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Mi vida y la tuya en un lazo por Kokuma

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Notas del capitulo:

Éste es el fic que más me ha agradado escribir. Disfrútenlo.

 

II. BESANDO LA OSCURIDAD DEL PASADO

Pronto, las estrellas invadieron el cielo y la luna hizo presencia, iluminando así a dos cuerpos que tranquilamente paseaban por el extenso bosque bajo ella. El canto de los pájaros se apagó, dando paso al de los grillos con sus compases; en el río se reflejaba el extenso firmamento, dos jóvenes lo observaban serenamente.

- Tsuzuki –comenzó a hablar el menor de los dos-, aún no logro olvidarlo, simplemente no puedo –soltó una solitaria lágrima.

- Hisoka, no llores –dijo tiernamente el otro joven mientras secaba la lágrima y depositaba un beso en su frente-. Cuéntamelo. Cuéntame qué te atormenta.

El pequeño abrió los ojos sorpresivamente y se aferró a Tsuzuki con fuerza, escondiendo el rostro en su pecho. En respuesta, fue rodeado por la cintura con un brazo y por la espalda con otro, acogiéndolo con delicadeza. El mayor comenzó a acariciar y besar la cabeza del muchacho, para luego separarlo un poco y darle un beso apasionado. La luna observaba serenamente la bella escena que bajo ella estaba, dando la mejor luz de sí para iluminarlos, mandando al viento a rozar sus rostros con suavidad.

- ¿Por qué quieres que te lo cuente? –preguntó el muchacho en susurros.

- Es normal querer saber todo sobre la persona a la que se ama, y además, quiero ayudarte a olvidar –fue la hermosa respuesta que escucharon sus oídos.

- De acuerdo, te lo contaré, Tsuzuki…  

 

>>>>>>Flash back<<<<<< 

El atardecer era cálido, ofrecía una suave brisa; era el mejor momento del día para salir a pasear por el jardín y sentirse un poco libre después de pasar tanto tiempo encerrado en el hospital.

Observó que el cielo se encontraba teñido de un color rojizo, como la sangre, por lo que tuvo un mal presentimiento; sin embargo, continuó su paseo. Por allá, a lo lejos, se podía ver un enorme árbol de cerezos, aquél al que le encantaba ir para recargarse y sentirse relajado mientras veía como aparecían las primeras estrellas. Pero hoy, sería diferente, y lo sabía.

Observó, bajo el árbol, dos siluetas: una era de una joven, la otra era de un hombre.

Pero lo que hizo que el corazón se le encogiera hasta tal punto de casi morir, fue que vio como, sin piedad alguna, aquel hombre destazaba a la joven. Permaneció con los ojos bien abiertos de la impresión, no pudo moverse ni un milímetro.

- Llegas en el momento menos adecuado –le dijo aquel hombre mientras lo volteaba a ver-, muchacho.

Lo miró fijamente sin querer, el joven notó que en su mirada grisácea se reflejaba la muerte, el odio, la venganza. Quiso correr, huir, pero su cuerpo no respondió, y él se limitó a ver como aquel hombre se acercaba a él con paso decidido.

Reaccionó en un momento, intentó escapar, pero fue detenido y lanzado al suelo en unos segundos. Sintió como su agresor lo desprendía de su ropa, dejándolo desnudo y a su merced.

No podía moverse, gritar o hacer cualquier otra cosa, era como si su cuerpo estuviera paralizado por una extraña fuerza proveniente de aquel hombre de orbes grises.

A cada toque perdía la razón. Sin duda alguna, ardía, dolía, mataba lentamente.

Pronto sintió los fríos dedos del agresor posarse sobre su pecho, haciendo figuras abstractas que quemaban, dejando marcas al rojo vivo en todo su cuerpo. Era una maldición. Cada pieza de inocencia se iba perdiendo mientras aquel hombre se acercaba más a su intimidad, haciéndolo gritar sin poder escuchar sonido alguno, haciéndolo retorcerse en el frío pasto que bajo ellos se extendía.

- Tienes un cuerpo hermoso –decía el agresor mientras sostenía fuertemente con las dos manos el miembro eréctil de muchacho-. Yo me ocuparé de que nadie vuelva a verlo nunca –sonrió malévolamente mientras comenzaba a lastimar aquella sensible parte del muchacho…  

________________________________________

Los siguientes tres años sufrió terriblemente lo que los doctores diagnosticaban como enfermedad sin cura. Pero todos ellos ignoraban que en verdad era una maldición. Una terrible maldición hecha por el peor hombre que podía existir, el más cruel y despiadado de todos.Después de agonizar tres años en una cama de hospital, el muchacho, por fin, murió. 

>>>>>>Fin del flash back<<<<<< 

 

Los dos jóvenes permanecieron abrazados. Aquellos recuerdos eran los que lo atormentaban y, según pensaba, lo harían eternamente.

- Hisoka –susurró el mayor de los dos mientras alejaba al muchacho un poco para poder ver su rostro, que con la luna reflejaba miedo-, deja de preocuparte, estoy yo a tu lado.

Lo sabía, Tsuzuki siempre había estado cuando más lo necesitó, sin siquiera pedir su ayuda. Aquel joven lo comprendía, lo quería; lo amaba, y eso lo sabía a la perfección. Comenzó a relajarse, a sentirse bien en los brazos de su compañero.

- Lo sé, Tsuzuki –susurró en un impulso contra los labios del otro, apretándolos suavemente en un beso que comenzó a hacerse apasionado.

La luna los observó con dulzura, soplando para que la suave brisa de la noche rozara de nuevo sus rostros.Finalizado el beso, volvieron a casa.

Notas finales:

:)


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