Diario de un drogadicto.
Capítulo 1: Me lo advirtieron.
Droga,
bicicleta mágica,
voladora,
serpiente voraz
y brava.
A veces
ingrata eres,
más tu desnudez
carcome
los corazones
y sentimientos
del ser más duro,
poderoso
y altísimo
que existe.
16 de Julio
Me lo advirtieron. Pero ese día me encontraba desesperado. Las peleas, los gritos, los abusos, la tristeza, los reproches, las comparaciones, todas ellas caían una tras otra sobre mí, ya no quería escuchar nada, no quería sentir nada, solo quería dejar mi mente volar, volar, aunque sea un segundo, volar lejos de aquí, el pito encendido pasaba frete a mis ojos tentándome a probarle, no tenía nada que perder, fue lo que pensé en ese momento. Y realmente, no tenía nada que perder…
Le di una probada, no estaba nada mal, de pronto me sentí relajado, como si fuera más liviano, como si varios de mis problemas se esfumaran, al igual que el humo gris exhalado por mis pulmones, perdiéndose en el exterior de ellos, desvanecido e imperceptible. Quería seguir sintiéndome de esa manera. Volví a inhalar esa esencia fantástica y envolvente, recibiendo otra vez una oleada de relajo y olvido. En ese momento no supe lo que era un problema, todo lo malo se arrancaba de mi cuerpo y yo me sentía cada vez “mejor”, pedí más, más, y más, lo necesitaba, no quería volver a mi realidad, esta asquerosa y cruel realidad que me ha tenido atrapado toda mi vida, no quería sentir tristeza, abandono, no quería sentir los golpes, ya no quería…
Entonces perdí el conocimiento, había fumado y bebido hasta la madrugada. Cuando desperté laxo sobre el piso, las ganas de vomitar me invadieron y a pesar de encontrarme en esas condiciones, revuelto entre mareos y vómitos, aun sabiendo el “regaño” que me darían en mí “tierno hogar”, debido mi libertinaje la noche anterior, no me arrepentía, no, ¿cómo podría arrepentirme? Al contrario, deseaba repetirlo, una y otra vez hasta caer nuevamente en la inconsciencia.
18 de Julio
Ayer me dieron una paliza que jamás olvidare. Mi padre me golpeo salvajemente, mientras mi madre le alentaba, creo recordar algunos de sus gritos: “Pégale más fuerte, ¡más!, para que escarmenté, pégale, pégale” repetía esa mujer que me pario, yo estaba tendido en el suelo escupiendo sangre de mis encías rotas, cuando él me tomo del cabello y alzo mi cabeza hacia arriba para que le mirase.
—Escúchame bien, hijo de puta, ve arriba y arréglate. Te llevare a “trabajar” —Me dijo haciendo rechinar su amarilla y asquerosa, dentadura.
“Trabajar” yo ya entendía muy bien lo que pasaba cuando el pronunciaba esas palabras. No podía negarme a su orden. Subí las escaleras hasta llegar a mi habitación, tomé una toalla, y luego a la ducha, tenía que quedar “limpio”, eso era lo que me decía cada vez que me llevaba a trabajar. Me vestí lo más rápido que pude pues él ya se estaba desesperando, tape mis moretones con maquillaje, y baje las escaleras.
—Ya te habías tardado-Externo haciendo rechinar los dientes otra vez, desde que tengo memoria, él había tenido esa mala costumbre. — ¡Vamos! —
Yo solo le seguí. Caminamos hasta llegar al mugriento cacharro que él hacía llamar auto. Después de unos minutos de viaje llagamos al destino, esta vez se trataba de una casa muy grande, bonita y lujosa.
—Aquí es— me indico, como si yo no supiera que ese era el lugar— Este hombre es un muy acaudalado empresario, trátalo bien, pues no sabes lo mucho que ha pagado por ti, Te recogeré mañana a la misma hora de siempre. Has un buen trabajo- me empujo del auto y se fue, dejándome a solo unos pasos de aquel hombre y este esperaba frente a la puerta de su lujosa mansión, una puerta blanca grande y bien decorada, su rostro arrugado era adornado por un bigote sobre esa lujuriosa sonrisa con la que me miraba.
Creo que olvide mencionarlo ¡Oh! Claro olvide hacerlo. Ese desgraciado que se da el lujo de hacerse llamar mi padre, ha estado vendiendo mi cuerpo a variedad hombres, todo ellos ricachones de buena fortuna, que no les temblaban las manos para entregar una “pequeña” suma, mientras se pudiesen acostar con una “perra” de rostro bonito y buenos movimientos. De esa manera mi padre solventa su vicio, alcohol y cigarros. A mi madre le da dinero para que cierre su boca y no le moleste. Suerte de esos desgraciados tener un hijo deseable. Mientras que yo, no obtengo el más mínimo centavo por mis “trabajos”.
Obviamente me presente frente al varón, a ellos les gusta conocer el nombre de quien se acostará con ellos, de esa manera te llaman cuando están a punto de eyacular sobre tu cuerpo, o dentro de él, esos son detalles.
—Mucho gusto Adrián —Sonrió, al tiempo que extendía su mano, esta quedo suspendida en el aire unos segundos, al poco rato le sonreí con cinismo y apreté su palma entre las mías —Entonces empezamos de inmediato —Dictamino, abriendo la puerta para permitir mi ingreso.
—Como usted diga señor —Respondí resignado, hace tiempo que estoy resignado a esto. Le seguí por un largo pasillo al final de unas escaleras, llegamos una habitación espaciosa, una cama se encontraba en medio de ella, tenía un ventanal grande pero no se filtraba luz atreves de él, pues unas cortinas sumamente oscuras le cubrían.
¡Oh! supongo que también había olvidado mencionarlo. Mi nombre, yo soy Adrián Lenz. Con este punto aclarado, creo que lo mejor es seguir.
Ya conocía el procedimiento, me tendí sobre la cama, espere poco tiempo para que el hombre se entusiasmara, el salto sobre mí, cual león casando una presa resignada a morir, yo relaje el cuerpo, haciendo aún más fácil la tarea, sus manos me recorrían lujuriosamente, al contrario de muchos otros este no quería jugar, me beso un poco en el cuello, luego se deshizo de mi ropa y me estampo con brutalidad contra la cama, no demoro en introducir su erecto miembro en mí, extrañamente angosta, cavidad, sin ninguna preparación anterior, me penetraba de manera salvaje, yo gemía, fingiendo que eso realmente me gustaba, pero no era así.
Luego de un rato eyaculo sin abandonar mi cuerpo, y al haber logrado su primer objetivo saco su miembro del interior, se levantó de la cama y se sentó en una silla que quedaba muy cerca.
—Ven —Me llamo, tenía su miembro afuera y sus piernas estaban separadas. Eso solo significaba una cosa.
Yo entendí muy bien el mensaje y me arrodille frente a su pene introduciéndolo en mi cavidad bocal, observe aquella expresión, a pesar de mantenerse silencioso su rostro mostraba como gozaba aquel acto carnal.
Hizo cuanto deseo con mi cuerpo, después de todo para eso había pagado, me obligo a beber junto a él, mi padre ya había expresado que ese tipo de cosas tenían una tarifa especial, sin embargo yo no dije nada, solo goce el dulce elixir de aquel vodka, para luego observar como mi propio cuerpo era mancillado.
Cuando al fin todo había terminado, me vestí, despidiéndome del hombre. Salí de la habitación.
—Nos veremos pronto —Dijo relamiendo sus labios, yo me limite a agachar la cabeza frente a él y retirarme, seguro mi padre estaría feliz de tener un nuevo cliente, en cuanto a mí, seguiría resignado a ser el burdo juguete de quienes pagaran por tenerme.