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Huellas Ocultas por Fallon Kristerson

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Notas del fanfic:

Bueno, antes que nada, se trata de mi primer ItaDei ^w^ segundo, este capi lo tenía listo desde hace ya un buen tiempo, pero no loo quise publicar aún porque estaba esperando a que una amiga (cofanaricof ¬¬) le echara una ojeadita Como me gustan muchos los UA de esta serie, este fic también será uno así. :D ItaDei, una de mis favoritas de este anime! (de hecho, me gustan todas las parejas que tengan a Deidara de uke -.-U)En fin, espero que les guste!

Advertencias: YAOI (duh, si no te gusta, que haces aqui ¬¬), Supongo que lemon en algún momento (pero aún no está seguro), muerte de algún personaje, malas palabras, errores de tipeo que nunca llego a ver :P

Pareja principal: ItaDei

Otras: KakuHidan, PainKonan, MadaDei, SasuNaru, SaiGaaLee (trío conflictivo juju), KakaIru y las que se me vayan ocurriendo y cruzando mientras que escribo :P

NARUTO Y SUS PERSONAJES NO SON MÍOS, A MÍ ME PERTENECEN PERSONAJES ORIGINALES COMO NANAMI (que solo fue creado para ser odiado por Itachi XD)

"Dicen que venimos al mundo a sufrir, que la vida es un engaño
si juegas, tienes que jugar a ganar
Que eres lo que tienes y tienes lo que te mereces
Vives, Ganas, Pierdes... dicen que es así."

Jarabe de Palo - Dicen

1. Martes antes de medianoche

Bufó irritado al sentir que el frío le congelaba hasta los huesos. Vaya mañana para salir... Hundió cuanto pudo sus manos en las mangas de su casaca, y luego, las metió en los bolsillos de su pantalón. Detestaba el invierno. Era gris, aburrido, frío, vacío. Gris, más que nada y eso era precisamente lo que tanto le irritaba. Pateó una lata mientras caminaba, aparentemente sin rumbo, por la calle. Mujeres corriendo con las compras en grandes bolsas de papel y niños pequeños siguiéndolas, hombres y mujeres ejecutivas apresurándose a llegar al trabajo. ¿Y a él qué? Poco le importaban. Sacó una de sus manos, abriéndola y encontrando un pequeño cigarrillo. Bien, no lo olvidó. Lo tomó e hizo ademán de buscar un encendedor, uno que no encontró. Se giró buscando a alguien, viendo que solo una persona no corría en esa triste mañana. Se acercó tranquilo al sujeto que estaba apoyado en un poste de luz solitario, leyendo el periódico del día.

-Oiga, usted, ¿tiene fuego? –preguntó con su usual tono de voz, lanzándose hacia atrás los mechones rubios que se escapaban de la coleta y que le tapaban la cara, descubriendo ahora sus ojos color cielo.

El hombre bajó el periódico y le dirigió una analizadora mirada. No era demasiado alto, a Deidara le pareció que, más bien, era demasiado chato, mas no comentó nada. Él asintió, abriendo su casaca y sacando un encendedor. Se acercó al rubio, manteniendo la flama bajo el cigarrillo.

-Tome, que la comadreja sigue impaciente –masculló el sujeto en voz baja y apenas moviendo los labios.

Deidara asintió ligeramente, en forma de agradecimiento, para luego alejarse del sujeto. "Con que la comadreja sigue impaciente... Ya habrá que apresurarse un poco."


-¿Y bien?

Itachi alzó la mirada, clavándola en quien había osado perturbar su lectura. No es como si aquello que leía en los extensos informes recibidos le interesase mucho, pero por fin se había animado a leerlos, y ya estaba comenzando a concentrarse, cuando aquel sujeto le había interrumpido, el cual, por cierto, solo era su inútil asistente novato y lo había vuelto a sacar del ritmo. Bufó irritado y puso los ojos en blanco. Era el penúltimo informe.

-¿Y bien qué? –preguntó indignado y cortante. Su asistente se encogió, intimidado por el humor de su jefe.

-Bu-bueno, no... ¿no hay nada nuevo?

-Por más grueso que sea el fajo de papeles, no.

Maldición. Aquella era la cruda verdad. Cada semana recibía informes enormes de sus agentes, cada uno más inservible que el otro. Dejó el escrito de lado, sin si quiera terminarlo, y tomó el siguiente. Y entonces tuvo que sonreír.

-¿Eso es un informe? –volvió a hacerse oír su asistente curioso, aunque bastante escéptico ante la presentación de dicho escrito, cosa por la cual nadie lo culpaba- Ah, cierto. Debe de ser el de...

-Ya lo sé. –lo interrumpió Itachi sin miramientos- Mejor tráeme otro café, y no demores.

El joven hombre asintió apresuradamente y desapareció de la pequeña oficina. El de cabello azabache volvió a concentrarse en su último informe. Esta vez con una divertida sonrisa. Tomó el reporte, o mejor dicho, tomó la media hoja escrita a mano con una letra apenas legible, incluso para un doctor. Claro, qué más podía esperar de Deidara. Por lo menos no le hacía perder el tiempo haciéndolo leer cosas extensas y sin contenido. Si se demoraba, era por descifrar lo que había escrito el rubio.

No hay mucho movimiento, los Iwa están más o menos tranquilos: una entrega grande el martes, un cuarto para medianoche en Shigure, bajo el Puente del Mercado. Planes de extender territorio, nada concreto.

Ok, tal vez ni media página, pero aún así Itachi se sintió contento. Quién como ese niño engreído...

-¡Uchiha-san! ¡Aquí tiene!

-Gracias. –masculló Itachi, aceptando la bebida caliente- Le falta azúcar.

Bien, debía dejar de maltratar tanto al pobre chico, pero es que realmente le molestaba tener que soportar a gente como él. Torpe. No, él no tenía mucha paciencia para personas huecas, podía soportar al enérgico de Naruto, al amargado de su hermano y hasta al pervertido de su ex-jefe, Jiraya. Sí, incluso podía soportar a su tío Madara, cuando se obstinaba por coquetearle a Deidara (por más que Deidara se molestase luego con él), pero para los torpes no le quedaba mucho. No es que los culpaba por haber nacido como eran, simplemente trataba de no socializar mucho con ellos. Lástima que tuviese ahora a uno como asistente, debía recordarse a sí mismo, nunca más aceptar que Sai lo sustituyera en una entrevista. Dejó el reporte de Deidara sobre la pila de papeles que le había traído Naruto en la mañana, tomando el teléfono y marcando un número específico.

-Soy yo... sí, sí, los leí, todos... Bien, eso supuse. Te mandaré las próximas indicaciones con Nanami... –el mencionado asistente justo entró de nuevo a la oficina, captando su nombre en la conversación y acercándose con una pequeña sonrisa a su jefe- Ok, entonces en eso quedamos... Ajá, claro... Ah, y dile a tus agentes que dejen de hacer tanto "teatralo" con los informes, es molesto leer diez páginas de no-pasó-casi-nada, que sean directos... No, no estoy alabando indirectamente a nadie, déjate de tonterías, Kakashi. Eso es todo.

Se volvió hacia su asistente, quien le entregó su café ya frío , pero por hacer una buena obra, esta vez decidió no decir nada más. Tomó los apuntes que se había hecho y los juntó con el ultimo reporte.

-¿No se hizo apuntes del informe de De...?

-¿Te parece necesario? –el chico negó fuertemente- Bien, lleva esto donde Kakashi y que sea rápido.


-Pase... Ah, Deidara. ¡Cuando por fin de dignas a aparecer!

El rubio entró en la gran oficina de su padre. Su cabello ya no estaba atado, sino que lo traía suelto, cayéndole de manera natural sobre los hombros. Su padre se encontraba sentado en un enorme sillón verde oscuro ante su escritorio, hundido en unos aburridos papeles que no hacían más que hacerlo ver más viejo. Apoyado en el sillón y viendo lo que hacía el mayor, estaba su hermano.

-Te tardaste. –acusó este, dedicándole a su hermanito menor una sonrisa burlona.

-No tenía prisa. –contestó Deidara, tomando asiento en el sofá que se encontraba en el cuarto, delante del escritorio.

Su padre alzó por fin la mirada, para volver a bajarla de inmediato. Deidara suspiró de manera inaudible, y observó como su hermano se separaba del sillón verde y se sentaba a su lado.

-¿Dónde estuviste? –lo interrogó con una penetrante mirada. Deidara le devolvió el gesto con altivez.

-Ni que te interesara.

-Deidara. –se hizo oír ahora su padre.

-Solo salí a caminar... –se apresuró a corregir su error.

-¿Y eso para qué? –protestó otra vez su hermano. "Dios, aquí se nota que no somos realmente hermanos de sangre..."

-Para alejarme de la peste llamada Hidan.

Su hermano frunció el ceño y luego masculló algo como "Rubia desteñida y plana", sacando un cigarro y abandonando por fin la estancia. Deidara sabía lo que se le vende´ia encima. Si bien Hidan siempre había mostrado más interés por el "negocio familiar", su padre por su parte había mostrado más interés en meterlo mas a él que a Hidan en todo el rollo. Y no es que no supiera las ventajas que eso representaba, pero, por otro lado, hubiera simplemente preferido que le auspiciaran su carrera de artista, que le diesen su parte de la herencia, y luego, lo dejasen en paz. Toda una utopía.

-¿Dónde has estado? –preguntó Kakuzu, dejando de escribir.

Su hijo mayor, bueno, su único hijo, frunció el entrecejo. La verdad es que sabía que Deidara no era, por naturaleza, un mafioso, pero el hecho de que hubiese crecido en ese entorno y que, al final, sí hubiese acabado siendo un poco como él (en una manera bastante retorcida, cabe decir) le quitaba la culpa cuando se esforzaba por sacarle una respuesta definitiva a su rubio hijo.

-Ya lo dije, salí a caminar. Me estaba ahogando aquí adentro...

-Por algo tenemos un jardín.

-Un jardín con muros –le espetó Deidara molesto. ¿Cuánto más iba a tener que seguir con esto?

-Como sea, ¿hablaste con Konan? –Deidara asintió- ¿Alguna duda?

-Ninguna –respondió el chico, haciendo un ademán de querer pararse e irse de aquella habitación. No obstante, fue detenido por un bufido de su padre.

-No he terminado. Siéntate.

Suspirando pesadamente, Deidara se volvió a dejar caer en el sofá. Para empezar, ¿por qué se había metido en la oficina de su padre? No tenía nada que buscar por ahí, su trabajo por esa semana ya estaba hecho. Se pasó cansado una mano por el largo cabello, peinándoselo hacia atrás, aunque dejándolo más desordenado que otra cosa.

-¿Qué quieres? –masculló el rubio sin ganas, preparándose psicológicamente para lo que pudiese venir. Siendo Kakuzu como era... Podría pedirle a su hijo que se tirase de un puente para salvar una maleta con dinero, que se disfrazase de mujer para sacar información (y no, no es que ya lo hubiese hecho, no, claro que no. ¡No pongan esa cara!) o que incluso se infiltrara como sirviente en la casa de los Hyuga, o Dios sabía qué cosas más.

-Oh, no es nada especial. –aclaró inexpresivo la cabeza de la familia- Solo quiero que te encargues de la entrega del martes, quiero asegurarme que nada falle ese día...

-Noche. –lo interrumpió Deidara tratando de ocultar su nerviosismo. Kakuzu asintió y se puso de pie.

-Claro, eso. –murmuró reteniendo el mal humor- Saldrás de aquí a las ocho con Hidan, para encontrarte con Sasori. Él va a ser tu compañero, seguirá tus órdenes.

Mientras su padre seguía hablando y se paraba ante la ventana, Deidara trataba de captar todos los detalles posibles y de no sumirse en sus propios pensamientos. No tenía ganas de que lo arrestaran, pero si lo atrapaban tampoco podían soltarlo así no más o de lo contrario levantaría sospechas. Al igual que tampoco podía ponerse demasiado rápido a salvo. Más sospechas, eso solo daría más razones de desconfiar en él, cosa que debía evitar a toda costa o se vería obligado a fugarse de su casa a la protección de los Uchiha. Una idea que sonaba bien, pero que terminaría por aplastar su orgullo. Y su integridad.

-¿Entendido? Deidara, ¿estás prestando atención?

Tomado por sorpresa, el chico alzó la mirada hacia su progenitor, quien se había colocado delante suyo. El chico rió, pasando de descarado, y luego se disculpó.

-Ah, perdón, ¿qué decías? –Kakuzu suspiró, vencido por la actitud de su hijo- ¿No me lo puedes dar por escrito?

-Nada por escrito, –recordó en tono severo el mayor y Deidara puso los ojos en blanco. Claro, olvidaba lo opuestos que eran los mafiosos de los que trabajaban para el FBI. Y él debía lograr ser de ambos.

-Oh, ok... –masculló el rubio, escuchando ahora sí con atención a las indicaciones dadas.

"Mierda" pensó molesto cuando por fin pudo retirarse a su habitación. Detestaba cuando su padre lo mandaba a supervisar, entregar, espiar, husmear. ¡Agh, lo que fuese! No lo soportaba, la única razón por la que seguía ahí era... era... Bien, no estaba seguro. ¿O sí? Itachi se lo había pedido y Tsunade lo había amenazado con su puño. Dios, él ni si quiera tenía por qué estar ahí. Solo porque había nacido en esa casa. ¡Ja! ¡Idiota tenía que ser! "Bueno, aún no tanto como el bastardo de Hidan, pero en fin, un idiota hecho y derecho."

Se acercó a su ventana y la abrió. Era una ventana alta, lo suficiente como para que el chico pudiese pararse en el alféizar y ver por encima del gran jardín trasero. Su cuarto se encontraba en el tercer piso de la magnífica mansión. Se sentó, dejando que sus pies colgaran libres, y sacó su teléfono. Lo que más le habría gustado en ese momento, hubiera sido llamar a alguno de sus amigos. ¿El detalle? Oh sí, ¿cómo olvidarlo? No podía arriesgar ni a la operación, ni a sí mismo. Miró aburrido la pequeña pantalla táctil que brillaba ante sus ojos. Al diablo con su trabajo, en serio, la próxima vez que lo viera, le daría un buen golpe, al Uchiha que lo contrató. Oh sí, sí que lo haría, y sería ese mismo martes en el que lo iban a arrestar por más que fuese un agente encubierto. Y luego, automáticamente y como si estuviera diseñado para eso, Deidara volvió a pensar en Itachi. Bueno, tal vez lo golpearía y luego le exigiría que lo sacase a comer, para finalmente infiltrarse en su casa y su cama. ¡JA! Sí, claro... ¿Cuándo había sido la última vez que había tenido sexo con el moreno? Ni lo recordaba. Yup, eso era un noviazgo perfecto. Ya recordaba por qué en un principio había intentado mentirle al Uchiha acerca de su familia. Justamente porque sabía que lo iban a usar de espía.

Apoyó cansado la cabeza en el borde de la ventan, observando como unos cuantos jardineros correteaban por el gran jardín o parque en versión "mini". Deidara nunca había tenido amigos en gran cantidad. Es más, en toda su infancia no había conocido jamás a alguien de su edad que no fuese el hijo de una de las familias rivales. En otras palabras, no había tenido amigos hasta que cumplió diecisiete, que fue cuando se le dejó salir solo por primera vez. (Y "solo" significaba "con tres guardaespaldas"). Prácticamente había crecido entre los muros de aquella mansión. Claro, porque para el hijo de alguien como Kakuzu la vida era un peligro. Al menos mientras que fuese pequeño todavía, pero Deidara ya iba a cumplir veintiséis y no necesitaba más a alguien que lo escoltara a todas partes para evitar que fuese secuestrado por otros mafiosos o por la misma policía. Y así pues, Deidara había sido criado por niñera asustadizas y guardaespaldas inexpresivos como las rocas. Hidan recién había llegado cuando ambos chicos tenían dieciséis, y de eso ya habían pasado casi diez años. Y no, Hidan nunca había llegado ni a ser algo cercano a un hermano o un amigo, aunque esa tampoco era la idea por la que había sido adoptado por la familia. No, los Iwa necesitaban un asesino y un posible remplazo en el poder de por si algo le llegase a suceder al rubio. Hidan, desde el principio, se llevó mal con el hijo legítimo de la familia. Deidara nunca lo soportó, y no solo porque lo hubiese descubierto más de una vez en la cama de su padre, sino que desde el principio el ojivioleta le había parecido una de las personas más insoportables que existían en ese mundo. No es que le molestasen las miles de lisuras que daba de sí, sino que casi tres cuartos de esos insultos iban dirigidos a él; no le molestaba que el sujeto se acostase con su padre, sino que el idiota no hacía más que venirle con eso, creyendo por eso que se iba a ganar un mejor lugar. ¡Por favor! Se nota de lejos que ese exhibicionista no había crecido ahí, que, si bien era un asesino a sangre fría, nunca iba a dejar de ser solo un subordinado si seguía siendo, a la vez, el amante del jefe. Pero bueno, Hidan no tenía que saber eso...

Pero Deidara ahora tenía cosas más importantes en qué pensar. Martes a medianoche... Esperaba que por lo menos el bastardo Uchiha apareciese en escena, de lo contrario le daría dos golpes en vez de uno.


Martes, siete y media de la noche.

Oh, cómo pasaba el tiempo si eres el amante favorito de un gran mafioso. Bah, él solo quería ascender. Poco le importaba si para eso tenía que acostarse con un viejo decrépito (que por cierto sabía muy bien como iban las cosas a la hora de no tener nada de ropa encima) para lograr eso. Y no lo iba a negar, el sexo con ese sujeto lo satisfacía casi de la misma manera que el matar a gente inocente, y a la no tan inocente. Lo único que de veras no soportaba era a esa niña rubia. Si no fuera porque era la hija de Kakuzu, ya la habría mandado a volar muy lejos. Algo en esa niña le daba la impresión de que no era de fiar. Aunque todo el mundo que conocía a `la guadaña´ de los Iwa decía lo mismo: "No hará nada, Deidara, al final, siempre hace lo que su padre quiere". Sí, como no. Él, por lo menos, no confiaba en la "rubia barata", por más que le viniesen con que lo hiciese. Sí, Deidara cumplía con todas las órdenes, pero a regañadientes. ¿Y qué aseguraba que, a parte de cumplir con las tareas encomendadas por Kakuzu, no hacía otras cosas también? Uno no podía confiar ni en sus hijos.

Cerró de golpe su puerta, dispuesto a cambiarse para luego salir. Solo necesitaba algo más cómodo, tal vez algo un poco más oscuro para no resaltar, aunque con el farol rubio que tendría que acompañar primero eso sería algo muy poco factible. Sin embargo, luego ya no estaría con Deidara, por lo que ya tendría más libertad de movimiento. Y mucha más diversión. Luego de salir de la ducha, se puso un pantalón negro y una camisa y zapatos del mismo color. Sobre su pecho descubierto brillaba su amuleto. Al verse en el espejo, pensó que parecía un muerto de tanta palidez, mas no fue algo que le importó mucho. Él no era como la niña que ahora debía estar maquillándose en el tercer piso. ¡Y un demonio, pensaba demasiado en esa Barbie de segunda!

Tiró la puerta al salir, dándole a entender a toda la casa que ya estaba listo. Al bajar a la sala de recepción, se encontró con Konan, quien parecía estar discutiendo sobre algo con Pain. Bueno, discutiendo... Muy a su manera, claro está, o sea, en susurros y sin dar mucho de sí. Hidan no sabía si realmente era una pareja. Trabajaban mucho juntos y eran bastante efectivos como equipo (como llegó a comprobar), pero si había algo más que eso no estaba claro. Probablemente Kakuzu sí sabía, pero tampoco era que le interesase el tema, por lo que tampoco preguntó. Se sentó en un sillón, disponiéndose a esperar a la rubia, la cual, se imaginaba, debía seguir peinándose. "Rubia inútil", pensó irritado, mascando con impaciencia su labio inferior. Él no estaba hecho para permanecer sentado en una habitación lujosa, esperando a una rubia codiciada más por su cuerpo que por lo que realmente sabía hacer. (Bueno, eso último no era seguro, pero Hidan supuso que podría ser verdad.)

Pasaban los minutos, y cuando por fin Deidara se dignó a aparecer, Hidan se puso de pie de un salto.

-¿Y tú? ¿Piensas dejar que pase primero el fin del mundo antes de dignarte a aparecer?

Pero Deidara solo sonrió de manera burlona e inclinó ligeramente el rostro. Las miradas de Konan y Pain recayeron sobre los dos "hermanos".

-¿Qué? –bufó molesto el albino.

-Ahm. No nada, Hidan. –canturreó el rubio, lo cual solo causó que el menor por meses se irritara aún más- Es solo que... son cinco para las ocho, asesino de cuarta.

Hidan primero lo miró sin entender, a lo que Deidara dejó de lado su sonrisa y puso los ojos en blanco, no sin soltar un suspiro de frustración.

-Dios que eres lento. –resopló ahora impaciente- Salimos a las ocho, no tengo por qué estar aquí antes.

Al parecer, una lucecita se encendió en su cabeza, pues por fin Hidan captó que había bajado demasiado temprano. "Eso lo deja en claro…", pensó malhumorado. Sin más, los dos jóvenes salieron por la gran puerta principal, y luego por el portón. Deidara iba vistiendo igual de simple que Hidan, solo que su camisa era roja, aunque en una tonalidad clara y no muy fosforescente, al igual que solo traía abiertos los primeros dos botones y no todos. Con las manos hundidas en sus bolsillos hasta ya perecía algo más varonil, pensó Hidan en manera de broma, mas por no pelearse, llamar la atención y cagar la misión, decidió no decir nada. Deidara traía el pelo amarrado. La verdad era que Hidan jamás lo había visto salir con el pelo suelto. No sabía si el chico lo hacía a propósito o no, pero tampoco se iba a romper la cabeza con ese tema. Kakuzu una vez había comentado que Deidara se parecía mucho a su madre, y así tenía que ser, dado que con el padre no había mucho parecido.

Las calles estaban frías y abandonadas, aunque al principio aún estuvieran muy bien iluminadas. Deidara y Hidan caminaban sin intercambiar palabra o mirada alguna, solo seguían su camino bien memorizado. Cuando la luz ya iba escaseando, y el entorno se volvía cada vez más sombrío, se encontraron en una de las calles más peligrosas de la ciudad. Una que conocían bien. Entraron en uno de los burdeles que se apiñaban a lo largo de la descuidada calle. "Akatsuki" era lo único que brillaba en neón en aquel lugar. Hidan iba caminando por detrás de Deidara, quien se quedó parado ante la barra, sentándose y prosiguiendo a pedir algo de beber. Hidan se sentó a su lado. ¿Aún no estaba ahí el niñero de la rubia? ¿No era que supuestamente no le gustaba hacer esperar a la gente? Hidan detestaba a sujetos así, en especial al maestro de su hermano. O lo más probable era que sí estuviese ahí presente, solo que Deidara no lograba encontrarlo. Cosa que no le extrañaría demasiado, no porque la niña fuese incapaz o algo así, sino porque el pelirrojo era un maestro de los disfraces. No solo aparentaba tener como treinta años menos de los que realmente tenía, sino que también era raro verlo mostrar su verdadera apariencia.

La cantinera les trajo dos vasos y el de Hidan se vació sin demora. Un par de minutos transcurrieron, solo con la áspera voz de la cantante de turno y las risitas que los clientes compartían con las prostitutas, junto con otros murmullos del lugar. Deidara mantenía la vista fija en su vaso, la cabeza ligeramente agachada y su típico mechón amenzando con caer dentro del líquido alcohólico. En un momento alzó la mirada y luego terminó de beber el contenido de su vaso, para que acto seguido se levantase y se dirigiese a una de las esquinas más oscuras de la estancia, en donde lo perdió de vista. Hidan no lo siguió, de todas maneras no iría con él una vez que saliese del bar. Pidió otro vaso, el cual le fue servido y, luego de alrededor de diez minutos, Deidara volvió a aparecer seguido de cerca por un hombre de avanzada edad, una espesa barba y pequeños ojos negros. Traía un abrigo marrón y sucio, y un sombrero verde oscuro. Supuso que se trataba de Sasori, haciendo uso de una de sus mil caras.

-Veo que encontraste a tu niñera. - se mofó el albino, recibiendo una mirada despectiva por parte del mayor. Se paró y se dirigió hacia la salida, seguido por Deidara y Sasori, quienes luego emprendieron la dirección opuesta al camino que tomó él.

Hidan podía recordar perfectamente las indicaciones de Kakuzu. Jamás se permitiría el cometer un error, más aún si se trataba de matar a alguien. Se permitía ser sádico y sangriento, dado que aquello no lo consideraba un error. Uno podía matar como se le diese la gana, la cosa era simplemente no dejarse atrapar. Aquellos que se esmeraban por no dejar rastros los consideraba perdedores. Era cosa natural para él, el hacer su trabajo de forma natural y sin perder el tiempo con limpiar o tonterías parecidas. Apresuró el paso, pensando en lo que le esperaba, hasta que dejó atrás los barrios bajos para volver a emerger en la zona residencial. Buscó una calle y la encontró. Buscó una casona y la halló. Buscó una puerta, alguien que le abriese, una ventana, una habitación y una persona determinada. Y entonces comenzó para él la noche.

Notas finales:

Ahm, bueno, ese fue el primer capi ^^ Bueno? Malo? Intermedio? Trataré de que todos lo capítulos tengan ese largo, a menos que les paresca demasiado tedioso el leer tanto (a mi me pasa a veces, aunque depende más de la narrativa del autor que de la extensión en sí XD) Por último... Es Pain o Pein? Bueno, yo creo que es con A, pero he comenzado a tener mis dudas porque he visto que algunos lo escriben con E... bueno, ya saben, me lo hacen saber ^^

En fin, nos estamos leyendo! ^0^


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