir? – expresó Alex sorprendido, poniendo muy colorado y nervioso al novio de Guillermo.
- Bueno digamos que nos la vamos a pasar bien – comentó Guillermo en un tono muy sensual
- Pues hagan lo que quieran – dijo Alex, dirigiéndose a su casa
- Vez lo que ocasionas, se enojó Alex – le regaño Ángel a Guillermo.
- No se ha enojado, solo que esta celoso, él ya quiere tener a alguien a quien amar -
- ¿Y cómo lo sabes? – interrogó Ángel
- Por su mirada – contestó Guillermo en tono de “elemental”
Ambos chicos se fueron a “dormir” sin percatarse de que alguien los estaba observando.
- El amor de Alexander, esta a punto de despertar – se escuchó una voz – más pronto de lo que creen.
CONTINUARÁ....