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Aunque no lo acepte...En mi mente estás tú por Kurume Quejicus Black

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Notas del fanfic:

**Todos estos increibles personajes le pertenecen a la maravillosa escritoria J. K. Rowling, sin ella no existirían personajes con los cuales inspirarme.

**Este es mi primer fanfic..asi qe espero lo disfruten y comenten! :)

Notas del capitulo:

**Todos estos increibles personajes le pertenecen a la maravillosa escritoria J. K. Rowling, sin ella no existirían personajes con los cuales inspirarme.

**Me he basado a partir de los sucesos del libro 5, Harry Potter y la Orden del Fénix.

 

En verdad espero lo disfruten y dejen sus comentarios.

CAPITULO 1.  SUEÑOS TERGIVERSADOS

 

-    Potter, ¿Qué diablos fue eso? – Snape estaba de pie en su despacho, más pálido que de costumbre, sudando frío, y con el corazón palpitándole a mil por hora. – ¡Potter, le he preguntado que qué diablos fue eso!-Repitió alzando voz con un tono preocupado, asustado más que nada.

 

Haciendo un rápido movimiento, Harry se levantó del suelo de piedra en el cual se encontraba tumbado y jadeando fuertemente debido al dolor producido en su cabeza, disponiéndose así a correr para huir de ese lugar, ya era demasiada vergüenza la que había pasado en los últimos minutos de esa clase particular.

 

 

 

“Maldición, no puedo creer que haya visto eso, no puedo creer que le permití verlo” Se dijo Harry a sí mismo mientras llegaba cansado y adolorido al retrato de la señora gorda. No podía creer que el maestro más despreciable y odioso hubiese logrado ver su anhelo más grande.

 

 

 

Snape, aún en su despacho, se aventó a la silla que se encontraba detrás de su escritorio. Seguía tan pálido como la derretida cera que caía de las velas que utilizaba para iluminar ese tétrico lugar. Con un movimiento brusco de la varita, acerco una pequeña bandeja que se encontraba sobre una estantería en la esquina de la habitación. Esta llevaba dos pequeñas copas y una botella a medio acabar de Whisky de fuego. Al llegar la bandeja a su escritorio, tomó una copa con una mano un poco temblorosa, y con la otra, la llenó de esa deliciosa y tranquilizante bebida.

 

Sin más, llevó la copa a sus labios y tras recapitular un momento lo sucedido en la clase de Oclumancia que se había llevado a cabo minutos antes, vacío la copa de un solo y enorme sorbo. El Whisky le abrazó la garganta, quemándole la garganta y las entrañas, y dando un pequeño gruñido, dejo la copa y se sirvió otra vez sin poder dejar de pensar en lo que había visto esa noche. Se estremeció por un momento y volvió a vaciar la copa de un solo trago.

 

 

 

Al entrar por el retrato de la señora gorda había notado vacía la sala, sintiendo así un alivio…Hasta que reparó en sus dos amigos que lo esperaban sentados en un amplio sillón frente a la chisporroteante chimenea.

 

-    ¡Harry! – Le llamo su amiga

 

-    Cuéntanos, ¿Cómo estuvo la clase de hoy? – Preguntó Ron con una voz cansada.

 

-    Igual que todas – Dijo Harry parándose detrás del sillón que ocupaban sus amigos. Estos le habían seguido con la mirada desde que entro y ahora estaban volteados sobre el sillón pidiéndole se sentará para platicar.

 

-    Pero cuéntanos –Dijo Hermione un poco emocionada – ¿Has hecho algún avance? A estas alturas ya deberías de poder…-Pero la frase quedó incompleta al ver la cara tan amarga que traía su amigo.

 

-    Hermione, de verdad que en este momento estoy demasiado cansado y no quiero hablar de la dichosa clase, estoy harto. – Dijo Harry molestó – Lo único que quiero ahora es descansar, estoy agotado y siento la cabeza explotar. Buenas noches.

 

El chico se dio media vuelta y se dirigió a su habitación, dejando a sus amigos estupefactos ante su reacción, ya que siempre que llegaba de sus clases, se tomaba el tiempo para contarles todo lo sucedido…Estaban seguros que algo había sucedido, y era algo malo.

 

Ya en su respectiva cama adoselada, se encontraba un Harry triste, deprimido, derrotado y avergonzado. Estaba tumbado sobre un costado, maldiciéndose a sí mismo por ser tan débil.

 

Ya ni siquiera estaba seguro de lo que sentía, era una mezcla entre rabia, vergüenza e impotencia por no poder haber bloqueado su mente en cuanto esas imágenes aparecieron, tan visibles como una película en 3D.

 

-    Oye camarada, ¿Estás bien? – Ron acababa de sentarse a la orilla de su propia cama, quedando así de frente a Harry, y haciendo un gesto de preocupación le dijo a Harry – Caramba, pero si traes un semblante horrible. ¿Estás enfermo? Pareciera que acabas de vomitar cientos de babosas.

 

-    Ni que fuera tan idiota como tú. Es solo que estoy cansado, estoy bien, en verdad. No te preocupes, es solo que el maldito dolor de cabeza me está matando, ya sabes cómo es eso. – Dijo el ojiverde desviando la mirada de preocupación que le brindaba su amigo y dándose la vuelta para acostarse sobre su otro costado.

 

-    Está bien, descansa amigo. – Ron no se creía ni una sola palabra de lo que su amigo le decía, pero no podía hacerlo hablar en ese momento, así que esperaría a mañana.

 

Harry oyó como su amigo se ponía el pijama y se acomodaba para dormir. Al cabo de unos 10 minutos, el pelirrojo ya estaba profundamente dormido pues se alcanzaban a oír sus sonoros ronquidos y entre esos rítmicos sonidos que poco a poco lo arrullaban volvía a revivir en sus sueños la escena vista por él y Snape durante sus clases de Oclumancia.

 

 

 

Mientras tanto, en las mazmorras, Severus Snape trataba de corregir los trabajos de algunos alumnos de 3º de Ravenclaw y Slytherin, pero por más que trataba de concentrarse esa imagen regresaba una y otra vez a su mente. Su corazón palpitaba al recordarla, tan clara y palpable que incluso le daba miedo.

 

-    ¡Por Merlín! Debo parar esto ya – Aventó el ensayo de un tal Remy Granch de Ravenclaw, y se paró de golpe para dirigirse hacia a su habitación, tomando antes su copa y la botella de Whisky de fuego.

 

Al llegar a sus aposentos, se dejó caer sobre el sillón más próximo, uno individual de color verde oscuro, situado al lado de la chimenea, y comenzó a beber sin parar hasta que se terminó la botella.

 

-    Ese bastardo, imaginando estupideces, pero me preguntó ¿Habrá sido una pesadilla o un sueño? – El pocionista puso una cara alarmada, para esos momentos ya se encontraba tan borracho como una cuba y se tranquilizó diciendo: - Diablos Severus, has bebido muy poco Whisky para decir esas cosas. Estúpido Potter, yo tan preocupado por sus invenciones, mejor debería abrir otra botellita para olvidarme de eso.

 

Snape, se levantó a duras penas y se dirigió a un pequeño gabinete situado al otro lado de la chimenea, tambaleándose y agarrándose de lo que podía para no perder el poco equilibrio con el que contaba. Al llegar al gabinete saco otra botella, y sin tener copa a la mano, abrió la botella y la empino.

 

 

 

-    Harry….Harry… ¡Harry!...¡¡HARRY DESPIERTA O NO ALCANZAREMOS EL DESAYUNO!! – Harry despertó sobresaltado, Ron, con una cara furiosa estaba encima de él zarandeándole para que despertara. -¡¿Ya estas completamente despierto?! – Al pelirrojo se le crispaban las venas del cuello del coraje al pensar que podría perder una comida.

 

-    Ya, ahora, ¿Serías tan amable de bajarte de encima de mí? Pareciera que tratas de montarme como a un centauro.- Dijo el moreno, molesto por la forma en que su amigo le había despertado.

 

-    ¡Vaya! Que si no te grito ni despiertas, apúrate que no quiero llegar para cuando solo haya sobras de avena para desayunar.- El pelirrojo dijo esto y se retiro de la habitación, ahora ocupada únicamente por Harry, quien se puso su túnica lo más rápido que pudo, aún un poco somnoliento debido al mal sueño que le aquejo durante la noche, y salió volando a la sala común para encontrarse con sus dos amigos y bajar a desayunar.

 

 

 

Al llegar al gran comedor, Harry dirigió una vista curiosa a la mesa de maestros, donde se dio cuenta, faltaba uno.

 

“Dios, en cuanto me lo tope hará un gran jaleo de lo que vio ayer” Pensó para sí Harry, mientras tomaba lugar en la mesa de Gryffindor con una mirada muy desanimada.

 

-    Harry, ¿Seguro estas bien? – Preguntó la castaña muy preocupada, volteando a ver a su amigo y dejando a un lado el tazón lleno de avena que se acaba de servir.

 

-    Estoy bien, ya se los he dicho. – Gruñó, mientras engullía una salchicha.

 

-    Bien, entonces cuéntanos como te fue anoche en la baticueva con el chico murciélago,- Ron rió al terminar su frase y continuó.- Anoche dijiste que te dolía la cabeza, pero ahora ya puedes soltar la sopa – La castaña había tomado El Profeta de ese día, pero al oír que su amigo preguntaba por la clase con Snape, lo dejó a un lado para escuchar lo que quiso saber la noche pasada.

 

-    Ya les dije, fue lo mismo de siempre – El tono que usaba el ojiverde era uno que demostraba desesperación ya que sus amigos no dejaban de preguntar, y él no quería responder.

 

-    Oh, vamos Harry, ¿Acaso no pasó nada interesante? – Preguntó Hermione, animándole a que hablara.

 

-    No. – Harry había comenzado a perder la paciencia.

 

-    Vamos camarada, algo paso para que llegaras tan exhausto como anoche.

 

-    ¡Entiendan de una vez que no! – Alarmados por la reacción del moreno, la chica regresó a leer el diario, y el chico a engullir sus huevos con tocino. Mientras, Harry se daba cuenta que estaba de pie y había gritado.

 

En ese momento pasó lo impensable, las enormes puertas de roble del Gran Comedor se abrieron de par en par, para dejar pasar a un Severus Snape que lucía unas resplandecientes gafas negras. Atravesó a toda velocidad el gran comedor, reparando en que todos los alumnos, especialmente Harry Potter, estaban al pendiente de su excéntrica entrada.

 

Harry se sentó sin poder evitar comenzar a reír junto con Ron.

 

-    ¿Qué diablos le sucedió? ¿Es su nueva técnica para atraer chicas? – Ambos amigos rieron.

 

-    Yo diría más bien que para repelerlas – Dijo Neville que se unía a la plática. Los tres chicos rieron al unísono mientras Hermione carraspeaba y cambiaba la página de El Profeta de forma que hiciera el suficiente ruido para dar a entender que debían cerrar la boca.

 

 

 

-    Severus, por las barbas de Merlín ¿Qué te ha sucedido? – Preguntó un tanto alarmada la profesora McGonagall, mientras este tomaba asiento a su lado.

-    Por favor, Minerva no grite. – Rogó siseando el hombre, poniéndose las manos en la cabeza al momento que decía: - Creo que anoche estaba un poco nervioso y para matar las ansias bebí un poco de Whisky, pero creo que me ha caído un poco mal.

-    ¿Mal? ¡Pero si has venido pasado Severus! – Amonestó la profesora.

Snape, haciendo una mueca de dolor, comenzó a engullir un plato de avena, mientras fijaba su vista en la mesa de Gryffindor y veía al moreno que reía, pero luego mutaba la expresión a una de preocupación y nerviosismo, mientras que miraba hacía la mesa de profesores, encontrando las negras gafas que llevaba el profesor. En ese momento, el ojiverde, sonrojado, se levantó de la mesa y salió a prisa del Gran Comedor.

 

 

 

Al iniciar el día tenían clase doble de Pociones junto con los Slytherin, Harry estaba que moría de nervios al pensar en que le haría Snape sabiendo su más oscuro secreto. Se encontraba ya afuera de las mazmorras con sus amigos, cuando Snape apareció detrás de él.

 

-    Potter, estorba. – Dijo del modo más despreciable posible, con esa voz tan grave y que arrastraba las palabras que le caracterizaba. – ¿Acaso no le enseñaron a esconderse bajo las escaleras para no estorbar?

 

Todos rieron, excepto los Gryffindor, mientras que Harry solo sentía una dolorosa punzada en el pecho.

 

-    No señor, no me enseñaron eso. – Dijo en el tono más amargo que pudo, mientras veía como Snape componía una sonrisa burlona y sentía que sus ojos, escondidos detrás de las gafas, lo fulminaban.

 

-    Entonces, señor Potter, hágase a un lado que estorba, para variar.

 

Mientras Harry le dejaba pasar y lo fulminaba con la mirada, todos los Slytherin seguían riendo. Al entrar al aula de pociones, se acomodo en una mesa junto con sus amigos, mientras el profesor dictaba que poción les correspondía preparar ese día.

 

-    Prepararán un filtro de paz. – Mencionó. – Los ingredientes están en sus asientos y las instrucciones en la pizarra. – Blandió su varita y las instrucciones aparecieron escritas en la pizarra. – Pueden comenzar.

 

Snape se quitó las gafas y se sentó detrás de su escritorio masajeándose la cabeza, mientras los alumnos comenzaban a trabajar.

 

-    Seguro que trae la resaca de su vida. – Murmuró Ron a su amigo. – Mírale esa cara, nunca ha sido guapo, pero así, seguro que incluso el-que-no-debe-ser-nombrado resulta más guapo con la cara de serpiente apachurrada que se carga al lado de Snape.

 

Harry no dijo nada, estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta que su Filtro de paz comenzaba a convertirse en algo de color negro y viscoso.

 

-    Harry, tu poción. – Gritó Hermione espantada.

 

En ese momento, sin saber cómo, Snape estaba parado al lado de Harry y haciendo un agraciado movimiento con su varita, desapareció toda la poción, dejando el caldero limpio.

 

-    Bien Potter, como logro comprobar que a usted ni siquiera le interesa que pueda volar el castillo completo,- Snape se regodeaba en sus palabras, haciendo sentir menos  que cucaracha a Harry. - Gryffindor tiene 20 puntos menos, y usted un castigo, quiero para hoy a las 8 de la noche una composición acerca de las carac…

 

-    Púdrase. – Murmuró el chico en voz baja, pero lo suficientemente audible para que Snape se sorprendiera y arqueara las cejas, mientras que tomaba sus cosas y sin dejar que el pocionista terminará de dictar su sentencia, se paró de su lugar y corrió a la salida. “Ahora sí que me he ganado un buen castigo” pensó el chico, suspirando mientras iba hacia la biblioteca.

 

 

 

-    ¿Acaso estás loco? – Hermione estaba frenética. – Snape quiere un ensayo de metro y medio de las propiedades de la poción, y como podría ayudar en una guerra, y por si no fuera poco, ahora tendrás que saltarte la cena para otro castigo.

 

Pues bien, pensó Harry, “no me fue tan mal como creía”. Todo iba de acuerdo a su plan. Se arrepentiría de lo que iba a hacer, pero lo disfrutaría a la vez. Ese bastardo iba a pagar por haber hurgado entre sus memorias.

 

 

 

 

En cuanto dieron las 8, Harry se dirigió a las mazmorras. Llamó a la puerta del despacho del profesor, estaba nervioso y las manos le sudaban horrorosamente, y esta se abrió a su vez, dejando entre ver al profesor.

 

-    Ya veo, Señor Potter, que después de todo se ha dignado a venir. – Dijo con su maliciosa voz, mientras lo hacía pasar.

 

-    Sucede que no tenía nada mejor que hacer, señor.

 

-    Ah, pues encontrara el castigo de hoy muy interesante. No me importa cuántas veces se equivoque, pero quiero ese Filtro de Paz listo. – Con un movimiento de su varita, hizo aparecer frente a su escritorio un caldero, una hoja con instrucciones y los ingredientes. – Puede comenzar, y no se ira de aquí hasta que termine.

 

Harry se acerco al caldero y comenzó a trabajar, mientras Snape se sentaba en la silla detrás de su escritorio y corregía algunos trabajos.

 

Harry estaba agotado y era la tercera vez que preparaba la poción. Ya eran pasadas las 11 y parecía que estaba teniendo resultados positivos. Se encontraba solo en la habitación, ya que el profesor había salido a traer quien sabe que. Al fin, el moreno había terminado la poción, y al parecer había quedado excelente. Tomo una muestra en un frasco, la etiquetó y tapó con un corcho y esperó a que su profesor regresara para poder así largarse de una vez.

 

Pasados ya unos 15 minutos, la puerta del despacho se abrió, y entró el pocionista guiando a un par de elfos, que venían cargados con unos cuantos platos una jarra con zumo de calabaza.

 

-    Señor, ya terminé. – Harry sólo quería irse de ahí, no quería seguir aguantando las despectivas palabras que despotricaba el profesor en su contra, al haber hecho que este perdiera la cena.

 

Los elfos dejaron  las cosas en una mesita contigua al escritorio del profesor y se retiraron.

 

-    Bien, Potter, veo que ya has sacado la muestra, ahora necesito la composición de metro y medio sobre las características de la poción.- En ese momento Harry sacó de su mochila un pergamino y se lo extendió al mayor, el cual lo tomó, lo revisó y dijo.- Bien, ahora, siéntate. – Snape le señalo una pequeña silla al lado de la mesita donde el elfo había puesto las cosas anteriormente. Obediente, el muchacho se sentó, jugando con su alborotado cabello en señal de que estaba nervioso. – Por tu culpa y arrogancia nos hemos perdido la cena, así que yo no sé tú, pero me dispongo a comer algo.

 

Harry asintió con la cabeza en señal de que le acompañaría a cenar.

 

-    Pero eso sí, Potter, practicaremos Oclumancia después de la cena, no quiero ver tu cara de nuevo mañana, con que me arruines tres noches por semana tengo más que suficiente, no quiero que arruines una cuarta. - Dijo Snape, ladeando una amarga sonrisa.

 

Al chico le brillaron los ojos, a pesar que estaba muerto de hambre, eso era lo que estaba esperando, así que se limitó a dar una cabezada afirmativa. Esta vez no permitiría que Snape entrara en su mente.

 

Cenaron en silencio, el pocionista tenía una cara horrible debido a la resaca que había cargado ese día. Pero había algo raro en él. Cada que el chico lo volteaba a ver, el mayor le mantenía la mirada, y el chico, nervioso la desviaba.

 

-    Muy bien Potter, deje de perder el tiempo y cómase el último pedazo de tarta. Entre más rápido salga usted de aquí, más rápido podré disfrutar la placentera noche que me ha arruinado.

 

Dándose por vencido, se comió el pedazo que tenía en su plato, el cual había pasado jugando un buen rato para aplazar la práctica. Al terminar, dejó su plato en la mesita y se puso de pie, acomodándose en medio de la habitación, con el pocionista a unos 2 metros de distancia suya.

 

-    Bien Potter, vacíe su mente y ciérrela…ahora, póngase en posición.

 

Harry se paró y puso las manos detrás de su cuerpo, teniendo fácil acceso a su varita, esta vez el no iba a caer de nuevo.

 

-    Bien Potter, contaré hasta 3. 1…2…3…Legeremens.-

 

-    Protego. – Gritó Harry en ese instante.

 

 

 

Varias imágenes comenzaron a pasar frente a los ojos del ojiverde, pero se dio cuenta que no eran suyas, eran de Snape. Entre las imágenes logró visualizar una muy familiar.

 

Harry estaba de pie frente a Luna Lovegood, tomándole la mano y abrazándola, pero, de repente la imagen cambiaba. Ahora Harry se separaba de esa persona, ahora más alta que él, de cabellos negros y grasosos, piel cetrina y pálida, la miraba a los ojos, y esta persona le dirigía una mirada tierna, posando sus ojos negros sobre los del chico, enormes y de color verde esmeralda, brillando intensamente y le tomaba de la cara y le plantaba un beso.

 

“¿Qué fue eso? Ese no era mi sueño, yo besaba a Luna, no a…”
Snape estaba tirado en el frío suelo, gimiendo del dolor al no haber podido cerrar su mente.

 

-    Señor, ¿Qué fue eso? – Snape se limitó a gruñir agachando lo más que podía la cabeza, no podía ver a su alumno a los ojos. – Profesor, le he preguntado que qué diablos fue eso.-Repitió con voz llena de asco. - Profesor, eso se parece al recuerdo que vio ayer, pero el mío no termina así.

 

-    Yo…no sé que signifique. – Snape acababa de sentarse en el suelo mientras temblaba, y con una mirada de arrepentimiento vio al moreno a los ojos.

 

Harry estaba mortificado, como un sueño con Luna podía convertirse en un sueño con Snape. Viendo con asco y desprecio al profesor, que seguía sentado y temblando en el piso del despacho, Harry salió lo más rápido posible dirigiéndose a su sala común. Las clases con Snape no volverían a ser lo mismo de ahora en adelante.

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? ¿Les gustó?

Quiero aclarar que este es mi primer Fanfic, y ps estoy muy emocionada con esto hehe.

Bien espero que les haya gustado y me dejen un review, y si no les gusto, tmb me gustaria un review.

De verdad, agradecere mucho sus quejas, sugerencias, comentarios, mentadas, reclamos, y demás..hehe

Gracias por leer.

Atte. Kurume Quejicus Black


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