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Te vi por Shirota_Soubi

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Notas del fanfic:

Tiene una segunda parte escrita por Satommy quien siguiendo mi idea y algunas pocas instrucciones relatará desde el punto de vista de Daiki

Notas del capitulo:

Aquí se relata la historia según lo vivido por Inoo Kei, disfrútenlo

Ya una semana había transcurrido desde que se trasladó a esa ciudad, dejando atrás su casa, familia y amigos, pero lejos de desanimarse, se sentía muy excitado, en una semana más se convertiría en un estudiante universitario, había entrado a la universidad que siempre había querido y ahora caminaba sin prisas por las calles de la gran urbe conociéndola, aún no se acostumbraba sin embargo a las prisas de sus habitantes, parecía que todos corrían, como si les gritasen en el oído “¡Vas tarde!, ¡apresúrate!, ¡no queda tiempo!”.

Llegó a una esquina justo cuando la luz verde que daba paso a los peatones comenzaba a pestañear, la gran mayoría cruzaba apurando el paso, sin embargo él se detuvo observando los edificios de esa conglomerada avenida, su mirada se paseaba por todas partes, incluso en la propaganda pegada a un costado de un autobús, su vista subió un poco más, quedando atrapada con otro mirar.

 

Cuántas veces había leído o visto en películas que cuando esas dos personas se veían era como si el tiempo desapareciese, o el mundo a su alrededor desaparecía, lo que sintió no pudo ser lo más opuesto, todo en él como en lo que lo rodeaba comenzaba a cobrar mucha más vida, era como si sus sentidos se agudizaran y como si su propia existencia antes de este momento hubiese sido la que realmente había pasado a un ritmo letárgico, y las prisas de la gente de la metrópolis se comparase al andar de una tortuga, totalmente diferente a los latidos de su corazón.

Totalmente conciente de su situación y de aquel otro chico que le miraba desde el interior del autobús, deseó cruzar, sin embargo los malos juegos de la vida justo se lo impidieron, dejando paso a los vehículos, una desesperación indescriptible se apoderó de él cuando el bus se puso en marcha, vio como el otro chico hacía el ademán de levantarse y tratar de bajarse, pero ya era tarde, el bus no se detendría hasta su próxima parada, y él un recién llegado que no sabía nada de recorridos no podía seguirle, con un gran dolor lo vio alejarse mirando por la ventana trasera, así como se alejaba, se iba su vida adquirida y descubierta segundos atrás, con solo cruzar sus miradas supo que aquel era la persona  con la que quería compartir su vida, sin conocerlo si quiera, sabía que no habría nadie mejor que él.

Un empujón le hizo reaccionar, la cruzada a los peatones había vuelto, casi con sarcasmo sonrió “Ahora…y cuando requerí 3 segundos, solo 3 segundos, me lo negaste”. Una vaga esperanza le hizo ir a tomar asiento al café de esa misma esquina, ordenó un Latte y tomó asiento cerca de la ventana, quizás, y tan solo quizás aquel maravilloso chico, pudiese volver. Bebida tras bebida fueron desfilando por su mesa. El cielo ya iluminado por las luces eléctricas le indicaba las horas ya pasadas, con un pesado suspiro se levantó, pagó su cuenta y se retiró del lugar, caminando sin ganas de vuelta a su apartamento.

Volvió al día siguiente a la misma hora, y el siguiente, y que después a ese, aún ya en clases  volvía a esa esquina cada vez que podía, esperando por él, pero nada, ningún rastro, ni siquiera una ilusión óptica de él, pasaron semanas, meses, un año, dos, ya ir al café de esa esquina le era costumbre, le conocían bien, siempre se sentaba en el mismo lugar, mirando a la gente pasar, buscando con ilusión infantil a la persona indicada.

 

Ya pronto sería el tercer año desde aquel fugaz encuentro, no quería renunciar, pudo haberlo hecho cientos, miles de veces antes, pero no quería hacerlo. Se había hecho de cierta fama en la universidad, aunque se le veía rodeado de amigos, nunca se le había visto una novia, y las pocas que se atrevían a declararse, eran rechazadas.

 

-Deberías buscar una linda chica con la cual pasar el rato por lo menos…

-No me interesa y lo sabes.

-Hasta cuándo vas a estar prendado de un chico que ni conoces, y que hasta es posible que ni exista –dijo su amigo, el único en el que había llegado a confiar tan ciegamente y el único a quien le había contado sobre aquel encuentro.

-¡Claro que existe! No fue una ilusión, yo sé que él existe, en algún lugar… él debe estar ahora –dijo terminando casi en un susurro, la verdad es que en ocasiones cuando estaba solo y recostado en su cama aquella idea pasaba por su cabeza, y si era eso posible, ¿tan mal estaba como para crear una alucinación así? - ..yo…debo irme… Nos vemos mañana.

-Nos vemos… -dijo el otro suspirando luego, moviendo la cabeza en forma de negación, pensando que su amigo estaba desperdiciando su juventud en una ilusión, o en alguien que lo más probable jamás volviera a ver en la vida, tantas personas hay en la ciudad, tantas en el mundo, era una probabilidad casi imposible.

 

Llegaron nuevamente las vacaciones, siempre las esperaba para volver a su ciudad, con su familia y amigos, siempre le hacía bien poder respirar aire puro, sentir la brisa y el sonido del viento rozar su rostro, eso siempre le levantaba el ánimo por más triste y melancólico que estuviese, pero no esta vez, algo le decía que se quedara, casi una necesidad desesperada, había meditado sobre la situación, ¿y si quizás pudiese encontrárselo en vacaciones? Era la última vez que le buscaría, había recapacitado, no podía dejar pasar así el tiempo, se quedó en la ciudad ese verano, esperando un milagro, pero nada ocurrió, el último día antes de entrar nuevamente a clases lo esperó, pero él no apareció, esa noche solo se durmió por el agotamiento de su llanto, habían pasado realmente muchos años desde la última vez que había llorado, pero esa noche le pareció que lo había estado haciendo constantemente por el ardor en sus ojos, por el dolor en su alma.

 

El último año de universidad había tomado un curso muy diferente, estaba a nada de graduarse, aunque la exigencia era mayor el horario parecía mucho más flexible que en todos los años anteriores, comenzó a salir mucho más con sus compañeros y amigos, se divertía con chicas, y también con uno que otro hombre, viviendo casi por adelantad un poco de su “libertad” en materia de estudios y dependencia familiar y económica. Terminó ese año, y a excepción de contadas veces volvió a recordar al chico del autobús, se tituló y después de unas pequeñas vacaciones en su tierra, volvió a la ciudad, esta vez buscando trabajo, el cual no demoró en encontrar para una constructora, la buena remuneración le permitió pedir un pequeño préstamo para cubrir lo que le faltaba para comprarse un automóvil, lo necesitaba para ir de obra en obra supervisando el trabajo y el avance de estas, de a poco veía como sus ideas tomaban forma.

 

-…y luego de la recepción en el hotel iríamos un grupo más reducido al karaoke para recordar viejos tiempos. –decía una voz desde el sistema de manos libres del vehículo.

- No me parece mala idea, supongo que a algunos les afectó el cambio de nivel social y se piensan que una lujosa recepción en un hotel de 5 estrellas es lo mejor para impresionar al resto -respondía Inoo mientras manejaba mientras una risa se dejaba escuchar desde el otro lado de la línea.

- Seguro, seguro… quieren hacerse pasar por la alta alcurnia ahora, si apenas hace unos meses que eran estudiantes universitarios promedio, ah por cierto invité a Hikaru luego del karaoke.

-¿Qué? ¿Y a qué hora te crees que vamos a salir de allí? A qué hora nos vamos a juntar con él, ¡estás Loco Yabu Kota!, ¡pretendes privarme de mi sueño! – nuevamente la risa no se hizo esperar.

-Claro princesita, lo siento, olvidé que si no duerme adecuadamente su piel se estropeará –ante aquellas palabras Inoo emitió un gruñido, pero en el fondo se divertía con aquella conversación, estaba ya acostumbrado a ser llamado “Princesa” o “Vívora” u otros tantos apelativos por parte de Yabu – vamos Kei, si ya tuviste 4 años de entrenamiento en “Largas y continuadas noches sin dormir I, II, III y IV” y las pasaste todas con excelentes calificaciones.

- Una cosa es por obligación y responsabilidad  y la otra es por … -suspiró, admitiendo que no podría dar un buen argumento-  Ok, me ganaste.

-Eso significa que pasaremos de largo esa noche ¡SI!

-Si, si, si… pero después de meses durmiendo plácidamente puede que haya perdido la costumbre, así que… -se detuvo ante la luz roja, mientra hablaba con Yabu comenzó a mirar a la gente que pasaba por delante suyo, no había reconocido la calle, pero se encontraba en la misma avenida que años antes visitara constantemente, echó un vistazo, el café seguía allí, medio sonrió, cuando volteaba para mirar al frente una imagen le llamó la atención, se fijó bien, la impresión le dejo sin habla, allí estaba, como él hace más de 4 años antes, parado en la misma esquina, no podía equivocarse, había olvidado tantos detalles de su rostro, pero aún así le reconoció, bastaba solo una vez más para volver a recordarlo como si nunca lo hubiese olvidado.

- Así que qué… ¿Kei?...estás ahí...

- Es él…

-¿Eh?, ¿quién?

-Él…el chico del autobús -dijo sorprendido- es él Kota es él!

-¿Estás seguro? –sin escuchar siquiera la pregunta de Yabu, Kei desabrochó su cinturón de seguridad, abrió la puerta y salió del auto quedándose allí, mirándole fijamente, exactamente igual que la primera vez, el tiempo de los peatones había acabado, dando la luz verde a los automovilistas, una lluvia de bocinas e improperios dirigidos a Inoo no se dejó esperar – ¡Kei! ¿Qué es ese ruido?...¡Kei!, ¡¡escúchame!!

Sin embargo a pesar de los gritos del mayor, el aludido no se movía, a pesar de todo el escándalo que había, los insultos que recibía, no le importaban,  no cuando volvía a vivir, cuando le tenía al fin frente a él, aquel desconocido que  le había dado todo y quitado todo también en unos segundos, sin moverse, solo se miraban, comenzando a sonreírse tímidamente, reconociéndose.

Inoo notó luego que él no iba solo, algo sintió que no le agradó, pero esa sensación desapareció cuando le vio acercársele, sonriendo aún más amplio y a pesar de su sonrisa un par de lágrimas se escaparon.

 

-Al fin te encuentro…  -dijo el chico, y como por acuerdo tácito se abrazaron tan posesivamente.

-Te esperé y ahora no te dejaré ir…-dijo Inoo apoyándose en el hombro del más bajo hablándole al oído.

-No lo hagas, por favor.

 


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