Llevaba tres días sin hablarle a su amigo, Fred entendía su molestia y no había tratado de forzarlo a perdonarlo, en cambio y por primera vez desde que su moreno amigo llego, lo veia disfrutando del rancho y practicando su hobby (rodeo) mientras ayudaba.
Sin embargo, James estaba hecho una furia, como si no fuera suficiente con su amigo y el abuelo de su cuñada, cada día llegaban más y más familiares de la mujer.
Muchos de ellos habían vivido todo el tiempo en la ciudad y no sabían bien como apreciar ni cuidar la naturaleza, pero la mayoría lo intentaba, solo uno de los tíos de su cuñada y su hijo ni se molestaba en intentarlo, era uno de los familiares menos querido de su cuñada que se auto invito a la reunión, ninguno se preocupaba siquiera por disimilar su deprecio y abuso sobre todo con los animales, el mayor había intentado hacerle una maldad a uno de los becerritos que se separó de la manada, menos mal que llego a tiempo antes que hiciera algo porque de lo contrario no sabría de que hubiera sido capaz, pero si le dejo claro que como volviera a intentarlo no dudaría en usar el látigo con él.
Él no era del tipo de persona que iba amenazando a la gente, sabia utilizar bien el látigo, pero nunca lo había usado para hacerle daño a nadie, excepto a unos cuantos cazadores y gente desalmada con que se topó.
Pasaron otros tres días más y todo empezó a marchar con un poco más de calma, ya toda la familia de su cuñada estaba instalada y acostumbrada, no los había tratado a todos por el poco tiempo que tenía, pero si se presentó y ofrecido su ayuda en caso de que necesitaran algo, con tanta gente ya en el rancho, el abuelo Krut estaba muy entretenido y estaba tranquilo, mucho de los familiares le cayeron muy bien aunque no habían socializado mucho, los empleados empezaban a entender y hacer correctamente sus funciones, su hermano estaba mucho mejor y de excelente humor, e incluso y a pesar de que no había perdonado del todo a si amigo ya se hablaban normalmente.
-James no encontramos a Noemi ni a Lacelot- le informo unos de sus capataces, ese era el nombre de los potros que más quería James, Noemi era una yegua que le regalo su hermano, James la cuido y crio totalmente solo, Lancelot era el potrillo de esa yegua, el primero primer parto de caballo que había hecho totalmente solo, aunque ya de eso paso mucho tiempo; sin embargo, el cariño que les tenia si se había multiplicado mucho por ese par de caballos.
-¿Cómo que no los encuentras?- la sola idea lo molesto de sobremanera y se paró de inmediato, algo estaba mal, revisando con la vista a los presente se dio cuenta del par que faltaba, apretando los dientes y con las manos el látigo que tenía en su cintura, se levantó de golpe y salió directo al patio trasero de la casa, casi empujo a una doncella que recién llegaba a la puerta del salón, donde habían estado todos reunidos, no le importó que venía a decirle.
-Petricut- bramo el nombre del tío de su cuñada a la vez que llegaba al patio, su amigo Fred lo seguía de cerca junto con el primo de su cuñada que le caía mejor, Jesús Krut. Ambos estaban cerca cuando el capataz le fue a reportar la falta de sus preciados caballos.
-Ese desgraciado ya me va a conocer- Fred conocía bien la adoración de su amigo por Noemi y Lacelot, se fue por la parte izquierda de la casa a buscar al hombre mientras James y Jesús se iban por el lado derecho, era una casa grande pero no tardaron más de dos minutos en llegar a la parte del frente.
James tomo su látigo y sin siquiera pensarlo golpeo la mano del tío de su cuñada, que soltó de inmediato fusta con que golpeó repetidamente a su Noemi, fuera de sí agarro de la camisa al hombre y lo bajo de su yegua, que tenía sangre en el blanco pelaje como muestra de las repetidas veces en que fue castigada, iracundo James le dio un buen golpe en la quijada al hombre y lo tiro al piso, no se había dado cuenta que el hijo de Petricut venia dispuesto a golpearlo, una mole estúpida, pero con fuerza suficiente hasta para matar con esos gigantescos puños que tenía, era gigante el tipo y se le acercaba por detrás a James que revisaba las heridas de Noemi sin ser consiente de él… pero nunca llego a tocarlo.
Jesús intercepto a su primo y a pesar de que era más pequeño y delgado que el otro, con un solo golpe lo dejo inconsciente.
-Me la debía- dijo sonriente el chico pelirrojo al ver como lo veía asombrado James
-Ese fue un excelente derechazo- lo felicito una voz muy masculina, ambos se voltearon y se encontraron con cuatro hombres que venían de la parte izquierda de la casa, dentro de ellos estaba Fred –Un día de estos tendrás que demostrarme si es tan poderoso como se vio- siguió hablando Lucas Fork con una gran sonrisa.
-Me está diciendo que quiere que lo golpee señor, porque eso se puede arreglar- agrego serio Jesús al recién llegado alzando una ceja.
-No por los momento, no quiero parar como este hombre- dijo el moreno dándole un puntapié al que estaba en el suelo –Hemos venido a visitar al pequeño Solver, aunque tengo que decir que de pequeño ya no tienes nada- agrego galantemente el hombre.
James no salía de su asombro, frente a él estaban los tres veteranos, desvió la vista antes de clavarla en un punto en específico, sus emociones eran entre cortadas, fijo por fin su mirada en Lucas y sin titubear y con más las fuerza de la quería bramo –Fuera de mi rancho- al hombre eso le debió dar gracia porque su sonrisa se pronuncio.
-Fuera he dicho- continuo olvidándose de todo, al fin comprendía que no había logrado superar nada, seguía sintiéndose pequeño frente a esos hombre y no tenía la intención de dejarse más en evidencia frente a ellos otra vez.
-Tranquilo pequeño que no venimos a hablar de tusa confesiones pasadas- dijo entre burlas Lucas y James no se atrevió a mirar a otro que no fuera él moreno pues sentía su cara arder.
-No me interesa si aceptaron ese estúpido reto, en mi rancho no van a hacer nada así que fuera-
-Tú no te negaste cuando yo lo dije- agrego por primera vez Robet, James ni se atrevió a mover su mirada.
-Tu nunca me preguntaste y ahora estoy diciendo que no- dijo tajante.
-Este caballo necesita cuidado- fue esa la voz que rompió todas sus barreras, ahí estaba haciéndole cariño a su Lancelot, el hombre por el que se había alejado de su pueblo y por el que hizo tantas locuras, sentía sus mejillas arder pero eso no era para él lo más importante, siempre que estaba frente a ese hombre un fuego abrazador lo llenaba por dentro, revoloteando en su estómago y que subia hasta oprimirle el pecho.
A pesar de que cada veterano creaba en él una reacción que no era propia de él, ninguno lograba eclipsar sus sentidos como lo hacía George Holl, su sola mirada lo llenaba de deseo… por la salta madre de Cristo como era posible que siguiera sintiendo eso tan fuerte por ese hombre.
-Sera mejor que atiendas a Lancelot- intervino Fred, rompiendo la conexión de mirada que se había entablado entre James y George, el chico empezaba a recordar todo lo que había sentido por ese hombre y dudaba seriamente que lo hubiera dejado de sentir, esa mirada lo abrumaba y era su perdición.
-Tráelo por favor Fred- le pido a su moreno amigo desviando la mirada.
-Yo puedo…- empezó a decir George y James tembló ante la idea de que no se fuera, de que si se quedaba más tiempo el no sabría si se podría controlar, por suerte Jesús intervino.
-Creo que hemos tenido mucho por el día de hoy caballeros, no sé qué asuntos lo trajeron hoy, pero dudo que puedan ser atendidos- agrego formalmente –será mejor que vuelvan otro día-
James no espero una respuesta del trio, se alejó lo más rápido que podía de sus fantasmas.