Culpable.
Era cuestión de que terminara allí, ¿cuántas veces me había dicho mi madre que no me juntase con malas compañías? ¡Ja! Ahora resultaba ser que yo también era una, pero he de decir que no me arrepiento de nada, de hecho lo disfruté como un tonto con una piruleta.
Y allí estaba en medio del tribunal, en una sala cualquiera de los juzgados esperando un veredicto obvio, ya que había pruebas irrefutables en mi contra.
- Takashima Kouyou, en pie- anunció el juez con voz firme. Me levanté con una sutil sonrisa en mis labios. Durante todo el juicio había puesto mi mejor cara de niño indefenso y bueno, ahora era el momento de ver el resultado.- Está siendo juzgado por el asesinato de su profesor de matemáticas, Rodof Yur, al cual prendió fuego junto con su coche a la salida del instituto. ¿Cómo se declara?
- Culpable.- afirmé, tal y como me había recomendado mi abogado.- Aunque he de decir en mi favor que sentí acoso psicológico por ese profesor, lo cual me llevó a un estado de enajenación por el que realicé ese acto- añadí. Era una verdad a medias, era cierto que el viejo Rodof me odiaba, pero lo había exagerado.
- Bien- hizo una pausa, examinando sus papeles.- ¿Qué decisión ha tomado el jurado?- Uno de ellos se puso en pie y clavé mi mirada en él.
- Declaramos al acusado Takashima Kouyou, culpable- informó con voz ligeramente temblorosa por la presión que ejercía mi mirada sobre él.
- Por lo tanto, Takashima Kouyou, al ser menor y ser su primer acto de violencia bajo enajenación como ha presentado, se le condena a asistir a la Institución Yasherville. Le será puesto un sistema de vigilancia en el tobillo, no podrá salir de la ciudad, aunque podrá seguir viviendo en su domicilio- declaró el juez dando el típico mazazo.
Sonreí, ese era el resultado que esperaba. Ir a la Institución Yasherville era lo mejor que me podía pasar en estos momentos, siempre resultaba mejor que ir durante no sé cuantos años a un correccional. Aunque he de reconocer que también estaba ligeramente asustado por lo que esperar de ese lugar.
Lo único que conocía del lugar era que se trataba de una rígida institución en la que acudían los casos extremos de adolescentes, allí se impartían clases e intentaban rehabilitarnos para volver a formar parte de la sociedad. Algunos de los ingresados allí, debían quedarse siempre y se trataban sin duda de los más extremos.
La segunda información del lugar que poseía era que allí se encontraban encerrados cuatro de mis mejores amigos, los cuales debía de ser sin duda mi mala influencia.
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- ¡Takashima, levanta!- exclamó mi madre entrando en mi habitación de golpe y descorriendo las cortinas, haciendo que la luz entrase.
- Déjame dormir…solo son las siete de la mañana…- gruñí, ocultándome debajo de las mantas.
- Tienes que estar en Yasherville a las ocho y está en las afueras de la ciudad- informó mi madre tirando del edredón.- ¡Qué vergüenza, mi hijo con esos locos!
- Ahh, ya te dije que ese profesor me hacía la vida imposible…- dije levantándome y profiriendo un amplio bostezo.
- Seguro que fue ese desquiciado de Reita quien te pidió que lo hicieses…
- Mamá, ¿hubieras preferido que hubiese terminado en el psicólogo por el acoso continuo de ese profesor?- pregunté poniendo mi cara de niño bueno.
La impresión que daba a todo el mundo era de niño responsable y serio, en el instituto había sido uno de los más populares y todas las chicas andaban detrás de mí como locas. Aunque en realidad era una persona realmente fría y con tendencia a manipular a la gente, como sucedía con mi madre.
- Tienes razón. Ya se darán cuenta en Yasherville que tú eres un chico normal de diecisiete años que ha sufrido el acoso de ese hombre y te quitarán de allí. Aunque creo que deberías habernos contado a papá y a mí lo que te sucedía antes de llegar a tal extremo- me dio un fuerte abrazo y yo me dejé con una sonrisa.- Vístete, iré a preparar el desayuno.
- ¡¡Sí!!
Cogí del armario una camisa blanca, unos pantalones vaqueros y ropa interior limpia antes de encaminarme al baño. Me di una ducha mientras que escuchaba la música a todo volumen de la radio, a la vez que cantaba. Intenté quitarme esos absurdos nervios que cargaba encima, allí me estaban esperando todos mis amigos y no estaría solo perdido entre una marea de adolescentes asesinos.
Apagué el grifo y salí para vestirme, cuando bajé las escaleras hacia la cocina me encontré ya con mi desayuno servido sobre la mesa y mi padre sentado al lado, leyendo distraídamente el periódico de hoy.
- Buenos días, papá- saludé.
- Ohayou Takashima- dijo mirándome.- Te llevaré en cuanto termines de desayunar a Yasherville, por cierto echa una ojeada a la primera página del periódico- continuó, levantándose y dejando este sobre la mesa.
Me senté frente mi desayuno y lo sujeté observándolo como me dijo, allí en primera plana había una imagen del edificio de Yasherville y el titular rezaba: “La conocida institución Yasherville para adolescentes problemáticos, acogerá a un nuevo alumno. El cual asesinó prendiendo fuego al vehículo de su profesor con él dentro, el acusado declara haber sufrido un acoso psicológico por parte del hombre. A pesar de todo ha sido declarado culpable, pero con una sanción leve a cumplir en Yasherville.
El acusado Kouyou, era un destacado alumno de sobresaliente con grandes logros en deportes y otras actividades. Lo cual nos lleva a pensar ¿cómo influye el poder supremo de un profesor en un alumno destacado? Ahora lo sabemos, presionándolo al asesinato […]” No pude hacer nada más que ensanchar mi sonrisa, gracias a mi carita había logrado que hasta un periódico se pusiese a mí favor. Sin duda en unos pocos meses estaría de nuevo en la calle y sin sistema de vigilancia ni nada. No había de que preocuparse.
El camino hacia Yasherville se me hizo larguísimo, aunque después de dos horas de camino, mi padre aparcó frente un edificio de aspecto colonial.
Yasherville, se encontraba en lo alto de un monte, custodiado por un frondoso bosque y unas largas vallas de hierro forjado. El edificio era de piedra gris y antigua, con monstruosas gárgolas y grandes ventanales. Parecía más una mansión encantada que un centro de menores problemáticos.
El guardia apostado en la entrada abrió a mi padre la metálica puerta, para que pudiese entrar en los terrenos. Transcurrió un camino de piedras hasta apostar el coche en la entrada, entonces vi como de la gran puerta de madera salía un hombre alto de figura delgada. Cuando pude verle un poco más de cerca su rostro me dio un poco de miedo, no por su aspecto, sino porque se le veía increíblemente frío.
- Buenos días- saludó, acercándose a mí padre para estrecharle la mano.- Soy Yoshiki, director de la institución- se presentó echándome una rápida, pero examinadora, mirada. Me recorrió un ligero escalofrío.
- Hola, es un placer.
- Vayamos a mi despacho, allí estaremos más cómodos- anunció dejando pasar a mí y a mi padre primero.
El interior del lugar mantenía el mismo tono antiguo, con paneles de madera, amplias escaleras del mismo material, incluso había armaduras y tapices de aspecto antiguo. Caminamos hacia el segundo piso en ala este del edificio, Yoshiki nos hizo sentarnos frente a él en una mesa fornida de roble.
- Usted debe ser Takashima Kouyou ¿no?
- Sí- afirmé serio.
- En realidad no hay mucho que decir, ya irás conociendo el lugar y sus distintas actividades. Espero que tu conducta aquí mejore y podamos ayudarte a salir de aquí lo más prontamente posible siendo una persona nueva, de comportamiento ejemplar- soltó todo el discurso con voz suave y altamente calculadora, lo cual provocó en mi padre una gran alegría. Ya que venía con la idea de que eso sería como una cárcel y no como una escuela de élite, que es la impresión que daba.
- Yo, lo lamento, pero debo irme al trabajo- señaló mi padre avergonzado, mirando el reloj. No quería que me dejara asolas con ese hombre.
- Oh, no, no. No se preocupe, márchese tranquilo y muchas gracias por su tiempo- dijo levantándose para nuevamente estrechar la mano de mi progenitor.
- Bien, muchas gracias a usted. Hasta luego, Takashima- se despidió mi padre, marchándose sin más.
- Bueno, nos hemos quedado solos- suspiró Yoshiki, sentándose nuevamente en su silla de cuero.- He leído la prensa de hoy en la que se te ve como un niñito desvalido, puede que te haya valido esa imagen para el mundo, pero aquí eres un asesino más- continuó cambiando el tono a uno gélido.- Quiero que a partir de ahora me llames señor Yoshiki, te dirigirás a todo el profesorado con respeto, tu conducta deberá ser impecable, por tú bien- alargó una sonrisa zorruna.- ¡Ah! Y despídete de salir de aquí lo más rápido posible, los asesinos asquerosos como tú no cambian. ¿Has entendido?- preguntó manteniendo la sonrisa, pero levantándose.
- Sí…señor Yoshiki- afirmé bajando la mirada al suelo.
- Ahora, fuera de mi vista. Ya hay alguien esperando para mostrarte el lugar.