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VALLE SILENCIOSO por Alhen Lawliet

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Notas del fanfic:

Espero que les guste mi nuevo fic, tuve un conflicto, pues originalmente tenía planeado que fuera la hija de Thor y Loki (Leer Crónicas de Asgard, capi final jejeje) pero me decidí que sería mejor que fuera el mismo Loki. esto no es una continuación de mi anterior fic, de haber sido la hija de ellos dos si lo sería, jejeje, espero lo disfruten.

Notas del capitulo:

Espero les guste, el nombre humano de Loki sera Aldo. jejeje ^^Û

Unos perturbadores ojos rojos lo miraban. Trataba de correr pero le era imposible. Escuchaba voces, muchas voces. La figura de un monstruo azulado y temible, la de un hombre viejo con un parche en su ojos y el de un rubio con una sonrisa enorme y brillante, propia de un hombre con demasiada confianza y arrogancia. De nuevo aquellas voces, pero ahora se escuchaban más claras, como si se las gritaran al oído.

- No Loki….

- ¡Loki!

Se sintió caer a un abismo sin fondo mientras escuchaba una y otra vez aquellas voces diciendo lo mismo.

Despertó de un sobresalto. Sudaba frío y su corazón latía con violencia. Sus ojos verdes estaban dilatados y brillosos. Pronto trató de relajarse.

- De nuevo ese sueño. Lo he tenido mucho últimamente.

La puerta de su habitación se abrió dando paso a una mujer de cabellos negros y ojos azules que miraba preocupada al chico.

- ¿Estás bien, cariño?

- Si mamá. Solo fue un mal sueño?

- Querido.

La dulce mujer se acercó a su hijo. Lo abrazó y dio un pequeño beso en su frente.

- Trata de descansar.

- Eso haré. Gracias.

La mujer se fue pero en el marco de la puerta, un chico castaño de ojos verdes miraba sonriente al pelinegro.

- ¿Pesadillas, hermanito?

- Si, “hermano.”

El castaño se dirigió a donde el pelinegro y trató de acomodarse en la cama de éste. El menor se hizo a un lado para dar espacio al ojiverde mayor. Ambos se acomodaron. El castaño cruzando su brazos y usándolos a modo de almohada, el pelinegro recostándose a su lado.

- ¿No crees que ya estamos muy grandes para esto, primo?

- ¿Ahora soy primo? Y no, sabes que lo seguiré haciendo.

- Je, lo se.

Ambos rieron y volvieron a dormir. El castaño estirando su brazo para envolver el pelinegro.

- ¿Sabes? Haces cosas muy raras.

- Lo se. Yo soy raro.

***

A la mañana siguiente, el ojiverde peinaba su cabello de manera muy minuciosa. El castaño llegó a su lado y lo abrazó por detrás.

- ¿Por qué siempre te peinas de esa manera tan ordenada, sin un cabello fuera de su lugar?

- Por que me gusta estar presentable.

- ¿Sabías que con esa apariencia pareces un serio y aburrido abogado?

- La seriedad significa confianza.

- O sea, lo contrario a mi.

- ¿Por qué pones palabras en mi boca, querido primo.

- Antes era tu hermano, ahora tu primo.

- Lo se. Eres mi primo.

- Si, pero yo te veo como mi hermano también.

El castaño colocó su mano en la mejilla del menor mientras colocaba su rostro junto al del pelinegro.

- Siempre haces cosas raras.

- Ya lo se.

- ¿Por qué lo haces?

- Fácil, por que puedo hacer esto.

Y con su mano, desacomodó los cabellos dejando un caos total.

- Ahora tendré que arreglarlo de nuevo.

El castaño se rió con fuerza y se fue, dejando solo a su primo/hermano. Le echó una ultima mirada antes de irse.

El pelinegro iba a paso veloz. Miró su reloj de pulsera solo para cerciorarse que debía apresurarse si no llegaría tarde. El día estaba envuelto en una densa neblina.

- No puedo creerlo, apenas se logra ver algo al frente de uno.

A lo lejos se divisaba una silueta que corría directo al chico. El cuerpo de un hombre chocó contra el pelinegro, arrojándolo a suelo por la fuerza del impacto y el folder que llevaba con el quedó esparcido por todas partes.

- Oh no! Mi trabajo.

- Lo siento.

Dijo el hombre a su lado. Le ayudó al menor a recoger los papeles del suelo y cuando se los regresó en seguida se fue corriendo. El muchacho se levantó del suelo mirando por el lugar por donde se fue aquel sujeto a quien ni siguiera pudo ver bien. Era rubio, por lo que logró ver, pero si rostro jamás lo pudo ver. Se encogió de hombros y no le dio importancia. Siguió su camino.

Al llegar a su destino, la universidad para ser exactos, fue llamado por una chica pelinegra de ojos azules, vestida con una traje gris y blusa negra. El conjunto era serio y reservado.

- ¡Aldo!

- Mimí, hola.

La chica llegó a donde el ojiverde estaba parado. El chico vestía un pantalón café oscuro y un suéter con cuello de tortuga de color negro. La chica comenzó a caminar junto a el. Mimí Warren, era una de las amigas de Aldo O´Connel, y quizás la única. Ella esta secretamente enamorada de su amigo pelinegro.

- ¿Estas nervioso?

- Un poco. ¿y tú?

- Mucho, los transpiro por cada poro, casi puedo decir que todos huelen mis nervios. Jeje.

El chico se acercó a ella y le dio un pequeño abrazo.

- No te preocupes, todo estará bien.

La chica se sorprendió y su rostro se sonrojó levemente. Aldo la soltó y siguieron caminando. Ella se puso muy feliz.

- Tienes razón.

Ya todos, en clase, pasados varios minutos de ésta. El profesor terminaba de revisar uno de los ensayos de sus estudiantes. Se levantó y miró a cada uno de ellos, que en un futuro se convertirían en abogados.

- Bien, de los pocos ensayos que he revisado, algunos son muy buenos. Pero les pregunto, ¿Qué es lo que sintieron al hacer este ensayo? ¿Señor O´Connel?

El pelinegro se levantó de su lugar.

- Yo lo que puedo decir acerca de lo que sentí es que debía hacer un trabajo excelente, verificar que cada dato estuviera correcto y que mi informe estuviera presentable. En pocas palabras, hacer mi trabajo bien.

- Muy bien. Por que ha cumplido con su trabajo. Debo felicitarlo, es obvio que tiene un gran futuro por delante.

Aldo se sentó con una leve sonrisa de felicidad. Mimí tomó su mano mientras lo felicitaba, mantenía su cabeza baja pero con una sonrisa en su rostro y un leve sonrojo en sus mejillas.

- Felicidades.

- Gracias.

Tomó la mano de la chica que sostenía la suya a la vez. Al finalizar las clases, ambos chicos caminaban por el largo patio del campus.

- Aldo, que te parece si me acompañas a tomar un café.

- Claro.

La chica tomó su mano para partir inmediatamente, cuando sonó el celular del pelinegro.

- Espera, tengo que contestar.

Tomó su teléfono y contestó.

- ¿Si? ¿Alex? ¿Qué sucede?… OK… no te preocupes, yo estaré bien… si, lo se… no soy un niño… ya te dije que si, descuida…

Rodó sus ojos mientras sonreía y se mostraba en su rostro una ligera molestia.

- Si, descuida, adiós, si, claro, adiós.

Y al fin colgó.

- Perdona, era mi primo. Ahora si, vamos.

- Claro.

Ambos estaban ahora disfrutando un café caliente. Mimí no dejaba de elogiar a su amigo.

- Eres el mejor de la clase.

Dijo con un tono entre misterioso y alegre. No apartó su vista de su taza aún llena de café. El chico la miró sonriente.

- ¿Por qué dices eso?

- Por que es la verdad.

Ahora lo miraba a los ojos con esa mirada sonriente y traviesa.

- Tu eres el mejor de la clase, tus notas son muy altas, las mejores, todos te admiran y envidian.

- Hay otros igual de buenos.

- Cierto.

Dijo ella siguiéndole la corriente mientras daba un sorbo a su café.

- Como tú.

- Muy cierto, jeje.

- Tengo curiosidad. ¿Qué te dijo tu hermano?

Mimí sabía que Aldo y Alex eran primos, pero era muy común que entre ellos se llamaran hermanos en vez de primos, por lo que Mimí también los llamaba así.

- Solo que estaría fuera por un rato por que tenía que ir no se adonde, y quería saber si me encontraría bien en su ausencia. Tiene la costumbre de tratarme como un niño pequeño.

- Prácticamente ustedes se criaron juntos así que siempre a actuado como un hermano mayor.

- Si.

Entonces, un ligero temblor captó la atención del chico.

- ¿Sentiste eso?

- ¿Qué?

Entonces, el liquido de las tazas comenzó a temblar y el suelo, y todo. Aldo tomó a Mimí y la colocó bajo la mesa.

- ¡Cúbrete!

Todo temblaba, y los cristales se rompieron y entonces, dos figuras aparecieron, eran dos hombres, uno majo y muy delgado que tenía unas especies de cuchillas en sus manos, y el otro, más grande y gordo con unos guantes metálicos. Ambos vestidos de negro.

- Esto es un asalto.

Dijo el hombre delgado. La policía se estaba acercando, las sirenas los anunciaban. En hombre delgado, que al parecer era el líder, le dio una seña al gigante a su lado. Con su puño, mandó a volar las mesas y la gente que estaba refugiada en ellas gritaba de susto. Mimí estaba muy asustada, Aldo la sostenía entre sus brazos mientras observaban a los maleantes.

- La policía se acerca, toma a la chica.

- Bien.

Mimí gritó de miedo, pero Aldo les impidió hacerlo, estrechando a Mimí más contra su cuerpo.

- No se los permitiré.

El gigante le acertó un puñetazo en el estomago dejándolo sin aire y sosteniendo a Mimí. Aldo miró al hombre con furia y se levantó dispuesto a impedir que la lastimaran. Mimí le acertó una patada en las partes nobles del sujeto pero este solo rió asustando a la chica.

- Lo lamentarás.

Ella gritó. Aldo corrió dispuesto a detenerlo pero el sujeto delgado colocó un pie haciendo que cayera directo a un montón de vidrios. Cuando se levantó había un pequeño rastro de sangre. Su pierna estaba sangrando.

- ¡Aldo!

La chica aprovechó la distracción de los hombres y tomó una taza de café muy caliente y la lanzó al rostro del gigante que al sentir el líquido hirviendo en su rostro se enfureció y golpeó a la chica tirándola al suelo. Aldo se asustó y corrió hasta ella ignorando el sangrado de su pierna.

- La policía ya está aquí, toma al chico.

Y así lo hace.

- ¿Qué cree que hace? ¡suélteme!

Cuando estuvieron afuera, el gigante lo sostenía con fuerza, mientras que el pequeño colocaba sus cuchillas en su garganta.

- Si quieren que salga vivo no se acerque, polis, o lo lamentaran.

- ¿Quién dices que lo lamentará?

Una voz a su espalda hizo que se girara y Aldo miró a un hombre rubio vestido muy raro, pero algo le hizo reaccionar, pues aquel hombre le parecía conocido… era, como el de sus sueños.

- ¿Quién eres tú?

Preguntó el villano a lo que el rubio le contestó firme y severo.

- Yo soy Thor, dios del trueno y defensor de la justicia. Ríndete vil villano.

Sentenció apuntándole con su martillo a lo que el sujeto solo lo miró despectivo y trató de atacarlo con sus cuchillas, pero estas quedaron rotas al chocar contra el mazo. El sujeto no podía creer lo que veía. Thor lo golpeó y lo dejó inconsciente. Miró entonces al gigante que ahora apretaba el cuello del indefenso pelinegro.

- Suéltalo inmediatamente.

El gigante lanzó al chico para poder escapar pero Thor lo había golpeado y lo mandó a volar. Aldo se tuvo que cubrir para protegerse de un posible impacto que nunca le llegó. Thor se acercó a el y le tendió la mano. Aldo la tomó y fue ayudado a levantarse.

- Gracias.

- Estas herido.

Dijo preocupado el rubio guerrero.

- No es nada.

Entonces recordó a su amiga.

- ¡Mimì!

Y corrió hasta ella. Trató de hacerla reaccionar pero ella no contestaba, se estaba llenando de miedo.

- ¡Mimí! Contéstame, por favor, Mimì.

El pelinegro se estaba preocupando más, sus ojos se cristalizaban y su voz comenzaba a temblar. Miró hacia afuera pero el rubio se había ido. Minutos después, la policía se llevaba a los maleantes mientras una ambulancia ayudaba a los heridos.

- ¡Aldo!

El aludido miró a donde se encontraba la persona que lo llamó.

- ¿Alex?

El castaño avanzaba por entre la multitud y corría preocupado a donde su primo se encontraba. Una de las piernas del chico estaba vendada. Alex lo abrazó.

- ¿Estás bien?

- Si, no te preocupes. Pero Mimí…

- ¿Mimi estaba contigo?

- Si.

- ¿Dónde está?

- En el hospital, no pude hacer nada.

- Aldo… estas herido.

Viendo la venda. Aldo le restó importancia.

- No es nada.

- ¿Qué ocurrió?

- Me caí y había unos vidrios, pero no te preocupes, no es nada.

- A juzgar por la sangre en tu pantalón yo creó que no.

Entonces levantó al pelinegro como una novia, avergonzando a éste.

- Alex… yo puedo caminar.

El tono con el que lo dijo era el que usaba cuando se molestaba.

- Aldo…

Usó el mismo tono.

- Si caminas seguro se abrirá la herida.

- Alex…

El castaño estrechó al chico contra su pecho mientras temblaba.

- Aldo… no se que haría si algo te llegara a pasar. Sabes que quiero a mis tíos pero tu eres todo lo que me queda.

El ojiverde se sintió mal por eso y se abrazó más a su primo. Entre las sombras, un hombre los observaba. Parecía afligido, se retiró para evitar seguir viendo la escena. Una mujer apareció frente a el.

- Thor…

- Jane…

- Sigues cuidando a tu hermano.

- Si.

- Parece feliz con esta vida.

- Lo se.

- Debes dejarlo ir.

- No puedo.

Y se fue, dejando a su amiga Jane parada viendo como el afligido guerrero se retiraba del lugar.

Notas finales:

Espero les haya gustado, como ven, el capi ahora es laaaaaargo jejejejeje ^^ dejen review plis.


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