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Sin pensar...solamente amando por cutebeast64

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Rumiko Takashi, pero la historia es propia, auténtica…completamente mía.

Notas del capitulo:

La serie de Inuyasha la vi hace más de seis años, cuando la pasaban por televisión nacional, sin embargo, solo ahora que estoy jugando “El secreto de la máscara maldita” (Muy buen juego) recobré el interés en el anime y por supuesto, en las parejas yaoi que podemos encontrar. No sean muy duros, es mi primer SesshumaruXInuyasha, al igual que el primer fic con este estilo tan extraño…Espero que les guste aunque sea un poco y me dejen algún review (aunque sea para decir que no les gustó), y quizás haga otro intento con esta u otras parejas de esta serie tan excelente.

Se enojó. Frunció el ceño, apretó los dientes y dejándose caer, ocultó su rostro entre los dobleces de la almohada, para demostrar ese enojo. Sin embargo, la luz del sol que le había hecho enojarse en un principio pasó entre los dobleces suaves y volvió a molestarle, impidiéndole de alguna extraña manera volver a dormirse.


Le dio la espalda a la ventana para tratar de evadir los rayos de sol y encontrar de nuevo, aquel plácido sueño de olas blancas que llegan del mar chocando contra las olas, viento que movía las palmeras de la misma manera en que movía su largo cabello y arena bajo los pies, haciéndole cosquillas mientras caminaba descalzo. Sin embargo, la luz que entraba por la ventana atravesaba la habitación, deslizándose por la puerta abierta del baño para dar contra el espejo, en el ángulo exacto y preciso, para que de nuevo, la luz golpeara sus ojos entrecerrados, llenándole de desesperación mientras se giraba para quedar mirando hacia la derecha, donde la ventana volvía a molestarle. Hacia abajo donde la luz alcanzaba a colarse entre los dobleces de la sábana casi transparente y la almohada contra su boca le dificultaba respirar. Hacia la izquierda donde el espejo le hacía maldecir nuevamente y entre dientes al culpable de aquella desgracia, tratando de cubrirse los ojos con las manos, pese a lo cual, seguía sintiendo la presencia del rayo de luz que le miraba, esperando a que se descuidara para volver a molestarlo. Hacia arriba para contemplar el techo donde quedaban las marcas negras y pegajosas del afiche que después de comprar en una tienda de coleccionistas especializados a un precio exorbitante, había pegado hacía diez días y que “Ese hombre” había quitado hacía exactamente nueve días y medio, en cuanto notó que estaba allí.


Y la furia se armó con tanta fuerza que borró de una manotada la neblina del sueño para obligarlo a sentarse en la cama y desde allí, mirar con sus ojos almendrados, llenos de una determinación formada por la ira, al hombre alto y fuerte, de largo cabello plateado y rostro fino que terminaba de vestirse frente al espejo del baño.


-       Maldito Sesshumaru- Soltaba de golpe haciendo que aquellos ojos amarillos y afilados, congelados en el espejo como si estuviesen pintados allí, se movieran lo suficiente como para verlo por medio del espejo. Se le fueron las palabras y se quedó simplemente mirando aquellos ojos en los que podía verse a sí mismo, mirando de nuevo aquellos ojos y así indefinidas veces.


-       ¿Vas a quedarte con esa expresión tan imbécil marcada en el rostro o vas a decir algo?- Murmuró el nombrado con aquella voz sombría que aceleraba tanto su corazón y perturbaba tanto su alma, como le llenaba de frío y de dolor en ocasiones


-       ¡Cierra la cortina, joder! No puedo dormir nada con esa maldita luz que entra por la ventana- Pidió con el tono prepotente e irritante que aparecía en sus labios cada vez que abría la boca para hablar


-       ¿No deberías levantarte para ir al instituto, bakka otôto?- Respondió el mayor en un tono excesivamente condescendiente que hirió el orgullo de Inuyasha…


-       Tengo sueño- Dijo de manera infantilmente terca mientras volvía a dar toda una vuelta por la cama, buscando acomodo- Son las seis de la mañana. Voy a dormir una hora más así que no me jodas.


-       Si duermes solo una hora cuando te vuelvas a despertar sentirás más sueño que al principio- Las palabras de Sesshumaru parecían dirigidas al aire, como si hubiese leído las palabras en el espejo frente a él y sin embargo, Inuyasha sintió caer sobre él una gran carga de reproche que le hizo sentirse ligeramente indignado


-       ¡Ah, joder, no se puede hablar contigo!- Gritó frustrado mientras hundía su rostro de lleno en la almohada como si quisiese ocultarse de aquellos ojos amarillos que ni siquiera lo estaban mirando


Después de un largo momento de silencio en el que Inuyasha trató de volver a dormirse incluso a pesar de la luz que le molestaba, al darse cuenta de que no podía (quizás principalmente porque la furia le había dado hambre y cuando tenía hambre no le daba sueño), giró el rostro apenas lo suficiente para alcanzar a divisar, después del paisaje de dunas blancas de la almohada suave, a su hermano atándose la corbata alrededor de aquel cuello en el que aún se divisaba la marca de aquella mordida que le había hecho la noche anterior, en medio de los gemidos, el sudor, el placer y las ligeras pizcas de dolor que le habían sacado lágrimas de los ojos, como cuando su madre le pellizcaba el brazo por haberse comido las galletas que eran de su hermano o haber pisoteado sin darse cuenta algunas de las flores importadas desde quién-sabe-que-lugar-distante. En medio del masivo sonrojo que le traían los recuerdos de la noche pasada una ligera sonrisa pícara se marcó en sus labios y Sesshumaru se dio cuenta…


-       ¿Porqué sonríes?- Inquirió mientras se soltaba el nudo de la corbata para hacerlo nuevamente, esperando que esta vez sí le quedara bien para no tener que repetir la operación que empezaba a hacerse tediosa


-       ¡Por nada pedazo de imbécil!- Gritó sorprendido, aumentando el sonrojo en sus mejillas al sentirse intimidado. Se giró para evadir aquella mirada, pero entonces la luz le dio directo en los ojos-Joder, al menos cierra las cortinas, Sesshumaru imbécil…


-       Tú estás más cerca- los ojos amarillos volvieron a moverse en el lienzo del espejo para ver la trivial reacción de Inuyasha


-       Entonces cierra la puerta del baño- Replicó enojado, con el tono sereno de quien imparte una orden, mientras se tapaba hasta la coronilla con aquellas sábanas casi transparentes para tratar de dormir- De todas maneras no entiendo porqué la dejas abierta ¿Acaso es solo para molestarme, desgraciado Sesshumaru?


-       Si la cerrara no podría verte- Aquellas palabras arrasaron en un instante con las sábanas, con las cortinas abiertas y con el rayo de luz de la ventana, Inuyasha se sintió completamente feliz por un instante en que se sentó de un salto, dejando caer la sábana para mirar a Sesshumaru, cuya fina sonrisa se dibujó en el espejo y se quedó allí ante los ojos dorados del menor, incluso cuando Sesshumaru ya no estaba sonriendo- ¿Te gustó que dijera eso?


-       No…no es eso, maldito aniki- Refunfuñó nervioso con el rostro todo sonrojado mientras se movía lentamente hacia el extremo de la cama, de cuyo borde dejó caer las piernas para que sus pies se apoyaran en el suelo y su cuerpo en sus pies, llegando así a cumplir aquella operación denominada; ponerse de pie. De todas maneras ya no tenía sueño.


Tenía frío porque estaba desnudo, y estaba desnudo porque Sesshumaru le había quitado la ropa casi a la fuerza una vez llegaron entre besos a la habitación y después de retozar en aquellos fuertes brazos, se había sentido tan agotado que no había pensado en vestirse de nuevo, sino simplemente en dormir. Una vez llegó al borde de la cama, le dio la espalda a la ventana sin siquiera preocuparse por cerrar las cortinas y se encaminó hacia el baño, donde Sesshumaru sonreía triunfante al haber podido finalmente atarse la corbata.


Su pie se encontró con algo. Era la camisa que Sesshumaru había usado el día anterior y que había dejado caer en ese preciso lugar en un momento sucedido después de que perdiera sus ropas en las garras ajenas y antes de ser penetrado con rudeza contra el colchón que aún guardaba algo de olor a seducción y orgasmo. Bostezó quitándose con eso los pocos rastros de sueño que aún le quedaban y se inclinó a recoger la camisa entre sus dedos.


La puso contra su rostro, sintiendo aquel olor característico de su hermano que despertó de inmediato sus sentidos y sonrió. Para cuando Sesshumaru, sorprendido al no encontrar el reflejo del peliblanco en la cama se giró a buscarlo, Inuyasha ya tenía puesta aquella camisa que le quedaba algo grande, cubriéndole hasta un par de centímetros debajo de las nalgas y se acercaba a él por la espalda tratando de sorprenderlo…


-       Ah, joder… ¿Porqué nunca puedo sorprenderte?- Bufó algo incómodo mientras avanzaba hasta su aniki, pasando sus brazos sobre el cuello ajeno, rodeándolo como si se tratara de una bufanda. Estaba parado en la punta de los pies para poder hacerlo y la camisa se le había levantado, dejando ver una parte de sus nalgas- Siempre estás despierto y siempre estás atento. Es frustrante.


-       ¿No ibas a dormir?- En cuanto dejó de hablar, y sin esperar a que Inuyasha respondiera a la pregunta, Sesshumaru fundió sus labios con los de su otôto, iniciando así una mezcla de salivas y sensaciones que los obligaban a enamorarse nuevamente.


-       ¡Ah, joder! Simplemente ya no tengo sueño ¿Podrías dejar de molestarme por cada cosa que hago o dejo de hacer?- Chilló algo frustrado soltando el abrazo para poder apoyar la planta de su pie en el suelo, sin embargo, uno de los brazos de Sesshumaru le sostenía de la cintura, impidiéndole completar su plan…- ¡Suéltame!


Después de arrebatarle un segundo beso que Inuyasha aceptó de la misma manera en que hubiese aceptado una inyección médica; con desagrado pero resignación. Y así, llegando a creer que esa era la mejor opción, con el suave sabor amargo de la ira llenando todos sus sentidos, soltó sus dientes que habían permanecido cerrados con firmeza como pegados entre sí, para recibir a aquella serpiente mojada y ardiente que después de pasar torpemente entre sus labios y sus dientes, parecía hacerse experta al llegar a sus encías y al rodear su lengua, tanteando cada parte de su boca en un intento fallido de apoderarse de aquella dulce mezcla de sabores a rojo pasión y blanco orgasmo, fundidos en aquella suave y adictiva saliva que corría por sus labios de manera desenfrenada ante aquel juego erótico y mortal que se llevaba a cabo en aquel coliseo que formaban sus bocas juntas y sus respiraciones agitadas.


El brazo que Sesshumaru había afirmado alrededor de su cintura terminó por soltarse, devolviéndole la libertad de plantarse con firmeza en el suelo y separar aquel beso con un suspiro de satisfacción pero a la vez de deseo incompleto; de querer aún más. Retrocedió un par de pasos, contempló la figura esbelta y poderosa de su hermano, con sus ojos que parecían tener un brillo propio y seductor. Pasó su lengua por entre sus propios labios mojados en placer insuficiente, sin entender la razón por la que efectuaba aquel movimiento innecesario y sin querer entenderla tampoco; ya estaba al borde de la locura con aquel continuo romper de las reglas civiles, sociales, románticas, humanas y hasta del mismo placer…Había caído a lo más bajo y todo era por culpa de aquel hombre frente a él, y sin embargo…


Sesshumaru le dio la espalda sin decir palabra y se encaminó con pasos serenos hacia la sala, donde al parecer esperaba un desayuno preparado mientras Inuyasha seguía soñando con el olor a sal que venía de las olas por medio del viento y se impregnaba en la arena. Inuyasha lo siguió varios pasos atrás, andando despacio para controlar su ira, como si se tratara de una sombra o de un shinobi esperando el momento perfecto para atacar; quizás para rodearlo con sus brazos y recibir nuevamente un placer prohibido hasta dejarse matar por aquellos brazos que cada vez lo sujetaban con más fuerza; como esperando romperlo. Sin embargo, lo que hizo, quizás tratando de negarse a sí mismo a aquel sentimiento llamado amor, que enaltecía a su cuerpo lleno de deseo irracional y puramente pasional, fue sentarse en la silla que le correspondía y sujetar una tajada de pan blanco entre sus manos. La estrujó hasta volverla una pequeña bolita comprimida y la dejó caer en el pocillo lleno de chocolate caliente, del que brotaba una neblina que distorsionaba la manera en que veía las cosas


-       Sesshumaru ¿Tú crees que yo…debería…decirle algo?- De alguna manera, entre la figura temblorosa del chocolate en el que empezaban a aparecer trocitos de pan flotante, el delicioso olor que permanecía en aquella camisa puesta sobre su cuerpo y el restante de excitación que aún emanaba de sus poros, convirtiéndolo en un ser sumamente inestable, se había acordado de Higurashi.


-       ¿A quién?- Sesshumaru tomó un largo sorbo de chocolate y luego mordisqueó levemente el pan, con los ojos cerrados para sentir con más intensidad el sabor de lo que comía.


-       ¡Tú sabes de quien hablo, maldito desgraciado!- Gritó enojado mientras sacaba con una pequeña cuchara plateada los trocitos flotantes de pan, metiéndoselos a la boca de manera brusca hasta que ya no podía comer nada más y tenía que quedarse en silencio por un largo rato, hasta que entre la saliva y los intentos de masticar, lograba pasar toda la comida y remontaba la marcha de sus palabras- Me refiero a Kagome, la chica de mi clase que…bueno… ¡Tú sabes así que no me jodas!


-       Es tu novia ¿No? No me inmiscuyas en tus propios problemas románticos y piensa algo por tu cuenta- Inuyasha tomó tanto chocolate como pudo en un instante, y una vez lo hubo pasado, frunció el ceño e hizo unos morritos, tratando de demostrar así que la respuesta de Sesshumaru no le había causado nada de gracia


-       Eres mi hermano mayor. Se supone que ayudarme en estos casos es parte de tu obligación…ah, joder ¡Toma en serio tus responsabilidades como hermano mayor!- Soltó irritado mientras se levantaba para llevar el plato y el pocillo al lavaplatos- Además ¡Joder, hasta yo te ayudé con Kagura!


-       No lo hiciste. Te enojaste, te pusiste celoso de ella, hiciste una escena y por poco me cuestas una relación romántica- Sentenció el mayor mientras se levantaba para llevar su propio plato y pocillo hacia el lavaplatos donde Inuyasha lavaba de manera bastante inefectiva su plato. Adelantó una de sus manos y pellizcó la nalga del menor que soltó un gritito, preocupado de que se le cayera el plato y se le hiciera pedazos-


-       Pero gracias a eso es que ella está contigo- Replicó con un orgullo siniestro antes de soltar una risa un tanto prepotente-


Sesshumaru había conocido a Kagura en su trabajo, y aunque en un principio no le había llamado demasiado la atención y su primera cita con ella fue un total fracaso, eventualmente el deseo de libertad de Kagura y sus elevados sueños lograron convencerlo de que debía tenerla. Antes de que Sesshumaru se decidiera a querer a esa mujer, Inuyasha se sabía el único a su lado y el único capaz de desentrañar la mente de su hermano.


Pero, aunque en el pasado el solo ver a Kagura le provocaban unas profundas nauseas nacidas de los celos y la ira, ahora que se daba cuenta de que la relación con Sesshumaru no iba a cambiar ni por Kagura, ni por Kagome, ni por nadie, podía respirar tranquilo y saludar con una hipócrita sonrisa a la mujer que respondería con una sonrisa igual de patética, antes de seguir con sus propios problemas.


Ah, pero aunque entendía que aquella relación se mantendría en ese estado, desprendido del tiempo y espacio que proporciona la sociedad a los individuos que en ella existen, no podía prescindir del pensamiento egoísta de quedarse con esa persona solo para él, hasta apropiarse de manera absoluta de cada pensamiento, de cada beso y de cada respiración. Sin embargo esa ilusión pasajera no duraba más que el profundo suspiro de resignación que le seguía en cuanto Inuyasha se daba cuenta de que su hermano jamás sería suyo y que pensar en esa posibilidad, era tan egoísta como tratar de robarse una estrella del firmamento. Ah, cuanta ira. Cuando llegara al instituto pelearía con Kagome, le gritaría a Sango, golpearía a Shippou y aprovecharía para golpear a Miroku también, se mostraría prepotente y dominador; se olvidaría de aquel sentimiento de frustración al no poder tener para sí a aquel al que amaba.


-       Esta noche voy a casa de Kagura- Comentó Sesshumaru con la tranquilidad de quien habla sobre el clima mientras ponía dos de sus dedos en el cuello de Inuyasha acariciándolo como a un perrito- ¿Por qué no le dices a Kagome que venga aquí?


Sus labios se abrieron para soltar un gemido, reacción lógica ante la caricia que sesshumaru efectuaba en su cuello y sus ojos se cerraron por un instante. Sentía las burbujas de jabón pegadas a su piel estallando una tras otra y como la porcelana se le empezaba a resbalar entre los dedos. Terminó de lavarlo y lo puso en el platero, luego se quedó por un momento mirando como el agua se arremolinaba en torno al sifón, llevándose todas las burbujas de jabón como embarcaciones que se perderían para siempre en la profundidad de los mares…Suspiró.


Sesshumaru ya no le acariciaba.


Empezó a lavar su pocillo mientras esperaba a que su hermano terminara de tomar su chocolate…


-       No lo voy a hacer- Dijo finalmente mientras dejaba el pocillo en el platero y se giraba hacia Sesshumaru para recibir el pocillo que este le entregaba- Aquí solo tenemos una cama…


-       ¿Y no quieres estar con ella allí?- El tono indiferente le irritó al punto de que empezó a agitar las manos a manera de amenaza mientras vociferaba y chillaba


-       ¡Claro que no imbécil!- Si seguía así iba a romper el pocillo, así que lo dejó a un lado, se secó un poco las manos en la camisa que tenía puesta y luego golpeó a Sesshumaru en el rostro para liberarse un poco de la ira. Una vez lo hizo y vio con satisfacción una marca roja en la mejilla similar a las que Sango dejaba en el rostro de Miroku, recuperó el pocillo y lo terminó de lavar-


-       ¿Por qué me golpeaste?- Apenas Inuyasha dejó el pocillo en el platero Sesshumaru le ajustó la mano con fuerza esperando una respuesta


-       Porque eres más lento para entender las cosas de lo que pareces- Se sentía lleno de poder al responder en ese tono tan similar al que Sesshumaru usaba en esas mismas situaciones- No voy a estar con Kagome en esa cama, porque esa es la cama en la que tenemos sexo


-       ¿Te molesta tener sexo conmigo?- Preguntó Sesshumaru nuevamente


-       ¡Idiota! ¿Por qué preguntas cosas como esas? ¡Si me molestara ya te habría golpeado para evitar que me tocaras unas mil veces antes!-


-       Entonces…-


-       No me vas a hacer decirlo ¡Tú entiendes la razón bastante bien por tu cuenta! No necesitas que yo…te lo repita…-


Sesshumaru lo contempló con una sonrisa pintada sobre sus labios de manera tan natural que Inuyasha se estremeció lentamente, como si las gotas de una lluvia helada golpearan su piel una tras otra, provocando cada una un nuevo temblor en su cuerpo. Su corazón golpeó su pecho y sus mejillas se incendiaron en un color rojo que le causó más gracia a Sesshumaru


-       Kawaii- La profunda voz de su hermano caló hasta lo profundo de sus huesos dejándolo completamente indefenso ante el beso que se apropió de su boca unos instantes más tarde, robándole la esencia del placer de entre los labios- Creo que hoy…vas a faltar al colegio


-       ¿Eh? ¿A qué te refieres idiota?- preguntó Inuyasha algo molesto y falto de aliento, mientras pasaba el dorso de su mano sobre sus labios, como si esperara secarlos


-       Sabes a lo que me refiero- Sesshumaru empezó a llevarlo a empujones impredecibles por toda la casa, hasta dejarlo caer en la cama


Inuyasha estaba en la cama, entre las sábanas desarregladas, con el cabello fluyendo como ríos por encima de los dobleces de la cama, los ojos almendrados que brillaban de manera insanamente provocativa atrayendo a los ojos de igual color que pertenecían a su hermano y le devoraban sin control alguno. El cuerpo delgado doblado de manera provocativa, cubierto a medias por una camisa casi transparente entre la que resaltaban las pequeñas montañas acarameladas de los pezones y la forma resuelta del miembro que empezaba a calentarse ante aquella mirada llena de seducción…


-       Idiota, tienes que irte ya… ¡Llegaras tarde a tu trabajo si te quedas! ¡Lárgate, lárgate, lárgate!- Pidió levantándose de golpe pero una mano de Sesshumaru apoyada en su pecho le hizo volver a caer sobre la cama


La mano fuerte y firme del mayor de los hermanos alcanzó el teléfono que se encontraba en la mesa de al lado y marcó un número, aprovechando para subirse a la cama acorralando a Inuyasha con su cuerpo y decorándolo con sus labios


-       Soy Sesshumaru- Dijo en cuanto le contestaron del otro lado del teléfono- Tengo la temperatura en más de 38.5 grados así que no iré al trabajo.


Luego colgó, dejando el teléfono de regreso en su lugar, para recuperar el uso de ambas manos, con las que acarició a Inuyasha sin perder ni un segundo, obligándolo a abrir las piernas mientras usaba sus dientes para marcar varias partes de aquel cuerpo que se estremecía y gemía, sin resistirse apenas…


-       Mentiroso…- Dijo Inuyasha mientras se mordía ligeramente el dorso de la mano para no gritar al sentir los dedos internándose en su cuerpo- No estás enfermo…


-       Yo no dije que estuviera enfermo…dije que estaba “caliente”- El doble sentido de las palabras provocó una mirada llena de reprobación pero a la vez de entendimiento en los ojos del menor…


Extendió su espalda por entre las sábanas que se aplastaban ante su peso y levantó las manos en el aire para alcanzar el rostro de su hermano y acariciarlo entre sus manos. Abrió las piernas un poco más, ajustó sus caderas al sentir la intrusión, soltó un suspiro similar a un gemido pero algo más nostálgico al sentirse lleno por completo, y luego se dejó llevar entre gemidos… No importaba si Sesshumaru decidía jugar un día a la casita con aquella mujer llamada Kagura. Ese sentimiento de unidad que se extendía por sus cuerpos fundidos en medio del placer no podría ser jamás reemplazado, no podría ser jamás arruinado por nadie más… Eso debía ser lo que la gente se esforzaba en denominar amor.


Apretó sus manos contra la cama con todas sus fuerzas, dejando que Inuyasha se colgara de él para tenerlo a su merced, sintiendo aquel sabor a placer ahondar en su boca pidiéndole más besos y aquel placer con sabor a orgasmo pidiéndole más profundidad en sus estocadas. Se movía sin pensar, o más bien, pensando que no debía de pensar en nada, hasta que el rostro frente a él, lleno de gotas de excitación, gemidos que se extendían por la piel, sudor y saliva que salían de los labios pidiendo aún más de aquel sentimiento llenaba su mente por completo… Y entonces ya no necesitaba pensar en no pensar, porque ahora simplemente amaba…


¿Kagura, Kagome? Seguramente recibirían un mismo abrazo consolador y mentiroso, un mismo “Amo a alguien más” y una misma despedida entre la lluvia. Temblarían entre el mismo frío y pensarían al mismo tiempo que quizás eso era lo mejor. Darían media vuelta al darse cuenta de que en realidad jamás existió el amor profesado y que el deseo que si existió, había llegado a su final como era de esperarse. Se encontrarían en la calle y se mirarían con condescendencia, se saludarían como completas desconocidas y entrarían a un mismo café, pero jamás hablarían de lo que acababa de pasar. Se despedirían unas horas más tarde, cuando hubiera dejado de llover, prometerían volver a verse pero jamás lo cumplirían y se alejarían entre la lluvia.


Seguramente eso sucedería en el futuro, cuando ambos hermanos ya no estuviesen en esa cama, en la que ahora entrelazaban los dedos, fundiendo los labios, entretejiendo sus cuerpos para que quedaran así marcados por la eternidad que estaba por venir…Y entonces ese último gemido que tenía todos los secretos del mundo desbordaba de sus cuerpos, para que quedaran solamente los dos, acostados en una cama, mirándose a los ojos, recordando como respirar mientras olvidaban como morir de pasión, para así volver a aprenderlo la próxima vez que sus cuerpos se juntaran…sin pensar…solamente amando.

Notas finales:

Bueno eso es todo, espero les haya gustado. A mi todavía no me convence del todo y pues… Creo que quedo algo largo, pero me siento ligeramente satisfecha al haber encontrado el final. A decir verdad cuando iba como a la mitad empecé a preocuparme porque no le veía un final pero bueno, eventualmente lo encontré y terminó tal y como lo leyeron. Por favor, dejen aunque sea un review y haré un esfuerzo por contestarlo cuanto antes. Bueno, adiós, cuídense mucho, consuman tanto “Lemon” como puedan, vean y lean tanto yaoi como puedan. En pocas palabras, sean fujoshi.


Cutebeast64 se despide.


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