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Trick And Treat por hana midori

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Notas del fanfic:

KUROSHITSUJI NO ES MIO, ES DE LA INCREIBLE YANA TOBOSO, AGO ESTO SIN FINES DE LUCRO

Notas del capitulo:

bueno....esto es mas que nada lemon xDDD

la historia no tiene mucha ciencia pero no esta estupida (?) asi que espero que disfruten su regalo de noche de brujas mis adoradas niñas *W*

me esforce en que el lemon estuviera bien, pero ya me diran ustedes.

Podía ver a lo lejos las luces de la mansión, incluso los carruajes que se retiraban de ella. Suspire cansado, al tiempo en que me recargaba en el asiento de cuero de mi vehículo.

 

--¿sucede algo joven amo?—pregunto mi viejo mayordomo. Lo mire, con algo de fastidio en mi cara.

 

--estoy cansado, es todo.

 

Y vaya que lo estaba. El hecho de tener que ocuparme de toda la compañía de mi padre a mis escasos 13 años de edad era agobiante. Además, las noches de fiestas a las que estaba obligado a asistir no ayudaban en nada.

 

Como esta por ejemplo. A mí ni siquiera me gusta América, no sé ni porque tenía que celebrar esa estúpida fiesta llamada “Halloween”.

 

Aunque antes me gustaba, en ese preciso instante la detestaba.

 

Por fin quede frente a la gran entrada, la cual estaba adornada con toda clase de cosas correspondientes a la ocasión; arañas, calaveras, etc.

 

Tanaka bajo antes que yo, y me tendió una mano, para ayudarme. La rechace, poniendo los pies en la tierra de un brinco. Lo mire, y él parecía sorprendido.

 

--ya no soy un niño—fue mi explicación. Me sonrió de manera alegre.

 

--vendré por usted a las 2—dicho esto, volvió a subir al carruaje. Este se puso en movimiento de inmediato. Quería quedarme a ver como se retiraba, pero había una enorme fila de más de esas cosas, así que me tuve que retirar rápidamente.

 

En cuanto entre a la mansión, pude notar que mi prima de verdad se esmero con la decoración.

 

El lugar realmente se veía como esas casas abandonadas, en las cuales los espectros del pasado vienen a atormentar a los vivos. No quise perder más tiempo, por lo que seguí mi camino hasta el salón principal.

 

Solo velas iluminaban la sala, y una música entre alegre y lúgubre sonaba. Antes de empezar a abajar, busque con la mirada a Elizabeth, anfitriona de la fiesta.

 

Un escalofrió recorrió mi espalda, y una horripilante sensación de estar siendo observado se apodero de mi. Fue tan repentino y fugaz ese sentimiento que me desconcertó. 

 

Sentí algo pesado sobre mi hombro, y me gire de un movimiento, dispuesto a atacar lo que fuera que me toco, pues me encontraba en total alerta.

 

--¡Ciel!—un suspiro de alivio salió de mis labios, al darme cuenta que era mi adorada prima.

 

--hola Elizab…

 

--¡Lizzi!—me interrumpió--¡dime Lizzi!

 

Solté otro suspiro, esta vez de fastidio.

 

--hola Lizzi.

 

--pensé que no vendrías—admitió, al tiempo en que me abrazaba con fuerza.

 

--pues aquí estoy…te vez muy linda de princesa—ella llevaba puesto un vestido con muchos holanes, de colores; una corona dorada en la cabeza y un rosa en su hombro.

 

--¿de veras?

 

--si. —era verdad, pero no significaba que me gustara ese traje. Honestamente, quien la viera todos los días diría que, iba vestida como siempre.

 

--jeje tu traje de pirata también es lindo.

 

--gracias Lady—dije, inclinándome levemente.

 

Elizabeth me llevo corriendo escaleras abajo, queriendo presentarme a todos sus amigos, y cuando lo hacía, decía orgullosa que era mi prometida. Durante esas discusiones de las cuales yo no estaba interesado en lo mas mínimo, hablaban sobre el porqué de la fiesta. Solo recuerdo que, Elizabeth dijo que lo hacía como regalo de cumpleaños a una amiga suya.

 

Después de un largo rato de tediosas presentaciones, por fin, ella se distrajo lo suficiente como para que yo pudiera escabullirme. No me aleje mucho, porque si ella pensaba que quería evitarla, era capaz de armar un escándalo.

 

Para mi fortuna, encontré una silla vacía, cerca de una de las columnas del salón.

 

Observaba a todos bailar, viendo con cierto toque de atención sus disfraces.

 

Noto que, algunos se repetían. Por ejemplo, pude ver muchísimos fantasmas, con sus cadenas en los tobillos y muñecas.

 

De manera involuntaria, recordé esa última fecha que pase con mis padres…mi cumpleaños.

 

Sacudí la cabeza, intentando alejar esos recuerdos de mí.

 

Fue entonces cuando, de nueva cuenta lo volví a sentir…esa espantosa sensación. Esta vez no intente ignorarla, mire con discreción a los lados, buscando algo, lo que fuera…

 

Rojos…jamás en toda mi vida, había visto unos ojos tan rojos…

 

En una esquina, alejada de la luz, había un joven. Seguramente no pasaba de los 24 años, llevaba puesto un traje completamente oscuro, como si fuera un caballero, con unos guantes blancos;  y su cabello negro como el carbón, hacia un contraste perfecto con su piel de porcelana fina.

 

Me miraba, al igual que yo a él. Sentía que esas orbes carmín me atravesaban el alma. En un instante lo supe, él era el que me provocaba este sentimiento.

 

Quería pararme, he ir a hablar con esa persona. Pero una sensación mas se hacía presente, evitando que me moviera…

 

Una sensación de miedo.

 

Al final, junte todo el coraje que tenia y me puse de pie. Más en lugar de ir hacia ese hombre, camine directo a una de las salidas que daban al jardín.

 

Tal vez ni siquiera me estaba mirando, pensé.

 

Seguí avanzando hasta que tope con el barandal del balcón. En el cual, me recargue un poco, mirando hacia la Luna.

 

--hermosa noche ¿no?—escuche a mis espaldas. Era una voz varonil, cálida, y aunque no quería admitirlo, bastante sensual.

 

Gire lentamente la cabeza, para quedar frente a frente con él.

 

No supe que decir, me quede totalmente en blanco en cuanto nuestros ojos se encontraron.

 

--¿no comparte la misma opinión que yo, Conde Phantomhive?

 

--yo… ¿Cómo sabe mi nombre?

 

--su adorable prometida no ha parado de decir que usted es el gran Ciel Phantomhive, además, como lo vi tan empeñado en alejarse de la joven pensé que era usted—lo ultimo lo dijo con algo de diversión, mientras una perfecta sonrisa se asomaba por sus labios.

 

--no trataba de huir…--intente defenderme. —solo quería salir a despejar mi mente.

 

--no le gustan este tipo de fiestas por lo que parece.

 

--no, las detesto. —escuche como soltaba una suave risa.

 

--no debería quedarse solo, joven Phantomhive. —se acerco mas, quedando delante de mí. Sus largos brazos me cortaron todas las salidas, haciendo que tuviera que pegarme al barandal para conservar mi espacio—Los demonios esta noche se descontrolan, y un encantador chico como usted es presa fácil. —me sonroje levemente al oír su último comentario. No sabía cómo reaccionar, mi mente decía “empújalo” pero mi cuerpo no se movía ni un centímetro. Su rostro se acercaba al mío lentamente.

 

--¿no desea que…lo lleve a un lugar más interesante? –su aliento caricio mi cara, se sentía demasiado bien, y mis mejillas ardían cada vez con mayor intensidad.  Sus ojos me hipnotizaban, me hacían desear que me llevara; que me hiciera lo que quisiera…

 

Dije que sí.

 

Me llevo lejos de la mansión, adentrándonos en el jardín. Sentía nervios, y una parte de mi cabeza me decía que ya no debía avanzar. Una sensación que conocía muy bien se hizo presente, era la misma que había sentido antes de que mis padres murieran, y la misma que había sentido cuando él me miro por primera vez… una sensación de peligro.

 

Fue entonces cuando note que nos estábamos introduciendo en un laberinto, de esos que son construidos de arbustos.  Unas rosas blancas florecían de ellos.

 

Conforme avanzábamos mas, las rosas cambiaron de color. De un blanco como la luna, a un rojo carmín. Eso me asusto un poco.

 

--aquí es—dijo, terminando de recorrer el pasillo. Para ese punto, las rosas ya no eran rojas…. Eran negras, como si estuvieran muertas.

 

Mis pies no se detuvieron, a pesar de que no quería seguir más. Quedamos en una especie de plataforma, en la que había una mesa de mármol en medio, y unas sillas del mismo material a cada extremo. Un tablero de ajedrez, con piezas blancas y negras, estaba sobre ella.

 

Apenas había entrado, cuando la única salida que había, se cerró.

 

--¡¿pero qué…?!—las ramas se movieron, creando una barrera de espinas. Ahora lo sabía, estaba atrapado, y no podía huir.

 

Lo mire, notando como sus ojos brillaban de manera inhumana.

 

--¿sucede algo joven Phantomhive?

 

--tu…

 

Los demonios esta noche se descontrolan, y un encantador chico como usted es presa fácil.

 

No, eso no podía ser verdad, ¿o sí?

 

--le propongo algo Conde…--dijo, al tiempo en que se sentaba frente a las piezas blancas. —Juguemos un juego de ajedrez. —sus labios se curvaron en una sonrisa. Yo no tenía otra opción, además, no tenía a donde correr. Intente disimular el miedo que sentía. Fui hasta la mesa, y tome el otro lugar disponible, frente a las piezas negras.

 

--¿le parece si apostamos?

 

--¿apostar qué?

 

Él se quedo pensativo, mas luego me miro, con malicia en sus hermosas orbes.

 

--si usted gana, le contare un secreto.—iba a protestar, pero con la mirada me mando a callar—y si yo gano…--se inclino hacia adelante, tomándome del mentón.—tendra que darme algo interesante de su parte ya que yo le enseñe este lugar.

 

Era totalmente injusta su apuesta. ¿Qué ganaba yo a fin de cuentas?

 

--¿me dejaras ir?

 

--por supuesto—respondió de inmediato. —Pero antes tiene que ganar—su mano subió hasta mi mejilla, acariciándola lentamente. Me aleje, algo avergonzado y nervioso.

 

--comienzo yo…--tomo uno de sus peones y lo movió. En cambio yo tome el caballo, sacándolo de su lugar.

 

--¿empezara con esa pieza?—me cuestiono burlón.

 

--es la más poderosa que hay—me defendí, quitándome el sombrero de mi disfraz y la capa. Ya no tenía sentido que me los dejara.

 

--como diga.

 

El juego avanzaba lento. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero seguramente ya todos se habían dado cuenta de mi ausencia. Una pequeña parte de mi subconsciente lo deseaba, pues no me estaba hiendo nada bien.

 

--tks—nuevamente me declaraba el jaque, cosa que me molestaba de sobre manera.

 

--¿nervioso?

 

Me quede callado, no quería perder la concentración.

 

Al final, como si ya estuviera escrito, hice mi último movimiento, dándome cuenta de que me había equivocado.

 

“¡demonios!”

 

Mordí ligeramente mi labio inferior, rogando porque no se hubiera dado cuenta de eso.

 

--lo siento Conde…--movió a su reina—Jaque Mate.

 

Mire el tablero, queriendo encontrar alguna esperanza, pero no había ninguna pieza que pudiera auxiliarme…había perdido.

 

--¿Qué es lo que quieres?—pregunte resignado. De un movimiento, y sin que me diera cuenta, me tomo de la cintura y me tiro con fuerza sobre la mesa, tirando todas las cosas la piso. Grite de la pura impresión, notando que él se encontraba sobre mí.

 

--en estos momentos niño Phantomhive—susurro contra mi cuello, haciéndome estremecer—no encuentro nada más interesante que el placer de poder mancillar su inocencia.

 

***Tercera Persona***

 

El menor no había terminado de asimilar esas palabras cuando sintió los labios del mayor sobre los suyos. Se sentía confundido, era una sensación deliciosa pero, de cierta forma sabia que eso no estaba bien.

 

La falta de aire obligo al pelinegro a dejar al pequeño, y cuando este abrió la boca para respirar, introdujo su lengua, acariciando de manera sensual la de Ciel. Gimió en el beso, realmente se sentía bien.

 

Una de las manos del ojirojo comenzaba a desnudar al peliazul, este rápidamente se sobresalto, volviendo a la realidad.

 

--de-déjame—jadeo, intentando alejarse. Una sonrisa divertida se dejo ver en el rostro ajeno.

 

--se ve tan adorable—le respondió. Y era cierto, el niño tenía las mejillas pintadas de color carmín, y sus labios estaban hinchados por el anterior beso. Se relamió los labios, era apetitoso.

 

Con algo de brusquedad, logro abrir la camiseta blanca. Rápidamente bajo hasta el cuello del menor, empezando a morderlo y besarlo, marcándolo.

 

--ahhh…pa-para…ahhh.

 

Debía detenerlo, ya no debían seguir con eso… pero eran tan placenteras sus caricias, como sus manos lo tocaban de esa manera tan indecorosa, machándolo.

 

--¡ahhh!—el demonio había mordido con algo de brusquedad uno de sus tiernos pezones— ¡pe-pervertido!

 

El mayor no pudo evitar reír suavemente ante esa acusación. Si, tal vez lo era, más al fin y al cabo era un demonio, era su naturaleza ¿no?

 

Siguió su camino de besos, bajando cada vez más.

 

En algún momento tuvo que aprisionar las muñecas del niño pues este no dejaba de retorcerse, en un inútil intento por escapar.

 

Su mano libre toco de manera tentadora el borde del pantalón, asustando a Ciel.

 

--¡déjame!—grito.

 

--nadie puede oírle pequeño, así que grite todo lo que quiera…me gusta—el Conde no pudo evitar sonrojarse más por el comentario, ese tipo realmente era un degenerado.

 

Logro quitar el botón, pero apenas empezaba a quitar la prenda, y su víctima se retorcía con más fuerza. Sonrió, le encantaba que se resistirá, a pesar de que lo estaba deseando.

 

Lo soltó, mas antes de dejarlo reaccionar, le giro, dejándolo boca abajo sobre la mesa.

 

Rozo sus genitales contra el trasero del niño, sin quitar la ropa.

 

--ahhhh…nooo…mmm…--quería sentirse  asqueado, eso quería pero no podía. Le estaba gustando, y mucho.

 

--creo que usted es el pervertido…--susurro en su oído—lo estoy violando y usted se esta excitando.

 

--no es…c-cierto.

 

--¿no?, entonces ¿porque se frota contra mí?—una sonrisa juguetona se asomo por sus labios.

 

Su cuerpo mandaba sobre su mente, además, una parte de esta, una pequeñísima parte de ella, lo deseaba.

 

Introdujo su mano dentro del pantalón, masturbando el miembro del menor.

 

--ahhh~

 

--oh, aquí está muy húmedo…--susurro, sin dejar de tocarlo.

 

Las punzadas de placer iban en aumento, y el solo podía gemir y suspirar. Agregando que el demonio no había dejado de frotarse contra él, no ayudaba en nada.

 

A los pocos minutos, sentía que algo venia, que ya no podía más.

 

--¡ya…ya no puedo!—jadeo, y en ese momento, se corrió. Soltó un sonoro gemido, mientras su cuerpo temblaba de placer puro. Los ojos del demonio se dilataron, ya no lo soportaba mas, tenía que hacer suyo a ese apetecible niño.

 

Ciel aun intentando recuperarse del orgasmo, no vio como sus prendas faltantes desaparecían, ni como el mayor retiraba las suyas a una velocidad inhumana. Sintió las cálidas manos del ojirojo tocándolo, al tiempo en que lo giraba, haciendo que lo viera.

 

--ahora viene lo bueno…

 

No comprendió sus palabras, pero casi al instante en que las dijo, un dolor agudo apareció.

 

--¡AHHHH!—grito, al sentir como el mayor comenzaba a penetrarlo lentamente. Unas lagrimas corrían libremente por su rostro, haciéndolo más adorable frente a los ojos del demonio. Enredo las piernas en las caderas del demonio, aferrándose a su cuello y enterrando las uñas con fuerza. No podía soportarlo.

 

Escuchaba las suplicas del menor pero no se detuvo, hasta que lo invadió por completo.

 

--eres tan estrecho—gimió en su oído—me encanta.

 

Ciel seguía llorando, lo estaba lastimando demasiado.

 

Espero unos segundos a que se acostumbraba, antes de empezar con suaves estocadas.

 

Una parte de su mente pensaba el porqué era tan dulce con el muchacho, nunca se había contenido mas en esta ocasión algo le evitaba dañarlo. Era inexplicable, al igual que el sentimiento que sintió cuando lo vio entrar al salón.

 

Los gemidos del Conde pasaron de dolor a placer en poco tiempo, encontrando bastante placentero el roce de sus caderas.

 

Aumento más el ritmo, escuchando con agrado los alocados jadeos del niño a quien le estaba robado la inocencia.

 

Al diablo su orgullo, al diablo su miedo, ¡al diablo todo! Solo quería que ese hombre llegara más profundo dentro de él, quería sentirlo más.

 

--¡mas!—gimió, aferrándose más al mayor.--¡mas, mas!

 

El demonio sonrió.

 

Un ángel había caído a sus pies.

 

--como ordene.

 

La fuerza aumentaba, ambos disfrutaban de sobremanera la enloquecedora sensación que el cuerpo contrario le proporcionaba.

 

Pero en algún momento todo tiene su final, y el de ese acto demoniaco estaba cerca.

 

--¡me…me voy a correr! ¡AHHHHH!—su esencia mancho sus vientres, al tiempo en que el mayor se derramaba dentro del niño.

 

Sus respiraciones eran agitadas, y la fresca brisa que comenzaba soplar los refresco un poco.

 

Ciel se sentía demasiado cansado, sus ojos se cerraban de manera involuntaria…

 

Lo último que vio antes de desmayarse, fue los gatunos ojos de esa persona mientras una sonrisa satisfecha adornaba su rostro.

 

***Fin de Tercera persona***

 

******************************************************************

 

Abrí los ojos lentamente, no pudiendo asimilar muy bien donde me encontraba.

 

Me dolía todo el cuerpo, a duras penas y me podía mover. Con extremada lentitud me incorpore, dándome cuenta de que no era mi habitación.

 

Fue entonces cuando los recuerdos de la noche anterior volvieron a mi mente.

 

Todo dio vueltas, no me sentía nada bien…

 

Mire mis manos, notando en mis muñecas unas manchas moradas, abrí un poco mi camisa, y las marcas bajaban mas…

 

El sonido de la puerta abrirse me sobre salto, y más al ver quién era el que la abría.

 

--oh, veo que despertó—dijo entrando, con una bandeja de comida en sus manos.

 

Yo me aleje, él pareció sorprendido por mi reacción.

 

--¿sucede algo?

 

--¿q-que haces aquí?—cuestione con la voz algo temblorosa. Él sonrió, acercándose más.

 

--viene a ver como estaba…después de todo, anoche no quedo con muchas fuerzas—sus ojos brillaron de un rojo intenso, pero solo por unos segundos. Quería que mi cuerpo se alejara, pero dejo de responderme.

 

Estaba cada vez más cerca. Me sentía confundido, ¿Por qué no me sentía amenazado por él después de lo que me hizo? ¿Por qué?

 

Se sentó en el borde de la cama, sin dejar de mirarme.

 

--¿puedo decirle algo Conde Phantomhive?

 

Asentí levemente, el tenerlo cerca me ponía nervioso…y no podía evitar el recordar cómo me toco la noche anterior.

 

--a pesar de que perdió el juego…le diré el secreto que apostamos.

 

Con suavidad, me recostó en la cama. Mi mente gritaba, y mi cuerpo silenciaba.

 

--usted sabe…--rozo sus labios con los míos. Quería besarlo, quería que me besara…

 

--¿Cómo ganar la lealtad de un demonio sin la necesidad de un contrato?

 

No entendía sus palabras, su aliento inundaba todos mis pensamientos, y sus ojos tenían atrapados los míos.

 

--¿Cómo?

 

Se acerco a mi oído…susurrando su hechizo….

 

Haga que este se enamore de usted.

 

 

Notas finales:

la verdad no me convence mucho......el final no me gusto :S pero me seque despues del lemon >.<

asi que lamento si decepcione.

Ojala lo hayan disfrutado y por favor dejen comentarios ^^


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