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Aunque no lo acepte...En mi mente estás tú por Kurume Quejicus Black

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Notas del capitulo:

Chicas...Aquí les dejo el capitulo 5. Se los iba a subir mañana como compenzación por dejar el fic botado toda la semana, pero resulta que ire al puerto y parece que regreso el domingo.

La verdad que los días qe no tuve la lap fueron los que más me inspiraron, asi que espero de vdd que disfruten este capitulo qe les dejo con todo cariño.

CAPITULO 5.- EL ARTE DE SEDUCIR.

 

 

 


-    Maldición, ¿Cómo permití que llegara a esto?

 

Severus daba vueltas en su despacho como león enjaulado, mientras trataba de advertir que tramaba ese maldito chico.

 

 

Cuando el mocoso mencionó que él estaba incluido entre los asuntos a tratar con Dumbledore, jamás pensó que fuese a pedir un aumento de horas. Lo que pasó por la mente del hombre fue que el chico querría que se cancelaran las clases privadas de Oclumancia o que le contaría al viejo director del sueño pedófilo que el pocionista tuvo sobre el ojiverde.

 

-    Ese estúpido niño. – Dijo, sentándose al fin en un mullido sillón negro que se encontraba frente a la chimenea. – Algo se trae entre manos, y antes de que me haga caer, lo voy a tirar con todo y sus mentiras.

 

 

-    ¿Qué asuntos fuiste a resolver? – Hermione abordó a Harry ni bien se sentó frente a ella a cenar en la mesa de Gryffindor.

 

-    ¿Por qué preguntas? – Inquirió tranquilamente el moreno mientras se servía un poco de puré de papas y unas chuletas.

 

-    ¿En serio preguntas? – Dijo mientras fruncí el ceño muy molesta. – Harry, te escapaste de la hora de estudio. Ron me dijo que habías ido al baño pero tardaste siglos en regresar. Es más, ni siquiera regresaste a la sala común, y llegaste tarde a la reunión.

 

-    Mujer, déjalo en paz por un momento. – Dijo el pelirrojo mientras se metía un trozo de pan y una papa entera en la boca.

 

Y fulminando con la mirada al chico, se volvió al moreno para exigirle una explicación.

 

-    Hermione, – El chico se llevó un trozo de chuleta a la boca, masticó y siguió. – Sí fui al baño – Y viendo que la chica iba a protestar, apuró. – Al salir me encontré con Dumbledore y fui a su oficina a hablar con él. Ahí me dijo que mis clases de Oclumancia serían cambiadas. – Y le explicó como habían quedado los días de las clases, alegando que todo fue idea del director por que Snape se había quejado de que le faltaba tiempo para preparar sus clases y revisar trabajos.

 

-    Oh, Harry. – La chica usó un tono de voz un tanto desanimado. - ¿Tienes que ir el sábado completito? ¿Todo el santo día?

 

-    Sí. A pesar de que le pedí a Dumbledore que me dejara las clases del martes únicamente o que las cancelara. – Respondió el ojiverde con autocompasión.

 

En ese momento, Hermione se puso a hablar de cómo debería aprovechar esos sábados enteros con el pocionista y que debería preparase más, pero el chico ya no la escuchaba pues tenía la vista clavada en la mesa del profesorado. Para ser específicos, en un profesor.

 

Este, al sentir que le veían fijamente, subió la mirada, que segundos antes se encontraba clavada en su plato, para encontrarse con unas enormes y hermosas esmeraldas. Al verse descubierto, el chico se ruborizo sin siquiera proponérselo y le guiñó un ojo pícaramente, mientras que el mayor arqueaba una ceja y volvía la vista a su cena.

 

-    “Maldito Bastardo” – Pensó el hombre. – “¿Qué tramas?”

 

 

El resto del domingo, junto con el lunes y la mañana del martes transcurrieron sin pena ni gloria. Los chicos estuvieron adelantando tareas en cualquier momento libre que tuviesen, gracias a que Hermione los amenazaba con dejarles de revisar las tareas o ayudarlos en clases. Los únicos ratos que descansaron era a la hora de dormir, durante la clase de Historia de la Magia, a la hora de desayuno, comida y cena y paraban solo para ir al baño o consultar algún libro.

 

Hermione no paraba de hablar de la maravillosa clase de Harry y como lo envidiaba por tener que aprender una materia extracurricular y lo genial que sería pasar el día entero del sábado con Snape en una clase, callándose al fin cuando ambos chicos se cansaron y Ron le dijo que si tanto le gustaba el pocionista que bien podía ir y decírselo para que la tomara en cuenta o que dijera que ella también compartía una conexión con el Señor Tenebroso y necesitaba tomar la clase, cosa que no le hizo ninguna gracia a la joven y se escondió, sonrojada, detrás de un ejemplar de “Criaturas Mitológicas y sus Efectos Curativos”.

 

Mientras ambos chicos reían por la ocurrencia del pelirrojo, el moreno aprovechó que su amiga no lo veía y se llevó la varita a la sien para sacar una hebra plateada de esta. La metió en un pequeño frasco y la tapó, para así levantarse del sillón en el que se encontraba y guardar el frasquito junto con todas sus cosas.

 

Hecho esto, se despidió de sus amigos y salió de la sala común para dirigirse al despacho del profesor de pociones.

 

Al llegar se dio cuenta que aun faltaban diez minutos para su clase, así que decidió sacarse la túnica y le dio un par de toques con su varita para desaparecerla. Se aflojó la corbata y desabotono los tres primeros botones de la camisa, se sacó los bordes de esta de dentro del pantalón y se arremangó las mangas, dejándoselas a la altura de los codos, y para el toque final, se revolvió el cabello y llamó a la puerta.

 

-    Potter, me sorprende que sepa lo que es la puntualidad. – Snape acababa de abrir la puerta y se hacía a un lado para que el chico entrara en el despacho, mientras notaba que faltaban dos minutos para la hora exacta de la clase.

 

-    Y buenas tardes para usted también, señor. – Dijo Harry mientras el pocionista cerraba la puerta.

 

 

 

Al voltearse, Snape se encontró con esos hermosos ojos verdes de mirada intensa, y vio como el chico le dedicaba una sonrisa sincera y carismática (según él), mientras que pensaba que ese look tan desaliñado que llevaba el Gryffindor le sentaba de maravilla y se veía MUY atractivo. Para hacer algo, camino un poco por su despacho y luego lo volteo a ver de nuevo.

 

-    Potter, esa no es la forma indicada de portar el uniforme del colegio, ¿Dónde está su túnica? – Dijo al fin, queriendo reprender al chico.

 

-    Oh, vamos profesor – El chico se comenzó a acercar al inexpresivo hombre que lo observaba en silencio desde cerca de la chimenea. - ¿Me va a negar que me veo bien así?

 

Aunque no reaccionara a simple vista, el pocionista estaba hecho un manojo de nervios por dentro. Tenía el cerebro y la boca congelados. El maldito Gryffindor estaba tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo, su olor y su respiración.

 

-    Niño estúpido – Siseó con su típico tono despectivo de voz mientras empujaba con su mano izquierda a Harry y sacaba su varita con la derecha. – Si has venido a jugar ya puedes largarte. No me gusta tratar con jóvenes insolentes – Y con malicia, añadió: – Y menos con NIÑOS insolentes secretando hormonas a toda hora y con cualquier persona.

 

-    Me ofende, señor. – El chico había retrocedido casi un metro de distancia debido a la fuerza del empujón que le propino el hombre. Le dedicó una sonrisa a este y, sacando su varita, añadió – Me temo que no pueda hacer nada al respecto de mis hormonas, pero le puedo asegurar – El Gryffindor comenzó a acercarse lentamente al hombre. – que no las secreto a toda hora y con cualquiera. – El pocionista empezó a retroceder al ver que el joven ya había avanzado un poco más de la mitad del tramo que les separaba, mientras que el ojiverde comenzaba a bajar la voz hasta convertirla en un claro susurro. – Las secreto ciertos días, a cierta hora, durante ciertas clases y con cierto profesor.

 

Snape estaba acorralado. Acababa de llegar a topar con la pared, ya no podía avanzar y no tenía escapatoria. A su derecha, la chimenea le impedía el paso; a la izquierda, un enorme librero repleto de libros y frascos; y frente a él, un joven muy atractivo que semejaba a una gacela a punto de atacar a su presa.

 

-    Potter…

 

-    Si gusta, le puedo aclarar las dudas, señor.

 

El chico se encontraba ya a un palmo del profesor. No era tan alto pues le llegaba a la altura de la barbilla, su cabello negro y desordenado olía bien, pero el joven en sí olía mejor.

 

 

 

Tenerlo tan cerca hizo que lo observara detenidamente, fijando su vista en todos los detalles. Llevaba la corbata muy floja y la camisa lo suficientemente abierta como para poder ver a la perfección las suaves y bellas líneas que remarcaban su clavícula. A la vez, notó que el chico no se había rasurado esa mañana, pues le asomaban unos tímidos vellos alrededor de la boca, que poco a poco se iban extendiendo por entre sus mejillas (N/A. Ojo de halcón el de Snape para ver unos chibi pelitos); pudo volver a sentir el calor que expedía el cuerpo del joven, impregnándose en el suyo, llamándolo.

 

Entre la ropa del moreno, divisó su cuerpo y como la ropa comenzaba a ceñirle en el pecho y los brazos debido a unos pequeños músculos que estaban naciendo aun, pero que pronto crecerían, gracias al arduo entrenamiento de Quidditch y las constantes huidas y peleas con su enorme primo; pero, lo que más le llamaba la atención eran esas dos enormes y relucientes esmeraldas que el joven tenía por ojos.

 

El hombre tenía que admitir que, a pesar de que se enamoró de de Lilly Evans, James Potter siempre le pareció atractivo (siempre y cuando no se encontrara molestándolo), pero ahora tenía al fruto del amor de ambos parado ahí, frente a él, seduciéndolo, con ese cabello desgreñado que tanto le gustó de James y esos ojos tan hermosos, emotivos e intensos que amó en Lilly; pero ¿Había algo que le gustara propio de Harry Potter? ¿Qué le gustaba del chico? ¿Qué le recordara al hombre más atractivo de cuando estudió y al amor de su vida? ¿Qué era el vivo retrato de sus fallecidos padres?

 

 

-    Potter… – Esas palabras salieron como un gruñido ahogado de sus labios. Había comenzado a sudar frío, y un leve rosa teñía sus pálidas mejillas, dando a entender que el hombre se había sonrojado.

 

Harry sonrió, viendo como el pocionista comenzaba a componer un extraño gesto, el cual, dedujo que debía ser de nervios, mientras agachaba un poco la cabeza, quedando su cara cubierta por una larga cortina de cabello negro y grasoso.

 

 

El chico estiró un brazo y lo pasó por encima del hombro del sonrojado profesor, posando su mano sobre la fría pared de piedra que le impedía el escape y aprisionaba al mayor.

 

-    Entonces se lo voy a explicar. – Dijo Harry mientras componía una pequeña sonrisa y su voz se convertía en un débil susurro casi inaudible. – Secreto hormonas ciertos días, como los martes, miércoles, jueves y, ahora, también los sábados; a cierta hora, durante los desayunos, comidas y cenas, cuando tengo clase con un profesor, me lo topo, hablo con él o de él; durante ciertas clases como lo son Pociones y Oclumancia; – Snape quiso moverse pero no pudo, parecía que lo hubiesen hechizado, se sentía petrificado, ya que tenía al chico lo más cerca posible de su cara. Podía sentir su cálido aliento sobre sus labios, escondidos detrás de su cabello. – Pero más importante, con cierto profesor. Usted.

Notas finales:

Entonces..qe les ha parecido? Espero lo hayan disfrutado y me dejen sus Reviews !! Entre más reciba, mas printo subo capitulo.

Kurume Quejicus: Dej de chantajear a la gente Kurume.

Kurume Black: Dejalaa...asi sabremos qe les gusto y que no les gusto del fic !!

Kurume: Estoy emocionadaa !! Les juro qe al igaul que ustedes, yo tambien quiero saber que sucedera en el sihuiente capituloo !! Ahh qe genial !!

Un saludo, y gracias por leer.

Atte. Kurume Quejicus Black.


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