Letanía de invierno
By Oliv-chan
Y así transcurrió todo.
De año en año, de mes en mes, de estación en estación. ¿Cuántas estaciones de año ya habían transcurrido? Las olvidaste.
Tu cuerpo estaba frío, lo sentías así, nublado por la soledad y el cinismo mostrabas tu cara hipócrita, lo que todos querían ver, los que todos esperaban ver.
Elevaste tu mirada al cielo despejado y azul, sin nubes, sin obstáculos. Completamente limpio.
¿Qué estación era?
Debería ser verano. ¿O primavera? Quizás otoño. ¿Invierno? ¿Con tanto sol alumbrando, Gaara?
Ya no sabías, ya no te importaba. Disimulabas tu ignorancia, tu mala memoria, vestías lo que la mayoría usaba, o lo que se pareciera. ¿Qué hacías en ese parque, Gaara? ¿Recordabas? ¿Qué recordabas?
Un suspiro cansino se escabulló por entre tus labios y tu obnubilada vista se paseaba por el verdoso césped, por la tierra granulosa y las bancas desteñidas con el paso del tiempo. ¿Cuándo llegaste al parque? ¿Por qué no lloras, Gaara? ¿Por qué te haces el fuerte, el insensible, el todopoderoso, cuando lo que más deseas es romper en llanto?
Hace calor. Lo ves en los demás abanicándose con sus manos, tomando helado, bajo la sombra de los árboles. ¿Por qué tú sí sientes frío, Gaara?
Ves a lo lejos, tu vista está en lo lejos donde los niños se divierten en los juegos estratégicamente colocados, todos sonriendo, compartiendo, viviendo. ¿Y tú, Gaara? ¿Por qué no vives?
<<Sólo vivo para mí…>>
Una vez le dijiste, él sonrió de medio lado y te miró burlón, con sátira a tu comentario para nada apropiado, pero ¿A ti que te importaba lo que pensara de ti ese sujeto?
<<Si sólo vives para ti… ¿Por qué vives?>>
Quisiste responder, pero no sabías con qué. ¿Ese sujeto te calló eh, Gaara?
Se miraron, se comprendieron, se enamoraron en silencio, pero no se amaron.
<<El amor no existe, Sabaku…>>
<<Lo sé, bastardo…>>
Te sonrió, adoraba tu especial forma de ser, te adoraba a ti.
¿Qué pasó entonces, Gaara?
Nada. Eso pasó.
Lo que mal empieza, mal termina. Dos seres iguales no pueden estar juntos. Se admiran, se contemplan, se vuelven locamente obsesivos consigo mismo, se destruyen. Es antinatura. ¡Es narcicismo puro! Pero te gusta.
Hace frío. Tienes frío. Se te congelan los huesos y ruegas. Imploras porque regrese, porque te mire y siga caminando, sabiendo que tú vas tras él. Como siempre. Como es la costumbre.
Te embelesa tanta perfección, tan poca falla en un ser humano. Tu alucinógeno perfecto. Te eleva tan alto que luego, cuando no está, caes solo y eso duele, duele caer. ¿Te dolió, Gaara?
Te concentras en el día. ¿Lunes, martes, jueves, viernes? ¿Fin de semana? ¿Miércoles? No. Odias los miércoles. Los odias tanto que no recuerdas exactamente por qué. ¿Qué ocurrió el miércoles, Gaara?
Guardas silencio, guardas tus sentimientos, tu dolor. Sale a flote tu necedad, tu terquedad y tu frío indeleble. ¿Cuándo fue la última vez que sentiste el calorcillo asfixiante del tacto humano? ¿Cuándo fue que él te dejó, Gaara?
Te levantas. Ese día tampoco fue. ¿Qué esperabas de él? Después de todo es un Uchiha. Y tu bastardo favorito.
Emprendes camino. ¿A dónde te diriges, Gaara? ¿A casa? Oh, lo olvidaba. Tú no tienes casa. Sólo un frío abrasador que siempre te acompaña. Que no descansa. Que se aferra tanto a ti como tú, en su momento, de Sasuke.
¿Qué se siente tener, las veinticuatro horas del día los trescientos sesenta y cinco días del año por sabrá dios cuantos años, una letanía tan fría, o más, que el mismísimo invierno, Gaara?
Fin