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Otra vez, ¿cuántos más? Una nueva oportunidad por Paz

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Notas del fanfic:

Aquí estoy con una nueva historia... aunque he tenido un fin de semana largo, solo pude ponerme a escribir el lunes, donde yo vivo es feriado, aunque no en los fics que tengo pendientes, sino en esto, iba a ser un capítulo único, pero finalmente lo dejaré en dos y si se tercia, pondré un epílogo. Ya iré viendo sobre la marcha, ahora os dejo para que podais leerlo.

Notas del capitulo:

Como siempre será un HanaRu.

Otra vez, ¿cuántos más? Una nueva oportunidad

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 1: Otra vez, ¿Cuántos más?

 

Ha conseguido salir un par de horas antes de su trabajo y llega feliz a casa dispuesto a preparar una deliciosa cena a su pareja, a quien últimamente ve solo durante la misma, ya no conversan como antaño y menos aún tienen momentos íntimos, en cuanto se acuestan se queda dormido apenas apoya la cabeza en la almohada. Desde hace un par de meses ha tomado la costumbre de madrugar, él mismo se prepara el desayuno y sale para su trabajo antes de que despierte, cuando le pregunta el porque de ese cambio de hábitos lo justifica diciendo que sus jefes esperan mucho de él y que si quiere el ascenso tiene que hacer meritos. Se muestra comprensivo porque sabe lo que ese trabajo significa para Akira.

No sabe que su felicidad va a caer en picado apenas llegue a su casa.

Su mirada sorprendida se detiene en el guenkan donde aparecen dos pares de zapatos, reconoce los de Akira, se extraña al verlos ya que nunca regresaba antes de las nueve de la noche, pero ¿de quien es el otro par?

Akira nunca ha llevado a compañeros de trabajo a casa, ni siquiera su mejor amigo es recibido en su hogar, por lo que no deja de sorprenderse. Se lo dejo bien claro cuando se trasladó a vivir con él, aquel era el hogar de ambos, si quería verse con sus amigos podía hacerlo él no iba a meterse en sus amistades, solo le pidió que no les llevara a casa, él comprendió sus razones.

-Tadaima... -exclama para hacerle saber que ha llegado, sin embargo, el silencio es la única respuesta que obtiene. Extrañado se adentra en el recibidor donde una escalera conduce al piso superior, arriba están ubicados los dormitorios, el que ellos utilizan y otro que siempre esta cerrado bajo llave y que pertenecía a los padres de Akira.

Da unos pasos en dirección al salón y lo ve vacio, tampoco están en la cocina cada vez más extrañado recorre el resto de esa planta, cuando confirma que allí no hay nadie, su mirada se dirige hacia el techo, perplejo se dirige a las escaleras, evitando el peldaño que cruje al pisarlo.

Su segunda sorpresa la encuentra al ver tiradas en el piso un par de corbatas y un reguero de ropa desperdigada que le conducen hasta el dormitorio que según Akira no se utiliza desde que sus padres fallecieron y que él por respeto a ellos ha decidido mantener tal como lo dejaron.

Ahora no tiene ninguna duda, ahí esta Akira, pero... ¿Quién...? Se pregunta. Comprende que ha vivido engañado todo ese tiempo.

 Avanza esquivando la ropa, los sonidos que provienen de la habitación son tan nítidos y expresivos que durante un momento se detiene incapaz de seguir, se obliga a continuar andando, tiene que ver con sus propios ojos la traición de Akira.

Confiados han dejado la puerta abierta, están de espaldas y ninguno de los dos le ve. Tampoco él puede ver el rostro de quien esta cogiéndole, sin embargo, confirma sus peores temores, Akira le esta dando a ese lo que siempre le ha negado a él y por sus gritos y jadeos lo esta disfrutando y se muestra exigente, reclamándole que sea más rudo.

Al principio mantenían una relación amorosa bastante intensa, se sentían incapaces de mantenerse separados, necesitaban sentir el contacto de sus pieles, ya no recuerda el momento exacto, en que todo cambio, la noche que Akira alegó encontrarse cansado limitándose a abrazarlo para quedarse dormido enseguida, fue comprensivo y se conformó, sin embargo, esa situación se repitió demasiado a menudo, ahora al sorprender junto a otro hombre, comprende que Akira se ha limitado a cumplir con él durante el fin de semana que evitar sus sospechas, porque obtiene en otros brazos lo que a él le niega.

Con dolor se marcha sin que adviertan su presencia, se acerca a un local próximo a su casa y desde allí espera a verles marchar, lo que ocurre una hora después.

Solo entonces regresa, confirma lo que ya esperaba, Akira ha vuelto a cerrar con llave la puerta de ese dormitorio.

Esa noche cuando Akira regresa le recibió como siempre, cenan en silencio y se van a acostar antes de las diez, mientras intenta dormir en los brazos de su infiel pareja se pregunta cuándo comenzó todo.

Y sin que Sendoh lo sepa, en los días siguientes, sale de su trabajo una hora antes, ocupando una mesa junto al ventanal, desde donde puede ver todos los que salen y entran a la casa, es así como descubre que Akira no es que tenga un romance con otro hombre, sino que tiene por costumbre llevar tres tardes a la semana a diferentes hombres, con los que permanece un mínimo de dos horas con ellos, muchas cosas se explican entonces en su mente, comprendiendo que su pareja nunca ha sido fiel al compromiso que habían tomado cuando unieron sus vidas, cuando se trasladó a su casa creyó tener un nuevo hogar, el amor de su pareja y una vida alejada de la soledad de sus últimos años, ahora sabe que todo fue una farsa por su parte, el amor que decía tenerle era un engaño, se dejó convencer por sus falsas promesas de amor y fidelidad, la falsedad de sus palabras han quedado al descubierto durante esos días, sus promesas de fidelidad no se cumplieron, pronto se cansó de él y volvió a entregarse a continuos amoríos, siempre ha sido un seductor, y continuara siéndolo, porque es incapaz de resistirse a saberse irresistible ante los ojos de otros hombres.

Su espionaje se mantiene durante dos semanas, para conocer a fondo los hábitos de Akira, al cabo de ellas ha tomado una decisión.

-¿Ya lo sabes?

Aunque llevaba años sin escuchar el sonido de esa voz la reconoció enseguida. Apartó la mirada del cristal y la fijó en el chico alto, de cabellos negros y brillante mirada azul.

-¿Qué haces aquí? -preguntó a su vez evitando así contestarle, dándose cuenta de la razón que había en lo que solía decirse, el interesado es el último en enterarse- Te creía en América.

-Estoy de vacaciones. ¿Puedo sentarme?

Asintió con un gesto.

-¿Ya sabes qué hacer?

Ante su insistencia decidió enfrentarse a sus preguntas.

-Me iré.

-Bien... -aprobó.

-¿Qué puede importarte lo que yo haga? -preguntó sorprendido por su conformidad.

-Nada... -entrecerró los ojos para que no viera lo mucho que le interesaba conocer su actitud frente a la situación en la que se encontraba. Esperando una nueva oportunidad y ahora, esta se encuentra al alcance de su mano. Llevaba demasiado tiempo enamorado de él, lamentando que Sendoh se le adelantara y se le declarara primero, entonces le perdió, ahora no iba a permitir que nadie volviera a arrebatárselo, se conformaba con tenerle a su lado aunque él no le amara- Necesito un secretario..., una persona de confianza, alguien capaz de soportar mis rarezas o mis cambios de humor, que lleve la administración de mi casa, que sea mi chofer... -improvisó de pronto- ¿Sabes cocinar? -Ante su asentimiento continuó- Hecho de menos nuestra comida... estoy cansado de hamburguesas y hot dogs.

-¡¡Ehhh!! -le miró preguntándose si había escuchado bien, si estaba proponiéndole lo que estaba creyendo.

-Tengo mis asuntos bastante descuidados... -no iba decirle que una persona de su confianza le tenía al tanto de todo lo que sucedía alrededor del pelirrojo y que apenas supo que Sakuragi estaba al tanto de las constantes infidelidades de su pareja se apersonó allí de inmediato observándole sin que él fuera consciente de su presencia en ese mismo local- He supuesto que será muy doloroso quedarte aquí sabiendo que todos estaban enterados de sus continuos devaneos amorosos y que callaron, supongo que pensaban que mientras fueras feliz podían serle disculpados.

-O sea que he sido el hazmerreír de todos.

-Yo no diría eso..., pero sí que te compadecían.

-Tú también... -cualquiera de los dos conceptos eran malos.

-No.

Ese trabajo..., multifunciones tiene que ser llevado a cabo fuera de aquí... -no era una pregunta, más bien parecía que estuviera cavilando en voz alta.

-Si..., dentro de una semana tengo que marchar... -sacó del bolsillo de su chaqueta un sobre un tanto abultado que dejo sobre la mesa acercándolo hacia él- Es para ti, si quieres hacer uso de él, te estaré esperando en la sala de salida. -se puso de pie dispuesto a marchar, se inclinó levemente dejándole solo con sus pensamientos.

Salió del local sin mirar atrás, sabiendo que la mirada de Sakuragi le seguía, no podía forzarle a tomar una decisión, solo que si él no aparecía ese día, tampoco tomaría el avión que le llevara a su casa y buscaría otros medios para convencerle de irse con él. Esta vez no estaba dispuesto a rendirse.

Una sonrisa curvó sus labios.

Hanamichi desde el interior del local se fijó en aquella sonrisa, sintió un golpeteo en su pecho preguntándose qué le hacía tan feliz, porque nunca antes le había visto sonreír. Solo entonces volvió su mirada hacia el sobre cerrado, llevó su mano derecha hacia él, sus dedos estirados dudaron unos segundos en posarse en él, cuando lo hizo lo sintió consistente al tacto,  al agarrarlo el grosor de su contenido le hizo saber que no contenía una cuartilla, lo giró viendo que no estaba cerrado, tenía la lengüeta metida hacia dentro, la sacó y miró el contenido, pensó que estaba equivocado, que no era lo que creía, más al sacarlo lo confirmó, se trataba de un billete de avión para dentro de una semana y estaba a su nombre.

Rukawa le estaba dando la oportunidad de alejarse de allí, para rehacer su vida lejos de Akira que no se resignaría a perderle, no porque estuviera enamorado de él si no porque podía presumir de haber conquistado al chico más difícil de Kanagawa y menos aún que todos supieran que había sido abandonado. Ahora tenía sentido muchas de las conversaciones en voz baja que escuchaba sin desearlo, durante esas reuniones, a las que acudía con Sendoh, no había ni un solo amigo suyo solo conocidos de él, con los que trabajaba a diario, conversaciones que se interrumpían cuando el se acercaba y que  ingenuamente se preguntaba de quien estarían hablando sin advertir las miradas que le dirigían. Todos conocían los affaires de Akira y seguro que le compadecían. También comprendía las propuestas deshonestas que recibía durante aquellas celebraciones, pensando que él era fácil de conquistar. Había vivido engañado demasiado tiempo.

Media hora después Akira y su nuevo amante abandonaban la vivienda, cuando el coche en el que iban giro en la calle para incorporarse a la autopista, se levantó y también él dejo el local caminando despacio hacia la casa.

Subió al dormitorio y se cambio de ropa poniéndose cómodo, continuó su vida junto a Akira unos días más.

Cuando se aproximaba el día que Rukawa iba a marchar, no había vuelto a verle, decidió plantearle a Akira una cuestión que siempre eludía.

Era la noche del viernes, el vuelo de Rukawa estaba señalado para la tarde del sábado, el domingo estaría en América si aceptaba su propuesta.

Cuando concluyó la cena, como era su costumbre, Akira fue a ver la televisión, en tanto él recogía la cocina y limpiaba todo, cuando acabo fue a reunirse con él, en lugar de sentarse a su lado, lo hizo en su regazo echándole los brazos alrededor del cuello y enredando sus dedos entre sus cabellos.

Akira un tanto sorprendido por su actitud, respondió a sus caricias con un beso apasionado y en pocos minutos le estaba quitando la ropa para hundirse dentro de él sin ninguna preparación, un quejido escapó de entre sus labios, Akira lo ignoró o no lo escuchó, estaba demasiado concentrado en embestirle una y otra vez, dejándose llevar por el éxtasis de poseer ese culito estrecho, el placer que sentía se incrementaba al escuchar sus jadeos y su respiración alterada, llevó su mano a su entrepierna y comenzó a masturbarle al ritmo de sus embates, una, dos, tres veces, antes de derramarse en sus entrañas.

Cuando sus respiraciones se calmaron, se apartó de su lado y tomándole de la mano le ayudo a levantarse del suelo.

-Vamos al dormitorio. -le dio una palmada en la nalga dejando marcados sus dedos.

-¡¡Auchh...!! -se quejo dolorido.

-Antes no te quejabas -dijo riendo.

-Antes lo hacíamos todas las noches -le replicó subiendo las escaleras sin molestarse por su desnudez, ni molestarse en mirarle cuando se lo reprochó.

Akira torció el gesto al oírle, tenía que reconocer que tenía una figura esplendida, su culito era muy atractivo y poseía una figura escultural, pero en la variedad estaba el gusto, Hanamichi había dejado de deleitarle como al principio, era demasiado soso respecto a hacer el amor, no era capaz de saber que había muchas formas de estar con un hombre de verdad, él solo entendía de fidelidad y amor, algo que él había dejado de sentir, una vez que le conoció, la novedad paso y dejo de interesarle, si bien era preferible tenerle a su lado para compensarle de vez en cuando.

Apenas se metieron bajo la ropa de cama, Hanamichi le sorprendió una vez más montándose sobre él y restregando sus nalgas contra su sexo que despertaba a su contacto.

Hanamichi fue quien tomó la iniciativa de besarle, entreteniéndose durante un largo rato en pasar su lengua por todos los recovecos de su boca, restregándose contra su lengua en rudas caricias que los dejaron sin aliento.

Mientras la caricia se prolongaba, sus manos no se mantuvieron quietas, se deslizaron a lo largo de su espalda, acariciantes, hasta alcanzar sus nalgas y apretarlas con rudeza entre sus dedos sin que esta vez Hanamichi protestara, al contrario su boca se volvió más ansiosa, mas ruda, sorprendiéndole y cuando se separó falto de aliento, sus palabras le sorprendieron aún más, porque creía habérselo dejado bien claro.

-Akira...

-Humm... -su intensa caricia le había dejado resollando falto de aire.

-Esta noche..., déjame ser yo quien te haga el amor....

Su respuesta no fue la que deseaba oír.

Apenas pronunció esas palabras le volteo, poniéndose encima de él, le beso rudamente mientras mueve sus caderas contra las suyas y se restriega contra su miembro, excitándole con el suyo hasta sentirle duro, consiguiendo al tiempo tener igual consistencia, su rodilla presiona entre sus muslos, dolorosamente, obligándole a abrirse a él y sin dejar de besarle, sus manos rodean sus nalgas levantándolas hasta su miembro erecto y penetrándole de una embestida.

Perdió la noción de las veces que Akira le llevo al orgasmo, pero no importaba que su cuerpo se dejara llevar por lo que le hacia sentir, en el fondo se sentía vacío y aunque estaba en el limite de sus fuerzas, sus rodillas parecían incapaces de sostenerle, sabía que había dejado a su ex agotado, llevándole sin que él lo comprendiera a ese extremo adrede, porque desde aquella noche había dejado de ser su pareja.

Akira roncaba ruidosamente en el lecho deshecho, en tanto él intentando no hacer ruido recogía todos sus efectos personales y los metía en un bolso. Su ropa ocupó un par de maletas, una hora después dejaba su juego de llaves sobre la mesa de la cocina junto con un sobre. Echó una última mirada a su alrededor para ver que no se dejaba nada, solo entonces salió definitivamente de la casa.

El taxi que había llamado le esperaba frente al portón. Le ayudó a guardar las maletas y el bolso en el maletero, él se quedo con el maletín donde llevaba su portátil.

-¿A dónde señor?

-Al aeropuerto, Narita.

Una hora después ha llegado a su destino, consigue un carrito y pone encima su equipaje, ha llegado con tiempo suficiente, tras despachar el equipaje cruza la aduana para buscar encontrar la sala donde espera encontrarse con Rukawa.

Tal como suponía esta vacía, pero no le importa, se acomoda en un asiento próximo al mostrador, dejando a sus pies su maletín, apoya la cabeza en el respaldo y enseguida se deja conducir al mundo de los sueños, del que es despertado algunas horas más tarde, con la sensación que alguien esta acariciando su cabeza. Cree sentir unos dedos cálidos perderse dentro de sus cabellos, cuando abre los ojos, ve que ya no esta solo, la mayoría de los asientos han sido ocupados, y otros viajeros se mantienen de pie, en grupos o solos.

Al volverse hacia su derecha ve a Rukawa que parece estar ojeando una revista.

-Te has despertado? -dice al ser consciente de su mirada.

-Así parece...-echó una mirada a su reloj.

-Ya estamos sobre la hora.

-Si. -Intentó ahogar un bostezo- No me importaría seguir durmiendo durante el viaje.

-Nadie te impedirá hacerlo. -en ese instante los altavoces anunciaron la próxima salida de su vuelo.

Ellos se levantaron para incorporarse, en orden y sin prisa, a la larga fila de hombres y mujeres esperaban su turno y que iba disminuyendo a medida que avanzaban por la manga de acceso al avión.

-¿Estas asustado? -preguntó al ver que restregaba su mano contra la tela del pantalón.

-Es la primera vez que hago algo así.

-Tranquilo... -y sin darle tiempo a reaccionar tomó su mano contra la suya- Yo me sentí igual la primera vez que me fui. Hubiera agradecido mucho tener alguien que me acompañara.

Se sorprendió tanto de su actitud que no hizo nada por aclararle que no le asustaba el viaje, sino dejar a sus amigos sin despedirse, porque eran capaces de convencerle para buscar otra solución. Sabía que aquella era la más correcta, cuando volviera todo sería diferente, tampoco hizo nada por separar su mano de la suya, su cálido contacto era agradable y reconfortante. Agradeció saberse acompañado por él

Se separó con renuencia de su mano cuando tuvo que entregar su tarjeta de embarque para sacarla de su bolsillo. Se turbo al fijarse en las miradas de las azafatas de tierra, seguro que estaban pensando que eran novios, ese pensamiento le azoró aún más.

Imperturbable Rukawa la recogió de su mano nerviosa y la entregó junto a la suya, apresurándose para alcanzarlo, parecía que a Sakuragi de pronto le había entrado las prisas, sus zancadas iban dejando atrás a quienes habían entrado antes que él.

Una amable azafata le llevó hasta sus asientos que estaban ubicados en primera clase, dejaron sus maletines dentro del contenedor de equipaje sobre sus cabezas y ocuparon sus asientos, eran independientes uno de otro y como pudo comprobar más tarde, se podía inclinar hasta quedar horizontal, solo que en aquel instante lo ignoraba y tras asegurarse el cinturón del asiento, tras el carretaje por la pista y la ascensión del avión, les ofrecieron bebida y les preguntaron si deseaban el periódico del día, tras rehusar leer, aceptó una copa de vino espumoso, tras beberlo de un trago se recostó cerrando los ojos, estaba quedándose dormido cuando creyó sentir que sus dedos se enlazaban con otros. No hizo nada por confirmarlo, aún necesitaba dormir y ese calorcillo que sentía le tranquilizaba.

Rukawa le observó dormir, se le veía tan desvalido que se prometió cuidar siempre de él, no haciendo nada que pudiera hacerle infeliz, ni permitiendo que nadie le lastimara como Sendoh hizo con él.

 

 

En aquel instante, a bastantes millas de distancia, en Kanagawa exactamente, Sendoh despertaba aún aturdido tras una noche de intenso sexo, se levantó tras confirmar que estaba solo en la cama, sorprendido por ese hecho, ya que estaba convencido de haber dejado a Hanamichi mucho peor de lo que estaba él como para despertar antes.

Tras vaciar su vejiga, se dirigió al área de la ducha, abrió el paso del agua y dejo que cayera sobre su cabeza y hombros, primero fría hasta que se fue entibiando, cuando calentó demasiado abrió el agua fría para entibiarla una vez más, no le gustaba mi muy caliente, ni muy fría, excepto cuando necesitaba bajar su excitación y no tenía a nadie para aliviarse, lo que ocurría muy pocas veces, en su trabajo tenía unos cuantos compañeros que gustosos se prestaban a aliviar su comezón, entre ellos se encontraba un directivo que le había prometido el siguiente ascenso apenas se jubilará uno de los jefes de sección.

Aquella mañana no era de esas. Se quedo muy sorprendido cuando vió que había dormido tanto que había pasado del medio día y extrañado que Hanamichi le haya dejado dormir tanto, le llamó para hacerle saber que había despertado y que estaba hambriento.

Al no obtener contestación se extraño, tampoco era cuestión de gritar su nombre así que siguió vistiéndose para reunirse con él, seguramente que estaba entretenido preparando ricos manjares para halagarle a través del estómago.

Descendió los escalones con una sonrisa amplia en sus labios, sonrisa que desapareció al ser consciente que la casa estaba demasiado en silencio, de la cocina no llegaba ningún sonido. Se apresuró a descender los últimos escalones.

-¡¡Hanamichi!! -llamó dando los últimos pasos hacia el interior de la cocina, encontrándola vacía. Fue entonces cuando se fijo en el juego de llaves sobre la mesa y en el sobre que estaba bajo el llavero.

 Se apresuró a recogerlo, su nombre estaba escrito en el, rompió el sobre sacando una cuartilla, se quedo quieto al leer las pocas líneas que allí pulcramente había escrito Hanamichi.

"Adiós, espero que mi despedida haya sido de tu agrado. No espero reproches de tu parte, como tampoco yo te los haré. Otra vez dirás y yo no te preguntaré ¿Cuántos más? ¿Cuántos más seguirás llevando?, tres días a la semana, de seis a ocho. Hubiera podido perdonarte si me hubieras demostrado que me amabas, pero ni siquiera eso, nunca me diste la menor oportunidad para que supieras hasta donde llegaba mi amor, ese amor que tu acabaste por destruir, tampoco pusiste el menor interés en conocerme, por eso me marcho, no me busques porque no me encontrarás. Hanamichi"

-¡Shimata! -exclamó cuando concluyó de leer- Después de todo no era tan tonto como aparentaba ser. Seguro que ha ido a refugiarse con su amigo Mito, le dejaré que se crea tranquilo con él, luego iré a buscarle. -Decidió- Le haré saber que nadie me abandona si yo no quiero y él todavía me resulta útil.

Estaba muy hambriento y allí no había nada preparado, era Hanamichi quien cocinaba, salió dispuesto a meterse en el primer restaurante que encontrara, en el transcurso de su comida conoció a un hombre joven, tras algunas miradas, acabo yendo hacia su mesa, habló un momento con él y poco después le llevaba a su casa, para cogerle en la cama donde sus padres habían fingido ser un matrimonio feliz, pero donde él escuchaba noche tras noche el llanto de su madre, nunca supo que pasaba tras esa puerta, pero ahora esperaba que su padre se revolviera en la tumba sabiendo que allí se dejaba coger por cualquiera que se lo pidiera o cuando se lo pedía el cuerpo.

Cuando se despidió del hombre, se metió bajo la ducha, había llegado el momento de ir a recoger a Hanamichi, y en esa misma habitación le marcaria como suyo, tenía el instrumental necesario para tatuar en su pecho su nombre, para que él no lo olvidara y que todos pudieran vérselo.

Mito vivía bastante lejos, así que sacó el coche y condujo hasta su casa, llevaba en el maletero un adelanto de lo que le esperaba a Hanamichi. Siempre había querido probar aquellas cosas con Hanamichi, pero no se había atrevido para no estropear aún más su relación con él, después de esa noche, aprendería a comportarse como se esperaba de él.

Pasaba de las nueve de la noche cuando llegó a la zona residencial donde vivía Mito, aunque había estado allí algunas veces nunca cuando había oscurecido por lo que le costó un poco dar con la casa, finalmente se detuvo frente al portón, junto al comunicador que pulso con insistencia.

-¿Quién...? -preguntó una voz que le pareció adormilada.

-Disculpa... soy Sendoh.

Apenas mencionó su nombre escuchó como se deslizaba el portón metálico permitiéndole el acceso a la propiedad.

Se dejo guiar por las luces encendidas alrededor del engawa, donde le esperaba Mito y su esposa.

-¿Le ha pasado algo a Hanamichi? -le interrogó Mito tras el corto saludo.

-¿Acaso no esta con vosotros? -preguntó a su vez ante la ansiedad que advirtió en su voz.

-¿Aquí? No. -Negó sacudiendo la cabeza- No le hemos visto desde el sábado pasado cuando vinisteis.

Sintió su mirada como si pensará que él le había hecho algo malo.

-Sabrías decirme con quien más ha podido ir. Estoy muy preocupado por él. -dijo mostrándose apesadumbrado por su inexplicable ausencia.

Haruko se reunió con ellos llevando una bandeja con te.

-Llamaré a los chicos para saber si esta con alguno de ellos -dijo Mito haciendo las correspondientes llamadas y escuchando las respuestas a su misma pregunta.

-Gracias... -dijo tomando su cuenco y dándole un sorbo.

-Ninguno de ellos sabe de él. Hemos quedado en reunirnos mañana para comenzar a buscarle.

-Os acompañaré...y disculpa que haya venido a importunaros a esta hora -se disculpó.

-No es ninguna molestia..., Hanamichi es nuestro amigo y nos preocupamos por él. Gracias a ti por pensar en nosotros.

En los días siguientes la búsqueda de Hanamichi continuó, fue infructuosa, nadie sabía de él, nadie le había visto, se enseñó su fotografía en estaciones de autobuses, de metro y trenes, en servicios de urgencia en hospitales y en clínicas por si se diera el caso que hubiera tenido un accidente. Hanamichi parecía haberse esfumado. Nadie daba razón de él, hasta que una tarde, ya perdida toda esperanza de dar con él, tomó un taxi para dirigirse a casa de Sendoh para comentarlo que todas sus pesquisas eran inútiles, solo quedaba esperar que Hanamichi se pusiera en contacto con alguno de ellos.

Y el azar se puso de su parte cuando le dio la dirección al taxista y este exclamó.

-¡Qué casualidad! Ahí mismo recogí a un cliente hace unos días.

Mito sin perder la calma, sacó la fotografía de Hanamichi y se la mostró.

-¿Era este?

-Si, imposible olvidar esa cabellera rojiza.

-¿Recuerda donde pidió que le llevará?

-A Narita.

-¡¡Al aeropuerto!! -exclamó sorprendido, él único lugar donde no se les ocurrió buscarle, preguntar en los aeropuertos, ¿qué tan lejos había buscado escapar? y ¿Por qué? y tuvo la certeza que Sendoh les ocultaba algo- disculpe... ya no es necesario que vaya ahí... -le dio la dirección de su casa.

Cuando llegaron, tras pagarle la carrera, se despidió agradecido.

-El pelirrojo, ¿es su amigo?

-Si.

-Llevaba mucho equipaje... me dio la impresión que huía, estuvo cabeceando durante todo el trayecto, su mirada era triste como si hubiera recibido un desengaño.

-Le quedo agradecido..., me ha sido de mucha ayuda... -dijo Mito- si recuerda algo más, esta es mi tarjeta -se la entregó.

-Lo haré encantado.

Cuando el taxi giro en la primera calle, se acercó al portón, abriendo la puerta adosada al mismo, y cerrándola apenas la traspasó, vió a Haruko haciéndole gestos para que se apresurara y aceleró el paso.

-¿Qué ocurre? -le preguntó inquieto por su seguridad, se la veía muy agitada.

-Es el teléfono, ha estado sonando durante la última hora y aunque he respondido no entiendo lo que me dicen. Debe ser una telefonista pero se expresa en inglés.

-Tranquila, -acarició sus mejillas arreboladas y le dio un suave beso- Sabes que el medico ha dicho que no tienes que alterarte.

-He tenido el presentimiento que se trata de Hanamichi.

Yohei no quiso contradecirla, porque en su estado no era lo correcto.

-Si es él volverá a llamar.... -en ese instante se escuchó el repiqueteo del teléfono- Ves ahí esta -no creía que pudiera ser él, sin embargo para tranquilizarla le dijo así mientras se dirigía hacia el teléfono, estaba convencido que podría tratarse de una llamada equivocada. Levantó el tubo y respondió- Moshi...moshi... Alo -cambió al darse cuenta que Haruko tenía razón al pensar que le hablaban en inglés, por eso sin ninguna dificultad cambió de idioma- Una llamada contra reembolso... si aceptó la llamada, -aceptó apenas escuchó su nombre, al instante oyó un par de interferencias y enseguida le llegó una voz conocida- ¿Hanamichi? -Preguntó con incredulidad- ¿Desde donde llamas? ¿Estás bien? Sendoh estuvo aquí, te hemos buscado por todos lados, hoy mismo he coincidido con un taxista y me dijo que te llevó a Narita. -sabía que desde allí solo salían vuelos internacionales y le parecía increíble que Hanamichi hubiera podido realizar un vuelo fuera del país. -al escucharle reír supo que se sentía tan nervioso que no se tomó un segundo para dejarle hablar a él, a su sugerencia se sentó y agradeció haberlo hecho porque se hubiera caído de la sorpresa. La conferencia se alargaba, pero no le importó, lo principal es saber que Hanamichi estaba bien, se le oía tan entusiasmo y contento que supo que no importaba saber el lugar exacto donde paraba, sino que estaba bien. Tras asegurarle que Sendoh no sabría que había llamado, quedaron en llamarse a cierta hora, porque debido al cambio horario, uno estaba de madrugada cuando el otro todavía no había alcanzado la noche- Si necesitas cualquier cosa dínoslo, sabes que puedes contar conmigo y los chicos. -poco después se despedían y la llamada fue interrumpida. Hanamichi había colgado.

-¿Te ha dicho donde esta?

-Si y no.

-¿Cómo se entiende eso?

-Llamaré a los chicos y así lo contaré una sola vez.

Estaba cayendo la tarde cuando sus amigos se apersonaron en su casa, ninguno pudo impedimento en dejar sus propios asuntos para acudir a su llamada.

Haruko sirvió bebida y algunos dulces para comer y también ella se sentó al lado de su esposo, aunque llevaban casados cinco años, le miraba con adoración, se sentía como el primer día cuando se dio cuenta que estaba enamorada de él, que fue una chiquillada el amor que creyó sentir por Rukawa, un espejismo, se dejo seducir por su aureola como jugador.

-¿Has conseguido saber algo de Hanamichi?

-Si, pero me vais a permitir que antes os diga algo que me sucedió. Esta tarde mi coche falló... -vio que se miraban entre si- Lo sé... debería cambiarlo. Le tengo cariño, fue mi primer coche, después de un año de duro trabajo y me resisto a dejarlo- Volviendo a lo que nos interesa, tuve que tomar un taxi porque quería ver a Sendoh para sonsacarle le había pasado en días anteriores a la desaparición de Hanamichi, no me creía que pudiera marcharse así por las buenas -todos asintieron a sus palabras- Al taxista le gustaba hablar y apenas le dí la dirección me comentó que había hecho un servicio a ese mismo sitió. -Todos se mostraron alborozados- Le mostré la fotografía de Hanamichi y le reconoció al momento.

-Eso es maravilloso...

-Te dijo donde le llevó? -preguntó practico Ookus.

-Si, lo hizo. Al aeropuerto de Narita y su impresión fue que habia tenido algún problema y que huía.

El alboroto que hicieron fue excesivo, e intento acallarles, basto decirles que Haruko estaba en su octavo mes para que todos se calmaran pidiéndola disculpas.

-Cuando llegue a casa encontré a Haruko muy intranquila -la miró a ella para que dijera lo que había pasado en su ausencia.

Turbada por ser el centro de atención de todos, se llevó la mano al vientre, acariciándole con suavidad, al sentir el movimiento de su bebé  se sintió mejor.

-Una hora antes que él llegara, estuvo sonando el teléfono principal, yo atendía la llamada pero me era imposible saber que me estaban diciendo y del otro lado tampoco me entendían a mi, pensé que se trataba de Hanamichi y así se lo dije a él, insistieron un montón de veces, me costaba llegar hasta el aparato y era frustrante no poder saber quien llamaba, finalmente decidí sentarme en una silla al lado para poder agarrarlo en cuanto sonara, aún cuando no nos comprendíamos, esperaba que en el ínterin se pusiera alguien que hablara nuestro idioma. No tuve esa suerte y entonces llegó Yohei. -Frotó su mejilla en su brazo, a la altura de la articulación con el hombro, mientras su mano se enlazaba con la suya. 

-Narita solo lleva a cabo vuelos internacionales, ¿no? -preguntó Takamiya tras tragar apresuradamente el bocado que se había llevado a la boca mientras daba vueltas a esa cuestión.

-Así es... -le dio la razón, una vez más tuvo la atención de sus amigos- Haruko tenía razón y quien llamaba tan insistentemente era Hanamichi.

-Eso es maravilloso... te dijo donde estaba... podemos convencerle para que se venga a vivir conmigo -dijo Noma que permanecía soltero tras el fallecimiento de su madre.

-¡¡Chicos!! Hanamichi esta en América, me ha pedido que os de recuerdos a todos y que se disculpa por no haberse despedido y que no sabe cuando regresará, pero que se pondrá en contacto con nosotros por lo menos una vez al mes.

-¡¡América!!... ¿América? ¿La de la NBA? -preguntó Takamiya olvidándose del trozo de dulce que iba a llevarse a la boca.

-Esa misma...

-¡¡Woowww!!  -exclamó Noma tan sorprendido como los demás.

-¿Cómo fue que se le ocurrió marchar tan lejos? -preguntó Ookus.

-Al parecer recibió una oferta de trabajo y decidió que era lo mejor que podía hacer. -Explicó Yohei- Por seguridad no ha querido decirme el lugar exacto, pero creo saber que se encuentra en la costa este.

-¿Por que ahí? -preguntó Ookus.

-Porque me contó que nunca antes había pasado tantas horas dentro de un avión y que hicieron escala en San Francisco y enseguida trasbordaron a un jet privado y que los siguientes dos días estuvo durmiendo y por ese motivo no nos llamó antes.

-La costa este es grande, puede estar en Nueva York, Maine, Pensilvania, Virginia... -enumeró Ookus quien ejercía de profesor y estaba muy preparado en esas cuestiones- sin mencionar sus respectivas ciudades de igual o mayor importancia, podría estar en cualquiera de ellas.

-Sigo sin comprender ¿Por qué tan lejos? -insistió Noma.

-Hanamichi se enteró de todo, como lo ha sabido no me lo dijo, solo quiere estar lo más lejos posible de Sendoh, me ha dado la impresión que le tiene miedo.

Esas palabras dejaron a todos en silencio.

-¿Creéis que Sendoh le maltrataba? -se atrevió a preguntar Takamiya, consciente que los demás pensaban igual- Por eso su afán de encontrarle.

-Hay otras formas de sufrir maltrato, no solamente el físico. Con lo poco que sabemos de él, nunca le oímos quejarse de su pareja, es difícil saber que ha pasado de puertas adentro. -Adujo Yohei- Solo puedo deciros lo que él me pidió, que de ninguna manera le digamos a Sendoh que esta en América, que si pregunta por él digamos que no se ha puesto en contacto con nosotros.

-Lo haremos así... -y todos asintieron a las palabras de Ookus, él se les había adelantado en expresarlo.

-Dijiste que te comentó que habían trasbordado a un jet privado... ¿Con quien iba?

Todos se miraron desconcertados.

Y allí terminó la conversación, porque ninguno tenía una respuesta.

Yohei les despidió y se aseguró que el portón quedaba cerrado.

Continúa en el próximo capítulo...

Paz


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