El fuego llenaba su vista elevandoce en monstruosas paredes rojas y naranjas. La humareda surcaba el cielo con un golpe atronador de los cientos de zumbidos que le hacian cerrar los ojos marrillos por instinto. El olor a carne quemada le picaba el sensible olfato. Terminaba por no ser capaz de percibir nada más que fuego y humo, un olor indeseable y monstruoso.
Con sus regordeas patitas, lo mismo que su cuerpecillo....busco un refugio entre las raizes del arbol que era su guarida. La que escojiera de nicho su madre.
Sus hermanos aullaban adoloridos y agonizantes.
Pero solo podia pensar en vivir.
-¡mira hermana! - gritó Sebastián a Mía - algo se mueve.
-vete tu saber que pueda ser. Debe tener mucha suerte para sobrevivir al incendio. El miserable arraso con todo. Vaya de nuestras suertes que la casa quedo intacta.
-¿te estas quejando Mia? - Sebastián le dijo aun yendo para donde e l tronco quemado sobresalía. Eso blanco no era normal entre e l hollín. - tú poco lo haces
-eso es porque me fui de la casa. Ya no me escuchas, porque ya no estoy viviendo con mis papis - se burlo. Sebastián odiaba que Mia le recordara que era el pequeño de la familia - tenemos a un bebé
-¡ya te he dicho que no soy ningún crio!
-no hablo de ti.- Mia recogió entonces al cachorro del suelo. De inmediato gruño y se removió, e incluso trato d e clavarle los colmillos en el brazo. - sino de él. Tienes buenos ojos Sebastián. Sino lo hubieras visto, lo hubiéramos dejado d e largo.
-¿es un lobo? - dijo con incredulidad - ¿lobo? -repitió - ¡es un lobo! - termino por gritar.
-creo que si - Mia se burlo y para mayor humillación para Sebastián, lo examino detenidamente - y un macho.
-pervertida
-es mejor. Las hembras sangran. Y no creo que a Ada le guste tener a una loba.
-¡¿no la llevaras a casa, o si?!
-yo no - admitió - tú si.
-no lo creo.
-ada te deja pasar todo lo que haces. No creo que te castigue por mucho rato.
-¡pero me va a castigar!
-pensemos en un nombre - Sebastián le lanzo a su hermana una miradita de muerte, una muy bien a prendida de Mio. - Kiba
-¿colmillo?
-¿tienes algo mejor?
-nieve - dijo. Mia alzo una ceja.
-se queda en Kiba
-tendremos problemas. Sabes que Jagara esta cazando a los lobos.
-y no nos encontramos en la ciudad de Jagara - dijo Mia. Kiba trataba d e mordisquearle los dedos para arrancárselos. Sin duda era demasiado orgulloso y salvaje el pequeño. Podría recordarle a Titán un tanto. - ¿quién imaginaria que una familia de nobles, oculten a un lobo?
-estas como una cabra. Ya no eres una mocosa. Tienes veinte años
-y un departamento, vivo de mi trabajo y ¿qué más? - Sebastián apretó los puños. Cuando iba a descargar un golpe e n el rostro de su hermana, Mía le arrojo a Kiba...y el cachorro, le mordió el hombro. Sebastián largo un grito de dolor y Mia solo se alejó un poco - cierto, soy más lista que tú y ¡tengo novio!
-Johannes Mia te voy a matar - dijo
-tráete a Kiba. Ada debe de ver que eres quien lo carga.
-eres tan manipuladora. ¡Eres quien invento esa teoría!
-noticias Sebastián, me falta graduarme...mocoso. -agrego con malicia
-¡te detesto!