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Lie por MidoricoShini

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Notas del fanfic:

 

Haru Wo Daiteita no me pertenece. Su creadora y dueña es Yooka Nitta ¡Una obasion grande para tan maravillosa mujer!

Una vez aclarado este importante asunto, les advierto;

Esta historia está basada a partir del Vol.13 y contendrá uno que otro spoiler de los siguientes volúmenes. Así que ¡sobre advertencia no hay engaño! XD

Notas del capitulo:

 

En el video se muestra un breve resumen del fanfic, junto con la traducción de la primer canción ~canción~. No soy experta en estos programas, pero espero les guste:

 

http://www.youtube.com/watch?v=ohtLC85GDhg

 

 

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†·•·‡†·•·‡†·•·‡†·•·‡†·•·‡ Hace tanto tiempo. †·•·‡†·•·‡†·•·‡†·•·‡†·•·‡

 

 

Nos conocimos de casualidad a lo largo de este camino. Aun ahora no puedo olvidar desde aquel día…

 

 

Hace doce años que dirigía “Interproduction”, agencia en la que comenzó a crecer como actor. Hace doce años que había subido como presidente. Junto a él: Shimizu su inseparable confidente, su mano derecha y su amiga. Hace doce años que no veía a…

 

 

-Iwaki-san.-llamo Shimizu, asomándose por la puerta con una sonrisa-Yoko-san volvió a llamar, solo lo esperan a usted. Mientras que Fuyumi-san me aviso que el viaje se adelantó: será mañana. Así que no debería olvidar pasar por Hina-chan.

 

-Gracias Shimizu-san, ahora mismo salgo. Puedes ir a casa-la mujer hizo una reverencia y camino en dirección a la salida-Shimizu-san.-llamo el presidente, obteniendo la atención de la pelinegra-feliz navidad.

 

 

Shimizu solo sonrió como respuesta y salió de la presidencia. Iwaki miro el calendario donde en un gran círculo rojo se encerraba el veinticuatro de diciembre.

Cada veinticuatro lo pasaba con Yoko-san, sus padres y demás familia. El treinta y uno y primero los pasaba con su padre, hermano y el resto de la familia que se encontrara en casa.

Hacia doscientos sesenta y ocho meses que vivía feliz.

Pero no podía olvidar que hacía más o menos cuatro mil trescientos ochenta días que creía morir, que se sentía fatal y que ni siquiera podía salir de la cama sin pensar que quería terminar con su vida.

Pero seiscientas veinticuatro semanas atrás, creció un orgullo y una honra en su vida, que lo hicieron salir adelante. Después de aquellas dos sorpresas, podía vivir su vida de nuevo a plenitud.

 

 

 

 

Se estaciono fuera de la casa en la que se escuchaba el mayor ruido. Entre el intercambio de una a otra canción pudo escuchar con claridad las voces de los cuatro pequeños, al menos para él, de la casa. Sonrió para sí mismo y miro por el espejo retrovisor las bolsas de obsequios que abordaban la parte trasera del Suzuki Grand Vitara gris que tanto le gustaba. Todos esos regalos eran especialmente para cada uno de los integrantes que habitaban aquella casa. Como cada año que los visitaba.

Al salir del auto la brisa fresca de aquella noche le golpeo directo en el rostro. El no hizo más que sonreír y encaminarse a tomar los regalos. Se acomodó siete o quizá seis en cada mano y camino en dirección a la puerta, la que se abrió antes de ser tocada.

Las bolsas cayeron estrepitosamente al suelo. Quien abría la puerta se sorprendió ante la presencia de Iwaki quien simplemente no podía creer a quien veía.

 

 

-Ka-Kaneko-san…-susurro con impresión Iwaki.

 

-Iwaki-san, buenas noches-se despidió para salir de la casa con una reverencia.

 

-¡Iwaki-san~!-escucho a Yosuke que se aventó a sus brazos sacándolo de aquella sorpresa-¡solo te esperábamos!

 

 

Fue jalado de la mano por aquel adolecente que cumplía orgullosamente sus catorce años. Tan apuesto como su madre y tío…

Al entrar a la sala pudo percibir el tenso ambiente que relucía entre los esposos. Mientras que Yoko sonreía a sus querubines. No pudo notar tampoco en que momento Yosuke había tomado las bolsas que había dejado caer en la entrada.

El pequeño al que vio crecer repartía las bolsas ahorrándole el trabajo. Miro con detenimiento a Yoko que limpiaba a su segundo hijo, después pasó la vista a los mayores del hogar que parecían pedirle con la silenciosa mirada que no les preguntara nada… por ahora. Desvió la mirada al par de pelinegros que miraban a Yosuke pasar frente a ellos sin entregarles ninguna bolsa en sus manitas. Sonrió con ternura mientras se acercaba a ellos.

 

 

-Hokori, Maiyo-les llamo para que estos repararan en su presencia-los suyos los tendrán en dos días-los acaricio la cabeza para después abrazarlos.

 

 

La cena familiar pasó entre risas, alguno que otro comentario simplón entre los chiquillos y el exceso de alcohol en el esposo de Yoko y el suegro de aquel peculiar personaje. Como era costumbre y también como era costumbre, Iwaki y Yoko terminaban lavando los trastos, recogiendo alguna que otra copa rota y abrigando a los peques.

Terminaron a eso de las tres de la mañana. Iwaki miro con pesar a los dos pelinegros que dormían a pierna suelta sobre el sofá de la pequeña sala. Después sonrió con tristeza… solo de aquella forma esos pequeños no le recordaban a…

 

 

-Iwaki-san.-llamo bajito Yoko para no despertar a los niños. El solo se giró para mirarla, había intentado que lo dejara de llamar de aquella forma, pero por extraño que pareciera, aquella familia a un se sentía culpable hacia él-mis padres me dijeron que se encontró con Kaneko-san. Nosotros…-la chica se estrujo las manos, nerviosa.

 

-tranquila, sé que no sabían nada-la tranquilizo, tomando entre sus palmas las manos de la menor-además, de que algún día tenía que pasar.

 

-mi nii-san regreso hoy. Kaneko ha venido a avisarnos que no podía asistir hoy a la cena porque…-Iwaki dejo de escuchar, estuvo tan cerca de volver a encontrarse cara a cara con Katou. ¡Maldita suerte que se cargaba!-…al parecer nos quería dar una sorpresa. Mis padres se pusieron nerviosos y…-¿ahora que aria? No quería ocasionarles problemas a los padres de Yoko, no a ellos que tan buenos se mostraron cuando el más lo necesitaba-…por eso Iwaki-san, quisiera pedirte que no vengas mucho por aquí-entonces Iwaki vio una oportunidad.

 

-no te preocupes Yoko-le sonrió encantador-hoy iría a recoger a mi sobrina, después viajaríamos a Ishigaki y de ahí tengo que atender algunos negocios en Corea. Creo que sería conveniente que les avises a tus padres.

 

 

La chica dio un suspiro de alivio. Mientras que le sonreía a Iwaki y le agradecía con la mirada. Por eso era que no había perdido contacto con aquellos, siempre se sentía parte de la familia, protegido y querido. Pero aun más que eso, era que no podía dejar tanto a aquella familia como a la suya sin conocerse. No podía verse en esa situación de tratarse como desconocidos, ya había echo bastante con mentirle a Hokori y a Meiyo, ¡incluso a su familia!

Un hombre como él podía tener una infinidad de secretos y con la primera mentira, se provoca aún más. Así que si podía enmendar un poco aquello lo aria, dejaría que las razones de su vida disfrutaran un poco el calor familiar que los Katou les pudieran ofrecer. Aunque en ocasiones pensara que su amor era el único necesario para la formación de esos dos pequeños.

 

 

 

 

Había salido de la casa con dos bultos sobre sus hombros. La práctica lo había echo aguantar los dos pesos extra de esos pequeños de doce años. Los había montado en la parte trasera del auto y había visto por última vez esa casa desde las afueras.

Tendría que encaminarse con rapidez a la casa de su padre a recoger a Hina, su hermano era muy puntual y su vuelo salía a las siete por lo que estaba más que seguro que a las seis este ya estaría preparándose para no llegar tarde al aeropuerto. No se le quitaría lo disciplinado aun siendo padre. Tanto Hina como el hermano menor de Yosuke eran un año mayor que los pequeños pelinegros. Por tanto no era extraño que entre ellos hicieran travesuras al abuelo. Por lo mismo Masahiko le encargaba a Hina, no quería provocarle un infarto a su padre.

Pasaría a recoger a Hina, le pediría el consentimiento a su hermano para poder sacar a la pequeña del país, regresaría a su casa a preparar las maletas de los gemelos para salir enseguida a Ishigaki donde llamaría a Shimizu para que le consiguiera cuatro asientos para Corea. Aprovecharía el viaje para negociar con la agencia que les había estado contactando y no estaría por unos días en Japón para encontrarse con Katou… estaba huyendo y lo sabía pero era lo que venía haciendo todo este tiempo. Sabía que para dejar de vivir así tendría que enfrentarlo, pero aún no se sentía capaz.

 

 

 

 

El timbre insistente de la puerta vecina la despertó pero no la hizo levantarse. Después los golpes y gritos que daban ahora si la hicieron levantarse y salir enfurruñada de su cama. ¡Mataría al estúpido idiota que estuviera tocando de esa forma!

Salió de su casa aun en pijama, caminando hacia el siguiente condominio observando que un chico aun insistía el toqueteo en esa casa. ¡Que si no le abrían era porque no estaban! ¡Caramba!

 

 

-¿puede dejar de hacer ruido? Los vecinos tratamos de dormir-riño al hombre que se giró a verla, esos ojos color miel amarillosos con un brillo de juventud pero con mucha experiencia y esos cabellos castaños tan claro que parecía dorado la atraparon pro completo.

 

-¡oh! Disculpe-hablo cantarín-estaba buscando al hombre que vive en esta casa-comento casual, buscando alguna información.

 

-me mude ase poco-anuncio más amable la mujer-pero me han dicho que esa casa no está a la venta. Al parecer era una pareja, uno de ellos se fue de viaje y el otro al parecer se mudó, así que solo esperan al que se fue de viaje-se encogió de hombros-pero al parecer se quedara sin vender ni rentar.

 

-¿Por qué dice eso?-pregunto curioso.

 

-hace como cuatro meses han venido a cambiar las cerraduras, supongo que ha regresado el que había ido de viaje y ha decidido cerrar la casa.

 

-‹‹”eso explica por qué no pude entrar”››-miro de nuevo la entrada de la casa-gracias por la información-bajo del pórtico colocándose unos lentes obscuros, subiendo a su auto.

 

-se me hace vagamente familiar…-susurro al mujer recordando donde había visto a aquel hombre-…¡Kato  Youji!

 

 

 

 

Apago la luz de la habitación donde había recostado a los niños. Sonrió antes de salir sin serrar del todo la puerta, acostumbrado a ello pues así podía escuchar cualquier anomalía que sucediera en la habitación de los más pequeños.

Se dirigió a la cocina para preparar aquel café que lo mantendría despierto por el resto de la madrugada. Aún tenía que firmar alguno papeles y releer las propuestas de producciones que habían llegado antes de las tan ansiadas vacaciones navideñas y el aun no podía elegir una en concreto.

Se sentó en el sofá mirando el montón de papeleo que tenía en la mesita de centro, cruzo su pie y suspiro, mirando en dirección a la ventana que permanecía con las cortinas corridas sin permitirle el paso a la luz de aquel amanecer. Entrecerró los ojos y decidió que lo mejor era comenzar con aquel trabajo.

Al cabo de un par de horas más tarde y tres tazas más de café decidió ducharse, descansar un poco antes de partir le aria bien, pero el insistente timbre de su móvil le indicaba que el día ya había comenzado.

 

 

-buenos días, ¿Qué sucede?-pregunto a Shimizu que a pesar de ser su mano derecha, aun fungía como una manager personal. Sonrió con orgullo, habia encontrado a un ángel en su vida con aquella mujer.

 

-presidente, los asientos y los boletos del vuelo ya están listos-aclaro la mujer diplomáticamente.

 

-muy bien. Gracias-agradeció caminando en dirección a su propia habitación con el móvil pegado a su oreja-¿algo más?

 

-Iwaki-san…-susurro la mujer indecisa. Iwaki se detuvo alertado ante el cambio de voz de Shimizu-me han dicho que ayer un hombre trato de entrar a su anterior casa. Hoy antes de llegar a la oficina pase a echarle un vistazo…-dudo en seguir, pero como su jefe no articulaba palabra continúo-estaban abriendo la casa y al parecer volvieron a cambiar las cerraduras.

 

-¿te vio?-pregunto sabiendo al causante de aquello.

 

-no, ni siquiera baje del auto-la mujer suspiro para aclarar lo que ambos sabían vendría, pero el pelinegro aun no quería escuchar-pero no tardara en tratar de contactar con usted. Los arrendadores querrán hablar con los dos y será inevitable que usted lo vea en producciones… lo sabía ¿verdad? Por eso se va de viaje-afirmo Shimizu.

 

-nos veremos en una hora-aclaro terminado la llamada.

 

 

Se mordió los labios y se encamino a la habitación donde aún dormían los tres pequeños. Miro con detenimiento a los gemelos que compartían una misma cama, consentían tanto a Hina que incluso le dejaban una cama para ella sola. Entonces sonrió porque a pesar de las adversidades que ahora tenía que enfrentar esos dos angelitos en particular lo ayudarían y le darían todo el valor para continuar.

 

 

 

 

Había salido hace cuatro días de Japón, seis días si contaba los dos en Ishigaki y mañana tendría que regresar para pasar el treinta y uno y primero con su familia. Aun así no había perdido comunicación con Shimizu, su hermano. Donde  Hina siempre atendía las instrucciones que su estricto hermano le dictaba por teléfono.

El con frecuencia terminaba hablando con Yoko después de la larga conversación de su madre, Mieko, con los gemelos. Al parecer la chica siempre le mantenía informado sobre las vistas de Kato que al parecer los frecuentaba más, comía con ellos y pasaba tiempo con Yosuke que para sorpresa de ambos no había comentado nada sobre el o los gemelos. Lo acreditaban a que no tuviera tiempo o simplemente la conversación sobre ellos no había sido aún sacada a tema. Yoko le aseguraba que tanto ella como su esposo y padres no lo tocaban como tema de conversación y trataban de evitarlo. Pero una tarde en particular su aniki le había preguntado sobre él, pero ella simplemente había bajado la cabeza.

Y como era costumbre, terminaba de hablar con ella, despidiéndose con un “buenas noches” para colgar. Pero un mal presentimiento se apodero del pelinegro que escuchaba como los gemelos peleaban por ver quien entraba primero a la bañera. La noche seria larga.

 

 

-¿Qué te dijo Iwaki-san?-pregunto Mieko a su hija, que ya colgaba el teléfono de la cocina.

 

-regresa mañana, tiene que traer de regreso a su sobrina y pasara año nuevo con su familia-resumió Yoko que ayudaba a su madre a poner la mesa.

 

-es una lástima que siga negándose a pasar esas festividades con nosotros-hablo con pesadez la mujer.

 

-deberíamos estar agradecías que pase con nosotros navidad-quiso calmar a su madre.

 

-¿Iwaki pasa navidad con ustedes? ¿Les llama?-pregunto una voz que asusto a ambas mujeres. Reaccionando con nervios ante el hombre que entraba a la cocina.

 

-aniki…-susurro Yoko, mirándolo con sorpresa.

 

-¡¿Me han estado mintiendo?! ¡¿Por qué no me lo dijeron?!-grito con enfado, sobresaltando a las mujeres ahí presentes-¡¿Dónde está?!-exigió saber, tomando por los hombros a su hermana que solo desvió la mirada. No podía decirle-¡dime!-volvió a zarandear a la chica.

 

-¡Youji!-decidió intervenir su madre, para tratar de separar a sus hijos-¡Basta!

 

-¿tío Youji?-pregunto Yosuke que miraba con curiosidad la escena-¿Qué sucede?-entontes Kato vio una oportunidad en su sobrino.

 

-¿sabes dónde está Iwaki?-hablo antes de que hermana y madre impidieran cualquier información.

 

-¿Iwaki-san?-pregunto confundido, levantando una de sus pequeñas cejas-regresara mañana de su viaje, me han dicho que a las diez en el aeropuerto central.

 

 

La sorpresa invadió a ambas mujeres, que sentían que habían vuelto a traicionar a aquel hombre que había podido sobrevivir a la ausencia del rubio. Ahora esperaban que su encuentro no destruyera más los desechos corazones de aquellos dos hombres.

 

 

 

 

El vuelo había salido sin ningún percance. Al llegar al aeropuerto un auto los esperaría, Shimizu le había dicho que tenía poco tiempo para desempacar e ir a dejar a su sobrina, pues a las once tenía una junta que ya no podían posponer. Al menos había conseguido buenas noticias en Corea, así tendría que aportar a los accionistas.

Vio correr por los pasillos a los niños, bueno realmente vio correr a Hina y a Maiyo que jalaba a Hokori de la mano. Esos dos tenían personalidades completamente distintas. El mayor, Hokari era más clamado y prudente que el revoltoso e imprudente de Maiyo.

Paso a la banda de maletas para tomar las suyas, mientras que los pequeños ya empujaban un carrito para ayudarlo con las bolsas. Mientras que detrás de ellos un trabajador se ofrecía a jalar el carrito, a lo que no se negó.

Salía por la puerta corrediza de cristal que separaba a los pasajeros de los familiares que venían a recoger a algún pariente. El solo miraba su móvil revisando las notas que Shimizu se había encargado de mandarle, a su lado se encontraba Hokari que miraba todo con detenimiento y vigilaba a Maiyo y Hina.

 

 

-¡Iwaki!-tanto el mencionado como Hokari dirigieron su mirada a un hombre rubio que esperaba detrás de las pequeñas bardas de cristal donde todos buscaban ver algún rostro conocido-¡Por fin nos volvemos a ver!

 

-¿Quién es el oto-chan?-pregunto con curiosidad Hokari-se me hace conocido…

 

-¿no es el tío de Yousuke-chan?-completo Maiyo que también miraba con detenimiento al hombre.

 

-Kato Youji-susurro Iwaki entrecerrando la mirada sin perder de vista al rubio que se acercaba a la entrada-sea mejor que nos vayamos-anuncio en un intento de alejarse de aquel sujeto. Pero en vano intento pues aquel hombre ya lo había tomado de la mano.

 

-¿Por qué huyes? Iwaki…-pregunto con la rabia contenida impregnada en sus ojos miel, que se cruzaron con los verdes agua marina del pelinegro-¿no estas contento de volver a verme?...

 

 

No sabía cómo reaccionar, tenía frente a él a la persona que por doce años evitaba y estaba contento de no ver. No sabía cómo enfrentarse a las preguntas de Maiyo y Hokari que miraban con sumo interés la escena que estaban protagonizando. No sabía que hacer de ahí en adelante con Kato de regreso. No sabía cómo reaccionar, la su piel contra la suya aun quemaba… No sabía qué hacer con aquellos sentimientos que creía muertos…

 

 

● Mucho del dolor y la ansiedad que sentía. Todo había cambiado a través de la calidez de tus recuerdos…

 


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