Playing the Cupid
By Oliv-chan
Tapó su boca con una de sus manos ocultando una traviesa sonrisa ante tal espectáculo.
Miró la pose comprometedora en la que se hallaban su hermanito menor y su mejor amigo desparramados en el suelo tan sorprendidos que ni a levantarse y evitar el momento incómodo atinaron.
Su sonrisa se ensanchó cuando ambos jóvenes, de catorce y diecisiete años, comprendieron la posición de sus cuerpos y las miradas pícaras que les enviaban las personas en la tienda de ropa. Alzó sus brazos hacia el frente con las palmas de las manos hacia ellos, en son de paz y mostrando una sonrisa de fingida inocencia.
<<Mejor ni aunque lo hubiese planeado…>>
Rió disimuladamente ante su pensamiento viendo el notable sonrojo en los pómulos del rostro aniñado de su pequeño hermano, que delataban cuanto le gustaba en realidad el de cabello caoba y ojos marrones, y la sonrisa nerviosa que le dirigía este al de cabellos negros y mirada turquesa. Torció el gesto cuando la fulminante mirada de sus dos acompañantes se posó sobre su delgada figura y tosió en un intento de desvanecer la risa que pugnaba por salir. No lo consiguió.
-Si hubiera sabido que vendrían a montar una escenita porno mejor me hubiera quedado a ordenar mi agenda…- Rió con ganas ante las desencajadas muecas de ambos y con un mohín de ingenuidad se fue a revisar otras prendas dejándolos peligrosamente solos.
Un silencio incómodo se hizo presente entre ambos chicos, que distraídamente desviaban sus miradas hacia direcciones opuestas evitando encontrarlas y desconociendo las miradas fugaces de las que eran víctimas, buscaban las palabras correctas y sin dobles significados para iniciar una conversación con el contrario.
La mirada entre divertida y hastiada de la hija de la dueña del local no les perdía pisada a ambos y su acompañante la sacaba de sus cavilaciones de vez en cuando con sus ocurrentes comentarios referidos a su mejor amigo y al de su misma sangre.
-¿Cuánto crees que se demoren en devorarse la boca en un beso?- Preguntó la de cabello granate al de mechas castañas y mirada aguamarina.
-No tengo idea…- Suspiró cansino y mostró una sonrisa de fingido enojo.- Sólo espero que pronto, ya me cansé de hacer las de Cupido…- Golpeó sus dedos contra el vitral del mostrador donde ambos estaban apoyados escépticos a lo que pudiera ocurrir entre los dos jóvenes que ni idea tenían de que eran observados.
Un plan le asaltó la cabeza al momento que repasaba todo lo acontecido y con mirada macabra se dirigió al infante que fascinado miraba una playera de sus dibujos animados favoritos.
-Creo que ya sé qué nos ayudará, Keila…- Espetó sin quitar los rastros de maldad de sus facciones.
Cuando por fin tuvieron una sensación de agallas y valentía correrles por las venas, se voltearon y miraron a los ojos, perdidos en los contrarios. Con la boca seca ambos murmuraban palabras incoherente intentando hilar más de dos sílabas sin vacilar, y sin percatarse de lo cerca que estaban el uno del otro.
Se miraron nuevamente suspirando y abriendo la boca, los dos, para articular palabras, al momento que se vieron callados y con los ojos abiertos a más no poder por el contacto de los labios del contrario, mientras el par de espectadores más emocionados daban pequeños saltitos de alegría cuando el contacto de volvió un ósculo más profundo y personal, obligándolos medio avergonzados a desviar la mirada para otro lado y darles su espacio, aún cuando todos los clientes veían la escena con cierta sorpresa agolpándose en sus cerradas mentes.
Sonrieron y vieron al pequeño niño con dicha polera azul con estampado de animé puesta y marchándose con su madre que le preguntaba intrigada de donde había sacado la prenda.
La sonrisa se ensanchó cuando los brazos del menor pasaron por atrás del cuello del de mechas caobas y se besaban y mimaban sin importar las miradas espantadas de las personas.
Fin