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Dietro il Cielo por yunmoon

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Notas del fanfic:

Mi primer 1827.

Notas del capitulo:

Para las personas que les gusta el 1827.

DIETRO IL CIELO

By: Yunmoon

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Capitolo 1

Disturbo

(*)

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Hibari Kyoya, 16 años, lo había hecho... de nuevo.

Preguntarse qué le pasaba era algo sin sentido, porque no lo sabía y pensar la respuesta era algo que incluso le molestaba. Comprender su propia mente era complicado, sólo sabía que de alguna forma el alcohol que ingería perturba sus sentidos, aunque lo consumiera en una dosis mínima, y de alguna forma lo había estado ingiriendo, su cuerpo y sus sentidos buscaban la sustancia. Su subconsciente tomaba el control de él en ese momento de debilidad -aunque le costara decirlo, era debilidad- y sucedía, se acostaba con alguna chica.

Chasqueo la lengua cuando el segundo cuerpo en la superficie de la cama comenzó a hacerse notorio, su calor lo hizo molestar, odiaba que entraran a su espacio personal. Principalmente no comprendía por qué todas tenían que ser chicas que con sólo verlas le daban ganas de golpearlas, de alguna forma su subconsciente lo castigaba, odiaba a la gente en general, pero esas que dejaban que alguien las tocara tan fácil era las que más detestaba.

¿Entonces por qué continuaba haciéndolo?

La respuesta no la sabía y ya no quería si quiera entenderla, de alguna forma encontraría la cura para que su cuerpo dejara de buscar el alcohol, estaba cansado y fastidiado de la situación que se iba repitiendo desde hace más de una semana, incluso ya había perdido la cuenta de las veces en que lo había hecho. Pese a todo eso sabía que de alguna forma se repetiría una y otra vez hasta que de alguna forma una palanca lo detuviera, no sabía de qué forma, pero sabía que encontraría esa palanca.

No estaba de humor si quiera para seguir divagando con lo mismo.

Pero, de cierta forma, se preguntaba si todo eso se trataba de la adolescencia y sus hormonas, no era anormal, era un hombre después de todo y con hormonas, no era algo que pudiera detener así como si nada, aunque si se lo proponía probablemente terminaría domando a su cuerpo, nada podía contra él, aunque le costara trabajo claro estaba.

Pero eso tampoco quitaba que estuviera molesto consigo mismo, era algo inaceptable, que él -siendo el presidente del comité de disciplina- hiciera ese tipo de cosas, debía de parar ya, no deseaba que de alguna forma cometiera un error y alguna de ellas terminara con la espera de nueve meses.

Como todo buen chico independiente y presidente de disciplina se marchaba antes que ellas despertaran, si verlas dormir era simplemente inaceptable no iba a resistir verlas despiertas, probablemente las lastimaría, suspiro con enojo, eso sí, siempre dejaba el dinero para pagar el hotel y para que la chica no lo buscara en su vida, el dinero no era algo que le faltara ni que le importara -mucho-.

Pero toda la situación particularmente le parecía un terrible hábito, un hábito inaceptable, y el hecho de no poder detenerse era algo que ya lo estaba sobrepasando, había hecho todo para dejarlo, pero su cuerpo solo lo hacía, eran instintos primitivos que vivían dentro de él.

Cuando la cama crujió por el movimiento de su acompañante decidió que era tiempo de largarse, saco su billetera y saco veinte mil yenes y los dejo en la mesita que estaba en su lado. Debía de admitir algo, extrañamente esa vez se sentía mejor, sentía el cuerpo un tanto fatigado, pero el extraño sentimiento de que todo estaba bien era algo que le extrañaba un tanto. Por curiosidad -otra debilidad humana que detestaba- miro de reojo a su acompañante, si se sentía tan bien debía de ser por alguna razón.

Su acompañante tenía un peculiar cabello castaño y una piel un tanto clara pero no como la suya, era incluso ligeramente bronceada, se veía pequeña y de una figura delicada, le parecía decepcionante que fueran todas las mujeres así, que se vieran tan frágiles, pero eso no era algo que el pudiera cambiar, en fin, ella probablemente tendría una linda ca...

Un momento.

A una velocidad asombrosa dio la vuelta a la cama y se acercó, las pupilas se le dilataron, el aliento se le corto y la sensación de que estaba enfermo y el estómago se le revolvía llego tan rápido como las ganas de devolver, pero no lo hizo. La piel un tanto bronceada, el cabello castaño despeinado en puntas y si abría los ojos se encontraría con esos característicos ojos sorprendentemente grandes y café chocolate.

Ahora si quería vomitar.

No podía ni quería creer lo que veía y probablemente no lo hubiera creído si no lo hubiera visto por él mismo.

Esa persona...

Sawada Tsunayoshi.

La piel de su rostro se volvió más pálida, por un momento comenzó a sentirse enfermo, lo que sea que hubiera pasado en ese lugar era algo que no quería pensar, pero lo sabía, las pruebas eran claras, él y Tsunayoshi desnudos, no había más que decir

Sin pensarlo ni siquiera una vez se colocó los pantalones y enseguida la camisa, no le dio tiempo de acomodarse la ropa pero eso ya le daba igual, tomó el saco del comité disciplinario, también las tonfas que estaban botadas debajo de la cama y se fue.

Hibari Kyouya, 16 años, había huido de un herbívoro después de acostarse con él.

Con un hombre.

Con Sawada Tsunayoshi.

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Casi lo había olvidado.

Casi.

¿Por qué debía de ser un borracho anormal y recordar siempre lo que hacía cuando estaba alcoholizado?

Precisamente por eso.

Porque él no era una persona normal.

Debía de dejar de pensar en eso, probablemente el herbívoro ni si quiera se acordaba de lo sucedido o al menos que la persona con la que había estado había sido él. Sí, eso era lo más probable.

Hibari sabía todo lo que sucedía dentro de Namimori. Y sabía sobre ese peculiar apodo que tenía ese herbívoro, Dame-Tsuna. Después de todo si ese apodo era cierto no tenía ni que preocuparse. Sin más preocupaciones se acomodó en su silla mirando por la ventana. Sólo iba a hacer lo que hacía todos los días, mordería hasta la muerte a unos cuantos herbívoros y se dedicaría a preservar la paz de Namimori, su territorio.

En el momento se reprendió mentalmente, desde el principio no debía ni siquiera de obligarse a recordar el incidente, que por cierto, le recordaba lo horrible y escalofriante que era. Después de todo él era totalmente hetero y Sawada Tsunayoshi no valía la pena, no valía la pena partirse la cabeza por un herbívoro como ese, ese era un perdedor-herbívoro y Hibari no tenía el tiempo ni la cabeza para ese sujeto desesperante y sus amigos herbívoros.

Todos esos herbívoros le molestaban. Siempre querían reunirse y armar jaleo, incluso se habían atrevido a armar un juego en su escuela y destrozarla, eso lo había enojado bastante.

Dejo sus pensamientos a un lado cuando escucho que alguien golpeaba su puerta.

Afilo los ojos y acomodo las tonfas bajo el saco del consejo de disciplina. El pobre herbívoro que creyera que era un buen momento para molestarlo iba a sufrir las duras consecuencias de meterse con él en un día que ni siquiera el sol se atrevía a molestarlo.

Lo iba a morder hasta la muerte.

-Disculpa, Hibari-san-.

El pequeño castaño asomo la cabeza mientras entraba lentamente con una sonrisa nerviosa en su aniñada cara.

Oh, maldita sea, no podía ser verdad.

Ese herbívoro lo iba a acabar.

Claro, Hibari lo acabaría primero.

Pese a todo se mantuvo frió y lo miro.

-Sawada Tsunayoshi, ¿qué quieres?-.

-¡Ah! Hibari-san, lamento molestarte tan temprano...-.

Ciertamente era temprano y Hibari recordaba que había mordido a ese herbívoro varias veces por tomarse tan a la ligera la escuela.

-Ammm... Pero... ese día, en el hotel, dejaste más dinero, solo te traía el resto-.

No, no quería molestarse en preguntar por qué mierda no se había quedado el resto del dinero, el maldito dinero que no le hacía la más mínima falta. ¿Por qué tenía que ser un herbívoro tan molesto y perdedor? Sinceramente pensaba que Tsunayoshi no lo recordaría, incluso el aún no recordaba todo lo que realmente había sucedido antes de llegar a ese hotel.

Titubeante y temblando, Sawada Tsunayoshi se acercó y dejo el dinero sobre el escritorio donde él tenía apoyadas las manos, coloco el dinero rápidamente, se separó lentamente y sonrió nerviosamente, tomó el dinero y miro que ahí habían más o menos once mil yenes.

-Pudiste quedártelo, Tsunayoshi-.

El herbívoro tembló y un sonrojo cubrió sus mejillas, parecía un niño avergonzado y eso sólo lo estaba enfadando más y más, le recordaba un poco lo que había ocurrido en esa habitación.

-No... No me pareció una buena idea. Después de todo, no te estaba dando un servicio, Hibari-san-.

Lo miro por varios minutos en los que Tsunayoshi se dedicó a esquivar la mirada clavando sus ojos chocolates en el escritorio.

-¿Eso es todo, Sawada Tsunayoshi?-.

Tsunayoshi apretó los labios ligeramente, le pareció verlo entrecerrar los ojos y mirar a su costado con algo parecido a determinación. Lo miro directamente con determinación, le pareció que un brillo lleno de voluntad cubría sus pupilas, como cuando de pronto se transformaba en ese carnívoro sorprendente.

Eso le pareció ligeramente divertido, si iban a apalear entonces que bien, ya había pasado un tiempo desde que no mordía hasta la muerte a ese herbívoro y si le daba diversión que mejor.

Sonrió de lado pero el herbívoro lo miro con algo parecido a la desesperación.

-No... no creo que eso deba molestarte... Después de todo solo deberías culparme a mí, tú estabas borracho, yo era el único que debía detenerte, Hibari-san... Lo siento mucho-.

Bien, eso lo había sorprendido, no dudo en mirarlo fríamente para que entendiera que su pequeño discurso lo había enojado mucho, realmente mucho.

-Vete, Sawada Tsunayoshi-.

El herbívoro bajo la cabeza por un momento y luego la alzo mientras una faceta nerviosa en su cara aniñada se manifestaba y sonreía con poca convicción.

-¡Lamento haberte molestado! Que tangas buen día, Hibari-san-.

Antes de irse pudo notar lo lento que caminaba, como si le doliera la espalda.

Apretó los dientes con rabia y aventó una tonfa al suelo.

Mierda.

Notas finales:

(*): Antes de terminar este capítulo, debo informarles que los títulos de los capítulos estarán escritos en italiano.

DIETRO IL CIELO: Detrás del cielo

Capitolo: Capitulo

Disturbo: Perturbación

Este fue el primer 1827 que escribí y lo ame como no tienen idea. Así que pensando que por aquí hay más seguidores del 1827 lo subí.

Espero les guste.

Shao~ shao~

 


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