Ash aún no entendía bien todo lo que había pasado acaba de conocer el amor su primer y único amor y de la misma manera lo había perdido. Picachu que se encontraba entre sus brazos era el único que lo acompañaba, quien jamás se separaría de él. Las lágrimas escurrían desde las mejillas de Ash y terminaban su recorrido en el regazo de Picachu.
Seguramente todos se preguntaran como es que llegamos hasta esta escena, yo la única testigo de la increíble historia me encargare de hacérselos saber.
En una noche clara y estrellada, donde todo era iluminado por mi brillo, el joven Ash Ketchum fue testigo de un hecho fantástico, no muy lejos de donde se encontraba el, una luz acababa con las penumbras del bosque, una luz casi tan hermosa como la mía, se encontraba completamente solo pues él y sus amigos tomaron el camino a la casa de cada uno de ellos. Ash corrió sin darse cuenta de que Picachu no lo seguía hasta el lugar donde se encontraba ese brillo, casi tan divino como el resplandor producido por uno de mis rayos; cuando al fin pudo llegar al sitio grande fue su sorpresa al encontrar en medio de ese segadora luz a un chiquillo, de su edad o un par de años menor tal vez.
Ash se acercó para auxiliar al pequeño, lo sostuvo entre sus brazos, tenía una piel suave y tersa casi tan blanca como yo, como la Luna, el efecto que mis rayos de luz brindaban sobre la piel completamente desnuda del chiquillo le daban una belleza mítica fácilmente confundido con un ángel.
Cuando el muchachito abrió los ojos y sostuvo su mirada en la de Ash el tiempo se detuvo, todo y todos dejaron de existir solo para poder lograr ese maravilloso momento, el chico tenía unos bellos ojos negro azabache que impedían a Ash mirar a otro lado que no fueran esos ojos. El rostro era realmente fascinante rasgos tan finos y simétricos que realmente en conjunto hacían una extraordinaria armonía, un par de pequeños labios rojos carmín al igual que las mejillas que hasta ese momento no se sabía si ese era su color o solo la consecuencia de estar desnudo entre los brazos de Ash.
El chico con cabellos dorados como los de mi hermano el sol se abrazó del cuello de Ketchum y le entrego todo su amor a través de apasionado beso que parecía no tener fin, parecían predestinados a estar juntos, como si se conocieran de toda la vida, parecía que sus cuerpos les estorbaban para poder acariciar sus almas.
El chico le decía tiernamente a Ash -He esperado mucho para por fin estar contigo- y no dudo en volver a abrazarlo y entregar nuevamente sus labios a los de Ash, era un momento realmente dulce y ni un solo momentos deje de cobijarlos con mi luz.
Ash y el joven del cuyo nombre no conoce, continúan entregándose la vida, el pequeño quita las ropas que visten el torso de Ketchum, no es necesario decir nada sus tiernas miradas lo dicen todo, al estar completamente desnudos yo acaricio sus cuerpos con mi luz y ellos, ellos no dejan de besarse, de fundir sus manos en el cuerpo del otro, se acaban de ver por primera vez y es como si ambos conocieran la anatomía del otro.
El momento de entregar su amor ha culminado, han sido uno mismo en cuerpo, mente, corazón y alma, me da miedo que el brillo que los ojos de ambos jovencitos irradian podría opacarme fácilmente, es como si dos almas gemelas se hubieran encontrado y ni la mayor fuerza del universo pudiera separarlas.
Han pasado horas demostrándose su amor, su energía parece no acabar, en cambio yo, yo ya no puedo continuar, tengo que dar paso a mi hermano pues ya no tengo suficientes energías para iluminar a la tierra.
Mi hermano, al estar enamorado de mí y profundamente amargado porque jamás podremos estar juntos, odia todos los asuntos del amor, por eso las cosas del amor son en la noche, donde los amantes son cuidados por mí, mi hermano mi amado hermano atenta contra la vida de Ash, en uno de sus rayos centra todo su calor, perforando el corazón de Ash, que comienza lentamente a morir entre su brazos.
El chico que nació de un rayo de luz, un rayo mío, acude a mí nuevamente, -Ohhhh luna plateada, tu que tu bondad me ha dado la oportunidad de estar con el amor de mi vida, no permitas que nos separemos una vez más, no le permitas-
-Joven que con mi gracia eres poseedor de una belleza inigualable, mi poder es grande, pero no puedo revivir a un muerto-
-Esta noche hace algunas horas te pedí un deseo y tu luna plateada llena de bondad me dijiste que cumplirías dos deseos, dos cosas que quisiera más que nada en la vida, y solo te pide un deseo ser merecedor del amor de quien ahora yace muerto entre mis brazos-
-Cambie tu esencia, te di un cuerpo humano, eras el fiel acompañante del joven que ha muerto entre tus brazos por culpa de tu amor-
-Pero aún tengo un deseo, uno de los dos deseos que tu bondad se atrevió a otorgarme-
-Soy incapaz de revivirlo joven Picachu, eso es algo que ni yo ni nadie puede hacer-
-Pero- Volvió a hablar una dubitativa luna
-Pero que luna de plata, acaso hay algo más que se pueda hacer?-
-Mi poder no es tan grande para revivirlo, pero sin para evitar que el muera-
-Eso es lo que quiero es mi segundo deseo, deseo evitar que muera Ash ketchum-
-Tu primer deseo fue que te convirtiera en un humano para que por fin pudieras estar con Ash y eso es algo fácil para mí, pero este nuevo deseo es algo casi imposible, la única solución que veo es brillar, brillar tanto hasta cegar a la Tierra y esta se confunda y gire hacia atrás retrocediendo el tiempo, pero sabes lo que eso significa correcto?-
-No importa, quiero que el siga en este mundo- Dijo mientras una lagrima era derramada por su mejilla.
La luna se llenó y comenzó a brillar más que nunca, la vista de todos se vio oscurecida con tanto brillo, la propia Tierra quedo cegada, quedo tan confundida que no supo en qué dirección debía e girar, una confundida Tierra roto a lado contrario a como lo había hecho siempre.
Ash se encontraba dormido hasta que fue despertado por una luz que acababa con las penumbras del bosque, una luz casi tan hermosa como la mía, se encontraba completamente solo pues él y sus amigos tomaron el camino a la casa de cada uno de ellos. Ash corrió sin darse cuenta de que Picachu no lo seguía hasta el lugar donde se encontraba ese brillo, casi tan divino como el resplandor producido por uno de mis rayos; cuando al fin pudo llegar al sitio grande fue su sorpresa al encontrar en medio de ese segadora luz a un Picachu.
-Amigo mío, como has llegado aquí, que es esa hermosa luz- Lo tomo entre sus brazos, lo cargo y lo acurruco en su pecho, volteo la cara hacia abajo y se encontró con sus ojos, por alguna extraña razón esos ojos le produjeron una gran nostalgia, sentía un gran vacío, algo estaba incompleto dentro de él. Pero no solo el tú también lloraste Picachu. Yo quede tan triste con la escena que mis lágrimas se precipitaron en forma de lluvia.