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De príncipes y plebeyos por Eruka Frog

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Notas del fanfic:

Naruto no es mío, pertenece a Kishimoto y a quien sea que le haya comprado los derechos.

Notas del capitulo:

Hola. Aquí un nuevo fic SasuNaru, a ver si les llama la atención, es el que les prometí en el cap final de futari, aunque la idea original está un poco cambiada, ahora que lo piens... en fin, el título me había gustado desde el principio. Se aceptan ideas para cambiar el resumen OwO

 

 

 

En la vida hay que ser un poco tonto porque sino lo son sólo los demás y no te dejan nada.

Ramón Gómez de la Serna (1891-1963)

 

Capítulo I: A algunos nos cuesta integrarnos…

 

Alineó el trofeo de primer lugar de natación del distrito, para que quedara en la misma línea que los del resto de la vitrina. Realmente le molestaba que el trofeo de primer lugar de tiro al blanco fuese tan grande que definitivamente no pudiera alinearse prolijamente con el resto, pero al final tendría que soportarlo si quería terminar de pulirlos de una buena vez. Desde que su madre le había cedido toda una habitación para sus múltiples premios, reconocimientos y trofeos, se entretenía cada domingo dándoles mantenimiento.  El resto de la semana se dedicaba a las clases normales del instituto y a las muchas actividades extra curriculares, además de un par de cursillos avanzados y, por supuesto, a las prácticas de artes marciales con su hermano.

 

Sasuke Uchiha siempre había sido el tipo de chicos que se apunta a un montón de cosas sólo por el placer de ser invencible en cualquiera. No recordaba que nada en su vida le hubiese costado un esfuerzo real, y eso que se había aventurado en las más intrépidas actividades. Incluso era excesivamente guapo y su carácter, aunque parco y serio, no resultaba molesto ni pesado.  Tenía un par de amigos (los suficientes para subsistir en el complicado mundo escolar), había salido con una par de chicas (las necesarias para no ser considerado ni raro, ni afeminado ni fracasado) y gozaba de bastante popularidad en el instituto. Quizás debido a sus muchísimas habilidades, pero era más como una popularidad discreta y respetuosa, una admiración casi siempre callada y que se limitaba meramente al campo platónico en cuestión de las chicas.

 

Así estaba bien, porque odiaría que la admiración de los otros para con él arruinara su calma y silencio. Porque así era él, amante del silencio, la calma y de que las personas se metieran en sus propios asuntos. Realmente no entendía a aquellos que insistían en asomar el culo en los asuntos de otros, como si necesitaran irse a comprar una vida en la próxima convención de fracasados…

 

Si, ya, muy bien. Eso es lo que pensaba antes de conocer al Ser Humano más ruidoso, castrante y jodidamente entrometido del mundo entero; Naruto Uzumaki. Con su apenas 1. 63 de estatura, sus notas raspadas y su sonrisa de me siento muy listo, aquel chico se había convertido desde que había pisado su salón de clases (escasos treinta días atrás) en la antítesis perfecta de su propio mundo. Aquel chico era malo en todo, hasta en algo tan sencillo como respirar porque el tarado padecía asma y al menos una vez al día lo veía sacar su inhalador, sólo para seguir parloteando. Era malo también para cosas tan simples como mantenerse quieto, hablar correctamente y lograr que la comida en su cuchara no se derramase en el complicadísimo camino entre el plato y su bocota. No tenía amigos, siquiera, porque todos lo consideraban tan tonto y problemático que mejor se alejaban como si fuera la peste. Los profesores o lo ignoraban o se metían con él, y hasta la directora se había hecho a la costumbre de reñirlo siempre que lo veía…

 

Y  él…

 

Él tenía un pequeño secretito.  El rubio lo encendía a mil; sólo tenía que verlo de reojo para saber que por la noche necesitaría una ayudadita manual o besuquearse con Haruno Sakura, su amiga con derechos desde la secundaria.  El rubio, con toda su reverendísima estupidez, era quizás el único ser humano capaz de hacerlo desear algo con tantas fuerzas como para dejar del lado su adoración por la tranquilidad.

 

Lo molestaba cuando nadie más miraba.

 

Le propinaba un pellizco en la nuca cuando comenzaba a quedarse dormido (suerte que lo habían puesto un lugar delante de él), le ponía la zancadilla en la cafetería y le susurraba palabras morbosas en los vestidores, asegurándose que fuese algo tan completamente humillante como para el rubio se quedara pasmado durante un rato. Las palabras “eso que haces se llama bullyng” repetidas por su rosada amiga cuando tuvo que contarle lo que le ocurría, no mermaban en nada su actitud. Es más, casi lo prendían más.  Saber que molestaba a Naruto, que era capaz de torturarlo y de joderle el día, eran suficientes para que ni las palabras de su compañera ni los reproches del blondo lo afectaran. Naruto le alegaba que eran un maldito enfermo depravado, pero entre quejarse veladamente con esa voz quejicosa e ir a decirle cuatro palabritas bien firmes, había un mundo de diferencia.

 

Para él…

 

Como sea, ese rubio cara de zorro ninfómano le estaba destruyendo las neuronas una a una y eso, en cierta forma, había llegado a enfermarlo bastante, sobre todo desde el viernes pasado, en que Gaara, su amigo de toda la vida, se había creído con derecho a traicionarlo de la forma más vil posible: hablándole. Así, como se escucha. El cerdo bastardo se había atrevido a traicionar años y años de insoldable confianza, diciéndole al rubio un comentario evidentemente cargado con dobles, triples y cuartas intenciones que sólo podían salir de una mente repugnantemente perversa como la de su amigo sin cejas:

 

-Se te ha aflojado la corbata, Uzumaki

 

Bastaba ver los ojos de maniaco sexual que Gaara había puesto en ese momento para entender su punto. Y luego, el rubio, en vez de gritarle que era un pervertido (como sí le gritaba a él), se había sonrojado (que no te engañe, la temperatura de 32 grados de ese día nada tenía que ver) y había respondido con un insinuante:

 

-Es verdad, no me había dado cuenta-Eso le había bastado para enterarse de que Naruto, evidentemente, estaba colado por Sabaku, que como era un depravado, seguro que se lo estaba follando mientras él perdía el tiempo con sus estúpidos  trofeos. Como si fueran tan importantes. Lo único que le sorprendía era que el rubio hubiera caído tan fácilmente ante las garras del enfermo de Gaara, cuando él llevaba dos largas semanas intentado arrancarle algo más que insultos.

 

Por supuesto, luego de ese incidente había dejado de hablarle a su granate amigo, en un intento porque recapacitara y dejara de ser tan acosador con el inútil de Naruto, pero a parte de que había fingido no darse por aludido (parte de un astuto plan, suponía) se había ganado una miradita burlona de Sai, su otro amigo, como si supiera exactamente qué estaba pensando, algo enteramente imposible, ya que Sai era tan tonto que bien podría  demostrar que se puede funcionar sin cerebro.  Pena debería de darle, porque hasta donde él sabía el pelirrojo y su copia defectuosa estaban algo así como liados desde siempre…

 

Pensándolo bien, pobre Sai, era una víctima más de la perversión de Gaara ¿es que el pelirrojo no conocía límites para su maldad?

 

-Ya es tarde, cariño-su madre, inoportuna como toda madre que se respete, había abierto la puerta de su privadísima sala sólo para soltarle toda su preocupación-Mañana tienes práctica de futbol  a las seis ¿no es así? Y ya son las doce…

 

¿Y qué? Él que era superior al resto de la humanidad, podía presumir de ser capaz de aguantar una larga jornada de escuela sin necesidad de descansar. Vaya con su madre, que no dejaba de subestimarlo.

 

-Vale, ya me voy-aceptó, resignado y sin querer escuchar una perorata de lo preocupada que la ponía que se esforzara de más. Derrotado, se fue a la cama y cerro los ojos, durmiéndose de inmediato.

 

Ya mañana le reprocharía al rubio su falta de decencia.

 

 

 

 

-Ayer estaba preguntándome si Sai tendría razón cuando aseguró que el animal con el pene más pequeño eres tú-susurró  en la pequeña oreja del zorrito, apenas se hubo acomodado en su asiento. Naruto tenía clases de regularización a las siete, porque lo que también estaba ahí desde temprano.

 

-Cabrón…-pese a mascullar una par de improperios, Naruto no se giró para intentar asesinarlo, como siempre.

 

-¿Es es un “sí, tiene razón”? si es así no hay razón para molestarse tanto… todos tenemos un par de defectos-

 

-Como tú, que no tienes cerebro-seguía sin mirar hacía atrás, cosa que lo irritaba más que su breve verborrea.

 

-Muy lista, nenita ¿Iruka te lo ha dicho en tus clases de regularización? Qué vergonzoso debe ser el hecho de que  seas el único alumno en todo el instituto que lo necesite…-le gustaba incordiarlo, porque al final siempre producía el efecto que él ansiaba ver: su cara ruborizada de furia y un brillo de vergüenza en sus ojos de cielo. No sabía si lo que esta vez lo había derrotado era su alusión a las clases o su manía por llamarle nenita. Él prefería llamarle zorrita, claro.

-¡Ha sido tu culpa! Si no le hubieras dicho a Iruka-sensei que no entendía lo de los límites, él nunca…-su voz se fue apagando hasta convertirse en nada, demasiado furioso para continuar.  Naruto parecía un niño pequeño al que molestas simplemente por que es fácil. Se quejaba de todo, se molestaba con la más mínima burla y encima su aspecto admitía grandes posibilidades-te odio-ante la rencorosa confesión, él no pudo menos que lanzar una franca carcajada, de esas que sólo soltaba en familia. Al fin, no había nadie más en el aula.

-Muy bonito-dejó caer, observando como el rubito arrugaba la nariz ante su reacción.

 

-Buenas-la voz que casi parecía arrastrar las sábanas en cada sílaba, pertenecía a Nara Shikamaru, su rival en el shôgi. No, bueno, ahí sí iba a ser sincero: nadie era rival para Nara en el shôgi-Naruto, Iruka me ha dicho que seré yo quien te supervise a partir de ahora-

 

-Gracias-asintió Naruto. Le molestó sobremanera que el rubiales se viera tan feliz de pronto. Joder, si tanto le gustaba Shikamaru ya podía arrojarse sobre él, ¿no? Aunque prácticamente eso hacía.

 

-¿Qué tiene que supervisarte Nara?-inquirió, dejando traslucir totalmente sus celos en un susurro inaudible (y sin importancia) para el jugador de Shôgi.

 

-Mis bolas, cabrón-

 

Así que ahora Nara supervisaba sus bolas. Si es que Naruto despertaba pasiones.

 

-¡Buenos días!-el grito inconfundiblemente chillón de Sakura resonó con su inigualable narcicismo de toda la vida. Era su amiga desde que habían entrado a la secundaria, y de paso era también algo parecido a su rollo de cada cierto tiempo, aunque realmente no era nada serio. Sin embargo, a veces hasta le caía bien-¿Te apetece ir hoy a mi casa?-dejó caer, poniendo una de sus afiladas garras sobre su mesa. Naruto se había vuelto a girar, intimidado (como todos) por la fuerza que Sakura imponía en su palabras-Tú, Ino, Karin y yo… ¿a que suena increíble?

 

-Suena bien para ti, Sasuke, noche de chicas… seguro pueden contarse todas sus pequeñas inquietudes-Sai, su pobre e infeliz amigo, había arribado.

 

-Claro, pasaremos una noche con Sasuke hablando-ironizó ahora Ino, acercándose también. No sabía de dónde les salía lo léperas a las chicas de su clase. No, más bien a ese grupo en particular, porque el resto de las chicas que iba llegando comenzaban a poner su caras de susto de siempre. Si es que en su aula no había intermedios…

 

-Justo así suenas menos zorra, Ino… quizás este año el puesto de la gofa de la escuela no se lo quede Karin-Kiba, que parecía creer que había fiesta en torno a Sasuke, se había acercado.

 

-Este año sólo concursaré si hay un buen premio-esa era Karin. Y sí, el concurso ese existía, una de esas peculiaridades que tiene toda escuela. En otras hacen premios por el chico que sale con más chicas, ahí hacía premios por ver cuál chica era más fácil. Ellas tres,  fieles amantes de la libertad sexual de los adolescentes y de la simple promiscuidad, eran las pioneras.

 

 

 

 

 

Escuchándolas, Naruto casi comenzó a agradecer que hubiese sido Sasuke y no una de ellas la que tuviera una rara fijación por él. Escuchaba todo lo que decía con las misma cara de pasmo del resto de las chicas, casi competía con Hinata, la chica mona que parecía estar a nada de desmayarse con los comentarios que hacían ahora acerca de cómo de bien se la pasarían ese día. Se preguntaba si serían simplemente la clase de chicas que se pavonean pero en realidad son más mojigatas que su madre, pero temía que ésas se hubiesen quedado en la secundaria.

 

Intercambió una mirada con Gaara, que lo estaba mirando desde prácticamente la otra punta del salón. Gaara le agradaba, ya habían hablado un par de veces en la biblioteca mientras él buscaba los libros sugeridos por Iruka-sensei, y siempre le hacía comentarios corteses, aunque en un inicio bastante fríos. Era un chico tranquilo, que no molestaba a nadie y que siempre parecía lo bastante paciente como para aguantarlo. Ojalá su profesor titular lo hubiese puesto a él para supervisarlo. Pensándolo bien, quizás podía cambiarlo si Gaara mismo se lo pedía. Estaba seguro de que ahora, aunque no eran amigos, le caía lo suficientemente bien como para no rechazarlo en redondo.

 

-¿Es bonito, verdad?-estuvo a punto de gritar “Bastardo deja de tocarme los cojones” cuando se dio cuenta de que no era Uchiha. Era su amigo, el que se parecía mucho a él-pero es mío-Tardó un rato en percatarse de que hablaba (hablaban, aparentemente) del taheño. Se giró un poco para encarar a Sai y mirarlo mal ¿quién era él para decirle nada sobre el de ojos verdes?

 

-Perdona, supongo que no lo he revisado tan a fondo como para verle la etiqueta-respondió de mala manera, poco dispuesto a dejarse intimidar. Sai sacó de inmediato su teléfono, y por un minuto pensó que había dejado de prestarle atención, hasta que le puso la pantalla delante de su narices.

 

-Suerte que Gaa-chan es fanático de los tatuajes-comentó-esta es su espalda-la fotografía en la pantalla mostraba la piel de (ahora sabía) la espalda del granate, en la que estaba plasmado claramente, en grafía occidental, el nombre del bruno-este es su tobillo-esta vez el nombre estaba grabado en kanji… y espero que nunca sepas en dónde están el tercero y el cuarto… sobre todo el cuarto.

 

Sai podría haber lanzado una carcajada de villano y él no se habría sorprendido más. ¿Estaba de broma o iba en serio? miró una vez más al pelirrojo, que ahora lo miraba con un gesto completamente diferente y del todo inidentificable, antes de hacer el ademán de ponerse en pie , pero entonces Kakashi-sensei llegó por fin al aula y tuvo que quedarse en su sitio. El resto del grupo se dirigió veloz a su asiento, pues todos conocían los castigos incongruentes y arbitrarios de Kakashi-sensei y nadie quería formar parte de su diversión diaria.

 

 

¿Por qué, de todas las malditas escuelas en Japón, había tenido que ir a dar a esa? Con un profesor  peligrosamente sádico, otro que insistía en ayudarlo, una directora que vivía eternamente en la menopausia, un chico con aires de dominante churri, otro pelirrojo y parecido a justo el tipo de persona que quería a su lado y un subnormal que no paraba de joderle la vida?

 

Ya decía él que mejor era estudiar en casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Perdonen todos los errores garrafales que puedan haber, o mejor, díganme cuáles vieron y los corrijo =)

 

¿Qué les ha parecido? yo no voy a decir que fenomenal pero a mí me gustó porque es mucho más tranquilo que lo que suelo escribir OwO antes de subirlo recibí cuatro críticas de cuatro amigas, dos de ellas insistían categóricamente en que esto no se parece a lo que yo suelo escribir (de forma poco positiva, vamos) y las otras dos dijeron que me había roto la cabeza y que la lobotomía debí dejarla para el próximo año xDDD en fin, cosas en el mundo que pasan pero yo quise subirlo.

 

Espero que les gustara y que me dejen un comentario por ahí =D

 

Kissus ^x^


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