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Rosas y Espinas por Paz

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Notas del fanfic:

Tal como he comentado estoy actualizando aquí mis fanfics viejos, ahora le toca a Rosas y Espinas. Que lo disfrutéis. En su día intente que fuera un fics de dos capítulos, pero como suele ocurrirme se alargó un poco más. Son siete y el epílogo.

Si alguna recuerda algún otro fics que no este aquí puede decírmelo, puedo subirlo al mismo tiempo.

Lo que esta en negrilla corresponde a pensamientos.

Notas del capitulo:

De momento no he puesto advertencias porque no recuerdo si las tiene... lo iré viendo sobre la marcha.

Rosas y Espinas

Basado en Slam Dunk

Hana X Ru

By Paz

Capítulo I: Rosas

 

Era un día apacible en Kanagawa, todo lo contrario en la preparatoria Shohoku, donde su equipo de basketball ha visto interrumpido sus practicas porque dos de sus mejores basquetbolistas, Sakuragi y Rukawa una vez más están peleándose, esta vez la disputa es debido a la tenencia del balón, un balón que Sakuragi llevaba para encestar y el muchacho de cabellos negros y mirada gélida se lo quito sin percatarse como sucedió. La velocidad del muchacho quedaba una vez más demostrada y el pelirrojo no podía consentir que eso sucediera ante los ojos de su amada Haruko, por ello dio el primer golpe y Rukawa se lo devolvió y ahí nomás se enzarzaron en una interminable pelea.

Miyagi los contempló con gesto resignado.

-¿No va a separarlos, capitán? -pregunto uno de los nuevos jugadores,

Miyagi le miró con una sonrisa, si Akagi no fue capaz de conseguirlo él no iba a intentarlo. Akagi y Kogure ya estaban en la Universidad, Mitsui seguía con ellos porque le reprobaron ese último año de preparatoria. Sakuragi y Rukawa estaban en segundo, por una burla del destino que les puso a prueba correspondiéndoles compartir la misma clase.

-Bueno, chicos, se acabo por hoy el entrenamiento -decidió- Todos a las duchas.

-¿Y ellos? -preguntó Haruko mirando hacia los contendientes.

-Déjales, ya se cansaran.

Haruko hizo un gesto de dolor al ver como se doblaba en dos Rukawa al recibir un cabezazo en el estomago. Se decidió a marchar, no podía seguir viendo como pegaban al hombre que amaba.

Sakuragi y Rukawa seguían recibiendo y dándose golpe tras golpe sin que ellos se percataran que estaban solos, finalmente, en uno de los amagos por golpearlo, falto de aliento Rukawa se derrumbó hacia delante, cayendo a medias contra su oponente, de manera instintiva, Sakuragi le sostuvo, se miraron jadeantes y agotados por el furor de la pelea. Se dejaron caer al suelo, arrodillados con las palmas de las manos apoyadas en el piso, la cabeza inclinada hacia dentro, la boca entreabierta dejando escapar su respiración anhelante y dificultosa.

No era él el único que tenía problemas para respirar, el jadeo entrecortado de Rukawa llegaba nítido a sus oídos junto con el sonido de su cuerpo al derrumbarse por completo al piso.

-Tienes buenos puños, Kitsune -murmuro llevándose la mano al costado.

-Tu cabeza es más dura que una piedra, Do'aho -dijo Rukawa abriendo los ojos sorprendido que se dirigiera a él.

-¡Jajajajajajajaja! -rió Hanamichi, el dolor del costado se incrementó- ¿Desde cuando hablas más de dos palabras?

Rukawa volvió la cabeza y le miró imperturbable. Esta vez no respondería a su reto, dejando pasar la ocasión, en cambio murmuró.

-Tenemos que limpiar el gimnasio.

Hanamichi miró alrededor constatando que efectivamente estaban solos.

-Este talentoso genio lo hará en dos patadas -dijo jactancioso.

-Me gustaría verlo, Do'aho.

Una hora después de dejar limpio y reluciente el gimnasio, los balones recogidos y todo en su lugar, (entre los dos, por supuesto), se dirigieron a las duchas.

Hanamichi dejo que el agua caliente calmara el dolor de sus músculos. Media hora después cerraba el paso del agua y enrollando una toalla en sus caderas, se dirigió a mirarse en el espejo para ver el golpe en su costado, donde aparecía un pequeño moretón que le dolía al pasar sus dedos por encima. En su rostro también quedaban señales de los golpes. Decididamente pegaba duro. Abrió su taquilla y sacó un pequeño botiquín para esas emergencias. Se aplicó en los hematomas desinfectante y una tirita para proteger un pequeño corte en su pómulo derecho.

Terminó de vestirse, del interior de las duchas se sentía el agua correr, ya era tarde y tenían que cerrar el gimnasio. ¿Qué hacia el kitsune apestoso? ¿Cuánto más tiempo debía esperar a que terminara?

-¡Teme Kitsune! -le grito yendo hacia las duchas- Tenemos que irnos -agrego- ¡Rukawa!  -al no recibir contestación  se acerco despacio hasta donde él se duchaba, le encontró sentado en el suelo dejando que el agua le cayera encima.

-Se duerme en cualquier sitio  -pensó tras cortar el paso del agua. Su primer pensamiento fue marcharse y olvidarse del kitsune, más luego algo inesperado ocurrió, al mirarle más atentamente, noto una expresión  de desamparo en su rostro, se compadeció, de acuerdo que era su rival en el juego y en el amor, pero no podía dejarlo allí, en esas condiciones, desnudo- Podría enfermar -le miró y se sonrojo al pensar- ¡Que hermoso es!   -sus ojos recorrieron aquella piel blanca de músculos firmes, cubierto de gotitas de agua, que deseo secar con sus labios, un escalofrío recorrió su columna vertebral mientras sus  pensamientos se desbocaron. Asustado retrocedió hasta que su espalda choco contra la pared opuesta, salio corriendo huyendo de allí, queriendo borrar de su mente y de sus pensamientos aquel hermoso adonis, antes de atravesar la puerta de salida, se detuvo, volviendo sobre sus pasos. Lo cargó en sus brazos, sacándole del pequeño habitáculo, lo llevó hasta tumbarle sobre uno de los bancos, se apresuró a taparlo con una toalla- ¿Por qué estoy sintiendo esto?  -se preguntó observando ahora a placer el rostro del kitsune, estaba relajado. Vio las señales de los golpes y lamento ser el autor de ellas. -Al parecer era ese el único idioma que entendía con el Kitsune. -se levanto para curarle un corte que tenía sobre la ceja y que seguía sangrando. Saco su botiquín  para desinfectarlo y ponerle una tirita. El escozor sobre su herida despertó a Rukawa que dio un brinco hacia un costado, su brusco movimiento, volcó el banco, Rukawa cayó al suelo, más no se lastimó por lo hizo encima de Sakuragi, que no tuvo tiempo de apartarse.

Los dos completamente turbados se quedaron inmovilizados durante unos segundos por la inesperada y turbadora postura en que se encontraban, sus miradas azul y marrón quedaron confundidas, ambos estaban más rojos que el cabello del pelirrojo. Al percatarse que estaba más que abrazado al pelirrojo Rukawa se apresuró a levantarse, un súbito calor invadió sus entrañas, estaba en una situación más que comprometida, la toalla quedo encima de Sakuragi, se inclinó rápidamente para recogerla y cubrirse.

Hanamichi seguía sin poder de reacción, hasta que atinó moverse y comenzar a recoger los fármacos de su botiquín desparramados en el suelo a su alrededor.  Rukawa por su parte se apresuró a ir a su taquilla para sacar su ropa, estaba vistiéndose cuando escucho el sonido de la puerta al cerrarse, algunos minutos después recogió su bolso y dejo el vestuario.

Al salir se sorprendió al ver que parecía estar esperándole. Le enseño una pequeña tira que llevaba en la mano. Sabía que estaba intentando curarle, acción que le sorprendía por ser tan inusual en el pelirrojo.

-Sigue sangrando...

Rukawa se llevó la mano a la ceja y retirándola con una mancha de sangre.

-Déjame a mí -pidió, aquella nueva actitud les sorprendió a ambos.

Rukawa asintió sin hablar, se sentía incapaz de hacerlo y más aún cuando Hanamichi limpio su herida con un inmaculado pañuelo blanco y enseguida le puso la tirita sujetando el corte.

-Gracias. -murmuró.

 

 

 

Hanamichi llego jovial y bullanguero a la escuela, en la puerta se encontró con sus amigos.

Yohei se alegró al verle contento y no pudo menos que decírselo.

-Hoy te ves muy feliz. ¿A qué se debe?

-He tomado una decisión.

-¡¡Tú!! -se burlaron sus amigos riendo alrededor suyo.

-Si y nada que digáis me hará enfadar -aseguró.

-¿Vas a declararte a Haruko? -adivinó Yohei al tiempo que una bicicleta se le echaba encima.

-¡Cuidado, Kitsune! -el pelirrojo fue más rápido de reflejos impidiendo que se lastimara- Vas dormido.

-Do'aho... -la frialdad de su palabra contrarrestaban con el extraño brillo de sus ojos.

-Esta dolido -penso mirándole alejarse- ¿Desde cuando aprendí a identificar sus estados de animo?

-¡¡¡¡¡Hanaaaaaaaaaaaa!!! -grito Yohei.

-¿Por qué me gritas? -preguntó volviéndose.

Yohei no respondió, se quedo pensativo mirándole sorprendido. Desde cuando Hana se interesaba por Rukawa. Porque Hana con su rápida acción evito que el muchacho diera con sus huesos en el duro suelo, no le había salvado de que le atropellara, sino todo lo contrario. Se preocupo por Rukawa. En otras circunstancias le habría dejado caer para reírse de él a continuación. Además el rostro de ambos era prueba irrefutable de que habían peleado, entonces porque Hana...

-Hana... -le miró curioso- ¿Me ocultas algo? Sabes que somos como hermanos, que te he apoyado siempre en todo. Tus confidencias están a salvo conmigo. -aseguró.

-¿Qué voy a ocultarte? -preguntó volviendo el rostro para que no viera un leve rubor- ¡Mira! Ahí viene Haruko! -le dio un grito alzando el brazo- ¡¡Hola!! -dijo cuando obtuvo su atención.

-Hola, Sakuragi -saludo con una sonrisa.

-Hola, Gori... ¡ouch!!! -se quejo al sentir su contundente puño en su cabeza.

-¿Cuándo dejarás de llamarme así? -pregunta irascible con el pelirrojo.

-Nunca... -dijo riendo al mismo tiempo que sobaba su cabeza- Deberías controlar tu temperamento...

Yohei le arrastró lejos de Akagi.

-¿Por qué le provocas?

-Me divierte. ¡¡Jajajajajajajaja!! -rió escandalosamente consiguiendo que muchas cabezas se vuelvan hacia él, excepto la de cierto Kitsune que no había apartado la mirada de él, desde el mismo momento que busco un lugar estratégico para verle sin ser visto.

-En el primer descanso quiero hablar contigo, nos vemos en la terraza -le dijo Yohei cuando todavía estaba al alcance de su voz.

-Allí estaré.

Aún faltaban unos minutos para el comienzo de las clases, tiempo que Hana aprovecho para acercarse a Haruko para hablar con ella.

-Hola... -saludo a las niñas que acompañaban a Haruko.

Todas farfullaron palabras ininteligibles marchándose y dejándoles solos.

-Me gustaría hablar contigo... -comenzó Hana.

-Estamos hablando.

-Si, pero no ahora. Puede ser después de la práctica. Podemos ir a Danny's -penso que podía invitarla a merendar.

-De acuerdo. -acepto la muchacha.

En ese instante se escuchó la llamada para el comienzo de las clases. Haruko se despidió de él.

Hana al quedar solo dijo:

-Kitsune si no te apresuras, llegarás tarde. -y él comenzó a correr hacia su clase sin volver la mirada a un árbol próximo donde vio ocultarse la negra cabellera de Rukawa mientras hablaba con Haruko.

Rukawa apareció por detrás del tronco, estaba allí cuando vio acercarse a Sakuragi a esa niña y hablarle. Sabía que iba a dormirse en clase, así que se fue directamente a la terraza y se tumbó en el piso, quedándose dormido en pocos segundos.

Cuando llego el primer descanso, Hana subió a la terraza para encontrarse allí con su amigo Yohei, se detuvo junto a la puerta al ver a Rukawa dormido en el suelo. Su amigo no estaba. Se sentó a esperarlo, le separaban del Kitsune unos seis metros, estaba frente a él y podía ver la expresión tranquila y relajada de su rostro.

-¿Por qué  me siento así? -murmuró para si.

-¿Así como? -preguntó Yohei que subió algunos minutos más tarde.

-Confuso... -reconoció Hanamichi.

-¿Es por él? -preguntó mirando en dirección al durmiente.

-No. Es decir, creo que no. Soy yo, llevo demasiado tiempo solo y la soledad me pesa, -vió su gesto- si, lo se, eres mi amigo y juntos hemos pasado buenos y malos momentos- ¿Crees que eso debería bastarme? No es suficiente, necesito que me amen, tener una persona a mi lado. Es demasiado pedir.

-No. -Yohei comprendía que su amigo daba una imagen falsa de si mismo, parecía tan feliz, que nadie podía sospechar como se sentía realmente, Hanamichi siempre guardaba para si sus problemas, debía estar muy abatido para mostrar el otro lado de su rostro, el de un muchacho solitario y ansioso de amor- ¡Animo, Hana! Con seguridad que antes de esta noche, estarás de novio, seguramente que tendrás contigo esa persona especial que buscas. -al pronunciar estas palabras Yohei no podía saber que iban a ser proféticas, excepto que él estaba pensando en Haruko.

 

 

 

Después de las prácticas de basquetball Hanamichi hizo un gesto a Haruko, quien asintió. El muchacho se metió rápidamente en la ducha y se aseo en poco tiempo, estaba vistiéndose cuando sintió un leve choque. Se volvió dispuesto a protestar por el atropello, cuando vió los ojos del kitsune fijos en él. Le dio la espalda, dejando por completo descolocado al muchacho de cabellos negros que esperaba otra reacción del pelirrojo. Con él era imposible saber como iba a reaccionar, llevaba unos días bastante extraño. Cada vez notaba más raro al pelirrojo, era la primera vez que evitaba una pelea con él. Ni quiera durante la práctica busco pendencia. Ni decir tiene que todos se aburrieron bastante, porque el pelirrojo amenizaba los entrenamientos con sus gritos y discusiones.

Rukawa recogió su bicicleta y en lugar de ir hacia su casa, se dirigió a Danny's, deseaba que el pelirrojo no cambiara de idea y fuera a otro lugar. Al instante, penso que era algo improbable, pues allí pasaba mucho tiempo con su "ejercito". Les vió llegar y entrar. Ocuparon una mesa junto a la ventana y desde donde estaba podía verlos. En ningún momento se le ocurrió pensar en lo extraño que resultaba que estuviera espiando al pelirrojo o en que momento comenzó a interesarse por él y cuando lo hizo se justifico a si mismo diciéndose que sentía curiosidad, que nada tenía que ver con la conversación que escuchó en la terraza.

Hanamichi condujo a Haruko hasta una mesa junto a la ventana.

-¿Qué te apetece tomar? -le preguntó.

-Una soda. -pidió Haruko.

Sorprendiendo a sus amigos que estaban en unas mesas más allá, Hana se conformó también con lo mismo que pidió la jovencita.

-¿De qué querías hablarme, Hanamichi? -preguntó cuando ya les sirvieron la bebida y no iban a tener interrupciones.

Hanamichi se inclinó para adelante.

Rukawa veía como Sakuragi tomaba por encima de la mesa las manos de la joven y le hablaba.

-Haruko, ¿Qué sientes por mi? -se atrevió a preguntarle después de mirarla embelesado durante largos minutos sin soltarla.

-¿Qué pregunta es esa? Eres mi amigo, un único amigo con el que puedo hablar.

-Yo..., he estado enamorado de ti durante mucho tiempo. Creí que algún día llegarías a quererme como yo a ti -le confeso- Quisiera que fueras mi novia. -hablo de un tirón pidiéndoselo.

-Lo siento, Hanamichi, yo... no sabía que tú... no puedo amarte. -le miraba aturdida por la revelación- Yo amo a otra persona. Lo sabes.

Desde la otra acera observó que ella liberaba sus manos de entre las del pelirrojo. Momentos después salía apresuradamente del local y se perdía calle abajo. Su atención regresó al lado del pelirrojo, este seguía sentado, muy quieto, permaneció allí unos diez minutos antes de levantarse y marcharse también.

Rukawa comenzó a temblar cuando le vió cruzar la calle e ir en su dirección.

-¡Me va a ver!  ¡Me va a ver! -pensó temblando Rukawa, el tronco sobre el que estaba apoyada no le servía de refugio y el rostro contraído del pelirrojo no presagiaba nada bueno.

Sakuragi paso a su lado sin reparar en él, en realidad no podía ver a nadie porque iba llorando, se esforzó por no hacerlo en Danny's donde estaban sus amigos dispuestos a ridiculizarle por el nuevo rechazo, se esforzó por mantenerse sereno, querían acompañarle, un par de cabezazos les convenció para dejarle salir solo, cuando estuvo en la calle dejo que lágrimas amargas cayeran libremente.

Rukawa le siguió preocupado por él. Estaba impactado. Era la primera vez que veía llorar al pelirrojo, comprendía como debía sentirse y al verle tan perdido decidió no dejarle solo. Sus amigos debían estar allí con él -habló consigo mismo- Afortunadamente, él nunca necesitó de nadie, así nunca se sentiría defraudado, él pelirrojo era diferente, siempre alegre, siempre dependiente de sus amigos, riendo o presumiendo. Entendía el dolor de su corazón. Su coraza de hielo comenzaba a resquebrajarse, más él no parecía advertirlo.

Hanamichi camino durante mucho tiempo, hasta que sus pasos le llevaron a un conocido parque.

Al principio, Rukawa se sorprendió al darse cuenta que parecía conocer ese lugar, sus pasos le llevaron hasta un denso conjunto de árboles que daban sombra y esparcimiento a los que por allí paseaban. Él iba a menudo a la cancha que quedaba a sus espaldas para seguir perfeccionando su juego. Dejo la bicicleta y le puso la cadena para evitar que alguien se la llevara.

Despacio, avanzo hasta el árbol de sakuras donde el pelirrojo se había sentado. Él parecía ignorante de su presencia. Tenía las piernas encogidas y la cara oculta entre ellas.

Se sentó a su lado y esperó que levantará el rostro, al ver que seguía sin advertir su presencia, su mirada se posó al frente, sorprendido vió la cancha donde él practica todas las tardes, y supo que para Sakuragi no era la primera vez que estaba en aquel sitio. Ahora sabía que aunque se le veía destrozado por la pena, tenía idea hacia donde dirigirse. Algo dentro de si le hizo saber que Hanamichi buscó refugio para su apenado corazón, en un lugar que era habitual para ambos.

Ya no dudo más, su brazo se cruzo por su espalda y lo atrajo hacia su pecho. El sobresalto de Hanamichi, duró apenas un instante, sus puños prontos a golpear se abrieron relajando sus manos al reconocer a Rukawa a través de sus lágrimas, permitió que sus brazos le rodearan y le atrajeran contra si, quedando sorprendido por la suavidad de su abrazo y el cálido pecho que le brindaba.

-¿Por qué todas me rechazan? -sollozo el pelirrojo- Creí que con Haruko sería diferente. Solo me ha visto como un amigo -ahora lloraba abiertamente, sus lágrimas caían a raudales por sus bellos ojos mojando la fina tela de su camiseta- ¿Por qué no le gusto a ninguna? Soy feo ¿verdad? -preguntó con total inocencia.

-Es absurdo que preguntes eso, eres el ser más bello que hay sobre la tierra -ponderó Rukawa asombrándose a si mismo al escucharse decirlo.

Hana abrió mucho los ojos sorprendido por su declaración.

-¿Entonces por qué?

-Son tontas. -afirmó Rukawa- Tienen miedo de tu fama.

-¿Mi fama? No soy tan bueno jugando. Es a ti al que aclaman siempre.

-Tu fama de pandillero. -le aclaró.

-¡¡Ahh, eso!! -Sakuragi permanecía en los brazos de su kitsune, era tan agradable sentir el calor de su cuerpo, y el aroma que desprendía su ropa era una mezcla de colonia y jabón. Aspiró con fuerza para impregnarse de él.

-¿Qué... que haces? -

-Me gusta tu olor. -declaró sin rubor.

-A mi me gustas tú -manifestó, al oírse expresarse en aquellos términos tuvo la extraña sensación que no era él quien hablaba así y que Sakuragi le apartaría de su lado de un empellón.

Hana no le alejó, sino que buscó mejor acomodo, y que lugar más deseable que el regazo de Rukawa, su mejilla se apoyo en el hueco de su hombro, pasando sus brazos alrededor de su cuello, enlazándose en la nuca del kitsune dejándose consolar con su cercanía.

Kae sentía su respiración en su cuello, cálida y burbujeante, su sangre circulaba tumultuosa en sus venas. Desde cuando el pelirrojo le hacia sentirse así. Le estrecho más junto a él, un brazo rodeando sus hombros, mientras su mano libre se deslizaba a lo largo de su espalda, en un gesto consolador.

-Tu también me gustas, Kaede -murmura junto a su oído, añadiendo turbado- Mucho.

Su nombre en sus labios le resulto delicioso y sintió la necesidad de besarlos, con suavidad acariciño el contorno de su rostro, sus dedos abarcaron su barbilla girando su cabeza hacia él, sus miradas quedaron prendidas una de la otra, en ambas había un sentimiento contenido que brotaba de sus corazones y pugnaba por escapar.

-Te amo, Hana -musito junto a sus labios.

-Te amo, Kaede -llevo su mano hacia su rostro y le acarició con ternura, supo que le amaba, un sentimiento fuerte que intento ocultar, aprisionar en su corazón, se declaró a Haruko con la esperanza de dejar de sentir aquello, ahora lo dejaba en libertad porque él también le amaba.

Sus labios se rozaron, en un beso dulce, cálido, una breve toma de contacto que estremeció sus corazones. Se apartaron y se miraron a los ojos, deslumbrados por las sensaciones que aquel sencillo roce les había provocado.

Hana vislumbró una suave sonrisa, como el aleteo de una mariposa en los labios de Kaede. Su kitsune sabía sonreír. Sus manos, tras su nuca presionaron levemente para acercarlo a él.

Rukawa no necesito más apremio que ese, sus labios presionaron los de su Hana, aprisionando el inferior del pelirrojo entre los suyos, mordisqueándolo con lentitud, suavemente, sintiéndolo pulposo, tierno, adorablemente delicioso, la punta de su lengua, golosa y ávida, se desliza por sus dientes, regocijándose con el dulce sabor de su Do'aho.

Hana suspiro estremecido e invadido por sensaciones tan placenteras que gimió entreabriendo su boca permitiéndole un mayor acceso. El beso encendió aún más sus sentidos, se volvió más profundo, más apasionado, entablándose una lucha, inevitable entre ellos, para hacerse con su control, prolongando la intensa caricia hasta que se separaron faltos de aire, jadeantes y placenteramente trémulos.

-¡Delicioso! -murmura Kaede mientras Hana escondía su rostro ruborizado en su cuello.

-¿Quieres ser mi novio? -preguntó anhelante Hana junto a su oído, con voz sensual y cargada de ansiedad. Sabía que no iba a poder soportar otro rechazo, dos en un mismo día eran demasiado incluso para él.

-Si... -respondió Kaede. Ese beso le pedía mucho más, sin embargo no presionó al pelirrojo, solo haría lo que él quisiera.

-Se esta bien aquí... contigo -Hana dejo escapar un suspiro de alivio, al mismo tiempo que echaba hacia atrás la cabeza para mirar por encima de la copa del árbol el cielo estrellado- Es hermoso...  como tú... -añadio.

Kaede levantó la mirada, a través de las ramas veía centellear en el firmamento las estrellas.

-Mira una estrella fugaz -señalo Hana alzando el brazo y señalando un punto del cielo.

-Pide un deseo -formulo Kaede cerrando sus ojos.

Hana le imito.

-¿Qué has pedido? -preguntó al cabo de unos segundos.

-Te lo diré si se cumple -dijo Hanamichi frotando su nariz contra su pálida mejilla.

-Yo también... -decidió Kaede.

La noche se les hizo corta, hablando quedamente, estrechamente envueltos en sus brazos, intercalando besos y caricias, risas y tristezas, aprendiendo a conocerse, descubriendo secretos y esperanzas, confiando sus penas y alegrías el uno al otro.

Con la primera claridad del nuevo día, Kaede cerró un instante los ojos y se quedo dulcemente dormido en los brazos de su enamorado, quien sin esfuerzo se levantó con él dispuesto a llevarlo a su casa. Vió la bicicleta de Kaede, con cuidado le montó en ella, colgó de los manillares sus bolsos, y apoyando a Kaede en su espalda, condujo despacio para no despertarlo.

Hanamichi vivía en un pequeño apartamento, constaba de un dormitorio, un aseo, una cocina pequeña y un  diminuto salón, donde había una mesilla baja y muchos almohadones por el piso de madera. Junto a la entrada se descalzo y cargando a su dormido novio le llevo sin dificultad hasta su dormitorio. Le recostó en el lecho, estaba tan profundamente dormido que no se entero cuando le desvistió dejándole solamente con sus bóxer negros.

Llevo las zapatillas de Kaede junto a las suyas, después recogió sus bolsos, aseguró la bicicleta con su cadena y regreso al lado de su Kitsune. Afortunadamente ese día era sábado, el entrenamiento era por la tarde y tenían toda la mañana para descansar. Se desvistió quedando solo con el bóxer de color rojo que llevaba. Se metió bajo las sabanas, junto a su Kitsune, Kaede aún dormido se oprimió contra él, pasándole el brazo por su cintura.

Hana beso suavemente sus labios, aún dormido Kaede medio respondió a la caricia acurrucándose junto a él. Poco después los dos dormían absolutamente satisfechos con el contacto de sus cuerpos, como si ese fuera su destino, encontrarse finalmente para valorar la felicidad que les esperaba juntos.

 

 

 

Rukawa despertó y abriendo los ojos miró aturdido a su alrededor por no saber donde estaba. Aun se encontraba bajo los efectos del sueño, entonces vió a Hana que dormía placidamente usando su pecho de almohada. Se relajo, al comprender que estaba en su casa, una sonrisa asomó a sus labios, embelleciendo aún más su pálido rostro. Levantó la mano y acarició la sedosa cabellera.

-Kitsune... -alzó el rostro, sus miradas quedaron presas una de la otra, se alzó lo suficiente para alcanzar sus labios- Buenos días, Kaede -murmuró a escasos milímetros de su boca aunque pasaba del mediodía.

-Buenos días, Hanam...grr -pudo decir antes de sentir como se apoderaba de sus labios y le besaba. Sus manos acariciantes se movieron a lo largo y ancho de su espalda, disfrutando el beso y respondiendo con ardor a su caricia.

Hana sin dejar de besarle, se situó encima de él frotando sus caderas contra las suyas, siendo consciente de la reacción de su Kitsune.

Era delicioso ver su rubor.

 

 

 

Esa tarde durante el entrenamiento, estaban en los segundos finales de un partido de práctica, sus compañeros y entrenadores quedaron gratamente sorprendidos cuando Hanamichi le pasó el balón a Kaede que se encontraba en mejor posición para encestar, este sin un titubeo lo recogió y con ágil salto lo envió hacia el aro, entrando limpiamente, tras ese tiro, el partido término.

-¡Buena jugada, Sakuragi -elogio el profesor Anzai, que esa tarde decidió estar presente, dándose cuenta que por fin el pelirrojo empezaba a comprender que para ganar debía olvidarse de las rencillas y contar con todos sus compañeros.

Sakuragi corrió hacia él,

-Gracias, Gordito... Soy un tensai. -su mirada resbaló unos segundos por el hermoso cuerpo que se acercaba con paso zorruno, vió su rostro cubrirse de un suave rubor- ¡Jajajajajajaja! -su risa lleno todo el gimnasio. Sus amigos se alegraron al verle tan contento.

-¡Do'aho!... -exclamó Rukawa pasando por detrás, la expresión en sus labios tenia ahora una connotación afectiva más que ofensiva, algo que solo ellos lo sabían.

Akagi y los demás quedaron muy sorprendidos cuando Hanamichi ignoró el comentario de Rukawa. ¿Qué estaba pasando allí?

-¿Le has escuchado? -preguntó Yohei acercándosele tan perplejo como los demás jugadores.

-No voy a molestarme -se encogió de hombros, dirigiéndose hacia los vestuarios.

Yohei sacudió la cabeza, decididamente, Hanamichi parecía otro. El rechazo de Haruko le había trastornado.

-Te esperamos a la salida. -el resto de su ejercito estaba ya en la puerta de salida del gimnasio- Vamos a comer a Danny's -le invitó Yohei.

-No puedo... yo.... -se llevo la mano a la cabeza, aturdido- tengo otro... compromiso. -su mirada se poso en un punto por encima del hombro de su amigo.

-¿Has quedado con alguien?

-Nani...?... yo... sou da (así es) .... -reconoció sin encontrar una excusa plausible.

-Enhorabuena -le felicito, dándole un fuerte abrazo, Yohei se sentía feliz sabiendo que por fin una chica le tomaba en serio- ¿Cómo se llama?

-¿Quién? -preguntó despistado.

-¿Cómo quien? La chica -aclaró.

-¿Qué chica? -miró desconcertado a su amigo.

-¡Hanamichi! -grito Yohei exasperado.

-Hai... -le miró con expresión inocente.

-La chica con la que vas a encontrarte -hablo despacio.

-¡Ahhhhh! ¡Esa chica....! -aterrizo al comprender la confusión de Yohei, como decirle que su intención era pasar el resto de la tarde con un chico, y que se trataba de Rukawa- Bueno..., no lo diré.... -tuvo una inspiración repentina- Quiero estar seguro que todo ira bien. Si digo su nombre y luego no seguimos juntos, es malo para... los dos -concluyo sonriendo feliz con su estratagema.

-Ayer llorabas por Haruko -le recordó Yohei.

-Por eso no diré ningún nombre.

-Como quieras -respeto su decisión- Adiós.

-Adiós, Yohei.

-Te llamaré a casa para saber como te fue.

-Bueno... -recordó algo importante- Mejor llamo yo. -no estaba seguro donde pasaría la noche.

-De acuerdo. -Yohei se marcho definitivamente.

Antes de entrar al vestuario, salían Kogure y Mitsui. Últimamente iban juntos a todas partes. Al pensarlo, se les quedo mirando aturdido. Kogure y Mitsui. Mitsui y Kogure. Sacudió la cabeza con gesto divertido.

-¿Ahora te ríes solo? -preguntó Mitsui hosco al ver que les obstruía el paso.

-¡Jajajajajajaja! -su risa repiqueteó una vez más por todo el gimnasio-Enhorabuena chicos. -dijo dejándoles aturdidos después de abrazarles al mismo tiempo que acercaba sus cabezas en un apretado abrazo. Sus miradas se cruzaron aturdidas.

Mitsui miró al pelirrojo que se internaba entre las taquillas, luego se volvió hacia Kogure.

-Lo sabe. ¿Cómo ha podido...? -preguntó al quedarse solos.

-No lo sé. Vamonos. -al parecer no fueron tan discretos como pensaban.

Hanamichi no se sorprendió al ver que no quedaba nadie, excepto Kaede que seguía bajo la ducha. Se desvistió y fue a reunirse con su novio.

-Te has demorado, Do'aho -murmuró Rukawa al sentir sus brazos alrededor de su cintura.

-Yohei me entretuvo.

-¿Es ese amigo tuyo? -inquirió un poquito celoso.

-Si. Cree que esta tarde estaré con una chica.

-Le dirías que si. -murmuró apoyando su espalda contra su pecho.

Una vez más Hanamichi rió escandalosamente.

-Me conmueve tu franqueza. -los dos sabían que no estaban preparados para exponer a la opinión publica sus sentimientos. Solo deseaban seguir juntos, sin agobios ni presiones- ¿Sabías que Kogure y Mitsui andan juntos?

-Si.

-¿Cómo...? ¿Cuándo...? -preguntó curioso.

-Les sorprendí besándose en las taquillas. Hará unos dos meses.

-¡Tanto! -dio un silbido de sorpresa.

-¿Do'aho?....

-Dime.

-Vamos a seguir hablando o....

-O...¿Qué? -preguntó divertido.

-Empleemos el tiempo en algo más entretenido.

-¿Te parece suficientemente entretenido limpiar el gimnasio? -preguntó con una expresión angelical.

-¿Qué...? -se volvió colocándose frente a él, sus brazos se enroscaron alrededor de su cuello- ¿Estamos castigados otra vez? -preguntó perplejo porque ni pelearon ni discutieron, era la primera vez que jugaban en equipo.

-No, le cambie a Ryota su turno. Quería ir al cine con Ayako, no podía negarle el favor. -le miró buscando su comprensión.

-¿Qué hacemos aquí mojándonos?

-Retozar un rato. -murmuró provocador.

Rukawa rió al escucharlo y Hanamichi lo miró embelesado. Verle sonreír era agradable, oírle reír así era doblemente grato a sus oídos.

 

 

 

Pasaba de medianoche cuando terminaron de limpiar el gimnasio, antes de hacerlo, estuvieron jugando un uno a uno, y cuando concluyeron recogieron los balones y pasaron la fregona, sudados y cansados se dirigieron a las duchas, de allí fueron a casa de Kaede.

-Ven a mi casa -le pidió Hanamichi.

-Necesito ropa para cambiarme. -alego Kaede.

-No estoy hablando de esta noche.

-¿Estas seguro? -Sus ojos le miraron a través de los mechones sobre su frente.

-Si. ¿Quieres?

-Si.

A partir de esa noche en que Hana y Kaede han reconocido sus sentimientos para ellos comienza una nueva vida, una vida que han decidido compartir en todos los sentidos, manteniendo ambos una maravillosa relación como pareja.

Kaede recoge de su casa todas aquellas cosas imprescindibles, que iba a necesitar diariamente, detrás de él, el pelirrojo le va alcanzando distintos objetos y prendas.

-No. -dice Kaede- no... -repite al instante- no... no... tampoco... ese sí, -le arranca de entre los dedos pulgar e índice uno de sus boxers favoritos. La tela tiene un estampado de pequeños zorritos.

Hanamichi ríe a su lado, abrazándole divertido.

-Me gustaría verte con ellos puestos -le susurra al oído- Mejor aún, sin ellos estarías mucho más guapo.

Su voz melosa y dulzona le produce un estremecimiento, más aún no puede evitarlo cuando siente la suave caricia a través de la tela.

Gira su rostro hacía él y le besa, no recuerda en que momento cayó sobre el lecho, ni cuando se despojaron de sus ropas, solo conserva el maravilloso recuerdo de su cuerpo junto al suyo, de sus gemidos, de sus caricias, de la extraordinaria sensación de poseerle y de ser poseído.

 

 

 

La llegada a la preparatoria de la pareja conflictiva juntos, provoco corrillos y muchos sofocos, las chicas suspiraban por el moreno, sin que este les dirigiera ni una sola mirada. Hanamichi caminando a su lado con expresión satisfecha, comprendía porque Rukawa siempre ignoró a sus porristas y admiradoras, él era suyo. Ninguna chica podía arrebatárselo, pero un chico..., ese maldito Sendoh que siempre estaba desafiándolo con esa sonrisa idiota, en demasiadas ocasiones le vió mirarle con ojos tiernos.

-Kitsune...

-Hai?

-¿Qué opinas de Sendoh?

-Es un idiota.

-Estoy de acuerdo -sonrió feliz al escucharle.

Rukawa miró a Hanamichi y en sus ojos descubrió más cosas que con sus palabras. Su Do'aho estaba celoso, pensaba acaso que podía gustarle otro hombre. Al pasar junto a la puerta de los aseos, le tomó del brazo y lo arrastró dentro, afortunadamente esta vacío.

-¡¡Qué demonios!!! -grito sorprendido.

-¿Estas celoso? -inquirió serio.

-¿Qué dices? -intento negarlo. Si furiosamente celoso -reconoció para si.

-Yo también estoy celoso -reconoció- De ese amigo tuyo, siempre estas con él.

-¿De Yohei? Es como un hermano, nos conocemos desde -hizo memoria- podría decirse que desde la cuna -rió- Nuestras madres eran amigas y siempre nos dejaban juntos mientras ellas trabajaban. No tienes que tener celos de él.

-Ni tu tampoco de ese...ese..

-Puercoespín... -le ayudo Hana dándole el mote que se ajustaba perfectamente a Sendoh.

-De ese Puercoespín. -sonrió al oírle llamarle así. Acarició su mejilla con ternura- Nunca me gustaron los hombres, excepto tú, sólo tú. -le beso tiernamente.

La llamada a clases se dejo oír. Se separaron mirándose sin aliento.

-Te amo, Hana.

-Te amo, Kaede.

A partir de ese día se acostumbraron a verles llegar y marchar juntos. Yohei seguía con curiosidad la amistad de Hanamichi con Rukawa. Hana seguía viendo a sus amigos, más no con la frecuencia de antes, sus apariciones en Danny's muy raras, cuando aparecía por allí, Yohei y los demás le interrogaran al respecto, les decía que tenía otros compromisos, le preguntaban por la chica con la que se veía. Hana no sin renuencia les contaba que salían a pasear por la playa o que iban al parque a practicar, así se enteraron que también jugaba al basquetball.

Una mañana, algunas semanas más tarde, aprovechando un descanso, Yohei consiguió acercarse a Hanamichi antes que Rukawa acaparará su atención y le llevo hacia el parque lejos del bullicio de los jóvenes que disfrutaban del primer descanso de la mañana.

-¿Me dirás como se llama? -espetó de pronto Yohei

 -¿Quién?

-No te hagas el tonto, se que vais en serio. Anoche te vi.

-¿Me viste? -preguntó sorprendido porque sabía que no se acercaba a la verdad. Seguía creyendo que iba con una chica.

-Si. La llevabas muy abrazada, ella apoyaba su cabeza en tu hombro.

Hanamichi no tuvo dudas de que efectivamente les había visto, su Kitsune se sentía destemplado cuando paseaban por la orilla del mar, la temperatura descendió al atardecer y el aire marino llegaba frío.

 

Recuerdo

Él rodeo sus hombros con su brazo, mientras él pasaba el suyo por su espalda, su mano se aferraba a su cintura, pegado a su costado, transmitiéndole su calor, su cabeza apoyada en su hombro, donde sus labios le daban suaves besos en el cuello que entrecortaban su respiración.

-Regresemos -murmuró al sentir que temblaba en sus brazos.

-Un rato más, por favor. -le pidió.

La oscuridad empezaba a ser notoria y nadie quedaba a la vista de ellos. La luna se reflejaba en el mar, como si fuera un espejo que fluctuaba con la marea.

-Cinco minutos -dijo deteniéndose, abarcó su rostro con las manos, acarició sus mejillas pálidas y frías para darlas calor con sus pulgares- ¿Qué tiene el mar que te atrae tanto, Kitsune? -preguntó.

-Me recuerda a mi mamá -dijo Rukawa con la voz de un niño desamparado- Ella me llevó a pasear una tarde -su voz emocionada por el recuerdo se entrecortó- Fue  nuestro última salida. Estaba enferma y ya no se recuperó.

-Lo siento, Kaede. No sabía. No estés triste, por favor -le pidió.

-No lo estaré si estas conmigo.

-Nunca te dejare.

Le beso. Fue como una promesa de amor eterno, un pacto que sellaron esa noche.

Fin del recuerdo

 

-¡¡Hana!! -le sacudió al verle con la mirada perdida nuevamente.

-Dime... -le miró.

-¿Vas a seguir negándome que no sales en serio?

-No.

-Bueno, es un logro lo reconozcas, vamos progresando. -sonrió Yohei satisfecho de conseguir que su amigo se mostrara más dispuesto a hablar - Esa chica...

-No salgo con ninguna chica -admitió Hana interrumpiéndole.

La sonrisa se borró del rostro de su amigo.

-Vamos, amigo, no puedes negármelo. Os vi. Seguro que no es de esta escuela, porque no hay ninguna chica, tan alta y morena y que juegue al basquetball. Tiene que ser de May... -su mirada se poso en un joven alto y delgado de cabellos negros, Kaede estaba lo suficientemente cerca para escuchar y saber que Yohei empezaba a comprender, con total seguridad rodeó la cintura de Hanamichi apoyando su barbilla en su espalda, él enlazó sus manos con las suyas. Aquella era una declaración de sus sentimientos ante Yohei. Allí estaban solos los tres, lejos de miradas indiscretas.

-Te he buscado por toda la escuela -murmuró junto a su oído.

Hana vió que su amigo quedaba en shock al verles juntos.

-Ya me has encontrado -rió como si se hubiera librado de un peso. No le gustaba engañar a Yohei, él ahora sabía que estaban juntos.

-Estabas enamorado de Haruko -murmuró desconcertado su amigo.

-Creí estarlo. Me obstiné con ella. Me obcequé. Fui un idiota.

-Hace tres meses te animaste a declararte. -no comprendía porque ese cambio tan radical y menos aún se trataba de su rival. Si no se soportaban y siempre estaban a la gresca. -penso aturdido ante la certeza que Hanamichi estaba enamorado de un hombre y no de cualquiera sino de Rukawa- ¿Por qué ese....ese...?

-Si, Do'aho, ¿Por qué? -él también sentía curiosidad, Hana poco después de ser rechazado le confesaba que le amaba.

-Pensé que si Haruko aceptaba me ayudaba a librarme de la atracción que sentía por ti -confeso volviéndose hacia él, le miró con devoción- Te ame desde el principio, solo que no fui capaz de reconocerlo.

-Llorabas porque te rechazo. -recordó Rukawa.

-Ella me dijo que amaba a otro, sabía que eras tú y que no tenía ninguna oportunidad contigo.

Si Hana era feliz junto a un hombre, él lo apoyaría en todo, estaría a su lado siempre. -decidió Yohei yéndose. Él nada tenía que hacer allí.

-Durante mucho tiempo creí que tú... me odiabas.

-Nunca me lo pusiste fácil, Hana. No podía declararme a ti. Me hubieras matada a golpes.

-Perdóname, he sido un torpe, un idiota -se lamentó Hanamichi.

-Lo pensaré -dijo fríamente.

-¡Teme, Kitsune!!! -grito el pelirrojo.

-¡Do'aho! Mi adorado Do'aho -murmuró abrazándole.

-Me asustaste -correspondió a su abrazo, restregando su mejilla contra la suya.

-No te librarás de mí tan fácilmente.

-Quiero vivir siempre contigo -manifestó Hanamichi.

 

 

 

Durante tres maravillosos años pasearon su felicidad por Kanagawa. En la duela formaban una dupla invencible, como si ambos se leyeran los pensamientos, sus jugadas llevaban al equipo a la victoria, fuera de ella, se mostraban como lo que eran dos chicos enamorados ignorantes de las trampas que la vida o su propio destino les tenía reservado. Terminaron sus estudios en la preparatoria y comenzaron la universidad.

Su cómoda y feliz existencia junto a Kaede se quebró cuando este le dijo que le daban una beca para estudiar y jugar al basquetball en la NBA, era su sueño hecho realidad. Hanamichi se derrumbo al saberlo, Kaede era como el aire que necesitaba para respirar, la separación le parecía una crueldad, se moriría sin él. Sus amigos y compañeros intentaron animarle, Kaede sufría por su partida, le prometió que buscaría un hogar para los dos, que se reunirían en pocos meses y que nunca más se separarían.

Hanamichi le despidió en el aeropuerto con ojos llorosos a pesar de sus intentos por contener las lágrimas.

-No llores, Do'aho. Conseguirás que lo hagamos juntos. -lo estrecho contra su pecho- Te amo... te amo... -le susurró junto a su oído- recuérdalo siempre. Te escribiré todas las noches antes de acostarme. Te lo prometo.

-Y yo contestaré todas tus cartas -prometió suspirando.

-Te llamaré pronto, Hana.

Se escucho la primera llamada para subir al avión.

-Kaede...

-No quiero que te marches... no me interrumpas... -sonrió con tristeza- pensando que estaré destrozado. -Era consciente que era así- Este ha sido siempre tu sueño y estoy contento porque lo cumplirás. Eres el mejor jugador de Japón, demuéstrales que también lo eres en el mundo entero y que pronto la dupla de oro derrotara a todos. -sonrió ante sus jactanciosas palabras. Estaba haciendo un gran esfuerzo para mostrarse animoso.

-Gracias, Hanamichi -le beso sin importarle que no estaban solos. El ejército de Hana que estaba allí empezó a abuchearlos riéndose de ellos.

-Tengo un regalo para ti. -dijo Hanamichi.

-¿Un regalo? -le miró sorprendido.

-¿Seguirás siendo mi novio?

-No importa la distancia que nos separe, siempre seré tu novio. -sintió que dejaba un objeto en su mano. Miró, era una cajita cuadrada primorosamente envuelta en papel dorado y con un lazo rojo.

-Es para ti. Ábrelo cuando estés en el avión. ¿Si?

-De acuerdo.

Escucharon una vez más la llamada a los pasajeros, esta vez era la última. Con pesar se separaron, entonces se les acercaron sus amigos, Kogure y Mitsui, Ryota y Ayako, Yohei y el ruidoso grupo de amigos de Hana, Akagi y Haruko, el profesor Anzai, y también las amistades que forjaron en la universidad.

Rukawa comenzó a caminar por el pasillo hacia el avión, antes de doblar se volvió y levantó la mano en señal de despedida. Hana contesto a su saludo y cuando el muchacho desapareció de su vista, se volvió y dejo que las lágrimas cayeran libremente.

Yohei le ofreció su hombro e intento calmarle.

Poco después de que el avión levantará vuelo, Rukawa dejo de mirar por la ventanilla, la tristeza por la separación le embargaba, también era consciente que podían pasar muchos años antes que regresará a Japón.

Miró la cajita que apretaba en su mano. No supo porque la desenvolvió cuidadosamente, procurando no romper el papel, ni deshacer el bonito lazo, era un estuche azul. Lo abrió y se sorprendió al ver un anillo de plata, con delicada escritura Kanji en su interior. "Te amo, Do'aho", recordó haber visto el brillo del anillo en el dedo de Hanamichi cuando le despidió. Entonces no reconoció lo que era, supuso y con razón que él llevaba uno idéntico al suyo, con una inscripción parecida "Te amo, Kitsune" Rukawa no se equivocaba. Se puso el anillo y lo contemplo feliz.

Era un compromiso formal. Hanamichi y Kaede, Do'aho y Kitsune, siempre serían uno. Con ese pensamiento se recostó en el asiento y se quedo dormido.

Nunca pasó por su mente la idea de no volver a verle.

 

Continúa.... 

  

Notas finales:

Autora: Os ha gustado? Seguirán juntos? A pesar de lo mucho que me gustan, siempre les hago sufrir. ¿Por qué será? En el próximo episodio sabremos que ocurre con ellos. Bye. 


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