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Los Veteranos por Mero_Luz

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Notas del capitulo:

Gracias por los comentarios, espero que les guste el capitulo n.n

—¿Fred, estas temblando? —  James, observaba nervioso a Fred —Tienes cara de estar asustado. Por Dios dime que es lo que te está pasando Fred, no pareces el mismo— agregó algo desesperado por la preocupación —Primero renuncias al reto que tú mismo buscaste, hablas con tu padre cuando en tu vida lo has querido ver, luego apareces llorando, cuando nunca te había visto ni siquiera quejarte, incluso cuando te rompiste cinco costillas al caerte de ese toro embravecido. Tratas a caballos y toros furibundos como cachorros, te has peleado con media universidad, y ahora tienes miedo de que te den unos azotes— trató de no sonar tan preocupado como estaba, y agregó —¿Tienes algún trauma de la infancia que no me contaste? —.

 

—No seas ridículo— Rodó los ojos el moreno.

 

—Pues entonces dime ¿qué diablos pasa? — exigió James, muy serio.

 

—Yo… yo— empezó a hablar el moreno.

 

—Llegaron—  interrumpió Jesús, quien llegaba seguido por los tres veteranos.

 

—¿Qué pasa chico de Robert?, ¿te da miedo caer en las manos de  mi amigo de nuevo? — saludó Lucas, que nunca perdía el tiempo para provocar a la gente.

 

—No— gruñó el chico.

 

—¿Vas a faltar a tu palabra? — le preguntó con seriedad el gran oso pardo al moreno.

 

—Nunca falto a mi palabra— respondió furioso.

 

—Fred, ¿qué es lo que me ibas a decir? — preguntó James, tratando con un poco de desesperación la conversación interrumpida. No le importaba la presencia de los veteranos, sentía que lo que le iba a decir su amigo era serio.

 

—Nada, acabemos de una buena vez con esto —.

 

 

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—Por fin llegaron— dijo feliz el Señor Krut.

 

—¿Abuelo...? ¿Qué haces aquí?, es más ¿qué hace toda la familia aquí? — todos los primos, tíos, la esposa y el hermano de James estaban ahí.

 

—Nada, solo les conté sobre el espectáculo—.

 

—Claro, como no me imagine que estarías en primera fila riéndote—.

 

—Pues no nieto querido, tengo una cita con una hermosa mujer. La abuela del dueño del rancho vecino, así que desafortunadamente me voy a perder el espectáculo, solo quería asegurarme que no les faltaran espectadores—.

 

Entraron a uno de los establos nuevos hechos para las yeguas que acababan de dar a luz. Era una casa hecha de madera con ventanas por todos los lados, dentro estaban tres sillas y sobre cada una, había una manopla de madera, idea del Señor Krut.

 

—Bueno, que empiece el espectáculo. Dime cariño ¿vas a bailarme mientras te quitas la ropa? Porque me gustaría que lo hicieras muy lentamente... —Jesús gruñó, empezando a quitarse de mala gana la ropa y tirándola al piso.

 

—O por Dios, he llegado al cielo— soltó Lucas con un jadeo. Jesús le fulminó con la mirada, pero el peligroso brillo de su mirada más que asustar a Lucas, le incitaba.

 

El muchacho no tenía ni un gramo de grasa. En cambio su cuerpo era firme y esbelto, la piel blanca y tersa,  adorable  con el fuerte sonrojo que la coloreaba. Lucas fijó su vista sobre el trasero firme y redondo, evaluando su pene de un tamaño respetable. La sonrisa de Lucas se ensanchó mostrando unos juguetones hoyuelos.

 

—Esa es la belleza de los Turk— gritó uno de los familiares del chico.

 

—No te preocupes que tengo buena mano — le dijo sentándose y palmeando su pierna.

 

—Púdrete—.

 

—Terminemos con esto— los interrumpió Fred desnudándose.

 

—Ven cariño— le indicó Robert alargando su mano hacia él.

 

—No  tienes que ser tu quien lo haga, puede ser cualquier otro— indicó enfadado el moreno.

 

—Nadie más que yo te tocara— gruñó el gran oso.

 

—Puede hacerlo Holl— le retó el chico.

 

—No gracias muchacho aprecio mi vida, además yo ya tengo lo mío—  dijo George mirando fijamente a James, que no había hecho nada.

 

—Vamos pequeño Solver, no hagas esperar más al bueno de George – se rió Lucas mientras observaba al avergonzado muchacho.

 

James estaba pasmado mirando el suelo como si de un gran tesoro se tratara. Él nunca había sido tímido pero la presencia de George  y los malos recuerdos de la humillación que paso, no lo animaban mucho, en realidad le habían quitado todo el valor. Lo que menos esperaba James es que fuera el mismo George quien se le acercara.

 

Se estremeció al sentir como la fuerte mano del hombre le rozaba la barbilla y le hacía alzar la vista. No tenía ninguna defensa contra esos hermosos ojos verdes. George le dé medio lado, y antes de que su mente empezara a trabajar recibió todo un corto circuito… por dios lo estaba besando, y que beso, por este si hubiera valido la pena todo lo que ocurrió en el pasado. Sintió como los labios de George jugaban con los suyos, como sus piernas se doblaban cuando la fuerte y suave lengua del veterano se abría paso para encontrarse con la suya. Estaría en el suelo si no fuera porque los brazos del hombre lo sostenían por la cintura, apretándole contra sí. Cuando se les acabo el aire se separaron y George apoyo su barbilla en el hombro del chico.

 

—Será mejor que te desvistas tú, porque si lo hago yo, no respondo de mis actos— le susurró al oído.

 

James se alejó aturdido. Comenzó a desnudarse, evitando mirar al hombre por la vergüenza, con los músculos marcados por el ejercicio, como le habían dicho en alguna ocasión, tenía un trasero de muy buen ver. Además, no era precisamente feo. Con su pelo castaño, nariz recta y rasgos elegantes, no le faltaban pretendientes, por lo que normalmente tenía mucha seguridad en sí mismo, pero  con él en frente. Todo se esfumaba, James sería capaz de matar para recuperar la seguridad de siempre en esos momentos.

 

Una vez desnudo, no le quedó más remedio que mirarle. George estaba sentado en la silla y había encendido un cigarrillo. Una bocanada de humo salió de su boca mientras le devoraba con la mirada.

 

James se acercó a él como si estuviera hipnotizado, Lucas no perdió tiempo, cogió de la mano a Jesús y lo le colocó boca abajo, apoyando el estómago del chico en sus piernas, recibiendo un golpe del muchacho.

 

Fred permaneció en el centro con aire ausente.

 

—¿Pasa algo? — Robert observó preocupado al moreno.  Fred salió del trance y le miró con fiereza.

 

—Nada que te concierna— respondió de mala manera sin moverse del sitio, mirando las piernas de Robert y la tabla, como si fuera una ciencia y el fuera un profesor buscando resultados.

 

Una fuerte palmada sonó cuando Lucas  golpeo el trasero de Jesús con su mano, dejando una marca rosada sobre la piel blanca.

 

—Idiota, no me toques, para algo tienes la estúpida tabla— gritó colérico el pelirrojo.

 

—Pero así es más divertido — Lucas acarició con descaro las nalgas del muchacho, que saltó de la impresión.

 

—Si no piensas hacerlo con la tabla a la mierda este castigo— dijo tratando de levantarse, pero el otro no le dejo.

 

—Está bien ricura, en público lo haremos a tu modo, en privado lo haremos al mío—.

 

—Sueñas—.

 

—Fred…— susurró Robert en un tono conciliador, mientras los otros dos peleaban. Había tratado de entender que le ocurría al chico observando su cara, como no lo había logrado ahora trataba de persuadirle para que se lo contara, pero Frederick Tonson era un hueso duro de roer.

 

—Terminemos con esto— sin pensárselo más, recostó su estómago en las piernas del gran oso.

 

Robert se molestó por la actitud del chico y le dio sin contemplación la primera tunda con la tabla. El moreno soltó un jadeo y cerró los ojos rezando… rezando para que no pasara nada malo.

 

—Lo siento pequeño, pero tu aceptaste y mentiría si te digo que no lo voy a disfrutar—susurró George al oído de James, que se estremeció al sentir el dorso de la mano del hombre recorrer de arriba abajo su columna vertebral, para luego detenerse en medio de su espalda y sentir la manopla de madera chocar contra sus nalgas. James hizo una mueca de dolor pero no dijo nada, a pesar de todo se estaba excitando.

 

Lucas había rodeado la cintura de Jesús y lo había hecho inclinarse más para recibir el primer golpe.

 

Los lindos traseritos estaban rojos después de varias tundas, los veteranos gozaban con su premio y los espectadores que soltaban carcajadas, armando jaleo afuera.

 

Pero Robert se empezó a preocupar. Fred a pesar de tener la piel morena, adquiría una tonalidad roja muy fácilmente, solo tenía que recordar las marcas que habían dejado sus mordiscos y chupetones en el cuerpo del chico. Su trasero parecía dos manzanas rojas bien maduras a pesar de que solo la primera nalgada había sido fuerte, pero eso no era lo que le preocupaba, si no lo caliente que se estaba poniendo su chico, sus mejillas estaban igual de rojas, sudaba y temblaba mucho.

 

—Fred... ¿estas bien?— sabía que el moreno se cortaría los brazos antes de admitirlo, pero lo que le dijo el chico le impresionó.

 

—Un médico— susurró Fred.

 

Robert creyó por un momento que estaba exagerando, pero antes de que pudiera refutarle algo el chico vomito. Cuando terminó, le incorporó de inmediato sobre sus piernas y al mirarle se asustó. Sus mejillas estaban rojas, su semblante era muy pálido, y parecía estar a punto de perder el conocimiento.

 

—Yo lo quiero— susurró Fred, pero parecía delirar coma y cuando trató de apartar el pelo de la cara del chico se dio cuenta que estaba hirviendo en fiebre.

 

—¡¡Un medico!! — bramó inmediatamente Robet, mientras tomaba en brazos al moreno y rompía  la puerta para salir en busca de ayuda.

Notas finales:

Por favor dejen comentarios, son los que me inspiran a continuar la historia


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