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Fénix por karin_san

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Notas del fanfic:

Escribir este fic fue intenso, ha removido fibras muy íntimas de mi, me quebré varias veces pero pese a todo logré sacarlo adelante. Me siento liberada tras haber encontrado las palabras que buscaba.

Notas del capitulo:

Publicare los cuatro capis juntos. Ojala les guste.

I

Los olivos seguían creciendo a la vera del camino, el cartel seguía diciendo “Rodorio 12 Km” cuando en realidad el pequeño poblado se hallaba a sólo diez, el sol seguía siendo límpido y radiante durante el ardiente verano helénico. Suspiró. Poco antes de la entrada al pueblo torció el volante a la izquierda en una casi imperceptible curva, pisó a fondo el acelerador por el vertiginoso camino de tierra, minutos después la cabaña de los Aries se comenzaba a bosquejar al final del polvoriento sendero. Llegó. Frenó. Su celular vibró en el bolsillo de su camisa, lo tomó, reconoció el nombre, lo apagó. Un silencio que olía a muerte perfumaba el aire, aplaudió sin éxito cerca de la entrada a la casa. Cansado se recostó sobre el capote rojo de su Lamborghini y encendió un Marlboro, varias pitadas después vio a un pequeño conocido bosquejarse en el sendero de tierra con un guardapolvo de colegial anudado a la mochila, era un niño pelirrojo de poco más de diez años. Apagó la colilla presionando la punta de zapato contra el suelo mientras el menor aceleraba su trote y finalmente se largaba a correr hacia él.

-¡Kanon! ¿Qué me trajiste?

El griego esbozó una sonrisa y señaló hacia el auto, de inmediato el pequeño hizo una pesquisa y salió de él con una barra enorme de chocolate obtenida en la guantera junto con unas entradas a la carrera de fórmula uno a disputarse en Atenas el fin de semana próximo.

-No creo que Mu me deje ir-soltó desanimado el menor.

-Pero apuesto a que el viejo sí-le sonrió Kanon.

-Sí, si el abuelo se lo pide seguro.

-¿Cómo anda el viejo cascarrabias?

-Vamos, entra, seguro se va a poner re alegre, la otra vez te vimos en la tele, estaba re feliz, se re enojó cuanto el alemán te pasó en la última curva, se puso a decir esas palabras que Mu no me deja.

-Jajaja tu hermano es un caso ¿dónde anda puntitos?

-Seguro que en el taller, se la pasa ahí siempre-movió los hombros el niño mientras lo tomaba de la mano e invitaba al interior de la sencilla vivienda.

El perfume a muerte era más fuerte allí.

-Seguro está dormido, se la pasa dormido casi todo el día-dijo el niño colocando un pie en el peldaño de la escalera.

-¡Eh, puntitos menor! ¿Por qué no agarras la bici y vas a comprar unas pizzas hechas? ¿Sí? –Kanon le extendió un par de billetes-compra helado también-le sonrió antes de que en un santiamén desapareciera el niño por la puerta de salida.

Tras un hondo suspiro Kanon subió los escalones hacia la habitación del viejo Hakurei, todo seguía tal como lo recordaba, Rodorio era como esos pueblos donde el tiempo parece detenerse, todo la contrario a Atenas o Munich dónde vivía desde hacía ya cinco años, en la ciudad el tiempo jugaba carreras, no había frenos, ni semáforos: si no corrías la vida te llevaba por delante.

-Miren quién se acordó de venir-soltó el anciano viendo al joven griego asomarse a la puerta.

-Dijeron que andaba mal pero no esperaba que para tanto ¿quién viera al viejo ogro tirado a estas horas en la cama?

-Jajajaja, mocoso irrespetuoso-profirió divertido el mayor estrechando la mano que ofrecía el menor, luego los hombros en un cálido abrazo.

-Mi hermano dice que tantos años de burdeles y citas con jovencitas sexis lo han debilitado.

-Así que el doctor anduvo soltando la lengua.

-Hubiese preferido que la soltara usted o su nieto-pronunció con un ligero reproche Kanon.

-Bah, tú tienes tus cosas más importantes que hacer que visitar a un viejo, ancianos  como yo se mueren a diario, pero tú tienes un talento, Kanon, eres un prodigio.

-Ja, Mu diría que soy un miserable ambicioso.

-Eres un soñador-sintetizó el anciano antes de que por un instante comprensivamente sus miradas chocaran.

-¿Y dónde anda que no lo cuida?

-Puff se la pasa metido en el taller, está molesto porque no quiero hacer ningún tratamiento.

-Siempre fue un poco mandón el nene.

-Jaja como mi hermano Sage, siempre demasiado preocupado por todo, nada que ver conmigo.

-Eso sin duda.

Se echaron a reír, pero pronto la risa del anciano se convirtió en una tos seca e implacable.

-Tengo una foto.

-¿Eh?

-Una foto de los buenos tiempos, en ese cajón-indicó con la respiración agitada el anciano por lo que Kanon obedeció de inmediato para que no se esforzara.

Sonrió al verla.

Junto a la Chevi roja con un fénix enorme pintada en la lustrosa chapa del capo estaba el viejo Hakurei y su fallecido hermano gemelo Sage, sonrientes e idénticos, también estaba él mismo con los jeans engrasados que usaba en el taller de los viejos cuando no era más que un mecánico aficionado que disfrutaba de pasar la tarde y noche allí, con los mayores y su nieto, claro, allí estaba Mu, a su lado, un sonriente Mu con esos grandes ojos verdes que lo habían hechizado y hecho olvidar que era sólo un quinceañero tantos años atrás al tomarlo. Recordaba perfectamente el día de esa foto, la noche anterior le había hecho en el amor a escondida de sus abuelos en ese mismo taller, junto a ese mismo auto recién resucitado de sus cenizas. La emoción de haber arreglado el motor del Fénix había acallado por completo la vocecita de su cabeza que solía decirle “es poco más que un niño”.

-¿Ya en esa época andaban par de tránsfugas escondiéndonos sus amores, no?

-Jajaja quizás, quizás-le sonrió el griego. Aún recordaba como si hubiese sido ayer los pleitos para convencer a los ancianos de salir con su nieto mayor.

-No he visto sonreír a Mu así en años. Desde que te marchaste.

“Puedes venir conmigo, Mu”

“Puedes quedarte conmigo… Kanon”

Esa escena aún se repetía en su cabeza poco antes de dormir, al despertar, al perderse en los ojos verdes de algún amante casual.

-Está en el taller ¿por qué no le llevas algo de comer al pobre?

-Vine a comer con usted, viejo.

-Bah ¿qué tendría de divertido almorzar y charlar con un viejo?

-Considerando que tiene el record de huidas por los balcones de “damas decentes y de buenas costumbres” de Rodorio se me ocurre mucho

-Jajajaja cofcofcofcofcof no tanto cofcofcofcofcof ¿por qué no vas y lo ayudas? Andaba trabajando en el viejo Fénix, creo que piensa que mi último deseo es volver a sentarme en sus gloriosos asientos de cuero

-¿Y no lo es?

-Ja, claro que no, mi único y último deseo es…

 

Notas finales:

Gracias por leer!!!


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