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Amor Yaoi
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Mi pilar por sue

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Notas del fanfic:

 

 

 

 

DECLARO: los personajes de Mirage of Blaze no me pertenecen… *suspiro* Naoe es tan cute!! x,3

 

 

 

Notas del capitulo:

 

 

 

Hi!!!! Amo ésta serie!! *o* tiene lo que me gusta de un buen yaoi: Amor dramático, desesperado y  lleno de sentimiento… (o como quien dice “zetzuai”)*siente que se desmaya* …  n_n es la primera vez que escribo de ésta serie, así que espero que sean condescendientes… es un AU (Alternative Universe) así que  si les pasó como a mí (que se enredaron con la serie) no se preocupen, sólo usaremos a Naoe y a Kagetora (o Takaya Ougi) para nuestra pequeña historia de love ;3

 

 

 

 

 

 

En la habitación se hallaban completamente solos, hacía ya más de una hora que la reunión había terminado por lo que decidieron retirarse a descansar. El joven Uesugi se encontraba de pie, viendo a través de la ventana las luces que destellaban el resto de los edificios, Naoe, su ayudante, supuestamente tenía algo “muy importante” que tratar con él y que no podía esperar. Aquellos eran hombres de negocios, donde, Kagetora Uesugi, a pesar de su corta edad, era el presidente de una prestigiosa compañía fundada por su familia. Nobutsuna Naoe trabajaba desde hacía años para ésta familia y estaba muy agradecido, ahora trabajaba para el hijo menor de los Uesugi y no tenía queja alguna del muchacho, ya que el mismo era muy bueno en los negocios, tenía lo que se necesitaba: Sangre fría y un tórrido espíritu de lucha; por aquella razón, la empresa lograba mantenerse a flote bajo su mando. En aquella oportunidad, se encontraban realizando un viaje de negocios, aunque no fuese muy conveniente, el mayor no pudo evitar quedar encantado, ante la posibilidad que con descaro se presentaba ante él. Ese era el momento que tanto había estado esperado, de eso no había duda. El momento exacto y preciso para hablar con su señor de aquello que por tanto tiempo le aquejaba.

 

 

- Señor Kagetora… yo le amo.

 

 

 

Deslizó a través de palabras con tono endulzado, sin embargo y ante la confesión, el menor pareció no inmutarse, continuó observando, preso ante las imágenes que se le eran brindabas, más allá de aquellas paredes.

 

 

 

- Espero que no se incomode con esto que acabo de decirle… es sólo, que necesitaba sacarlo de mi pecho – Naoe continuaba mirando la espalda del Uesugi, esperando - ¿Señor Kagetora?

 

 

El joven se hubo dado vuelta, mantenía su típica expresión en el rostro, una que contenía muy pocos rasgos de agrado.

 

 

- Pero… ¿Qué dices Naoe? Soy un hombre – Vociferó – Esas son cosas que le dices a una mujer, no a tu jefe.

 

 

- Tiene razón… - Mencionó Nobutsuna con un deje de tristeza en su voz.

 

 

El Uesugi no dejaba de observarle.

 

 

- ¿Quieres besarme?

 

 

- ¿Eh? – Naoe alzó la vista.

 

 

- ¿Te pongo Naoe?

 

 

- Señor… yo…

 

 

- Entiendo – Kagetora cerró los ojos.

 

 

A pesar de la reacción que acababa de tener su jefe, el Nobutsuna se armó de valor para continuar.

 

 

 

 - ¿Qué opina? Es decir… ¿Qué piensa?… ¿Qué  siente sobre esto que acabo de decirle? – Al ver que la cara del menor no cambiaba mucho, volvió a agregar - ¿Qué siente por mí?

 

 

Kagetora entonces se llevó la mano a la barbilla, como un hombre sabio que busca las más retóricas respuestas.

 

 

- Lo que pienso y siento… es que no estas pensando con la cabeza Naoe. Tanto trabajo te ha afectado. Venga. En cuanto regresemos haremos un arreglo para conseguirte unas vacaciones adelantadas. Un poco de descanso no te vendría mal. Has estado trabajando duro todo éste tiempo…  – Todo esto lo mencionaba el tiempo que daba pequeñas palmadas a su hombro, como un buen amigo que trata de animar a otro, pero todo esto provocaba el efecto contrario, sus palabras no eran más que afiladas dagas que atravesaban de manera atroz, cada uno de aquellos sentimientos que se encontraban a flor de piel – Eres muy importante para la compañía, no sería conveniente que empieces a desvariar.

 

 

Todas y cada una de esas palabras… eran horribles, crueles… dolorosas… se estaba acaso… ¿Burlando de él?

 

 

El mayor mantenía la cabeza gacha, al tiempo que se mordía el labio. Simplemente… ya no podía aguantarlo más…

 

 

- ¡Naoe!

 

 

Sin preverlo, el Nobutsuna le hubo tomado bruscamente de ambas muñecas, y entre empujones, lo hizo chocar contra una de las paredes de la habitación. En aquella posición, el menor pudo sentir el grado de excitación perteneciente al pelicastaño, su respiración agitada se lo confesaba, su mirada ansiosa se lo entregaba.

 

 

- Naoe…

 

 

El mencionado le entregó su mirar por un par de segundos más, luego su vista cayó a la mullida cama que descansaba a un lado. Fue entonces cuando Kagetora se dio cuenta de sus intenciones.

 

 

 

Trató de soltarse, pero le fue inútil. El mayor le tiró sobre la cama, de modo que quedara boca arriba sobre ella. Cuando intentó levantarse, el Nobutsuna se lo impidió con su propio cuerpo, ubicándose encima de él.

 

 

- ¡No vayas a cometer una locura! – Mencionó el pelinegro totalmente alarmado.

 

 

- Eso es irrefutable, pues ya estoy loco…. loco por ti… - Le tomó de nuevo, bruscamente de las muñecas, ubicándolas arriba de su cabeza.

 

 

El mayor introdujo cada vez más sus piernas entre las del menor, de modo de que éste pudiera comprender que consumar el acto en sí, era su cometido. Más cuando intentó besarle, Kagetora apretó los labios con fuerza y retiró su rostro lo más que pudo, evitando cualquier contacto y manteniéndose lo más recio que le era posible, sin abandonar aquella mirada agresiva que insistía en clavarle… una mirada salpicada de repudio.  

 

 

Ante aquello, Naoe se apartó.

 

 

Cuando el Uesugi dejó de sentir la presión del cuerpo del mayor, buscó de levantarse de la cama.

 

 

Luego de tomar su saco, el Nobutsuna salió de la habitación sin mencionar una palabra. El pelinegro tampoco le hubo detenido, permaneció allí, sentado al borde del colchón, con las imágenes frescas de lo que acababa de pasar entre él y Naoe.

 

 

A la mañana siguiente, Kagetora no se extrañó que el mayor no fuera a despertarle, tampoco le pareció extraño que no fuera a desayunar.

 

 

 

Se detuvo entonces a la puerta perteneciente a su habitación. Levantó la mano, dispuesto a tocar. En eso la puerta se fue abriendo, poco a poco.

 

 

 

- Buenos días señor ¿Se le ofrece algo? – Se trataba de una de las empleadas de servicio del hotel.

 

 

- Esto… ¿Está el señor Nobutsuna Naoe? – Notó que la cara de la mujer denotaba confusión - Él se hospeda en ésta habitación

 

 

- Lo siento señor, pero debió de haberse marchado ya, pues se me ha pedido que limpiara la habitación para un nuevo inquilino… ¿Señor? ¿Se encuentra usted bien?

 

 

El menor percibió una desconocida sensación, sólo puedo asociarla a una especie de vértigo que lo poseyó por completo.

 

 

 

A pesar de que trató de comunicarle, le fue más que imposible hallarle, Naoe no contestaba su celular. Nadie daba señales de él.

 

 

“Usted intenta comunicarse con Naoe Nobutsuna, en estos instantes no me encuentro disponible. Deje su mensaje y le contestaré a la brevedad posible…”

 

 

- Naoe… si no te apresuras te dejará el avión… ¿Quieres quedarte? Tenemos mucho trabajo que atender…  - Colgó el celular, esperando que recibiera el mensaje y terminaran reuniéndose en el aeropuerto.

 

 

Kagetora permaneció esperando. Se encontraba más que impaciente, mirando por el rabillo del ojo a su alrededor, motivado por la llegada de nuevos individuos, más ninguno de ellos correspondía a la persona indicada.    

 

 

De repente, comunicaron la pronta salida del avión, anunciando a los pasajeros que debían abordar. El pelinegro tomó su celular y volvió a marcar.

 

 

 

- ¿Qué crees que haces Naoe? ¡No voy a irme sin ti!

 

 

Permaneció un par de segundos en silencio. Colgó.

 

 

Volvieron a notificar a través del parlante. Kagetora volvió a llamar.

 

 

- ¡Contesta! ¡Es una orden!... ¡Maldición!  

 

 

Al final, el Uesugi terminó subiendo al avión. El viaje, extrañamente se hubo vuelto más largo, lo atribuyó a la falta de compañía, a la inexistente charla que pudo haber mantenido con su compañero.

 

 

 

Cuando hubo llegado a casa, el menor hubo contactado a su secretaria, a quien le ordenó que contactase al Nobutsuna inmediatamente.

 

 

 

- Buenos días señor.

 

 

- Buenos días… ¿Naoe ya llegó?

 

 

- No señor.

 

 

- ¿Qué? ¿Cómo de que no? – Naoe siempre llegaba antes que él y si era posible, le servía hasta de chofer.

 

 

 

- Pues… la verdad es que intenté comunicarme con él como usted me lo ordenó, pero… no pude.

 

 

El Uesugi prácticamente le dejó con la palabra en la boca, se sentía ofendido, era la primera vez que alguien le salía con semejante afrenta.

 

 

Se sentó en el sillón, arrojó luego los brazos sobre el amplio escritorio, en donde se dedicó a cavilar en el posible paradero del mayor.

 

 

 

- “Será que… todavía sigue allá ¿Se quedó a esperarme? ¿Se fue antes?”

 

 

Gruñó un poco.

 

 

La mañana se fue, luego el mediodía, y así hasta llegar la hora en que podía retirarse a su hogar. Había decidido enfocarse en los asuntos laborales, después de todo, él era el encargado de mantener todo eso en su lugar, si el pilar fallaba, toda la estructura se vendría en picada.   

 

 

 

Los días pasaron y Kagetora trató de seguir con el ritmo normal de sus actividades. Pero le era muy difícil, insistentemente y con sumo enojo le exigía a su secretaria que le comunicara con el Nobutsuna, tanto, que en una oportunidad estuvo a punto de llevarla al mismísimo llanto.

 

 

 

- “¿Y si algo le pasó? Después de todo no he sabido de él desde ese día” – Su mente comenzaba a hacer especulaciones aterradoras – “¿Dónde estás… Naoe?”

 

 

 

Nunca se había preocupado por saber la dirección de su actual residencia, ahora, que le buscaba, todo indicaba que el hombre se había mudado hacía ya un par de días y que nadie sabía para donde exactamente se había ido.  

 

 

- “Regresaste sin avisarme… eres un descarado… ¿Por qué no me dijiste nada?  ¿Por qué no me contaste que te ibas a mudar?”

 

 

Miles de pensamientos se aglomeraban en su cabeza.

 

 

 

Estaba desesperado. Ya no sabía en que lugar buscar… quería verlo, simplemente quería verlo, escucharlo una vez más…

 

 

 

- ¡Naoe! – Aunque trató de aparentar normalidad, no pudo evitar mostrar lo sorprendido que se hallaba, al verlo llegar a sí, sin más, un día a su oficina.

 

 

 

- Señor Kagetora. He venido porque necesito su autorización.

 

 

 

- ¿Mi autorización? – El menor hizo ademán  de no entender. Había pasado alrededor de un mes, y aparecía de repente pidiéndole una supuesta autorización… ¿Autorización de qué? Parecían indicar sus ojos.

 

 

- Así es, he pedido al señor Uesugi Kenshin, su padre, un traslado a una de sus sucursales – Hablaba con extrema formalidad – Pero… me ha notificado que para eso, necesito de su aprobación.

 

 

 

El pelinegro le miraba, totalmente sorprendido ante lo que escuchaba. Se encontraba, en cierto grado feliz, feliz de verle con bien… pero… por otro lado, aquello que le informaba…

 

 

- ¿Y si me niego?

 

 

Aquello fue exclamado con excesivo desafío en el tono de su voz.  El Nobutsuna se sintió impotente, más trató en lo posible de mantener la compostura, no permitiría que el joven volviera a desbaratarle tan fácilmente.

 

 

- Entonces no me dejará otra opción, más que dimitir.

 

 

 

Acto seguido, el pelicastaño buscó de salir de la oficina.

 

 

 

No… no podía irse así simplemente. Kagetora logró tomarle de uno de sus brazos, de modo de que el mayor pudiera detenerse.

 

 

-  No puedes irte.

 

 

 

El mayor giró su rostro para verle, esperó a que continuara con su alegato.

 

 

 

- Eres muy importante para ésta compañía.

 

 

Naoe no continuó escuchándole, giró el rostro y buscó de seguir hacía la puerta.

 

 

- ¡Espera! – El Uesugi volvió a jalarle - ¡No puedes irte! – Volvió a señalar.

 

 

- ¿Por qué no? Nada me ata aquí, nada más que asuntos profesionales.

 

 

- ¡Es una orden Naoe! – Mencionó con desespero.

 

 

- Soy libre de irme… no eres  mi dueño… al menos no hasta que cruce esa puerta y por fin acabe con todo éste martirio – Trató de retirar el agarre del menor, más al notar el cambio radical en su mirada, el Nobutsuna no pudo  evitar quedar cautivado por lo que veía.

 

 

 

Ya  no eran ojos que observaban a alguien inferior, ya no era aquella mirada llena de ira o de poder… era una mirada dulce, casi angustiada.

 

 

 

Naoe trató de resistirse, si se quedaba sabía que terminaría hiriéndose cada día más; al estar al lado de su amor no correspondido, sentía como si fuese sometido diariamente a una especie de veneno. Le dolía el corazón. Estaba enamorado del joven Kagetora desde que lo tuvo como su señor, con cada uno de sus actos le había enamorado, sus habilidades como líder y  sobretodo, como ser humano, le habían llevado a desarrollar aquel afecto excesivo hacía él. Ahora no podía verlo con ojos distintos al amor, ya no deseaba ser simplemente su empleado, no… quería tenerlo para él en todo el sentido de la palabra; por eso hubo aguardado por meses, por años aquellos sentimientos, de modo que no fuesen capaces de interferir con sus vidas, de modo de que el menor no se diera cuenta de ellos… pero no, ya era demasiado tarde, el tamaño de sus sentimientos había crecido a tal extremo, que se le dificultaba ocultarlos. Muy a pesar de que el resto del mundo le juzgara, el Nobutsuna amaba al Uesugi, y sentía que con cada día que pasaba, la carga de ese amor se iba haciendo cada vez más pesada.

 

 

 

Simplemente tenía que alejarse de él.

 

 

- Por favor. Olvide todo lo que dije.   

 

 

Kagetora  quedó estupefacto. El mayor aprovechó y llegó hasta la perilla de la puerta.

 

 

- Te necesito…

 

 

La mano de Naoe se detuvo.

 

 

- Naoe, necesito que te quedes a mi lado.

 

 

 

El pelicastaño se giró. Dio unos breves pasos en la dirección del Uesugi.

 

 

- ¿Para qué me necesita señor Kagetora?

 

 

Naoe se sorprendió, el pelinegro se hubo acercado hasta él, lo suficiente para plantarle un furtivo y rápido beso en los labios. Seguidamente, se ubicó a un lado de su cuerpo, de modo que no pudiera verle el rostro.

 

 

- Si es cierto, eso de que me amas… no serías capaz de abandonarme si te digo que siento lo mismo ¿O me equivoco?

 

 

Naoe inquiría aquello sin creerlo. Automáticamente, sus ojos se llenaron de un brillo muy seductor. 

 

 

 - Señor Kagetora…

 

 

El aludido le interrumpió.

 

 

 

- Creo que, no es conveniente que me sigas llamando así.

 

 

- Está bien… ¿Y como debería llamarle?

 

 

 

- Sólo Kagetora.

 

 

- Muy bien… Kagetora.

 

 

 

Y mientras Naoe musitaba su nombre, Kagetora sintió como, aparte de los latidos renuentes de su corazón, los delgados dedos del mayor se enredaban entre los suyos.

 

 

 

***Fin***

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Ok… quería escribir algo cursi *.* espero que les haya gustado! Con mucho cariño para todos los amantes de la hermosa historia de amor, que es Mirage of Blaze *o^ Arigato por leer y por cualquier rr que deseen depositar!! Besos y abrazos!! Bye Bye!! 

 

 

 


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