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Mi Camino a la Perdición por Yori

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Notas del capitulo:

En fin, no voy a dejar de escribir mis otros fics ni nada, simplemente me apetecía escribir de esto, creo que todo el mundo a visto o vivido algo similar en su vida, así que simplemente me apetecía. En algunos casos estará exagerado, al fin y al cabo esto no es la realidad, solo fantasia salida de mi desiquilibrada imaginación. Por ello todo los personajes utilizados y similares no son como yo los represente aquí, ni nada parecido...pertenecen a bla...bla...bla... Ya sabéis ¿no?

Espero que os gusteee!! Y dejad review con vuestras opiniones!

La música sonaba alta en los altavoces, una pinchada que recorría toda la casa y te incitaba a moverte, a bailar y dejar atrás todos esos problemas de tu vida.


Todo el mundo sabía lo que significaba las fiestas de Aoi, las conocidas Party of Sin, era conocida por todos los alumnos y todos los que sabían a que venían acudían a este lugar en busca de drogas, sexo y alcohol. Era el camino a tu propia perdición, al olvido y hace años que yo había caído en él.


 


Una nueva canción, la gente bailando por la casa con botellas tanto de agua como copas, cuyo líquido escapaba de ellas y caía empapando al resto, mientras que a nadie le importaba realmente.


Allí le vi entre la multitud, bailando junto con Uruha, muy pegados, casi como si practicasen sexo en la pista de baile. Sin más observé como el castaño abría la boca, pidiendo en silencio lo que todo el mundo deseaba del moreno, Aoi no tardó en meterle una pequeña pastilla en el interior. Uruha la tomó con gusto y enroscó sus brazos alrededor del cuello del moreno y comenzó a simular las embestidas haciendo que sus miembros entrasen en contacto.


Por fin llegué entre la multitud a la pareja, necesitaba suministros para la noche; ya hacía un mes que  no tenía para pagar mis propios vicios, así que mis opciones recaían en la adicción de Aoi por el sexo, por mí...


 


-        Mmm… ¿quieres algo?- dijo en un ronco suspiro por la excitación que le provocaban los movimientos de Uruha.


-        Quiero droga, pero no tengo dinero…- reconocí. Él me dedicó una torcida sonrisa de victoria.


-        Ya sabes lo que quiero a cambio…


-        Vale- gruñí. No era algo de lo que me sentía orgulloso, pero quien algo quiere algo le cuesta.


-        Vamos al baño- indicó, deteniendo a Uruha, que iba ya tan drogado que no se enteraba ni media de lo que sucedía.- Uru-chan, en un momento vuelvo- le dijo, dándole un suave beso en los labios. El castaño afirmó y rápidamente se puso con otro a bailar.


 


Aoi me cogió de la mano y me llevó entre la multitud, todo estaba atestado de gente así que se hizo realmente difícil el llegar hasta los lavabos. Mi camino de mentalización se hizo realmente corto y pronto me encontraba en la puerta del baño, Aoi llamó con insistencia, hasta que la cabeza de Kaoru asomó por el interior.


 


-        Sal- ordenó Aoi. Kao me miró, como entendiendo la razón de porqué estaba con el moreno.


-        Hey, estoy yo, espera tu turno- gruñó el mayor.


-        La casa es de Reita, así que como mejor amigo suyo, te digo que te largues a follar fuera de su baño- decía Aoi, apunto de sacarle de allí a patadas.


-        Bien, pero tú vas a hacer lo mismo…- se quejó y abrió la puerta para ver a un medio desnudo Shou, el cual se arreglaba rápidamente.- Adiós Kyo.


-        G-gomen- se disculpó avergonzado Shou, al pasar entre nosotros.


 


Ambos entramos en el interior y Aoi, cerró la puerta con seguro para mirarme comiéndome con los ojos. No era la primera vez que me acostaría con Aoi, pero sí era la primera vez que le vendía mi cuerpo por droga y sabía que él moría por ser la parte activa, papel que yo había interpretado rara vez y nunca con el moreno.


Se acercó a mí y me sujetó fuertemente por la cintura pegándome posesivamente a su cuerpo y reclamando mis labios de forma brusca, ni siquiera me había acostumbrado al contacto cuando el moreno ya había introducido su lengua en el interior de mi cavidad, reclamando todo espacio y aire.


Sentí como sus manos se movía hacia mi trasero y comenzaba a tocarlo a su gusto, mientras que con una de sus manos llevaba las mías al cinturón de su pantalón, donde me quedé pensándolo durante un tiempo.


 


-        ¿A qué esperas? ¿No quieres acaso drogarte?- preguntó, con una sonrisita.


-        S-sí- afirmé comenzando a desabrocharlo y ha acariciarle por encima de la tela, la cual no tardó en caer al suelo.


-        No sabes cuanto he deseado verte así, Kyo- suspiró, cuando mis manos tomaron su miembro. Me puse de rodillas y le acaricié con la otra mano libre sus muslos, mientras que la otra acariciaba el semi-erecto miembro de Aoi.


-        Prométeme que me la darás…- dije, con mis labios sobre la punta, comenzando a darle suaves besos.


-        S-sí…- aceptó entre gemidos roncos.


 


Decidido a acabar con ello, total, mientras que solo pidiese eso no se lo negaría, no sería ni la primera ni última vez que lo hiciese. Saqué la punta de la lengua y la pasé por el comienzo de su miembro, para después de jugar un rato, metérmelo entero en la boca y comenzar el vaivén. Aoi no se hizo de esperar y pronto enredó sus manos en mi cabello reclamando un ritmo más rápido, que realmente llegaba a molestarme, pero no hice queja alguna, capaz era después de dejarme sin droga. Con un fuerte gemido, Aoi se corrió en mi boca, descargando toda su semilla, me la tragué y pasé la lengua por mis labios limpiando hasta la última gota y volví a erguirme, extendiendo mi mano para que me diera lo prometido.


 


-        ¡Aoi, ¿estás ahí?!- exclamó la voz de Reita.


-        Sí, ahora salgo, un momento- respondió al dueño de la casa, para después volverse hacia mí, dejándome una pequeña bolsa en la mano. No pude hacer otra cosa que sonreír.- La próxima vez terminaremos esto, ya lo sabes- indicó antes de salir.


-        Ya lo pensaré la próxima vez que tenga que pedirte, hasta entonces lo disfrutaré.- Me había dado gran cantidad, así que me fui del baño feliz, dispuesto a buscar a mis amigos y comenzar la verdadera fiesta.


 


 


                                                                               ***


 


 


 


La luz entrante junto al sonido de la persiana subirse bruscamente me despertó, haciendo que soltase un gemido de dolor, tenía el cuerpo totalmente destrozado y encima me despertaban de esa forma tan poco cordial. Saqué la cabeza entre las mantas, cogí a saber que objeto y lo lancé contra el sujeto que había osado despertarme de esa forma.


 


-        ¡Joder!- se quejó, había dado de lleno por lo que se veía.


-        Lárgate de mi habitación Mao, ahora mismo- advertí con voz ronca, a causa de la fiesta de ayer y del propio sueño.


-        Kyo, levántate. ¿Te das cuenta en que estado estás?- dijo observando la habitación de su hermano mayor. La ropa repartida por el suelo, libros, ceniceros hasta los topes de cigarros consumidos, revistas. Sin contar la cara y cuerpo que tenía el rubio, cubierto solo con unos boxer negros. Su cuerpo marcado por rastros de besos y lamidas; y no era difícil de adivinar la vida que llevaba su hermano, pero desde luego NO lo sabía todo.- Mamá ha dicho que vayas a desayunar ya y será mejor que no te vea así.


-        Vale- gruñí.


 


Sin duda mi madre no podía ver en el estado que me encontraba, sino le daría un síncope. Era un mujer trabajadora y que lo daba todo para traer el poco dinero que teníamos desde que mi padre nos abandonó, aunque sin duda era lo mejor que nos había pasado.


Me levanté y recorrí silenciosamente la casa hasta el baño, para no ser descubierto. Me di una ducha rápida y vestí, hice mi mayor esfuerzo para parecer menos decadente y salí de allí para ir a la pequeña cocina, donde estaba mi madre preparándonos el desayuno y Mao.


 


-        Ohayou- saludé.


-        ¿Qué tal descansaste, hijo?- preguntó cariñosamente, acariciando mi cabello y desordenándolo.


-        Bien. ¿Por qué tan pronto despiertos? Hoy no hay clase…


-        ¿No lo recuerdas Kyo?- inquirió Mao, tomando una cucharada de su tazón de cereales.


-        ¿Qué mierda debería recordar?- solté de mal humor.


-        Habla bien- me avisó mi madre.


-        Hoy viene el estudiante de intercambio.


-        ¿Para qué? No entiendo porqué tenemos que acoger a un desconocido que tiene dinero suficiente para comprar todas las casuchas de este asqueroso barrio- indiqué, cabreado.


-        No seas así Tooru, ¿ni siquiera le has visto y ya andas juzgando a la gente? Yo no te he enseñado eso- indicó mi madre. Solté un gruñido por lo bajo.- Además su familia nos pagará para que cuidemos de él y le enseñemos toda la ciudad.


-        Yo estoy de acuerdo, esto nos vendrá bien, podemos ser amigos.


-        Sí, ya sería tu primer amigo…- me burlé.


-        Debemos ir a recogerle en media hora al aeropuerto- finalizó mi madre.


 


 


                                                                                         ***


 


 


Estaba realmente nervioso, casi dando saltos sobre el asiento del avión privado de mi familia. Había convencido a mi padre de que me dejase estudiar fuera de nuestra ciudad natal durante unos meses, para así poder conocer Tokio, su gente y costumbres.


Yo me había criado prácticamente recluido en la mansión de mi familia, mi padre ocupaba un puesto importante en el gobierno, por lo que siempre había sido muy sobre protector con su único hijo. Había estudiado en casa con un profesor privado y rara vez conocía a gente de mi misma edad, solo en las reuniones con otros miembros del gobierno que tenían hijos. Por suerte había logrado convencer a papá de que con mis dieciséis años podría marchar a la ciudad, él, tras mucho insistir había aceptado y me había buscado una buena familia de acogida.


 


Estaba realmente impaciente por conocerlos a todos, lo único que sabía es que era una familia de tres: Madre y dos hermanos, con tan solo un año de diferencia entre ambos. Uno de ellos era de mi misma edad, mientras que el otro tenía diecisiete. ¿Cómo serían? ¿Les caería bien? ¿Me acostumbraría a vivir en la ciudad? ¿Estudiar junto otros chicos? ¡Estaba ansioso de comenzar!


 


-        Por favor, vamos a aterrizar, póngase sus cinturones de seguridad. Gracias- anunció una voz por megafonía.


 


Hice lo dicho y observé por la ventana la pista de aterrizaje, allí estaba, había llegado y me sentía como si diera inicio a una nueva vida.


Bajé del avión con una sonrisa de oreja a oreja, encontrándome con tres personas. Una mujer de unos treinta y algo años, pelo castaño y ojos oscuros. Y dos chicos rubios de gran parecido, uno me sonrió alegremente y el otro miraba al avión con una mueca.


 


-        ¡Ohayou gozamashu! ¿Ustedes son mi familia de acogida?- pregunté respetuosamente, pero todavía demasiado alegre para controlar mi excitación.


-        Sí, somos nosotros- respondió la madre.


-        Soy Takanori Matsumoto- hice una reverencia.


-        ¡Bienvenido Takanori! Yo soy Mameha y ellos son, mi hijo Mao y Tooru.


-        ¡Encantados!- exclamé, casi lanzándome a abrazarlos.


-        Me alegro de que estés aquí, somos de la misma edad así que iremos juntos a clase y todo- dijo Mao, abrazándome por los hombros y juntos echando a andar.


 


 



Notas finales:

Espero que os haya gustado, en este fic quiero que sea una locura, nada de lo típico que suelo escribir.

Va a ver gran numero de personajes, así que si queréis alguno en especial me lo decis por review, poner algo de ellos característico o que suela ser habitual leer en fics, por si no los conozco.

En fin, nada más, proponed! proponed! He intentaré hacer algo que salga (mas o menos) a gusto de todos.

Ja ne!!


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