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Painting Dreams por hana midori

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Notas del fanfic:

NI KUROSHITSUJI, NI LAS PINTURAS MENCIONADAS AQUI ME PERTENECEN, SON DE SUS RESPECTIVOS AUTORES. ESTO LO HAGO SOLO POR DIVERSION.

Notas del capitulo:

ahora sigue mi nuevo fic.

Espero les guste, pero antes de que se pongan a leer quisiera hacer unas aclaraciones:

yo no se mucho de pintura, ni tampoco de psicologia, asi que si en algun momento escribio algo que ni al caso con la materia, me disculpo de ante mano, y con gusto aceptare alguna correcion y de mas ^^

Y una cosa mas, se que la trama se vera bastante obvia, pero intentare que no sea tan obvia, asi que espero que les paresca interesante.

 

El salón ya estaba casi vacío, los cuadros a medio empezar se veían por toda la habitación, junto con algunas sillas desordenadas.

 

Aunque las clases ya habían finalizado él no se iría hasta terminar su pintura, el pincel se movía con gran facilidad sobre lienzo, como si fuera una danza que sabía de memoria.

 

--¿no te irás a casa Ciel?—la voz de la maestra lo saco de sus pensamientos, dejo momentáneamente de pintar y la miro.

 

--quiero terminar esto antes de irme—le respondió tranquilamente, antes de retomar su trabajo. La joven observo el cuadro, era un extraño bosque, casi en su totalidad rojo. En el centro de este había una especie de esfera de energía, y un lago debajo de ella, en lugar de reflejar la esfera lo que se veía era la luna. También noto que una persona veía la escena.

 

*Reflejo Lunar de Remedios Varo*

http://img851.imageshack.us/content_round.php?page=done&l=img851/3104/reflejolunarremediosvar.jpg

--es…algo lúgubre ¿no crees?—el niño no se molesto en contestar, la verdad no le interesaba  lo que la gente pensara de su arte, a él le gustaba y era lo único que realmente importaba.

 

--si lo desea maestra Luisa yo puedo cerrar, me han dejado hacerlo en otros cursos—le dijo al darse cuenta que la mujer se quedaría.

 

--no, está bien, de todas formas no tengo prisa—arrastro una silla y tomo asiento junto a Ciel. Este se sintió un poco incomodo pues no le agradaba que la gente lo mirara fijamente, pero a los pocos minutos se olvido de la presencia de la muchacha. Estaba a punto de dar por terminada la pintura cuando nuevamente la profesora lo llamo.

 

--¿no se enojara tu tía?

 

--no, ella siempre viene por mí una hora después. —le contesto arrastrando un poco las palabras, cosa que no paso desapercibida por Luisa.

 

--¿sucede algo?—pregunto un poco preocupada, dándose cuenta que el cuadro ya estaba finalizado ya que el menor empezó a lavar su pincel en agua.

 

--no, solo que ya termine—envolvió el utensilio en un pedacito de tela y tomo su mochila que estaba junto a su silla mientras se ponía de pie. —Nos vemos mañana—se despidió sin voltear a verla,  como queriendo evitar más preguntas. El edificio era de un solo piso, así que en cuanto salió siguió avanzando hasta la avenida, donde pudo distinguir claramente el carro de su tía. Cuando llego hasta el, abrió la puerta del copiloto y se introdujo dentro del auto.

 

--¿Cómo te fue?—le pregunto alegre la mujer de cabellos y ropa roja, sonriendo.

 

--bien, al fin acabe la pintura—le dijo algo cansando, había trabajado unas 2 semanas en la pintura, y el saber que podía iniciar otra lo ponía “alegre”. El vehículo se puso en marcha con suavidad, empezando a tomar velocidad.

 

--algún día debería ir a alguna de tus clases…nunca me dejas ver tus obras.

 

--solo son garabatos en el lienzo—su vista estaba fija en la ventana, observando con detenimiento todo lo que pasaba frente a sus ojos. La mujer le dio un rápido vistazo, con los ojos llenos de pena, muchas veces ella misma le había insistido en que no era verdad pero el niño no parecía cambiar de opinión. Un silencio incomodo se apodero del ambiente, siempre era así, Ciel se mostraba indiferente y por más que intentara entablar una plática esta moría a los pocos minutos, se preguntaba ahora si valía la pena seguir probar.

 

--¿hoy iré con la psicóloga verdad?—se sobresalto un poco pues no esperaba que él hablara.

 

--si, dijo que quería verte más seguido. —un suspiro se escucho, era una pérdida de tiempo, realmente lo era.

 

Para su desgracia llegaron al consultorio de la doctora, este era un edificio blanco, de un piso y con puertas de cristal, las cuales dejaba a la vista la recepción. Ciel empujo una de las puertas, dejándola abierta hasta que su tía entro, a pesar de ser un chico frio tenia bien presente el hecho de que debía tratarse a las damas con caballerosidad.

 

--buenas tardes—le saludo la recepcionista sonriendo, Angelina le correspondió el saludo y después de unas cuantas preguntas más, la chica dirigió su atención a Ciel.

 

--la doctora te espera.

 

--gracias—paso a un lado del escritorio y se metió por un pasillo que lo llevaría a la parte trasera del lugar, se topo con una puerta de madera al final del recorrido, la cual estaba bastante desgastada por el tiempo. Se quedo ahí, mirando la perilla dorada, él deseaba irse de ese sitio, deseaba no tener que hablar con esa mujer… de golpe la puerta se abrió, dejando ver a una persona de cabellos blancos y ojos morados.

 

--oh, Ciel no me había dado cuenta de que llegaste, pasa—le dijo sonriendo, el peliazul soltó un suspiro y arrastrando los pies se introdujo en el pequeño cuarto. Era una típica habitación de psicólogos.

 

--siéntate—señalo un pequeño sillón rojo mientras ella tomaba asiento en uno negro. Una vez instalados y “cómodos” era tiempo de iniciar con la terapia.

 

--¿Cómo te has sentido Ciel?

 

--igual…

 

--¿igual?

 

--si, pero aun sigo sin entender el porqué me mandan a este sitio.

 

--tu tía está preocupada.

 

--mi tía no sabe nada.

 

Luego de ese comentario nadie dijo nada.

 

Ya llevaban aproximadamente 6 meses con “su tratamiento” y no habían logrado ningún avance, en cambio parecían motivar el comportamiento del niño, cosa que preocupaba enormemente a la psicóloga.

 

--¿Por qué dices que tu tía no sabe nada?

 

--porque ella cree saber lo que me pasa, lo que no sabe es que no me pasa nada.

 

--entonces…cuéntame lo que hiciste en los últimos días y así podre decirle a tu tía que no tienes nada—sonrió, el chico mufo molesto.

 

--no use sus juegos mentales conmigo doctora Angela.

 

--¿Cuáles?

 

--esos.

 

Angela suspiro suavemente, sería una hora bastante larga.

 

*****************************************************

 

Angelina esperaba en la recepción, leyendo una de esas revistas que normalmente tiene para entretener a la gente que espera por lo que no vio que su sobrino y la doctora se acercaban a ella.

 

--tía—la llamo Ciel.

 

--ah, Ciel –se levanto de un salto, dejando la revista en el asiento, en ese momento noto la presencia de la peliplata.--¿sucede algo?

 

--quería hablar con usted señorita Angelina…a solas—la preocupación de la pelirroja se noto en su cara.

 

--s-si claro, Ciel quédate aquí.

 

--muy bien—ambas mujeres se fueron a la sala de la que había salido el niño mientras este se sentaba en la silla que su tía había dejado vacía, sacando su reproductor MP3 del bolsillo.

 

Una vez en la otra habitación, Angela se dispuso a hablar.

 

--temo decirle que no podre hacer mucho por su sobrino.

 

--¿eh?

 

--él…se niega a abrirse, además de que en todo este tiempo no he logrado establecer nada con el muchacho.

 

--pe-pero si usted me había dicho que lograría ayudarlo—nuevamente se encontraban en esa situación pues Ciel ya había visto a 3 psicólogos además de Angela.

 

--lo sé, pero es más difícil de lo que yo había previsto…lo siento.

 

La pobre pelirroja se sentía frustrada, ¿es que ni siquiera ella podía ayudar a su querido Ciel?

 

--entonces… ¿dice que nadie podrá ayudarlo?

 

--no, no estoy diciendo eso, digo que yo no podre hacer mucho…me gustaría que viera a alguien mejor que yo.

 

--¿pero dónde? Me dijeron que usted era la mejor.

 

--conozco a una persona…es joven y no muchos lo conocen aunque…creo que él podría ayudar.

 

--¡¿de verdad?!—un rayo de esperanza inundo su corazón,  el sentimiento que había tenido hacia solo unos segundos se había esfumado.

 

--si, venga le daré la dirección y el numero de su consultorio.

 

**********************************************************

 

--ya estamos en casa—anuncio la mujer en cuanto abrió la puerta, no queriendo asustar a su marido. Espero una respuesta pero esta no llego.

 

--parece que no ha llegado—susurro—ven Ciel. —cuando estuvieron dentro cerraron la puerta y corrieron el seguro.

 

--no hay lugar como el hogar ¿no?

 

--supongo—le respondió encogiéndose de hombros, lo que más quería en ese momento era ira a su cuarto y conectarse un rato a la internet.

 

--¿Qué quieres que te prepare de cenar?

 

--lo que sea está bien—se dirigió con paso veloz a la escalera, si se apresuraba no lo molestaría hasta más tarde.

 

--Ciel espera.

 

--¿Qué sucede?

 

--necesito hablar contigo. —le anuncio seria, el niño solo pudo pensar “mala señal”. Se dirigieron a la sala, donde se sentaron en un enorme sillón blanco con cojines rojos.

 

--Ciel…de ahora en adelante ya no veras a la doctora Angela. —tuvo que contener una sonrisa de triunfo para poder poner una cara de sorpresa.

 

--¿Por qué?

 

--porque…veras a un nuevo doctor. —el sentimiento de triunfo se esfumo de golpe, tendría que esperar mucho más para liberarse por fin de esas tontas terapias que solo lo herían mas.

 

--¿Qué tiene de malo la doctora Angela?

 

--nada, nada, pero ella cree que estarás mejor que este nuevo sicólogo.

 

--entiendo—bajo la vista, ocultando su decepción.

 

--Ciel…--la pelirroja tomo las manos del niño—por favor, sabes que queremos ayudarte, te ruego que intentes tomar la terapia. —le rogo con la mirada, el peliazul apretó suavemente las manos de su tía, ella entendió un si en ese gesto.

 

--gracias—le susurro.

 

--iré a hacer tarea—dicho eso se levanto, alejándose de la mujer. Cuando le dio la espalda no pudo evitar poner una cara de tristeza, le había mentido nuevamente.

 

Subió las escaleras con pasos rápidos, y una vez estuvo en su cuarto cerró la puerta con candado. Su habitación no era nada del otro mundo, una cama con sabanas blancas, un escritorio con una computadora y un armario.

 

Sin perder tiempo encendió la computadora. Esperaba impaciente a que esta terminara de cargar y una vez que estuvo abrió el internet. Abrió su correo y casi inmediatamente le llego un mensaje:

 

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

 

Suspiro, era de su “muy querido” amigo Alois.

 

¿Qué quieres?

 

Malo, yo solo te saludaba.

 

Por si no lo sabías esto algo ocupado.

 

Bueno… ¿Cómo te fue con tu loquera?

 

No estoy loco.

 

Lo sé, solo lo decía de broma ^^

 

Realmente ese rubio lo sacaba de sus casillas.

 

Bien, logre que se hartara de mí.

 

¿En serio? Que rápido.

 

No te alegres, me mandaran con otro.

 

Jajajaja parece que tienes trabajo para un rato más ¿no?

 

Supongo.

 

Chateo con él un par de minutos más antes de desconectarse. Le fastidiaba mucho ese tipo de conversaciones,  pues nunca podías ver la verdadera reacción de la persona.

 

Cerró los ojos, como meditando.

 

Te quiero Ciel…

 

--¡Ciel, ya llego tu padre!—grito su tía desde abajo. El niño se incorporo y cerro la pagina, no deseaba que curiosos se acercaran a leer.

 

Bajo de unos cuantos brincos los escalones, topándose con un hombre de cabellos azules, muy parecido a él.

 

--¿Qué te dije de bajar así muchachito?—le pregunto con enojo totalmente fingido.

 

--hola papá—le saludo, sonriendo levemente.

 

--hola Ciel.

 

--la cena esta lista—anuncio Angelina.

 

--vamos querida. —ambos se dirigieron al comedor, donde la pelirroja los esperaba ya sentada. Cada quien tomo el lugar de costumbre pero cuando el mayor paso a un lado de ella, este le dio un tierno y rápido beso en los labios.

 

--¿Cómo te fue Vincent?—pregunto al tiempo en que este se sentaba.

 

--bien, tuve mucho trabajo.

 

--jeje menos mal ¿no?

 

--si, es bueno saber que tengo que hacer—una sonrisa curvo sus labios. Ciel los miraba de reojo, mientras comía, aun no podía acostumbrarse a eso.

 

--¿sucede algo Ciel?

 

--no, nada—le respondió.

 

La cena paso sin prisa. Su tía y su padre hablaban mucho pero él casi no participaba, cosa que de cierta forma incomodaba a los adultos.

 

--termine—dijo mientras se paraba de un salto.

 

--¿algo que necesites?

 

El chico se quedo pensativo.

 

--si, algo de pintura rojo carmín estaría bien…se me termino.

 

--muy bien hijo, mañana te la traigo.

 

Ciel dio media vuelta y se fue.

 

Nuevamente se había encerrado en su cuarto, mas estaba vez no saldría hasta el día siguiente. Se cambio la ropa que llevaba puesta y se puso el pijama. Luego se tumbo en la cama, boca arriba. Miraba el techo, pensativo, deseaba verla pero cada vez que lo hacia se ponía triste…

 

Se dio la vuelta, levantando la almohada al mismo tiempo. Debajo de esta había una foto de cuando él tenía 6 años, parado a su lado estaba su padre, y cargándolo a él una mujer de cabellos rubios y ojos azules como los suyos.

 

--mamá…--susurro con tristeza.

 

La extrañaba, realmente la extrañaba.

Notas finales:

se que esta bastante confuso pero comforme avance la historia sabran que pedo xDDDD

espero les haya gustado y por favor comenten!!!!

 


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