I. Unforgettable
Aún recuerdo aquel día. Ese maldito accidente que cambio completamente nuestras vidas. Lo recuerdo perfectamente bien como si hubiese sido ayer, como si hubiese sido hoy; porque el dolor sigue siendo el mismo: tan latente, tan hiriente, tan profundo. Recriminándome a cada segundo de mi patética existencia la culpa por no haber sido más sincero, más protector... Por no haberlo cuidado cómo debí, como me juré a mí mismo y prometí a él, haría. Porque aunque el tiempo pase, aquel vació seguirá estando y siendo el mismo, lastimándonos. Y todo a causa de mi estúpida ineptitud.
Jung YunHo
Sucedió hace tanto aquello y aún así no puedo minimizar el dolor que hay en mi corazón... Intentar olvidar no es una opción y aunque la fuera nunca la tomaría; sería imposible, le amé tanto... Me ilusione y fui feliz mientras lo tuve; y el haberlo perdido solamente me abrió los ojos y me mostró el gran abismo de la oscuridad, el frio vacio y sobre todo me regreso aquella compañera que antes no me había dejado: la soledad...
La vida misma es tan corta y cambiante: inexorable. Qué uno no sabe si a los minutos siguientes seguirá con vida o feliz junto a sus seres queridos... O vivirá el peor de sus momentos llegando incluso a desear dejar de existir...
Yo todavía por las noches me paro junto al gran ventanal de mi habitación para observar el bello cielo estrellado, buscándole entre las parpadeantes estrellas, hasta encontrarlo...
Es la estrella más hermosa que haya existido jamás: tan brillante, tan grande, tan deslumbrante, definitivamente es él... Siempre en la misma posición, siempre mirándonos desde allí... Siempre cuidándonos... El sentimiento de haberlo perdido aun sigue tan latente en mí, que sigue manifestándose en molestas lágrimas que bajan desde mis ojos hasta perderse por mi cuello... Nunca me ha gustado llorar, pero no es algo que pueda controlar a su recuerdo...
Ese día era hermoso, tan cálido y esplendido. El hermoso astro rey brillaba en lo alto del cielo sereno y despejado; iluminándonos con sus cálidos rayos dorados. Un grandioso día y aún así... Mi pecho no dejaba de punzar y los nervios comenzaban a carcomerme de poco en poco. Ese precioso día yo tenía un mal presentimiento, que aunque intente ignorar, no pude del todo...
Había ido al supermercado hacer las compras. Hoy cocinaría uno de sus platillos favoritos... Quería darle otra gran noticia... Al regresar con el mandado, muchas miradas se posaban en mi, era normal... No siempre se podía ver a un hombre tan especial como yo, y sus miradas sorprendidas me hacían reír en mis adentros.
Estaba en la acera del frente del edificio donde vivimos, esperando que diera luz roja para poder cruzar y así llegar hasta éste. Cuando cruce, no espere encontrarme con aquella escena... Fue como si de repente me echarán una cubeta de agua fría encima. No quería creer lo que mis ojos veían, aunque éstos tampoco tardaron en aguadarse... Mis manos soltaron las bolsas del mandado y mi corazón se estrujo furiosamente, me dolió demasiado.
Mi YunHo... Mi precioso y amado YunHo... Él...
No, eso tenía que ser una equivocación, no podía ser él.
-YunHo -grité esperando haberme equivocado y aquella persona frente a mí, besándose con una mujer, no volteara por saber que no era a él a quien llamaban.
Qué hiriente fue, el ver que me equivoqué.
Pude ver como la expresión de su rostro se descompuso entre el asombro y el miedo.
- ¿Jae? -. Su voz... Todavía dudaba que fuera yo... Cerré mis ojos por unos instantes-. JaeJoong, ¡yo te lo puedo explicar!-.Cuando los volví abrir vi el rostro de YunHo muy cerca del mío y aquella mujer ya no estaba. Había clara preocupación en su voz y rostro así como temor, y en mí, había un mar de sentimientos encontrados. Con decisión le respondí.
- ¿En serio, YunHo? ¿Puedes explicármelo...? Si puedes, adelante hazlo. Pero... No sé si pueda creerte... -terminé susurrando. Lo escucharía, dudaba que él me engañara; le tenía tanta confianza que cualquier cosa que me digiera era verdad para mí, pero ahora que mis ojos habían presenciado aquella escena, mi actitud sería más... Reticente. De repente sentí un mareó.
-Jae, ¿estás bien? ¿Te sientes mal? -me preguntó preocupado y me tomó por el brazo para sostenerme, cuando sentí que paso, me separé de él un tanto brusco, mala idea pues el mareo amenazó con volver; sin embargo yo no quería que me tocará, le miré feo.
-No me toques -le exterioricé-; y anda explícame lo que sea que tengas que explicarme.
-Aquí no Jae. Vamos al departamento-. Hizo ademán de tomar las bolsas que cargaba anteriormente, yo no se lo permití. Vi su cara angustiada.
-Boo dame las bolsas, por favor -me pidió, yo le ignore y seguí con mi camino, él insistió.
- ¡Qué no, YunHo!-. He de admitir que en ocasiones soy muy terco, y él también, ambos lo sabíamos-. Y no me llames así, no te lo permito...
- Pero Boo... -cambió-. No es recomendable en tu estado llevar cosas, menos si son pesadas -alego.
-Tampoco el llevarme impresiones fuertes-. Sabía que eso lo lastimaría y lo haría desistir, aunque, en mi estado, ¿debería de darle las bolsas? No quiero que afecte a mi bebé. También debía de calmarme, lo de hace rato también le ha afectado a mi bebé, sino como explicar el mareo. El doctor bien me lo advirtió: "Nada de impresiones fuertes y esfuerzos innecesarios, serían perjudiciales para el bebé que viene en camino"-. Está bien, toma, pero solamente por MI HIJO. Ten en cuenta que de no ser por mi estado y la salud de mi bebé, ya te las habría aventado a la cabeza... Eso te lo juro -le dije realmente enojado. Las hormonas no eran de mucha ayuda tampoco, e intentar tranquilizarme lo veía imposible.
-Vale... -lo escuche suspirar- Pero tranquilízate, recuerda que...
- ¿Cómo quieres que me tranquilice? ¡Eh, Jung YunHo!-le grité antes de presionar el botón del ascensor-. Si al llegar de las compras me encuentro a mi pareja con otra persona ¡besándose! Por Dios, YunHo... Eres... Eres... -de la rabia que sentía no sabía ni que decirle para ofenderlo. Solo atiné a sollozar, las lágrimas ya bajaban por mis mejillas. ¡Malditas hormonas!- ¿Por qué eres así conmigo, YunHo? Yo que te amo con todo mí ser. ¡Por qué me engañas! Eres un desgraciado... Un... Jung YunHo, ¡te odio! ¡Te detesto con toda mi alma!-le grité solo para después empezar a llorar a viva voz y lágrima suelta, tan fuerte, tan... Patéticamente. ¡Maldito YunHo y malditas hormonas, por ponerme en este estado, una y mil veces!
-No me digas eso, amor; yo...-. Intentó acercarse a abrazarme, pero yo nuevamente se lo impedí. Las puertas del ascensor se abrieron en ese momento y entre por ellas, YunHo me siguió, dejé que él presionara el botón de nuestro piso...
-No quiero que me vuelvas a llamar así, entiendes YunHo. Ya no te lo permito -demandé. Me cruce de brazos y esperé a que el ascensor subiera hasta nuestro piso. YunHo permaneció a un lado mío sin intentar decirme ya nada, cabizbajo y triste, por un momento me sentí mal... Que quise acercarme a él, abrazarlo y darle un pequeño beso en los labios, aquellos que me gustan tantos y susurrarle que todo está bien... Pero no... No lo estaba, y las tontas hormonas no me harían cambiar de opinión.
El ascensor abrió sus puertas en el piso de nuestro departamento. Al bajar, de un momento a otro, vi pura oscuridad.
Lo último que recuerdo antes de perderme en la inconsciencia es la voz alarmada de YunHo y sus fuertes brazos rodeándome, después de ahí: nada más.
-Jae... Boo... JaeJoong...-comencé a escuchar su voz, tersa y fuerte; pude notar un tono de angustia... Intente abrir mi mirada, mis parpados no querían ceder- Despierta amor, por favor...
Poco a poco mis parpados se fueron abriendo, entonces pude verlo, arrodillado a un lado mío... Por los muebles y el color de las paredes me di cuenta que estábamos en la sala, yo recostado sobre el sofá... Su mirada ansiosa y brillosa por las lágrimas, destelló cuando vio que reaccione. Mis ojos se cerraron por un momento de nuevo...
- ¿Qué paso? -le pregunté; no recordaba mucho.
-Te desmayaste, JaeJoong. Yo... Me preocupe mucho, no reaccionabas... -me tomó entre sus brazos, abrazándome con fuerza, y cuando escondió su rostro en mi cuello fue que lo sentí temblar para seguido escucharlo sollozar-. Perdóname JaeJoong, esto es mi culpa. Por favor perdóname, yo lo último que quiero es dañarte a ti y a nuestro pequeño.
Me derritió con sus palabras y su tacto, yo no pude más y correspondí su cariño, pasando mis brazos por su espalda, abrazándolo suavemente. Por momentos YunHo llegaba a ser un hombre tan fuerte e imponente y en otros llegaba a verse como un niño indefenso y frágil... Qué lo único que quería era protegerlo del mundo y darle todo mi amor; consentirle y cuidarle... Cómo lo amaba...
-YunHo... -susurré su nombre-. Estoy cansado...
Continuará...