Iba caminando por las desiertas calles, contando uno a uno los billetes que había ganado en aquel trabajo. Aquel asesinato había sido sencillo, había arrinconado aquel hombre en un callejón… desde atrás le disparó con su silenciador perforándole en el corazón. Rápida, silenciosa y sola había sido aquella muerte y él como siempre, había huido del lugar.
Luego de horas de camino, llego a uno de los pobres suburbios de aquella lamentable ciudad; en aquel lugar vivía su madre y hermano, su única familia. Ellos padecían de SIDA por eso él tenía que hacer aquellos trabajos para conseguir dinero para su tratamiento y no es que hubiera buscado la salida más fácil, había pasado incesantes horas de su vida buscando laborar; muchas veces era rechazado o muchas otras veces era explotado por un mínimo salario que no cubría parte del tratamiento de sus parientes.
- Inuyasha llegaste
- Como sigue mamá?
- Mejor gracias a las medicinas
- Ya veo
- Te quedarás?
- No Kohaku, tengo que irme a trabajar, pero toma * dándole el dinero que había ganado* con esto compra las medicinas para ti y mi madre
- De acuerdo, visítanos pronto hermano
Salió de aquella casa más tranquilo, ni su Madre y su Hermano sabían que él hacía cosas tan atroces para mantenerlos con vida. Pero que más se podía esperar de él? La vida que ahora tenía, se la debía a un hombre que aun después de muerto odiaba con todo su corazón. Su padrastro, aquel bastardo desalmado había contagiado su madre con aquella enfermedad y para el colmo, había violado a su Hermano enfermándolo de igual manera.
Aún recordaba aquella dolorosa escena, ver aquel tipo encima de su hermano lo llenó de una ira infinita; lo derrumbó de la cama y tomó su cabeza entre sus dos manos comenzando a golpearlo contra la punta de la mesa. Fue tanta su manía, que lo fulminó allí, dejándole un gran hueco en la parte trasera de su cráneo… aquel había sido su primer homicidio del cual jamás se arrepentiría.
Constantemente se miraba las manos y recordaba aquella desagradable sangre recorrer sus manos… era tan desagradable recordar que muchas veces le causaban nauseas e inevitablemente vomito. Sin percatarse, finalmente había llegado a su pequeño departamento, subió y luego se desvistió para acostarse; mañana iría por su moto al taller y después pasaría para que le dieran la información de su próxima víctima… una más que sumaría a la lista.
Se levantó temprano como usualmente lo hacía, desde que comenzó con ese trabajo sus horas de sueño se veían limitadas. Se duchó con el agua recogida por la lluvia y luego se vistió para ir al taller por su Suzuki Bandit 650 S; su segundo amor después de su familia. En seguida de tenerla y volverla a montar, se dirigió donde su jefe; un hombre gordo, de mirada maligna y un hedor asqueroso, pero al cual finalmente se había acostumbrado.
- Que hay hoy para mi Kaiyinbo
- Inuyasha, dejarás a mis otros asesinos sin trabajo * riendo malicioso*
- Hay o no hay algo?
- Si… no te molestes * enseñándole una foto* tráelo aquí con vida y luego hablamos de la paga
- Bien
Tomó aquella foto y salió de aquella madriguera. La miró fijamente y se sorprendió puesto que su víctima era una persona joven; tal vez mayor que él pero por unos cuantos años. Pasó la yema de sus dedos por aquel retrato, era un hombre de cabellos plata y largos, unos ojos color ámbar, una boca exquisita y su cara destilaba un aire masculino e imponente. Guardo la foto en su bolsillo de atrás del pantalón, lamentándose por tener que hacerle eso, pero aquel era su trabajo y no podía existir la palabra arrepentimiento.
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Llevaba varios días siguiendo a su víctima, al parecer era casado por el anillo que traía y porque siempre se mantenía con una joven de cabello azabache. Los vio entrar al cine y tuvo que ingresar también; las gafas y sombrero que tenía ayudaban a que nadie reconociera su rostro para realizar bien aquel trabajo. La pareja se abrazaba y una que otra vez se besaban, cosa que lo indispuso sin tener motivo alguno… había olvidado que era sentirse abrazado, besado y querido por alguien, tal vez ese era el malestar que sentía al verlos juntos.
Espabilo un poco y luego ya no los vio allí, salió lo más rápido que pudo hasta que los logro hallar; esa tarde los siguió todo el camino hasta que ambos jóvenes se sentaron en un restaurante a la intemperie, agradeció puesto que así sería más fácil capturar al joven.
Se acercó al local y dio unos cuantos disparos al aire, haciendo que las personas allí se dispersaran y se chocasen las unas con las otras, en ningún motivo perdió su objetivo caminando hasta a él para luego tomarlo del brazo y meterlo a un taxi. Encañono al conductor y lo amenazo sino comenzaba a conducir… en poco tiempo el auto estuvo en movimiento.
- Quien es usted?... porque me está secuestrando?
- Cállate y no hagas ruido
- Que le he hecho? Yo a usted no lo conozco, le aseguro que es un malentendido
Se desesperó y le dio con la culata de la pistola en la nuca, mirando como lentamente se desplomaba inconsciente. Bufó molesto, era más sencillo matarlos puesto que no daban tanto problema.
Luego de eso, le dio unas indicaciones al taxista para que lo dejara en aquel lugar.
- Deme sus papeles
- Pero… yo cumplí con traerlo aquí
- Es sordo o que?.. démelos o le doy un balazo en esa cabeza
Vio como el señor algo tembloroso le ofrecía los papeles, lo miro detalladamente, el pobre estaba al borde del llanto y no lo culpaba… cuando estaba enojado él podía ser el mismo demonio.
- Espero que guarde silencio… es por su bien, si me entero que llamo a la policía o a alguien lo buscaré de casa en casa y primero matare a su familia y finalmente con usted… entendido?
- Si… si….
- Bien… tome su dinero * pagándole lo del viaje* - ahora piérdase
Miró como el auto tomaba reversa y se iba rápidamente; después miro el cuerpo de su victima tirado allí en la calle y gruño puesto que tenia que subirlo cargado hasta aquel solitario hotel.
Cuando finalmente entro a la recamara, lo tiro a la cama y luego le esposó un pie contra la cama, sabia que así no escaparía; le esculco los bolsillos y el dinero que tenia lo guardo para el, luego miró su móvil y lo tiró al piso quebrándolo en pedazos… así no lo contactarían.
- Eres apuesto, me pregunto que cosa habrás hecho para que te quieran muerto
Se sentó en el sofá, recostándose en él pero sin dormir… no quería que de pronto por un descuido aquel sujeto se escapase y tuviese que pagar las consecuencias. A pesar de su esfuerzo, cerró los ojos y quedo somnoliento, recordando algunas escenas del pasado.
Recordó como Naraku, su padrastro, había entrado a su cuarto para lanzarse encima suyo y comenzar a manosearlo… cuando sintió aquella desagradable sensación lo estrujo y le golpeó fuertemente la mejilla, reventándole el labio.
Al recordar eso se levanto exaltado y sudoroso, incorporándose en el sofá y mirando como su victima lo miraba fijamente. Al parecer si haba intentado huir puesto que la cama estaba movida de lugar; afortunadamente no había logrado escapar.
- Te contrataron no es así? * dijo aquel hombre mirándolo retadoramente* quien lo hizo?... quien es tu jefe?
- Cállate, no pienso responderte nada… no molestes
Observó como aquel hombre lo miraba con odio y no lo culpaba, si estuviese en su situación estaría igual… pero la vida no era justa y el más que nadie lo sabia. Puso su revolver en la mesa, apuntándole en la dirección del contrario.
- Mas te vale que no intentes escapar, porque no me da miedo jalar el gatillo, es más, les estaría haciendo un favor a quienes quieren matarte
- Mal…dito * mascullo el otro*
- Puedes insultarme todo lo que quieras, no lograras nada * sonriéndole con maldad* yo siendo tu, no adelanto mi tiempo
Aquellas fueron las únicas palabras que se dirigieron esa larga noche. Al otro día, le vendo los ojos al mayor y le apreso las muñecas con la misma cadena, llevándolo hasta donde su jefe.
Cuando llegaron allí, le destapo los ojos y le quitó los grilletes, pero se sorprendió de no ver solo a su jefe sino a otros dos hombres con él.
- Aquí esta * estrujando al joven*
- Bien hecho Inuyasha, ahora solo hay que esperar a que dice el señor Jaken
- Porque me hace esto señor?... aclaramos que no queda ningún vinculo entre usted y yo, destruí todas las evidencias que tenia hacia usted * decía el joven*
- Pero sabes mucho de mí y eso es un gran riesgo para mis negocios
- Espere Kaiyinbo, usted me dijo que mi victima era una persona mala
- Yo no dije eso Inuyasha
- Usted sabe que yo solo mato a tipos malos
- Un trabajo es un trabajo Inuyasha, así que mátalo, ya escuchaste
- No lo haré
Saco su pistola y le apuntó a Jaken, cuando disparó vio que el disparo lo recibía su guardaespaldas; empujo al que había sido su victima para que nada le pasara pero tomó con fuerza su brazo al sentir el impacto de un arma de fuego… era Kaiyinbo quien le disparaba.
Luego de eso, todo paso muy rápido, el joven había tomado el arma y había comenzado a disparar pero lo había tomado de la cintura para ayudarlo a salir de allí. Subieron a su moto y desaparecieron de allí, miraba para atrás a ver si alguien los seguía pero por fortuna no era así.
Con su mano saludable, abrazó la cintura del joven peli plata, sintiendo como su cuerpo destilaba un calor y una fragancia algo adictiva… pero la perdida de sangre poco a poco lo fue debilitando.
- Hey… no te duermas… dime a donde te llevo * decía el mayor*
- Sigue… dos cuadras y … gira a la derecha
Sintió como el otro parqueaba la moto y lo cargaba en brazos hasta subir a su departamento, era el único que había en aquel desierto y sucio callejón. Su espalda prontamente todo algo blando… supo que era el colchón por lo cual suspiro en alivio.
- Porque… me ayudas?
- Tu me salvaste anteriormente… tan solo te devuelvo el favor
No supo que más decir… el dolor poco a poco estaba haciendo que perdiera la conciencia. Vio como el otro con cuidado le quitaba la chaqueta de cuero, fijándose en la herida y aun en la bala incrustada en su piel.
- Tienes algún esterilizador y gasas?
- Solo, hay lo que ves en esta habitación
- Entonces… aguanta el dolor
Entrecerraba sus ojos varias veces, logrando ver que hacia el otro. Lo vio tomar una botella de licor, unas largas tijeras y una candela, luego lo sintió acercarse a el y ponerle un trapo en la boca… tendría que morderlo, ya se imaginaba el dolor que se aproximaba.
Gimió de dolor al sentir la ardiente sustancia en su brazo y luego gritó aún más cuando sintió las filudas tijeras calando en su piel. Se abrían paso para lograr retirar la bala, lo cual lo hizo suspirar en alivio y luego caer inconsciente… había quedado en manos de aquel joven.