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Love flies por BombayLove

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Notas del fanfic:

Como siempre digo, sólo la idea del fic me pertenece ;3

Enjoy ♥

Cuando encendió el televisor y dejó en el canal de noticias, escuchó a una mujer que contaba cómo había muerto su esposo.
- Fue un accidente de tránsito. Él quiso salvarme la vida.
Se quedó mirando a la mujer llorando hasta que volvieron al estudio.
No entendía qué era eso, qué se sentía perder lo más valioso para uno. Lo que más amaba.
Se quedó mirando el sol a través de la ventana pensando cómo sería su vida si Dino muriera. El repentino timbre sonando, lo despabiló y no dejó que pensara ni un segundo en ello.
Se acercó a la puerta y la abrió.
- Vice-presidente...
- ¡Buenos días, Presidente! - Lo saludó Tetsuya.
- ¿Qué haces aquí?
Se lo notaba nervioso, a él no iba a poder ocultárselo.
- Ah... Eh... ¿Acaso no puedo...?
- No lo haces habitualmente. Kusakabe Tetsuya, ¿qué sucedió? - Su mirada era fría, al igual que sus palabras.
- Parece ser que... Hubo problemas... en Italia...
- ¿Y eso en qué me afecta? - Se dio media vuelta y se dirigió, invitando al recién llegado a ingresar a su hogar. Antes de hacerlo, Tetsuya se quitó los zapatos y los dejó en la entrada.
Kyoya se paró frente al espejo y se puso la corbata.
- Dino-san... - Kyoya lo miró a través del espejo -. Está desaparecido. El aludido abrió grande los ojos.
En ese momento, la imagen de aquella mujer llorando se le cruzó por la mente -. No hemos podido recuperar comunicación con la CEDEF.
- Sigue intentando - Dijo el muchacho, agarrando su bolso, siendo seguido por Tetsuya.
- ¿Adónde va, Kyo-san?
- ¿Adónde más? Al Instituto.

El camino al Instituto Namimori fue muy ameno.
Kyoya detestaba que le taladraran el oído durante la mañana y solo una persona rompía esa regla, restándole total importancia. Ese era Dino Cavallone.
Sus caricias y suaves besos, siempre lo despertaban de su calmo sueño. Somnoliento, Kyoya siempre terminaba por despertarse gracias a cualquier cosa que se le pasara por la mente al rubio. Era insoportable.

Llegaron al Instituto, donde se separaron.
Kyoya se dirigió a la biblioteca y se dirigió a los estantes dedicados a la Geografía. Italia. Sacó varios libros acerca del lugar y se acercó a una de las mesas para poder leer los mismos. Los desparramó sobre la misma sin hacer ruido alguno y los abrió, intentado encontrar la ubicación de la mansión de los Cavallone, pero esa información, no estaba dentro de la parte de "visitas guiadas".
Después de haber pasado largo tiempo allí, de saltearse varias clases, sin darse cuenta de ello, miró la hora en su celular. Chistó. Devolvió los libros a su lugar y salió a la terraza. Allí Hibird lo saludó, dedicándole una hermosa versión del himno de la secundaria del distrito.
Miró nuevamente su celular y buscó un número.
Llamó y abrió sus ojos al descubrir que tenía tono. Sonó cuatro veces hasta que lo atendieron del otro lado del aparato.
- ¡¡Dino!!
- "Usted se ha comunicado con..."
Cortó la llamada con furia en sus ojos.
Dino.
Nunca lo había llamado así, pero en ese momento, tuvo la necesidad de hacerlo. De llamarlo por su nombre.
Volvió a marcar el número y esperó a la señal de la contestadora automática para poder hablar.
- Si estás bien, háblame. Sólo eso.
Cortó rápidamente.
No supo por qué lo hizo, pero lo hizo. Igual que antes, tuvo esa necesidad. De decirle de alguna manera que quería saber cómo estaba. Que aún estaba bajo el mismo cielo que él.

Camino hacia su casa, recorriendo con la mirada los lugares que frecuentaba con el Jefe de la Familia Cavallone, llegó hasta el templo de Namimori. Allí se encontró con una persona familiar.
- Hibari-san.
- ¿Qué haces aquí? - Le preguntó, acercándose al altar -. No te veo seguido por aquí.
- Ah, no... Es que... Estoy preocupado por Dino-san. Te enteraste..., ¿no?
- No sé muy bien cómo fueron los hechos...
- Hubo una reunión de varias Familias en la casa de Dino-san y alguien hizo explotar un bomba.
- Él está desaparecido, ¿no es así?
- Sí.
Kyoya se dispuso a rezar. Tsunayoshi, le dedicó mirada de lástima antes de irse.
- Por favor, que no le haya sucedido nada - Susurró.

Cuando regresó a su casa, se dio cuenta que el celular se había quedado sin batería, por lo que cargó el aparato. Apenas lo hizo, el mismo sonó, avisándole de un correo de voz recibido. Sin darle importancia alguna, fue a ducharse y, cuando salió, encontró tres llamadas entrantes de un número desconocido.
Bebiendo una taza de café, en compañía del silencio, se dispuso a escuchar el mensaje de voz con el altavoz.
- "Kyoya. Estoy bien. En estos momentos, estoy en el hospital, en Italia. Ven a verme."
La taza de café que descansaba entre sus manos, se estrelló en el suelo tras el salto que dio hacia el aparato.



Si bien la décima generación de la Familia Cavallone era conocida por haber resurgido de las cenizas, como suele decirse, con la asunción de su nuevo Jefe, siempre era bueno mantener las relaciones con el resto de las Familias aliadas.
Dino invitaba a varios Jefes a una reunión una vez al mes, con una temática diferente. La de este mes fue una fiesta de disfraces.
- ¿Están todos? - Preguntó Dino a Romario, quien le acercaba una copa de vino.
- Sí, Jefe. Excepto la Familia Vongola.
- Lo supuse - Sonrió -. En época de examen, Kyoya no va a arriesgarse a ser partícipe de algo como esto, menos cuando hay tanta gente reunida - Susurró.
Para todas esas reuniones, cada vez que la Familia Vongola era invitada, a diferencia de Familias en las que enviaban a la mano derecha del Jefe, en caso de no poder ir la cabeza de la Familia, quien representaba a los Vongola, era Kyoya. Estaba casi seguro de que había amenazado a muerte a Tsunayoshi para ser él quien fuera a Italia a cada reunión, y que había peleado bastante tiempo con Hayato. Lo alegraba pensar que Kyoya lo amaba tanto cómo él.
Nunca había podido escuchar de sus labios aquellas palabras tan hermosas que para él eran tan normal decírselas. Ti amo, ai shiteru, te amo, en cualquier idioma, significaba lo mismo. Pero, aunque Kyoya no se las dijera, sentir su cuerpo al lado suyo a la mañana, era todo lo que necesitaba. Tan sólo con eso se conformaba.
- ¡Ah! Romario, subo por unos documentos.
- Sí, Jefe - Dijo el aludido, dedicándole una reverencia.
Dino subió las escaleras, siendo seguido por otra persona. Llegó al cuarto principal del primer piso, cuando sintió dos suaves golpes sobre la puerta que lo distrajeron en la búsqueda de una carpeta.
- Pase.
Un hombre de cabellera oscura y ojos del mismo color, entró.
- Dino Cavallone, ¿verdad?
- Sí - Dijo el rubio, sin prestarle atención. El hombre, cerró la puerta a su paso y se acercó al escritorio, donde, al otro lado se hallaba el muchacho -. Es una pena.
El aludido, sin comprender el por qué de sus palabras, lo miró.
- ¿A qué se debe eso? - Preguntó, con una sonrisa.
- A que es una pena que la cabeza de la Familia Cavallone mantenga relaciones... demasiado cercanas a la Familia Vongola.
- Sigo sin entender.
Dino se hizo hacia atrás, hasta dar con su sillón, en el cual se sentó.
- Jum... Quizás... Estas fotos te digan algo...
El aludido sacó varias fotografías y las lanzó sobre el escritorio. En todas estaban Dino y Kyoya.
- ¿Cuánto quieres por esto? - Preguntó el rubio, mostrando calma absoluta ante la situación.
- Lo siento - Dijo el hombre, sacando un dispositivo parecido a un interruptor -. Pero no la negociación ha fracaso, Cavallone.
Acto seguido, activación de las bombas mediante, la mansión explotó.



No había dormido absolutamente nada.
Ya había perdido la cuenta del tiempo que había pasado y de los días, también.
El sol italiano sobre sus ojos celestes, hicieron que terminara dedicándole unos cuantos insultos.
A diferencia de la limusina que habitualmente lo esperaba, con Romario esperándolo fuera del mismo, esta vez estaba uno de los subordinados de Dino, con un taxi, esperándolo en la entrada.
- Hibari-san, bienvenido.
- Vamos.
No estaba de humor para nada. Menos para intercambiar palabras.
El taxi se detuvo en un hospital. Kyoya, siguió al hombre vestido con traje negro hasta una de las habitaciones, donde frente a la misma, estaba Romario.
- Hibari...
- ¿Está consciente?
- Sí, él...
- Que nadie moleste.
Antes de poder decirle algo más, Kyoya había entrado a la habitación y cerrado la puerta a su paso.
Estaba de cara a la puerta. Tenía miedo de darse vuelta, de que estuviera completamente inmovilizado, pero al darse cuenta, se halló con un sonriendo Dino, con heridas menores.
- Pensé que no volvería a verte, querido Kyoya - Su voz, eso era lo único que necesitaba oír para sentirse vivo.
Mordiéndose las ganas de matarlo, se lanzó a sus brazos, importándole muy poco su estado. Lo abrazo con fuerza. Si era un sueño, no quería despertar -. Vaya, parece que me extrañaste - Una de las manos del adulto, pasó por sobre su cabeza, acariciándolo con ternura, mientras que la otra, lo abrazó por la cintura.
- Estúpido... Caballo...
- Gracias por venir. Cuando Romario me hizo escuchar el mensaje que dejaste, hasta me quité todo y estaba punto de salir para Japón. Mira - El rubio, le enseñó su brazo derecho. Debido a que tiró de las agujas, tenía varios moretones -. Bastante tonto, ¿no?
- Dino...
- ¿Sí?
- Háblame - susurró -. Aunque esté dormido, sigue hablándome. De cosas triviales, de cosas importantes, de lo que sea, pero no dejes de hablarme. Quiero sentir que estás aquí conmigo - Lo abrazó con más fuerza.
- Kyoya, ¿lo escuchas? Estás apoyando tu oído sobre mi corazón. Eso es todo lo que necesitas para saber que estoy aquí. Además, tengo algo que me ata a este lugar... hasta tu muerte.
- Idiota... Cuando te mejores... Voy a morderte hasta la muerte.

Notas finales:

Gracias por leer ^^

Esta podría ser una segunda versión y una más alegre de Be more xD


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